ISSN: 2171-6633
Estudios Franco-Alemanes 11 (2019), 113-136
PANORAMA ACTUAL DE LAS TRADUCCIONES Y DE LA
INVESTIGACIÓN ACADÉMICA EN TRADUCCIÓN
SOBRE J. R. R. TOLKIEN AL ESPAÑOL Y AL FRANCÉS
MARÍA DEL CARMEN MORENO PAZ
Université de Paris 8 Vincennes-Saint Denis
maria-del-carmen.moreno-paz@univ-paris8.fr
Fecha de recepción: 25.10.2019
Fecha de aceptación: 3.12.2019
Resumen: Este artículo tiene como objetivo exponer el panorama actual de las
traducciones de la obra de Tolkien al francés y al español, así como realizar una
revisión bibliográfica de los estudios llevados a cabo en el ámbito académico sobre la
traducción de su obra. A pesar de tratarse de un autor cuya obra ha gozado de un
inmenso éxito editorial y que actualmente sigue gozando de gran popularidad, la
figura de Tolkien se ha visto a menudo relegada al ámbito de la «paraliteratura», a lo
que se suma la escasez de investigación académica sobre su figura. Si bien en Francia
y en España las traducciones se produjeron mucho más tarde que las publicaciones
originales y fueron llevadas a cabo por distintos traductores, en Francia, sin embargo,
gracias al interés académico de figuras como Vincent Ferré, se ha llevado a cabo
recientemente un proyecto de retraducción y homogeneización de su obra. Este
proyecto, además, lleva aparejado el aumento del interés en la bibliografía
académica, lo que ha contribuido sin duda a la restitución del valor literario de la
obra de Tolkien. Este artículo plantea, por consiguiente, la posibilidad y necesidad de
un proyecto similar en España, donde la investigación académica es escasa y las
traducciones se realizaron de manera poco homogénea y en diferentes periodos
temporales.
Palabras clave: J. R. R. Tolkien, retraducción, The Lord of the Rings, The Hobbit,
literatura fantástica.
CURRENT STATE OF TRANSLATIONS AND ACADEMIC
RESEARCH OF TOLKIEN’S WORK IN SPANISH AND
FRENCH
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Abstract: The present study aims to describe the current state of Tolkien’s
translations into French and Spanish, as well as to present a bibliographical review of
the academic studies carried out about the translation of his work. Even though it has
enjoyed a great publishing success and it is still undoubtedly popular, Tolkien’s
work has often been regarded as “paraliterature”, to which it could be added the lack
of academic research about his work. In France and Spain translations appeared
much later than the original works and were carried out by different translators.
However, in France, thanks to the academic interest of authors such as Vincent Ferré,
a new retranslation and homogenization project has recently been carried out. This
project has consequently increased the interest in academic literature, which has
undoubtedly contributed to the restitution of the literary value of Tolkien’s work.
The present contribution therefore suggests the possibility and need of a similar
project in Spanish, where academic research is scarce and translations were
accomplished less homogenously and in different time periods.
Keywords J. R. R. Tolkien, retranslation, The Lord of the Rings, The Hobbit, fantasy
literature.
Sumario: 1. Breve introducción a la obra de Tolkien. 1.2. Sobre la traducción de su obra. 2. La
traducción de Tolkien en España. 3. La traducción de Tolkien en Francia. Conclusiones
1. Breve introducción a la obra de Tolkien
Aunque no es nuestro objetivo en el presente estudio realizar un análisis
literario y biográfico sobre J. R. R. Tolkien, consideramos pertinente
contextualizar brevemente su obra para poder destacar su relevancia en la
historia literaria del siglo XX
1
.
John Ronald Reuel Tolkien (1892-1973) fue profesor de anglosajón en la
Universidad de Oxford. Su fascinación por las lenguas antiguas y la
mitología lo empujaron a crear su obra literaria que, de acuerdo con
Carpenter (2016: 177-191), está estrechamente ligada e interrelacionada con
su faceta de investigador académico. Así lo reconoce Tolkien en su carta
n. º 163 al crítico W. H. Auden en el año 1955 (Carpenter, 2006: 212):
1
Más información sobre su vida y obra puede encontrarse en dos obras fundamentales sobre la
figura del autor: J. R. R. Tolkien: A Biography (única biografía autorizada por la familia Tolkien y
publicada por Humphrey Carpenter en 1977) y The Letters of J. R. R. Tolkien (editadas y
recopiladas también por Humphrey Carpenter en 1981).
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It has been always with me: the sensibility to linguistic pattern which affects
me emotionally like colour or music; and the passionate love of growing
things; and the deep response to legends (for lack of a better word) that have
what I would call the North-western temper and temperature
2
.
