ISSN: 2171-6633
Estudios Franco-Alemanes 2 (2010), 175-190
LAS RAÍCES GERMÁNICAS DE KURT VONNEGUT
JAVIER MARTÍN PÁRRAGA
Universidasd de Córdoba
javier.martin@uco.es
Fecha de recepción: 24 de febrero de 2010
Fecha de aceptación: 30 de junio de 2010
Resumen: Este artículo aborda las complejas raíces alemanas del novelista
norteamericano Kurt Vonnegut, prestando especial atención a cómo los vínculos con
el pasado alemán de la familia Vonnegut se convierten en hilo vertebrador de la
educación del autor, así como de su carrera literaria. Para llevar a cabo este objetivo
se analizan en profundidad tanto la biografía del novelista y los infructuosos intentos
que éste lleva a cabo de integrarse en el nutrido grupo de ciudadanos germano-
americanos como el reflejo que esta imposibilidad ejerce en su corpus narrativo.
Palabras clave: Kurt Vonnegut, ciudadanos germano-americanos, literatura
norteamericana, postmodernismo.
Introducción
Kurt Vonnegut (1922-2007) es, sin lugar a dudas, uno de los novelistas
norteamericanos más conocidos y prestigiosos del siglo XX. A pesar de que
sus primeras novelas no consiguieran despertar interés crítico, la publicación
en 1969 de la magistral Slaughterhouse-Five dio origen a lo que Jerome
Klinkowitz denomina a true Vonnegut industry’ (1990: 7).
1
En la
mencionada novela el autor refleja sus traumáticas experiencias como
prisionero de guerra en Dresde. En esta ciudad alemana, Vonnegut sufrió los
crueles bombardeos aliados conocidos como ‘Thunderclap’, que redujeron a
ruinas la que una vez fuera una de las metrópolis más modernas y bellas de
Alemania. De este modo, la mayor parte de los innumerables estudios
críticos que aparecen desde 1970 hasta nuestros días se centran precisamente
en las experiencias que el autor vivió en Alemania en 1945. Sin embargo, las
1
La recepción crítica de Vonnegut, que constituye un ejemplo casi sin precedentes de autor
ignorado durante 3 décadas que repentinamente meses suscita tal nivel de atención que se
publican varios libros y artículos sobre su obra en tan sólo unos meses, se estudia con
detenimiento en el volumen de Leonard Mustazza The Critical Response to Kurt Vonnegut (1994).
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relaciones que el autor mantuvo toda su vida con el país germano son
mucho más profundas, duraderas e influeyentes para su corpus literario. En
el presente trabajo pretendemos prestar atención a dichos aspectos que,
desde nuestro punto de vista, no han recibido aún suficiente atención por
parte de la crítica.
1. La ascendencia alemana como familia extensa artificial
En A Man without a Country (2005), última obra publicada en vida del
autor, Vonnegut resumía una idea que había constituido una obsesión para
él a lo largo de la práctica totalidad de su vida adulta : ‘a husband, a wife
and some kids is not a family. It’s a terribly vulnerable survival unit’ (2005 :
48). Para entender las motivaciones profundas que subyacen tras el
escepticismo que la familia tradicional mononuclear le produce al novelista
habríamos de desviarnos en exceso del foco de atención de este trabajo,
hasta dar con las depresiones crónicas de ambos padres, el sucidicio materno
(cometido en un gesto terrible de humor negro un día de la madre cuando
su hijo viajaba desde el frente para visitarla), el cruel cáncer que acabó con
su hermana menor y un insólito accidente de tren que sesgó la vida de su
cuñado el mismo día, dejando a cuatro hijos huérfanos. Para no alejar al
lector del tema propuesto en el presente artículo, debemos limitarnos a
aceptar que la vida del autor está plagada de eventos trágicos que parecen
confirmar sus temores de que la familia mononuclear resulta frágil y
deficitaria, al no ser capaz de asegurar la estabilidad emocional de sus
componentes.
