ISSN: 2171-6633
Estudios Franco-Alemanes 1 (2009), 243-265
Las traducciones alemanas de Juan Valera:
paráfrasis, versiones y poemas
JUAN DE DIOS TORRALBO CABALLERO
Universidad de Córdoba
torralbocaballero@uco.es
Fecha de recepción: 1 de marzo de 2009
Fecha de aceptación: 15 de abril de 2009
Abstract: This paper deals with Juan Valera’s politic and literary life. It focuses on
Valera’s stays at Germany and it examines his versions and translations from
German poems. Goëthe, Schiller, Herder, Geibel, Heine, Fastenrath and Schack are
the selected poets. All in all, it studies Valera’s creative work showing his pioneering
labour because he brings part of the German literature closer to the Spanish reader, at
the end of the nineteenth century.
Key words: Juan Valera, translations, recreation, German translation, Goethe,
Schiller, Herder, Geibel, Heine, Fastenrath and Schack.
Resumen: Este artículo aborda la vida política y literaria de Juan Valera. Se centra en
sus estancias en Alemania y estudia sus versiones o traducciones de poemas
germanos. Goëthe, Schiller, Herder, Geibel, Heine, Fastenrath y Schack son los poetas
seleccionados. Con todo, analizamos su quehacer creativo mostrando su labor
pionera al acercar parte de la literatura alemana al lector español en el tramo final del
siglo XIX.
Palabras clave: Juan Valera, traducciones, recreación, literatura alemana, Goëthe,
Schiller, Herder, Geibel, Heine, Fastenrath y Schack.
Introducción
Uno de los escritores más cosmopolitas del siglo XIX es Juan Valera. En
su obra confluyen influencias de variadas geografías que abarcan desde la
antigüedad grecolatina hasta las novedades coetáneas de Francia, Inglaterra,
Norteamérica, Italia o Alemania. El escritor presenta dos vertientes, una
política y otra literaria.
Juan Valera (1824-1905) comienza su vocación literaria como poeta,
componiendo versos en español, y desde muy joven parafrasea estrofas
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extranjeras. Esta faceta creativa la desarrolla durante toda su vida. Tres
publicaciones recopilan dicho esfuerzo. Primero sale de las prensas
granadinas Ensayos poéticos (1844), con más de un centenar de páginas;
después publica en Madrid otro volumen con el doble de pliegos, titulado
Poesías (1858); finalmente la luz de la imprenta alumbra Canciones, romances y
poemas (1886). En los tres tomos hay poesías y hay traducciones.
Su labor política comienza en Nápoles donde es agregado sin sueldo bajo
el mandato del duque de Rivas, sigue en Lisboa donde recibe órdenes de
Antonio Alcalá Galiano. Pronto ocupa el puesto de secretario de la legación
de España en Brasil y pasará a Varsovia como secretario de misión
extraordinaria. Entretanto, es también diputado en las Cortes. En la segunda
etapa de su quehacer diplomático destaca el bienio norteamericano así como
sus estancias en Bruselas o Viena. Sin embargo, para este trabajo las
coordenadas que más nos interesan son las germanas, tanto de índole
geográfica como de carácter literario.
Juan Valera se acerca a la literatura alemana como lector, escritor y
traductor. Este artículo mostrará dicha simbiosis cultural señalando las
paráfrasis, versiones y traducciones que realiza desde la lengua germana.
Encaminemos primero los pasos hacia los lugares germanos donde Valera
vive algún tiempo debido a su tarea diplomática.
1. Hacia una topografía alemana en la vida de Juan Valera
Primero Dresde, capital de Sajonia, Confederación Alemana. A los 31
años se traslada Valera desde Brasil y Río de Janeiro a Dresde, donde es
destinado el 17 de agosto de 1854 como Secretario de la legación, con un
sueldo de 18000 reales. El 21 de enero de 1855 toma posesión. El 16 de agosto
de este mismo año asciende a oficial 60 del Ministerio de Estado con sueldo
anual de 20000 reales. Toma posesión el 5 de octubre.
Segundo Berlín. Desde la misión extraordinaria en Rusia, de la que es
Secretario bajo el mando del General Duque de Osuna (1856) pasa a Berlín
en 1857.
Y tercero Frankfurt. Valera es nombrado Ministro Plenipotenciario el 24
de julio de 1865. Toma posesión del cargo aproximadamente un mes
después (el 20 de agosto del mismo año). La remuneración anual asciende a
60.000 reales.
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Añadamos un dato relevante para el telar filológico. A su llegada al país
germano (1854) se lamenta de su pobre alemán. Doce años más tarde escribe
a su amigo Laverde lo siguiente
1
: ‘A pesar de mi pereza, he adelantado en el
alemán y leo y entiendo fácilmente, y esto solo por los libros y periódicos. En
la Sociedad elegante, y en las tiendas, y hasta los criados hablan francés. Sólo
mi cocinera y el cochero no le (sic) hablan en casa’.
