114 ALBA MONTES SÁNCHEZ
Estudios Franco-Alemanes 10 (2018), 111-124
En su estudio sobre la terminología médica, Porep y Steudel (1974)
señalan que el lenguaje médico alemán abarca cerca de 80 000 nombres de
medicamentos; 10 000 palabras para designar partes del cuerpo, órganos y
partes de órganos; 20 000 términos que se refieren a las funciones de los
órganos y más de 60 000 palabras para designar enfermedades. En total, nos
enfrentamos aproximadamente a unos 500 000 términos, tomando en
consideración aquellos conceptos necesarios para la medicina y que están
ligados a otras ramas complejas y especializadas, como la biología,
psicología bioquímica, genética, etc. Es decir, a pesar de que el ámbito de la
medicina aborda un léxico elaborado y sofisticado, la relación entre sus
textos establece lazos terminológicos entre todas sus ramas.
En cuando a los tecnicismos médicos, su construcción consta, por lo
general, de un máximo de tres componentes: prefijo, sustantivo y sufijo.
Suele suceder que haya presencia o influencia grecolatina en esta formación
de palabras. De esta combinación de prefijos y sufijos, y raíces con origen
grecolatino, nacen la mayor parte de los términos médicos que conocemos
en la actualidad, lo que, en cierta medida, contribuye a facilitar la traducción
al español de los términos. Es un hecho que la creación de conceptos
sanitarios posee unas fuertes raíces de origen grecolatino, pues según afirma
Santamaría (2009: 5), los griegos se vieron obligados a hacer uso del lenguaje
cotidiano debido a la falta de un lenguaje especializado con una
terminología, unas estructuras y un estilo específicos. En anatomía, por
ejemplo, clasificaban las diferentes partes del cuerpo según su forma en
instrumentos musicales (Wulff, 2004: 187). De esta forma, el griego se
mantuvo como lengua primordial de la medicina incluso en la gloriosa
época del Imperio Romano. Los romanos tenían la posibilidad de usar la
terminología griega, siendo estos su referencia, de forma que podrían
distinguir su lenguaje cotidiano del lenguaje sanitario, convirtiéndolo así en
terminología especializada. Más tarde, Aulo Cornelio Celso (Wulff, 2004:
187) exponía que el latín carecía de léxico para expresar los conocimientos
que ya estaban denominados en griego, por lo que empleó varias técnicas e
hizo que la terminología especializada griega sufriera una “latinización”.
Desde entonces, el griego y el latín han dominado la terminología médica,
derivando de ambos idiomas gran parte de los términos médicos.
De acuerdo con Fluck (1976), el lenguaje médico alemán se describe
principalmente por la alta cifra de vocablos de procedencia grecolatina