La pérdida de fe en la familia biológica produce en Vonnegut unas
fuertes dosis de ansiedad y desasosiego. Sin embargo, lejos de aceptar la
soledad y aislamiento como una maldición inevitable, el autor opta por
suplir la falta de estabilidad familiar mediante la consolidación de una serie
de estrechos vínculos afectivos y profesionales que no se basan en absoluto
en las relaciones sanguíneas. A este respecto resulta necesario señalar que
los estudios de Antropología que Vonnegut desarrolló en University of
Chicago entre 1945 y 1947 (bajo la dirección del prestigioso profesor Robert
Redfield) condicionaron su manera de hacer frente a este problema. Redfield
estudió en profundidad las relaciones establecidas entre diversos clanes y
tribus sudamericanas, que se vinculaban formando una serie de « extended
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families » en las que los lazos sanguíneos se iban diluyendo para dar paso a
unas relaciones basadas en la protección y solidaridad común.
Vonnegut queda fascinado por estas ideas, puesto que considera que
constituyen la única oportunidad que se le presenta al hombre moderno de
escapar del aislamiento y soledad. En Wampeters, Foma & Granfalloons, el
autor expresa este convencimiento en los siguientes términos :
That is my chief Utopian scheme for the moment. My
longer-range schemes have to do with providing all
Americans with artifical extended families of a thousand
members or more. Only when we have overcome
loneliness can we begin to share wealth and work more
fairly. I honestly believe that we will have those families
by-and-by, and I hope that they will become international
(1974: 20).
Para posibilitar la aparición de una familia extensa artificial numerosa en
la que enraizarse, debe existir necesariamente un elemento vertebrador
común a todos los integrantes del colectivo. Así pues, Vonnegut trata
deseperadamente de encontrar puntos de contacto con grupos amplios de
seres humanos, con el objetivo de integrarse en ellos. Para llevar a cabo esta
arqueología de los sentimientos, Vonnegut vuelve la vista hasta sus
orígenes, para descubrir que su apellido resulta profético : si desea
descubrirse a sí mismo debe volver a la tierra del río Vonne de sus abuelos.
2. Los antepasados alemanes de Vonnegut y sus ideales librepensadores
Los motivos que llevan a Vonnegut ha separarse de Estados Unidos y
dirigir sus pasos a Alemania (un país que no pisará hasta haber cumplido
los 23 años de edad) están íntimamente relacionados con la educación del
novelista. En la pequeña ciudad de Indianápolis donde nació y se educó, el
joven Vonnegut se encontraba axfisiado por el conservadurismo político y
religioso imperante.
2
Sin embargo, como Dennis Stanton Smith explica, “the
Vonnegut’s, a family of German descents, held beliefs on pacifism and
atheism- beliefs that figure prominently in Vonnegut’s works” (1997: 5).
2
No podemos olvidar que el estado de Indiana es fronterizo con lo que se ha dado en llamar
« the biblical belt of America ».
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En su obra Palm Sunday Vonnegut dedica un extenso capítulo titulado
“Roots” a sus orígenes a alemanes. Además de ofrecer una serie de
interesantes datos de carácter histórico, como la fecha de llegada de los
primeros Vonnegut a Arica (1848), el novelista investiga los ideales y
creencias que sus antepasados llevaron consigo al dejar Alemania. Tras
estudiar en detenimiento no sólo el mencionado capítulo sino las numerosas
entrevistas publicadas por el autor, así como sus discursos públicos, no
podemos sino subscribir las siguientes palabra de Kevin Alexander Boon:
Kurt Vonnegut is a self-professed agnostic firmly
grounded in the tradition of his German freethinking
relatives. As such, his morality comes without
metaphysical props. Instead, his moral thinking and
writing reflect a rhetorical orientation- one for which the
self is never disembodied from the community, the
history, and the discourses of which it is a part. (2001 :
135)
Como se aprecia con claridad, su búsqueda de un pasado alemán que le
permita entroncar con la familia extensa artifical constuitida por el amplio
grupo de ciudadanos germano-americanos, lleva al autor a descubrir unos
ideales que condicionarán su manera de enfrentarse a la vida. Si la
ascendencia germana condiciona las creencias de Vonnegut como ser
humano, ésta será incluso más importante para el Vonnegut novelista. En
uno de los primeros volúmenes aparecidos sobre la narrativa del autor
Jerome Klinkowitz afirmaba lo siguiente :
Once upon a time artists were people; that is they were for
the people. [But later on] they decided the common
culture, the popular culture was not all it was cracked up
to be. They began to sense that mankind was living in a
spiritual wasteland, and they began to fall back into
themselves with the hope of finding there, in private
visions, an elixir that would restore life to man. They tried
very hard to tell the common man of his plight, but they
had read so many more books than he that they forgot his
language... The artists became very lonely. Not only were
they cut off from a mythic past, but they were also cut off
from common humanity... Then came Kurt Vonnegut, Jr.