2. Primeros escarceos poéticos sobre Manfredo
En 1841, cuando el adolescente Juan Valera apenas tiene 17 años ya se
acerca a la literatura extranjera. Se registra, entre sus estrofas, una
composición titulada “Fragmento de Byron”. Otro de los primeros extractos
que versiona es una “Paráfrasis de un fragmento del Manfredo”, a través de
los versos del mismo poeta romántico inglés. La versión valeriana se titula
“Al sol” y es una emulación de Lord Byron a la vez que un brote de
Manfredo.
J. Jiménez Serrano, el encargado de preparar el “Prólogo de Ensayos
poéticosse propone ventear el aroma anglosajón y germano que desprende
este primer volumen de versos. Una vez ha recapitulado sobre la ‘verdad’,
acude a la ‘belleza’, engarza su argumentación tanto con el poeta inglés
como con el propio Goëthe y no vacila en aludir a las mutaciones de la lira
valeriana, a la variedad de su instrumento y al eclecticismo de sus
composiciones (Jiménez, 1930: 22):
Lo que hemos dicho de la verdad puede decirse con
iguales razones de la belleza; así las artes y la poesía
vagan sin rumbo fijo, sin reglas ni sistemas. Los poetas
cambian a cada paso las modulaciones de su lira,
ensayan todos los géneros y el mundo los oye admirado
sin desdén, buscando siempre la belleza; ya sea bajo el
mando recamado de flores de los antiguos; ya entre el
acento desconsolador y desesperado del autor del Fausto
o de Lord Byron.
Estas reflexiones, demasiado abstractas si se quiere, se
ocurren fácilmente después que el ánimo se ha
complacido con la variadísima y amena lectura de las
1
Carta a Laverde fechada el 13 de mayo de 1866.
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escogidas páginas que siguen a este desaliñado prólogo.
En ellas se ven reflejados ese espíritu ecléctico, esa
variedad que es el carácter dominante del presente
siglo… Al lado de felices imitaciones de Horacio, de
Catulo y Virgilio, descuellan pensamientos filosóficos y
metafísicos a veces, como los de Goëthe, e imprecaciones
amargas cual las del creador del fantástico Don Juan; las
metáforas concisas y enérgicas de la Biblia están
hábilmente combinadas con las ricas descripciones de
los orientales; las bellezas, en fin, de todos los géneros,
abundan en las poesías del Sr. Valera.
Entre los primeros frutos de sus lecturas
2
germanas hay que ubicar el
poema cuyo rótulo dice “Las gotas de ctar” con el subtítulo “de Goëthe”
(Valera, 1947: 1468):
Por complacer al amado,
al divino Prometeo,
un cáliz lleno de néctar
Minerva trajo del cielo.
Con él inspiró a los hombres
el santo amor de lo bello,
y puso en sus corazones
de las artes el anhelo.
Recatándose de Jove,
bajaba y, estremeciendo
el cáliz, algunas gotas
vertió sobre el verde suelo.
Abejas y mariposas
al punto allí concurrieron,
y hasta la deforme araña
gustó del licor benéfico.
Dichosas, pues, que libaron
inspiración y deseo,
2
Quien desee conocer la biografía de Valera de modo poético puede disfrutar el monólogo
dramático que con motivo del Centenario de su muerte compone el poeta cordobés Carlos
Clementson (2005). En dicho poema puede seguirse y observarse la vastedad cultural de Valera.
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y del arte con el hombre
el alto don compartieron.
En 1841 también ha modelado Valera unos versos bajo la influencia de
Don Juan. Cuenta el naciente escritor con 16 años, según nos revela en el
prólogo. Pero de su época estudiantil en el Sacro Monte de Granada lo que
nos interesa para este capítulo es la “Fábula de Euforión”, fechada el mismo
año de la publicación que su primer volumen de versos. Se trata de un
poema amplio compuesto en la versión española de 588 versos cuyo
arranque es éste (Valera, 1930: 84):
De un manso arroyo en la risueña orilla,
que en los valles de Arcadia serpentea,
cuando la aurora majestuosa brilla,
plácido nuncio de la luz febea;
entre las rosas que en el prado ameno
hizo nacer la primavera ufana,
henchido el cáliz de un crespo seno
de las perlas que vierte la mañana;
al dulce arrullo de las claras linfas,
que salpican de aljófares las flores,
un coro alegre de gallardas ninfas
danzan y entonan cánticos de amores.
Valera dota a la naturaleza de un vitalismo majestuoso. La elección del
poema muestra la admiración de Valera por el mismo Goëthe y por Lord
Byron, que aparece ‘mitologizado (Id. 298). El asunto proviene de la
segunda parte de Fausto y es tamizado con la pluma del andaluz. Los coros
de ninfas muestran sentimiento, dulzura e inocencia, muy en consonancia
con la edad del compositor (Id. 86):
El aura leve
da, deliciosa,
blanda frescura;
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y cuando mueve
la linda rosa,
fragancia pura.