He was weird (1973: 11-2).
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La rareza a la que refiere este crítico (que le sirve a Vonnegut para
ganarse el respeto de críticos como Leslie Fiedler, Peter Reed, Tonny Tanner
o el ya mencionado Klinkowitz y para alcanzar el estatus de autor de culto
entre los universitarios norteamericanos de los años 60 y 70) no consiste sino
en renunciar excesivo virtuosismo artístico en pos de resultar accesible al
lector medio.
3
En otras palabras, Vonnegut se aparta de la narrativa
imperante, que bebe de las fuentes filosóficas de Jacques Derrida o Roland
Barthes, para aproximarse a una concepción literaria más conservadora que
se remonta hasta el clásico horaciano del « prodesse et delectare ». Bill
Gholson explica a este respecto que “the fact that his characters raise moral
questions indicates a belief that moral decisions are possible, making
Vonnegut one of the few ‘postmodern’ writers maintaining hope in an age
when the concept of a coherent identity is in question”·(2001: 140). Por su
parte, el propio novelista no ha dudado nunca en afirmar que los artistas
han de jugar el papel de canarios en una mina de carbón, que alertan a la
sociedad ante la presencia de elementos potencialmente letales. En una
entrevista concedida en 1999, Vonnegut se expresaba en los siguientes
términos: “My reason for writing is unfortunately in line with Hitler’s and
Stalin’s. I think writers should serve their society” (Gussow, 1999: 45).
En sus propias palabras, Vonnegut adquiere esta manera de entender el
mundo y el arte (donde se priman los intereses comunes por encima del
individualismo y que apuesta por enseñar y servir de ejemplo antes que por
deslumbrar con un virtuosismo artístico sublime) de sus antepasados
alemanes librepensadores.
3. Raíces truncadas
Como se mostraba en la sección precedente, Vonnegut y gran parte de
sus críticos sostienen la convicción de que su educación germana contribuye
a cimentar un estilo literario que se aleja de los cánones imperantes en
Estados Unidos en ese momento, al mismo tiempo que sirve de base para un
improtante éxito comercial. Sin embargo, las raíces alemanas que el novelista
busca con tanto ahínco son ciertamente complejas.
3
Conviene resaltar que el estilo democrático y accesible del autor también ha recibido críticas
negativas, como la siguiente cita de Lorrie Moore ejemplifica : “His books are not only like
canaries in coal mines (his own analogy) but like the cormorants of the Galapagos Islands, who,
in their idiosyncratic evolution, have sacrificed flight for the getting of fish” (1994 : 273).
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La familia Vonnegut llevaba asentada en Indiana, uno de los estados más
pequeños de Estados Unidos, desde mediados del siglo XIX y con el
transcurrir de los años se había integrado perfectamente en el « melting
pot » americano sin renunciar en ningún momento a mantener unos
vínculos sólidos con su país de origen. Sin embargo, con el estallido de la
Primera Guerra Mundial la situación cambiaría de manera tan inmediata
como drástica. En palabras, del propio Vonnegut :
The anti-Germanism in this country during the First
World War so shamed and dismayed my parents that they
resolved to raise me without acquainting me with the
language or the literature or the music or the oral histories
which my ancestors had loved. They volunteered to make
me ignorant and rootless as proof of their patriotism (1981:
20).
Si con la Primera gran contienda mundial las simpatías hacia Alemania
en Estados Unidos dieron paso a una hostilidad manifiesta, una vez que el
régimen Nazi se impuso esta animadversión crecde manera esponencial.
De este modo, a la luz del contexto socio-político del momento, no nos cabe
duda de que sus padres asumieron la triste decisión de desvincularse de
Alemania como una necesidad de cara a preservar la seguridad y bienestar
familiar. No obstante, Vonnegut sintió durante toda su vida que sus padres
habían traicionado sus propios orígenes, condenándole a una existencia en
la que siempre faltaría un punto de partida claro. En una entrvista publicada
en el año 1977 en The Paris Review, el novelista no se limita a lamentarse de la
decisión de sus padres de desposeerlo de unas claras raíces germánicas, si no
que incide de nuevo en esta cuestión al referirse a su cautiverio durante la
Segunda Guerra Mundial: “I found the question ignorant and comical. My
parents had separated me so thoroughly from my Germanic past that my
captors might as well have been Bolivians or Tibetans, for all they meant to
me” (400).
En este sentido conviene recordar la afirmación del crítico Robert Merrill,
uno de los mejores conocedores de la biografía del autor : “Vonnegut’s
childhood roots are known primarily by their absence” (1996: 76).
La profunda tristeza y rabia que le causa al autor la ausencia de una
educación alemana que le permita entroncarse de manera plena con la
comunidad germano-americana se ve reflejada en numerosas entrevistas y
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en el artículo « Roots » al que referimos con anteriodidad, así como una
columna semanal que publicó en el periódico de la Universidad de Cornell
entre 1940 y 1943 y que el crítico Peter Reed define como a German-
American’s concern for fairness(1997: 18). Sin embargo, es en la narrativa
extensa donde mayor importancia cobra este fenómeno.
Antes de comenzar a analizar cómo se refleja el tema que nos ocupa en
este trabajo en las novelas del autor se hace necesario afirmar que para
entender el corpus literario de Vonnegut y disfrutar plenamente del mismo
debemos aceptar el hecho de que para este autor las concepciones barthianas
de « la muerte del autor » resultan no sólo absurdas sino incluso ofensivas.
En este sentido, se hace imprescindible mencionar que durante una
conversación con el crítico Thomas Marvin, el novelista expresó con absoluta
rotundidad lo siguiente “I want to be a character in all my works” (2003:
231). Asimismo, en una célebre entrevista, Vonnegut rechaza que el hecho
literario responda a relaciones metatextuales en los siguientes términos : “I
think it can be tremendously refreshing if a creator of literature has
something on his mind other than the history of literature so far. Literature
should not disappear up its own asshole, so to speak” (Hayman, 2003: 185).
Además de la negativa del novelista de « morir » para dar paso a una
realidad textual ajena al autor de la misma, conviene señalar que en opinión
de críticos como Leonard Broer (1994) o Todd Davis (2004), la literatura
supone un proceso terapéutico para Vonnnegut que, mediante la plasmación
de sus traumas y ansiedades más profundas en el texto ficcional alcanza una
cierta catarsis.
4. Alemania en la novelística de Vonnegut
Una vez expresada la íntima relación que se establece entre la biografía
del autor y sus textos, pasamos a examinar de qué manera se plasma la
búsqueda de raíces alemanas en su novelística.