La voz de Forquias (vv. 152-167), nuncio y enviado, expresa la genealogía
del ‘hijo sublime’, Euforión, fruto de Helena y su amante (Id., 90):
No tembléis ¡oh, ninfas! al son de mi voz poderosa.
Ni al tétrico rayo que lanzan mis ojos ardientes,
ni al triste suspiro que arroja mi cóncavo pecho.
Soy nuncio infelice de sucesos de ducle ventura,
que la diosa bella, que extiende el arco celeste,
formado de vívidas tintas y mágica lumbre,
debiera deciros saliendo del hondo Océano. (…)
Este extracto desprende un vuelo homérico en su génesis primigenia,
cuando Homero canta a Mercurio, si bien es tomado por el traductor del
Fausto de Goëthe. Valera explica que está ‘descontentísimo con’ su imitación
(299). Antonio Alcalá Galiano en el prólogo al volumen de 1858 aclara lo
siguiente (Alcalá Galiano, 1930: 25-38):
En el Euforión del Sr. de Valera no hay que buscar cotejos
con poesías de otra época que la presente. El autor no
disimula, ni quiere encubrir a los que lo ignoren, que ha
seguido, si ya no traducido, al alemán Goëthe en una
parte del Fausto, donde se alude a Lord Byron harto
claramente. Bien se advierte, pues, en esta composición
algo de una poesía moderna y si no del todo conocida
entre nosotros, tampoco enteramente extraña a nuestra
noticia. Por esto, así como por el indisputable mérito del
poemita, es fuerza que el Euforión agrade a nuestros
críticos y a nuestros lectores de todas clases, más aún
que otras producciones salidas de la misma vena. Sea
como fuere, el tono poético del Euforión no contradice,
en sentir de quien esto escribe, al de otras obrillas del Sr.
Valera, si ya no es que pasa por contradicción de su
diversidad.
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Valera acude a sus lecturas juveniles e intenta versionar, de modo libre
según él mismo rotulará en el libro de 1886. Son varios centenares de versos
tomados directamente de la obra de Goëthe. Hallamos a un joven escritor
aguzando su poética y afinando su instrumento, cuyo valor pensamos es
más por la selección del corpora foráneo que por la fidelidad traductiva.
3. Goëthe: traducción y crítica literaria
Es la primera parte de Fausto de Goëthe (1749-1832) la que Valera vierte
en su madurez, una vez ha absorbido los entresijos filológicos de la lengua
alemana. Un traductor de Fausto le encomienda revisar la primera parte de
su traducción (Valera, 2004: 78). El poeta se compromete a realizar el prólogo
y a redactar en verso algunas ideas, imposible de ser vertidas en prosa. En
marzo del 78 Valera da noticia de que ha elaborado un estudio sobre la obra.
Dice en concreto a su amigo Manuel Cañete (Id. 80): ‘Yo estoy preñado con
el antojo de que oigas el estudio que he escrito sobre el Fausto. Quiero que
metas tu cuchara en este guiso y me digas a qué te sabe. Mañana, 29, jueves,
a las tres de la tarde, vienen a oírle los editores.’ Añade el autor ‘atascado’ en
el capítulo octavo de Doña Luz cuando se lamenta de su mal humor y de la
poca fertilidad de su ingenio (106). Entre el poco fruto que le satisface están
algunos cantares del Fausto que ha traducido y medio centenar de cuartillas
sobre la obra. Siete días más tarde Valera afirma que sudó bien el quilo (sic)
y terminó sus trabajos sobre el Fausto (107). Se regodea en la originalidad y
en la novedad que aporta. En concreto apostilla que ‘algunos de los versos
que hice para el Fausto no han perdido todo el chiste del original’ (Id.). Entre
las muestras preferidas por Juan se encuentra la “Canción de Brander”, “En
la taberna de Auerbach” y la “Canción de Mefistófeles”
3
. Leamos algunos
detalles insertados “En la taberna de Auerbach”, primero cuando canta
Frosch; después cuanto canta Brander (Valera, 1947: 1494):
(Frosch)
Prodigio tan sobrehumano
me confunde:
3
Concretamente estas traducciones resultan en una docena de porciones que citamos ahora: (I)
“Los ángeles”, (II) “La evocación”, (III) “La resurrección”, (IV) “La feria”, (V) En el
laboratorio”, (VI) “La taberna de Auerbach”, (VII) “La bruja”, (VIII) “Balada del rey de Thule”,
(IX) “Tormento de amor”, (X) “Plegaria”, (XI) “Serenata” y, en fin, (XII) “La catedral”.
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¿el Sacro Imperio Romano
no se hunde?
Tiende el vuelo, Filomena,
y saluda veces mil
a mi querida gentil
en su dulce cantilena (sic).
La puerta, vida mía,
abre al amor que vela;
cierra ya con cautela;
cierra, que viene el día.
(Brander)
Un atrevido ratón
en la despensa habitaba
y de queso se atracaba,
de tocino y de jamón.
Con vivir tan placentero,
entre el queso y el tocino,
gordo se puso el indino
como el gran Martín Lutero.
Mas logró la cocinera
que comiese rejalgar,
y dio el ratón en brincar,
cual si en el cuerpo tuviera
¡oh, qué dolor!,
al propio Amor.
Damos entrada a la “Canción de Mefistófeles”, y no sólo por el prurito de
incluir también el otro extracto que subyuga al propio autor. Integramos
algunos fragmentos determinados (Id.):
Érase un rey que tenía
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una pulga colosal,
y más que a su hijo quería
a tan extraño animal.
Hizo que el sastre viniera
y que al bicho seductor
de terciopelo vistiera
chupa y calzas con primor.
(…)
El cabrón cuernos tiene;
la cepa tiene uvas;
el vino de las cubas
de su jugo proviene.
Si la vid es un palo,
palo la mesa es,
vierta la mesa, pues,
el vino que os regalo.
Hondo mirar fijemos
en la Naturaleza;
y con fe y entereza
este milagro haremos.
Y otro hallazgo de axial relevancia para nuestro propósito es el citado
estudio sobre la obra. Es un profundo y original capítulo que prepara el
mismo año que sale de las prensas Doña Luz (1878): “Sobre el Fausto de
Goëthe”. Se compone de unas ‘142 cuartillas del tamaño de las que contiene
la historia del ratón’ (Valera, 2004: 302). A los tres años acuerda Valera con
Enrique Domenech que él hará la traducción completa del Fausto ‘toda de
nuevo’ (Id.) si bien aprovechará su estudio introducción así como sus versos.
Valera desea completar su sueldo de ministro en Lisboa, pues propone a
Domenech que le abone 10.000 reales por el tomo original inédito, más lo
que produzca una vez que salga al mercado (Id.). Al poco, confirma el
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escritor que ‘quiere hacer la traducción del Fausto ambas partes- para un
editor de Barcelona que lo paga bien (Id. 389).
4. Schiller y Herder
Valera también traduce a Johann Christoph Friedrich Schiller (1759-1805).
Considera dignos de encomio los versos políticos del dramaturgo alemán.
De hecho, a propósito de un artículo de Menéndez Pelayo sobre Núñez de
Arce ensalza la poesía de Schiller. Valera muestra su discrepancia con el
crítico santanderino respecto a la valía del poeta Núñez de Arce, por otra
parte compañero del propio Valera en la Real Academia (1883). Valera
explica que sus poesías las de Núñez- son de fondo de periódico, artículos
declamatorios y huecos, con metro y rima (Valera, 2004: 565), pomposos y
vacíos. Y como contrapartida cualitativa, alude a los “Himnos y coros” de
Manzoni, algo de Carducci, la Campana de Schiller, muchos otros de
Quintana, algunos yambos de Barbier así como a trozos de Leopardi. Esto es
para Valera la gran poesía política. Los Gritos de combate son filfa y el título
es visible por lo pretencioso sin fundamento (Id). Aquí confirma Valera,
aunque de modo tangencial, su aprecio y admiración por el que fuera
médico militar y descendiente de militares correlato, esto último, con la
biografía del andaluz-.
La trayectoria literaria de Schiller, que muere un siglo antes que Valera,
traba una correlación con el escritor cordobés. Los prematuros albores
creativos del alemán se remontan a sus trece años, cuando compone las
obras de teatro Absalon y Die Christen (Los cristianos). En 1776 publica su
primer poema, con imaginería situada en la naturaleza (Der Abend, El
atardecer
4
) y seis años después publica una antología (Anthologie auf das Jahr
1782, Antología del año 1782) con más de ochenta poemas del propio autor.
Además del periplo amoroso con la hija de un tabernero (Justine Segedin),
destaca su puesto de Catedrático de Historia en Jena y su relación con el
extranjero que le otorga el tulo laudatorio de ‘Ciudadano de Honor de la
República Francesa’.
4
Uno de los poemas de Valera lleva por título “El amanecer” (Valera, 1930: 114-115). Comienza
así: ‘Mustias están las flores / y sin color ni aroma, / obscuro está el espacio, / la noche
melancólica, / y velada entre nubes / la adormecida atmósfera; / el aura no se agita / ni sacude
las hojas, / porque el silencio ha roto / sus alas vagarosas’.
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La filosofía que dibuja Schiller es imbuida del idealismo kantiano y
sobre éste edifica sus postulados. El idealismo también destella en los
poemas del alemán, y, concretamente, en el poema que Valera recrea sobre
1844: “La virgen misteriosa”, a cuya entrada inserta: ‘In einen Thal, bei &
(Schiller)” (Valera, 1947: 1377-1378):
En un ameno prado
de flores esmaltado,
do dúlcido resuena
de alegre cantilena (sic)
el eco enamorado;
do la blanca azucena
sobre la verde falda
de fúlgida esmeralda
(…)
Quién fuera esta doncella
mil veces he pensado;
y el tiempo se ha pasado
pensando siempre en ella
Sin duda que sentía
el puro sentimiento
de nuestra edad primera;
pues al prado venía
derramando contento
su beldad hechicera;
y luego que marchaba,
si alguno la seguía,
al punto la perdía
y nunca la encontraba.