La primera novela en la que el tema que nos ocupa juega un papel
primordial es Mother Night (1961). En el prólogo autorial a la novela Mother
Night, Vonnegut resume las tensas relaciones existentes entre Estados
Unidos y el recién instaurado Tercer Reich, de manera amena pero sin duda
ilustrativa:
My personal experience with Nazi monkey business was
limited. There were some vile and lively American
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Fascists in my home town of Indianapolis during the
thirties, and somebody slipped me a copy of The Protocols
of the Eldest of Zion, I remember, which was supposed to be
the Jews’ secret plan for taking over the world. And I
remember some laughs about my aunt, too, who married
a German German, and who had to write to Indianapolis
for proofs that she had no Jewish blood. The Indianapolis
mayor knew her from high school and dancing school, so
he had fun putting ribbons and official seals all over the
documents the Germans required, which made them look
like eighteen-century peace treaties (vii)
En la cita extensa que acabamos de reproducir se observa cómo en la
génesis del gobierno Nazi, los norteamericanos consideraron la obsesión por
la pureza racial del régimen de Hitler como una mera cuestión ridícula e
irrisoria (tanto, en verdad, como los escasos norteamericanos que leían
inquietos e iracundos los Protocols of the Eldest of Sion). No obstante, la
situación no tardaría en dar un giro drástico y en extremo dramático cuando
Estados Unidos entra en la Segunda Guerra Mundial. El descubrimiento del
horror nazi hace que Vonnegut se sienta horrorizado e inquieto ante la
posibilidad de que sus tan ansiadas raíces alemanas le hubieran podido
llevar a tomar parte de las atrocidades nazis: “If I’d been born in Germany, I
suppose I would have been a Nazi, bopping Jews and Gypsies, and Poles
around, laving boots sticking out of snowbanks, warming myself with my
secretly virtuous insides” (viii).
A pesar del evidente interés que ofrecen estas referencias del prólogo, es
en la parte meramente ficcional de la novela donde Vonnegut refleja con
mayor claridad la intensa ansiedad y angustia que sus problemáticas raíces y
vínculos nacionales le causan. El protagonista de la novela, Howard J.
Campbell, se refiere a este hecho desde la primera nea: “I am an American
by birth, a Nazi by reputation, and a nationless person by inclination” (3).
Campbell se identifica como “nationless by inclination” y opta por
integrarse en el concurrido grupo de personajes de novelas postmodernas
que se definen a mismos como caros contemporáneos.
4
Sin emabargo,
4
Ejemplos emblemáticos de pícaros como el Lazarillo o el Guzmán de Aznalfarache en la
narrativa postmoderna son, por nombrar tan sólo a dos representantes de tan nutrido catálogo,
Ebenezer Cook de la novela de John Barth The Sot-Weed Factor (1960) y Benny Profane de la
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este deseo de ser apátrida no es del todo cierto, ya que si verdaderamente se
aprecia en este personaje una inclinación no es si no la de ser alemán. Este
deseo de integrarse por completo en la cultura germánica se manifiesta
desde las primeras páginas de la novela, en las que se explica que “Campbell
was proud of himself as a writer in German, indifferent to his skill in
English” (x). Más tarde, Campbell explica con dolor que [New York] was
Hell for me- or not Hell, something worse than Hell” (15). Si bien es cierto
que Campbell se define a mismo como “an American by birth”, no
sorprende que sienta que Nueva York es un auténtico infierno para él, ya
que este personaje optó por permanecer en Alemania desde su juventud:
“My father and mother left Germany in 1939, when war came. My wife and I
stayed on” (18), e incluso cuando el régimen nazi se hizo con el poder,
Campbell siguió considerando que “Germany is the most misunderstood
country in the world” (64).
5
Al igual que los padres de Vonnegut renegaron de su pasado alemán
cuando los nazis se hicieron con el poder, la familia de Campbell hace lo
propio en Mother Night: “My father and mother died. Some say they died of
broken hearths […] They did not disinherit me, though they must have been
bitterly tempted to do so” (32).
Al final de la novela, Campbell está ya completamente obsesionado con
sus raíces germánicas y con el papel que jugó durante la Segunda Guerra
Mundial (siendo en realidad un espía norteamericano) a favor del régimen
de Hitler. De manera progresiva pero imparable, la angustia existencial que
le causa dicha obsesión insufrible y a Campbell no parece quedarle otra
opción que el suicidio para liberarse finalmentes del trauma que le habían
causado sus raíces germánicas durante la práctica totalidad de su vida
adulta: “I think that tonight is the night I will hung Howard W. Campbell,
Jr., for crimes against himself” (175).
Como puede apreciarse, el tema central de Mother Night lo constituyen
los denodados e infructíferos esfuerzos de Campbell por involucrarse de
manera plena en la cultura y sociedad alemanas. Así pues, el objetivo del
novela de Thomas Pynchon V. (1963). Este último personaje llega a definirse “a schlemihl and
human yo-yo” (1963: 1).