El idealismo de Schiller se relaciona con el de Johann Gottfried von
Herder, quienes se conocen en julio de 1787 (en Weimar). Herder colaborará
con Schiller en la revista Musenalmanach (El almanaque de las musas). El
tándem idealista Schiller-Herder se refleja en la composición que Valera
escribe alrededor de 1845 “El fuego divino”. Es un poema construido al
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amparo versificador de Fray Luis y de ascendencia mística que desprende
idealismo por doquier. Está inspirado en Ideas sobre la filosofía de la historia de
la Humanidad de Herder. Dibuja el principio divino que informa el
razonamiento, el arte, el poder orgánico espiritual. El fuego divino engendra
y anima la materia orgánica, recrea el sensorium del creador inspirando un
idealismo terrestre cuasi panteista. Éste es el inicio (Valera, 1947: 1401-1402):
De la increada fuente
en copiosa raudal brotaste pura,
alma luz refulgente;
entonces con ternura
latió fecundo el seno de natura.
5. Geibel
Enmanuel Geibel (1815-1884), nueve años mayor que Valera, también
subyuga a nuestro autor. La equiparación con Juan Valera, además de
cronológica, viene por otro camino toda vez que no sigue el patrón de
estudios teológicos que le marca su padre, sino que acaricia por voluntad
propia una carrera literaria. Traduce junto a Ernst Curtius del griego. La
nota que más sobresale es su lírica, cultivada desde su juventud (Juniuslieder,
1848) llegando a ocupar el palmarés de la lira alemana desde 1848 hasta
1870. Es en Munich- profesor de Universidad. Como abanderado del
círculo “Die Krokodile (“Cocodrile Society”) llega a ser un acérrimo
defensor de las formas tradicionales cuya materialización es en el
poemario publicado en Munich alrededor de 1857, Neue Gedichte, donde se
funde su clasicismo con su método poético basado en la objetividad. En su
legado hemos de cartografiar, siquiera de soslayo, las traducciones que
realiza del francés y de la poesía popular española.
Precisamente en 1857 es cuando Valera traslada a molde castellano
sendos poemas: “Tu recuerdo”, “Al sueño” y “El hada Melusina” son tres
composiciones que Valera trasvasa a lengua española, posiblemente como
homenaje a un poeta alemán que ha traducido, a su vez, algunos romances
nuestros. “Tu recuerdo” (Valera, 1947: 1476):
Tu dulce recuerdo
por la noche oscura
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me ilumina el alma
cual rayo de luna.
Del alma el silencio
tu recuerdo turba,
como el son del arpa,
con grata dulzura.
Entonces me juzgo
dichoso cual nunca.
En mi corazón
oro, y tu hermosura
la perla brillante
que el oro circunda.
Como perla en oro,
tal allí deslumbras,
¡Ay! Así tuvieras
en el alma pura
grabada mi imagen
cual tengo la tuya.
La segunda composición, “Al sueño”, se tiñe de tintes oníricos, muestra
la predilección del reescritor
5
por los elementos mitológicos, confirma que la
elección del corpus a traducir está imbuida netamente por la tópica
predilecta del traductor y, por ende, transparenta la lira del alemán, como
denota ésta, la tercera estrofa (Id.):
Yo te bendigo siempre
por la mañana;
joven del alma,
fresca, brillante,
como la hermosa Venus
nació en los mares.
5
Sobre la acepción de reescritor, como sinónimo más acertado que traductor, pueden
consultarse las inferencias argüidas en el artículo que preparamos ex profeso para un volumen en
la Universidad de Granada (Torralbo Caballero, 2004b).
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“El hada Melusina” abunda en las mismas ideas anteriormente
apuntadas y además hace patente que el recreador impregna el producto
postprocesado con su tinte poético. En esta ilustración hallamos un elemento
místico que recala todo el poema, muy a la sazón del escritor andaluz.
Leamos el comienzo (Id. 1276-1277):
Virgen seductora
en lo más esquivo
de este bosque mora;
cuanto en él hay vivo,
cuanto en él florece
su voz obedece.
Pocos años después fechamos otra composición -también de Geibel-.
“Romance del pajecito” ubica al lector en un famoso y conocido cronotopo
del encuentro. Mientras el rey prepara la caza de montería, la gallarda hija se
descarría entre la frondosidad del lugar. Junto a ella camina el paje de rubios
cabellos que intitula el poema, quien se declara entre los versos 25 y 32 (Id.
1478):
No puedo callar más tiempo,
hermosa princesa mía;
de amor mi pecho se abrasa,
tuya es el alma y la vida.
Si a darte yo me atreviera
un beso en la boca linda,
aunque después me mataran
dichosa muerte tendría.
Desde aquí hasta el final del poema (verso 54) la composición se pliega
para recrear el desenlace; no hay palabras, todo es sensorial: espesura
sombría, cantan los ruiseñores, gimen las tórtolas, nacen las rosas silvestres,
espiran amor y fragancia, el césped verde a la sombra, el tálamo fresco, la
hierba florida, las aves trinan; y en lontananza, las trompas de caza y
bocinas. Todo es un locus amoenus que, por lo demás, coincide, de modo
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especular, con el que traza Juan Valera en Pepita Jiménez, allá en el Pozo de la
Solana, donde el joven Luis de Vargas y Pepita coinciden y repiten el poema
de Geibel.
6. Heine
Otros tantos versos traslada Juan Valera desde la lírica de Heinrich Heine
(1797-1856), de ancestro familiar judío. Si de Geibel traduce cuatro, de Heine
traduce uno de más de un centenar de versos. La analogía del alemán con
Juan Valera la hallamos en los sinsabores juveniles de sendos varapalos
amorosos, así como en sus estudios de derecho que nunca ejerció, además
del común aprecio e influjo de Herder
6
. Lo extranjero atrae a Heine hasta tal
punto que se asienta en la capital parisina, de talante más liberal que
Alemania, y permanece allí hasta el ocaso de sus días. Entre sus libros
destacan Intermezzo lírico (1823), Libro de canciones
7
(1827), título paralelo
parcialmente al que Valera acomodará en 1886 para su último poemario, o
Romancero (1851), rotulación que florece en Valera también. En cuanto a sus
aficiones filosóficas, citemos la Historia de la religión y de la filosofía en
Alemania (1835).
“Firdusi” es una oda al poeta, sesgada por el eco biográfico y esmaltada
por el barniz de arte poética, donde se extiende Persia, la luz de Irán; donde
el rey se duerme y lo despierta la poesía. A la vez, en dicho poema descuella
una voz contra la tiranía. Algunos extractos son (Id. 1478-1480):
(…)
y así piensa el admirable
Firdusi, poeta querido
de Mahamud de Gasna, el Grande.
Por orden suya compone
inmensa epopeya el vate
y por cada verso el shah
un toman promete darle.
(…)
6
No le complace el ambiente de Gotinga, y se traslada a Berlín donde tiene la ocasión de trabar
amistad con el filósofo. Apuntaremos también que durante cinco años vive en Inglaterra y en
Italia (1827-1831), de lo que brotan sus libros de viajes.
7
El libro de poemas que publica Valera en 1886 se intitula Canciones, romances y poemas.
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En Gasna estaba Firdusi,
Firdusi estaba en los baños,
cuando a buscarle vinieron
del shah Mahamud los esclavos.
(…)
Propio defecto del hombre
es faltar a sus promesas,
y faltan los que se ciñen
a la frente una diadema.
El paganismo que recrea Heine en otros poemas, la alegría de vivir que
centellea en ocasiones y la leve vena de desencanto que se filtra
ocasionalmente en forma de sátira y burla cautivan indubitablemente al
escritor cordobés, junto a la delicadeza y la finura lírica de sus poemas.
7. Fastenrath: de la poesía a la novela
En el alba los años 70 traduce Juan Valera a Johannes Fastenrath (1839-
1908). De nuevo se trata de un germano subyugado por la literatura
española, pues él mismo vierte a su lengua trabajos de Zorrilla, Núñez de
Arce, Tamayo y Baus, al propio Valera y otros poetas catalanes. Fastenrath
escribe en español obras como Pasiones de un alemán español y La Walhalla y
las glorias de Alemania (ambas en 1872), Maravillas hispalenses o Ecos de
Andalucía, aquí está el título base para el que Valera pretendía publicar con
traducciones de los poetas norteamericanos (Ecos de América)
8
. Estudia in
extenso el legado de Pedro Calderón de la Barca
9
Su labor de embajador de
las letras hispanas en Alemania llega incluso a fundar unos juegos Florales
10
y a crear un premio anual de literatura española.
Cuenta Valera con 46 años cuando traduce los poemas de Fastenrath
titulados “La oreja del diablo” y Abderramán I y el ángel” (1870), de más
8
Valera, durante su estancia de embajador en Washington, planea e idea un volumen de
traducciones inglesas que por diversos avatares no llega a cristalizar como tal. Esta vertiente la
hemos explorado en un artículo que publica el Instituto de Traductores de la Universidad
Complutense de Madrid (Torralbo Caballero, 2006b: 257-268).
9
El escritor alemán prepara dos monografías: Calderón de la Barca (Leipzig, 1881) y Calderón in
Spanien (Leipzig, 1882).
10
El modelo proviene de los Juegos Florales de Barcelona. La recreación tiene lugar en 1899.
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de 200 versos el primero y casi 150 el segundo, del que extraemos algunos
versos de la interlocución angelical ante Aberramán I (Id. 1488-1489):
En la quinta de Ruzafa,
al umbral del paraíso,
duerme el gran Abderramán,
está de Merván el hijo.