5
Nótense las semejanzas entre la actitud de Campbell y las del poeta norteamericano Ezra
Pound, que decidió permanecer en Italia y que, como Campbell, sirvió de portavoz del régimen
totalitario utilizando la radio como medio para transmitir sus mensajes de propaganda.
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protagonista de la novela no difiere tanto del profundo (aunque igualmente
infructuoso) deseo de reencontrarse con unos vínculos germánicos
truncados en la infancia que siente Vonnegut. Consideramos, de este modo,
que Campbell y Vonnegut se enfrentan al mismo dilema, ya que ni el autor
puede sentirse alemán ni tampoco puede hacerlo el protagonista de la
novela. Los paralelismos entre la vida del novelista y la de su personaje no
terminan aquí, puesto que ambas familias, la real y la ficcional, comparten
un abierto rechazo a reivindicar conexión alguna con Alemania. En
definitiva, aunque Vonnegut afirme sentirse orgulloso de sus raíces
alemanas, éstas son prácticamente inexistentes; del mismo modo que la
condición de “an American by birth” del personaje literario impide que éste
pueda considerarse como un verdadero alemán.
De esta forma, ni Vonnegut ni Campbell llegan nunca a verse libres de la
ansiedad que les suponen sus problemáticas raíces. En el prólogo a Mother
Night, el novelista explicaba que “this is the only story of mine whose moral
I know. I don't think it's a marvelous moral, I simply happen to know what
it is: We are what we pretend to be, so we must be careful about what we
pretend to be” (vii). Sin embargo, aplicar este axioma a la figura de Howard
W. Campbell resulta ciertamente conflictivo, ya que si este personaje es
efectivamente lo que finge ser, se podría afirmar, sin atisbo de duda, que
Campbell es un verdadero alemán; aunque al aplicar esta lógica al personaje
nos veríamos obligados a aceptar la teoría de que es, asimismo, un auténtico
nazi. La hipótesis de que Campbell fuese en realidad un nazi convencido no
resulta coherente con la trama de la propia novela ni con la actitud de
Vonnegut, quien le aseguraba con orgullo a Israel Shenker lo siguiente: “I’ve
never written a story with a villain”
6
(Shenker 22). Sin embargo, es
indispensable señalar que, aunque Vonnegut reivindique el hecho de evitar
postulados maniqueístas en sus novelas, el autor parece albergar sus dudas
sobre el papel de Campbell, como prueba el siguiente comentario: “Howard
W. Campbell was an authentically bad man” (Reilly 222).
6
El autor reitera esta misma idea en términos casi idénticos en el primer capítulo de
Slaughterhouse-Five: “Shortly before my father died, he said to me, 'You know-you never wrote a
story with a villain in it.' I told him that was one of the things I learned in college after the war”
(6).
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En la obra maestra de Vonnegut, Slaughterhouse-Five (1969), este tema
figura desde el mismo título de la novela, que vuelve la vista a la tradición
narrativa pre-decimonónica,
7
al ofrecer un título extraordinariamente largo,
complejo y descriptivo que sirve casi como resumen de la obra,
Slaughterhouse-Five or The Children’s Crusade. A
duty-Dance with Death. Kurt Vonnegut, Jr. A Fourth-
Generation German-American now Living in Easy
Circumstances on Cape Cod (And Smoking Too Much),
Who, as an American Infantry Scout Hors de Combat,
as a Prisoner of War, Witnessed the Fire-Bombing of
Dresden, Germany, “The Florence of the Elbe”, a Long
Time Ago, and Survived to Tell the Tale. This is a
Novel Somewhat in the Telegraphic Schizophrenic
Manner of Tales of the Planet Trafalmadore, Where the
Flying Saucers Come From. Peace.
Así, desde el comienzo de este largo título, el autor muestra un innegable
interés en que sus raíces germánicas sean tenidas en cuenta, al definirse a
mismo como: “Kurt Vonnegut, Jr. a fourth generation German-American…”.