(…)
Cuando, rasgando las nubes,
con puro, insólito brillo,
un genio se le aparece
de luz y gloria vestido.
Es el Ángel Azael
(…)
Y de esta suerte le dijo:
(…)
Tuya es la tierra andaluza
que abraza el mar con zafiros
y corales, que el sol ama,
de su belleza cautivo.
Haz en tierra tan hermosa
un soberano prodigio;
construye en templo que sea
grato a Dios y de ti digno.
De Jerusalén la Alasca
caiga por él en olvido,
y su Mihrab primoroso
custodie de Ohtman el libro.
Por él se eclipse la Caaba
y adoren a Dios rendidos
en Córdoba, y no en la Meca,
millares de peregrinos.
(…)
Hay otras concomitancias entre el escritor alemán y el español. Si
cotejamos los archivos personales de Valera sabemos sobre los avatares de
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Pepita Jiménez en Alemania. Una vez que la novela ha sido traducida y
publicada en suelo italiano o portugués, el autor no duda sobre la futura
versión inglesa
11
que será sembrada en suelo británico y estadounidense. Sin
embargo, Valera se muestra titubeante sobre la posible versión en francés y
en alemán. Confirma Juan que el doctor Fastenrath ha ultimado la
traducción germana de Pepita; no halla, empero, periódico ni editor que
desee publicarla. El anhelo del creador original es que conserve la belleza del
estilo, que es donde radica su mérito y que sea publicada en ‘un tomito
elegante por alguien que supiera hacerla valer’ (Valera, 2004: 33).
Seis años después, comunica Valera a Menéndez Pelayo que la
consecución de Fastenrath ha encontrado un editor, la cual aparecerá en
Leipzig en marzo de 1882 (356). Gracias a la propia grafía del autor sabemos
que de modo coetáneo se ha preparado otra versión, muy fiable para Valera,
a manos de la mujer del Dr. Lauser, cuyo marido ha revisado y corregido
12
.
Al mes y dos días vuelve Juan Valera a compartir con su amigo
santanderino las albricias de que Pepita Jiménez saldrá pronto en alemán
impresa en Leipzig. Y añade que la edición va a ser bonita a la vez que le
confirma que la traduce Fastenrath (336). Y el sexto día de marzo de 1882
Valera da cuentas a su amigo de la buena nueva (Id. 381). Explica Valera el
éxito cosechado en Alemania ya que de modo paralelo dos imprentas
alumbran dos traducciones, una en Leipzig (la de Fastenrath) y otra en
Berlín (vertida por Paulina Schanz, en la imprenta de Auerbach). Esto
rejuvenece, satisface y motiva el ánimo de Valera.
8. Schack: una traducción indirecta del árabe
En 1881, Valera publica su traducción magna de Adolf Friedrich von
Schack (1815-1894). Está Valera en Lisboa cuando solicita a su mujer (26 de
marzo de 1881) que le envíe tres tomos en cuarto que tiene en alemán ‘en la
sala, entrando por la puerta del corredor, en el armario de la derecha,
segunda fila de libros, esto es, detrás, está una obra cuyo título es Schack,
Geschichte der dramatischen Literatur und Khust in Spanien, o algo parecido’ (Id.
250).
11
Estos datos provienen de una misiva que envía Valera a su hija Sofía, fechada en Madrid el 17
de mayo de 1876.
12
Esta información proviene de una epístola en pluma de Valera, fechada en Lisboa el 4 de
enero de 1882 y dirigida a Marcelino Menéndez Pelayo.
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En el último tercio de 1880 cuenta Valera a Victoriano Agüeros que tiene
concluida la traducción de Adolfo Federico de Schack Poesía y arte de los
árabes en España y Sicilia, ‘tres tomos con muchísimos versos de poetas
mahometanos’ (Id. 215). Dicha traducción, confirma Valera el 9 de agosto de
1882, será enviada a su hija Sofía que vive en Francia- desde Madrid.
Vamos a destacar el modus operandi que ejecuta el ingenio de Valera al
verter la “Elegía de Abul-Beka, de Ronda, a la pérdida de Córdoba, Sevilla y
Valencia”. El traductor, ante la desconocida métrica adapta el poema a la
métrica española con una destreza inaudita. Es una elegía a la pérdida de Al-
Ándalus. El poema centrado en el rondeño Abul-Beka- deplora las
calamidades que caen sobre el Islam a causa de las conquistas llevadas a
cabo por San Fernando y Jaime I de Aragón. Valera no traduce directamente
del árabe, sino de forma indirecta a través de la lengua alemana. El molde
estrófico, también lo aclimata al hábitat hispano. El poeta del sur plasma el
tono elegíaco de la pérdida de Córdoba y Sevilla en los ropajes que hila
Jorge Manrique para las coplas fúnebres a su padre (‘Nuestras vidas son los
ríos…’). Aquí está la selección de la obra a traducir, la decisión de cómo
traducirlo y el acierto de aclimatación al español a través del tejido de las
coplas de pie quebrado manriqueñas (Valera, 1947: 1499-1500):
Cuanto sube hasta la cima,
desciende pronto abatido
al profundo;
¡ay de aquel que en algo estima
el bien caduco y mentido
de este mundo!