Aunque Slaughterhouse-Five vueleve a ofrecer ciertas referencias al pasado
alemán del autor, es en la novela Deadeye Dick (1982) donde esta
problemática y la ansiedad que la misma produce puede apreciarse con
mayor claridad e interés. No dudamos en catalogar a Rudy Waltz,
protagonista de Deadeye Dick, como auténtico e indiscutible alter ego de
Vonnegut. El propio autor opta por evitar cualquier tipo de compleja
máscara ficcional, al identificarse de manera sincera e inequívoca con dicho
personaje desde el prefacio autobiográfico de la novela: “The crime he
committed in childhood is all the bad things I have done” (10).
Aunque Rudy no sea alemán ni tenga ningún tipo de vínculo sanguíneo
con el país teutón, y del hecho de que este personaje no aprenda nunca a
hablar alemán ni visite dicha nación a lo largo de su vida, este país
condicionará la vida del personaje desde la más temprana edad. Las raíces
7
Tradición literaria que es, en opinión de numerosos críticos como Linda Hutcheon (1988), un
embrión tan lejano en el tiempo como inmediato y seminal en lo literario del postmodernismo
literario. Ejemplos de esta tradición de títulos largos y descriptivos pueden ser los de Moll
Flanders, Robinson Crusoe y, por supuesto, Tristan Shandy.
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germánicas de Rudy no vienen determinadas por el lugar de nacimiento del
padre, ya que, al igual que ocurría con Howard W. Campbell, éste decide
vincularse a Alemania de manera voluntaria. La fascinación de la familia de
Rudy con Alemania comienza cuando éste viaja a Austria siendo un
adolescente, con el objetivo de estudiar arte y curarse de una enfermedad
sexual. Dicha fascinación se intensifica cuando conoce a un joven artista
austriaco, un joven y paupérrimo Adolf Hitler. La amistad que se forja entre
el padre de Rudy y Hitler causará un trauma en Rudy, que se plantea con
frecuencia lo siguiente: “Think of that: My father could have strangled the
worst monster of the century, or simply let him starve or freeze to death. But
became his bosom buddy instead” (17). La decisión del padre de Rudy de
ayudar al joven Hitler condicionará la vida de Rudy, como el protagonista
de la novela expresa en el siguiente pasaje: “I sometimes think that I would
have had a very different sort of soul if I had grown up in an ordinary little
American house” (19).
No deja de resultar irónico, sin embargo, que Rudy sea el personaje más
condicionado por la amistad de su padre con Hitler, a pesar de que cuando
Adolf Hitler asciende al poder e invita a la famila de Rudy a visitar el Tercer
Reich el único miembro de la familia que no se desplaza a Alemania es el
propio Rudy, que era aún demasiado joven para emprender un viaje
internacional. Aunque no viajara a Europa con sus parientes, lo cierto es que
la visita que éstos le rinden al Führer termina por condicionar la vida de
Rudy aún más, ya que su padre pasa de sentirse un mero alemán a ser un
convencido y activista nazi:
According to Mother, [Father] had undergone a profound
spiritual change in Germany. He had a new sense of
purpose in life… He would become a teacher and political
activist. He would become a spokesman in America for
the new social order which was being born in Germany,
but which in time would be the salvation of the world
(36).
El entusiasmo de la familia de Rudy hacia el régimen nazi no pasa
desapercibido para el resto de la comunidad, que incluso refleja este hecho
en la prensa local: “I myself am in one picture of the paper. It is of our entire
family in the street, in front of the studio, looking up at the Nazi flag” (35).
Resulta importante señalar que, como Vonnegut señala en el prólogo a la
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novela, en 1934, momento en que el padre de Rudy decide alardear de
bandera nazi, “flying a Nazi flag in Midland City was no more offensive
than flying a Greek or Irish or Confederate flag, or whatever” (36), ya que,
como el autor nos recordaba en la introducción a Mother Night, en ese
momento histórico concreto, en ciertos sectores de la sociedad de
Indianapolis se percibía una cierta simpatía. Obviamente, el activismo pro-
nazi del padre de Rudy se torna más problemático, condenando al
progenitor a un auténtico ostracismo social: “Somewhere in there the Nazi
flag fall down. Father stopped traveling […] Father wouldn’t even leave the
home or talk on the telephone, or look at his mail for three months or so”
(38).