En todo terreno ser sólo permanece y dura
el mudar;
lo que hoy es dicha o placer
será mañana amargura y pesar.
Es la vida transitoria
un caminar sin reposo
al olvido;
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plazo breve a toda gloria
tiene el tiempo presuroso
concedido.
(…)
El decoro y la grandeza
de mi patria, y su fe pura,
se eclipsaron;
sus vergeles son malezas,
y su pompa y hermosura
desnudaron.
Montes de escombro y desiertos,
no ciudades populosas,
ya se ven;
¿Qué es de Valencia y sus huertos?
¿Y de Murcia y Játiva hermosa?
¿Y Jaén?
¿Qué es de Córdoba en el día,
donde las ciencias hallaban,
noble asiento,
do las artes a porfía
por su gloria se afanaban
y ornamento?
¿Y Sevilla? ¿Y la ribera
que el Betis fecundo baña
tan florida?
Cada ciudad de éstas era
columna en que estaba España sostenida.
9. Dos muestras más: Romancero peregrino y Diccionario de neologismos
Aludimos brevemente a dos obras que pretende acometer Juan Valera.
Sobre 1867 proyecta el Romancero peregrino. Se trata de una nueva idea
literaria, un libro de poemas, nunca publicado e ignoto para nosotros. La
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composición sería una mezcolanza entre poemas propios y foráneos. A los
romances originales se sumarían las traducciones del propio autor vertidas
del inglés (Torralbo Caballero, 2006a), del alemán, etc
13
.
A la par que el Romancero, damos noticia de otra obra inconclusa llamada
Diccionario de neologismos cuyo abordaje piensa acometer en colaboración con
Segovia, ensamblado al alimón. Se trata de muestras proyectadas e
inacabadas, de dos ambiciones que corroboran y muestran el brebaje de un
escritor netamente cosmopolita y literariamente exigente.
10. La literatura germana en la poesía de Juan Valera
Como conclusión inmediata hemos de deducir que Juan Valera pertenece
al grupo de los poetas-traductores, como Octavio Paz o Juan Ramón
Jiménez. Juan Valera se abre a la modernización, a la universalidad. Las
lecturas y los vasos comunicantes extranjeros aúpan al escritor hacia un
observatorio privilegiado en era decimonónica. Valera cimenta una atalaya
única en la época, desde la que recrea y se sumerge en bastante literatura
foránea.
El ramillete de versiones germanas que hemos espigado añade enteros al
conjunto de la poesía y de la obra de nuestro escritor. Valera se anticipa y es
avanzadilla en el país ya que planta, de modo exclusivo en suelo español, un
alambique que destila poesía extranjera a raudales. La poesía de Valera, por
estos motivos entre otros (Torralbo Caballero, 2004a) es poesía sabia, poesía
de la biblioteca, cosmopolita, universal; que rechaza la vertiente didáctica y
prefiere la forma y el arte por el arte. La labor traslaticia alemana es, por
tanto, otro activo en el rico cóctel sapiencial de Juan Valera, escritor de
omnímoda cultura, que amplía constantemente los horizontes extramuros.
Valera bebe de las minervas germanas a una edad tan temprana para quedar
fecundado por su néctar durante el resto de la vida.
Valera es un escritor cosmopolita que no oculta sus fuentes. Valera
presume y ofrece al lector -en laudable justicia- el manantial del que emanan
sus poemas. No esconde la fuente. De este modo, la cabecera que se lee en el
titular de los poemas traba su composición con el cordón umbilical que lo
retroalimenta y lo hace crecer.
13
Así se lee cuando lo proclama Valera en una carta a su amigo Laverde, firmada en Madrid, el
6 de marzo de 1867.
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Valera piensa que ‘España es un país bárbaro y de pésimo gusto’, de
suerte que su oficio de literato le da poca honra y menos provecho (Valera,
2004: 87). Dice que suda mucho y gana una miseria. De hecho le dan ganas
de exclamar como Fausto: ‘Es möchte kein Hund so länger leben!’. El poeta
no por ello ceja en su empeño.
Añadamos como inferencia final que Valera entronca con los españoles
del siglo XIX que, por unos motivos u otros, habitan en países extranjeros y
que, a su regreso, traen un bagaje intelectual novedoso que anidará en la
cultura española. En este sentido su nombre se enlaza con Ángel de
Saavedra, Antonio Alcalá Galiano, Blanco White, etc. Este artículo deja
constancia sobre cómo Valera se afana en aclimatar versos alemanes y, por
tanto, cómo acerca al lector español parte de la literatura foránea la cual
fecunda no sólo el sistema literario en general sino también la propia obra
del autor en particular.
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