Tras la Segunda Guerra Mundial los vecinos no olvidan, ni mucho menos
perdonan, el pasado nazi de la familiar de Rudy, lo que sume al padre en un
profundo y doloroso aislamiento social: “The subject of Hitler and the new
order in Germany seemed to make people angrier with each passing day, so
[Father] had better find something else to talk about” (44). De esta manera, el
joven Rudy se convierte en motivo de mofa para todos sus compañeros, que
no cesan de referirse a él en los siguientes terminos: “Ey, Nazi” (89).
Como se aprecia, el protagonista de la novela Deadeye Dick se enfrenta a
unas raíces germánicas artificiales, a la par que extremadamente complejas:
durante su más tierna infancia a Rudy se le inculcaron los valores alemanes
y se le enseñó a admirar a este país como el más avanzado del mundo. Sin
embargo, poco después, su familia decide desvincularse por completo del
país que tanto habían admirado, truncando unas raíces germánicas que
habían sembrado en Rudy con tanto ahínco .
8
Las referencias a Alemania, o a personajes que están de una manera u
otra relacionados con este país reaparecen con frecuencia en la práctica
totalidad del corpus narrativo de Vonnegut, pese a que en las últimas
novelas estas referencias se van volviendo paulatinamente más sutiles y
distantes, hasta el punto de que como Robert Merrill apunta, “In Bluebeard
Vonnegut’s Germanic heritage is so transformed it becomes Armenian!”
(1996: 81).
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Es importante señalar la ironía de que el joven de Rudy no llega nunca a entender ni el
entusiasmo de su padre por el régimen nazi ni el desprecio que causa dicho sistema político en
sus conciudadanos poco después, ya que en la época en que Hitler desafía al mundo Rudy
apenas si contaba con dos años de edad.
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Conclusiones
Como se ha estudiado a lo largo del presente trabajo, el estudio de las
raíces germanas de Kurt Vonnegut resulta tan fascinante y complejo como
central para la comprensión de su corpus narrativo. Las dificultades a las
que referimos se derivan del hecho de que Vonnegut siempre sintió que sus
vínculos familiares profundos (de los que emanaba su formación ética y
aproximación no sólo al mundo sino también al hecho literario) provenían
de Alemania. Sin embargo, el autor no llegó nunca a hablar alemán y no
visitó la tierra de sus ancestros hasta los 21 años de edad (momento en que
acudió como soldado norteamericano a pelear contra los alemanes). A pesar
de que su contacto con el país de sus bisabuelos fuera tan tardío y breve, las
referencias a Alemania constituyen una constante en las novelas más
interesantes de Vonnegut.
De este modo, en el corpus vonnegutiano la evidente paradoja que
experimenta el novelista se traslada a unos personajes que aspiran a
identificarse plenamente con Alemania, pero son incapaces de lograr su
objetivo. La frustración y sensación de impotencia (común al autor y sus
personajes) desencadena en una sensación de soledad y aislamiento, puesto
que al sentirse arrebatados de un pasado común en el que entroncarse, los
referentes vitales se desdibujan y el tránsito por el presente hacia un futuro
incierto se torna en caótico. Por utilizar el aforismo expresado por el filósofo
alemán Friedrich Nietzsche, los padres de Vonnegut se ven obligados a
desempeñar el papel del león, que destruye todo rastro identitario alemán.
Sin embargo, la travesía por el desierto que debe realizar el camello antes de
que el niño abra los ojos a un nuevo mundo pleno de significado y raíces
recién adquiridas resulta en extremo ardua. A lo largo de su penoso
deambular, Vonnegut hace que sus personajes se nutran de los mismos
elementos que han cimentado sus convicciones más profundas: un pasado
librepensador alemán que sólo conoce de segunda mano.
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