Su primera obra sobre su legendarium llegó en 1937 y fue publicada en la
editorial Allen & Unwin con el título The Hobbit, or, There and Back Again
3
. En
1937, tras el éxito de la publicación de The Hobbit, su primera obra sobre la
Tierra Media, y a petición de sus editores, Tolkien trabajó en una secuela que
posteriormente llamaría The Lord of the Rings, una nueva obra que, a
diferencia del carácter infantil de la primera, adquiriría poco a poco el
carácter épico y elevado de una obra más seria para adultos. La obra fue
finalmente publicada en tres volúmenes entre 1954 y 1955 que, de acuerdo
con Shippey (2000: 226), dejó a Tolkien en la misma situación que tras la
publicación de The Hobbit, pues su éxito instó a los editores a pedir una
nueva secuela a Tolkien, secundados esta vez por un mayor número de
lectores devotos. Fue entonces cuando Tolkien volvió a concentrarse en sus
manuscritos originales de The Silmarillion, que vieron la luz en 1977 tras la
muerte de Tolkien en 1973 y el enorme trabajo de compilación y edición de
su hijo Christopher Tolkien, debido al estado caótico en que se encontraban
los manuscritos de su padre. Tres años después, publicó también Unfinished
Tales of Númenor and Middle-earth. Movido por la recepción favorable de
estos volúmenes, en las últimas décadas Christopher Tolkien ha ido
publicando todas las historias de la mitología de su padre en orden
cronológico en una serie de doce volúmenes titulada The History of Middle-
earth, de carácter más enciclopédico y complementario al legendarium que
narrativo (Flieger, 2005: xiii-xv). Recientemente ha publicado también
versiones extendidas de historias importantes presentes en The Silmarillion,
2
«Esto siempre estuvo dentro de mí: la sensibilidad a los patrones lingüísticos que me afecta
tanto emocionalmente como el color o la música; el amor apasionado por las cosas que crecen; y
una profunda respuesta a las leyendas (ante la carencia de una palabra mejor) que poseen lo
que yo llamaría el carácter y la temperatura del norte de Occidente» [traducción propia].
3
No obstante, como puntualiza Shippey (2000: 1-2), conviene recalcar The Hobbit no es la
primera obra de ficción de Tolkien, sino la primera obra publicada, ya que la Tierra Media ya
existía en la cabeza de Tolkien desde 1914, cuando empezó a escribir leyendas élficas y
humanas que verían la luz después de su muerte en The Silmarillion y The Book of Lost Tales.
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como es el caso de The Children of Húrin (2007), Beren and Lúthien (2017) y The
Fall of Gondolin (2018), hasta su fallecimiento el pasado 16 de enero de 2020.
Al analizar la respuesta editorial a la obra de Tolkien, resulta indiscutible
el papel fundamental que desempeñó su obra tanto en el cambio del
mercado editorial como en la historia literaria. Así, por ejemplo, James (2012:
62-63) concede a Tolkien y Lewis el título de padres de la fantasía moderna,
aunque reconoce que la influencia de Tolkien es mucho mayor.
A propósito del impacto editorial de Tolkien, James (2012: 72-73) apunta
que las ediciones de bolsillo que empezaron a producirse a partir de 1965 de
The Lord of the Rings dispararon las ventas en Reino Unido y Estados Unidos
y las editoriales comenzaron a darse cuenta del potencial del género
fantástico
4
. La editorial Ballantine, que había publicado hasta el momento
ciencia-ficción, imprimió las primeras ediciones de bolsillo de Tolkien en
1965 y, en 1969, crearon una imprenta llamada Ballantine Adult Fantasy, en
la que comenzaron a reeditar clásicos de la fantasía como William Morris,
llegando a publicar 85 ediciones de bolsillo de diferentes obras fantásticas
entre 1965 y 1974, sentando así las bases del género.
A finales de los años 70 y la década de los 80, se produce un aumento y
expansión de la audiencia de Tolkien, popularizada, de acuerdo con Besson
(2007: 86-87), por las traducciones a otros países, el desarrollo de los juegos
de rol, así como por un mayor conocimiento de su obra gracias a la
publicación progresiva de la monumental colección The History of Middle-
earth, editada por su hijo Christopher Tolkien. Además, la popularidad de la
obra de Tolkien se ve impulsada por la adaptación cinematográfica de Peter
Jackson de los años 2001-2003.
Al margen de la repercusión editorial y éxito de ventas que supone la
obra de Tolkien, esta obra destaca ante todo por la importancia de la
filología en la creación de su nomenclatura, derivada de la vocación
filológica del autor y de su pasión por las lenguas antiguas y por la
invención de lenguas artificiales, entre las que cabe destacar la creación de
dos lenguas «élficas» con un alto grado de desarrollo: el sindarin y el quenya,
4
Diecisiete años después de la publicación original, entre 1954 y 1955, su audiencia no deja de
crecer en la década siguiente, aunque esta se encuentra limitada al territorio inglés. Tan solo a
partir de 1965, tras una edición «pirata» de su obra en Estados Unidos, Tolkien se procura una
edición «autorizada» en suelo americano con Ballantine que supone una etapa decisiva en el
impacto editorial de las obras de Tolkien, convirtiéndolo en una figura de culto.
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entre otras lenguas con menor grado de desarrollo gramatical y léxico
(Carruthers, 2015: 189-190).
Fruto de su pasión por la invención de lenguas y de su idea de que para
que fueran reales debían tener una mitología asociada, Tolkien empezó a
crear sus historias para dotar a sus lenguas de un mundo en el que tuvieran
cabida. En su carta n. º 205, dirigida a su hijo Christopher, Tolkien declara
que se siente un filólogo puro: afirma que le gusta la historia, pero sobre todo
cuando esta arroja luz sobre las palabras y los nombres. También confiesa a
su hijo que nadie le cree cuando manifiesta que The Lord of the Rings es un
intento de crear un mundo en el que pueda tener cabida una lengua que se
adecue a su placer estético. Declara que la obra supone un pretexto para
crear una situación en la que un saludo pueda ser elensílalúmenn’ omentielmo
(Carpenter, 2006: 264-265).
Más allá de la relevancia que Tolkien otorga a los estilos y variedades
lingüísticas para los diferentes pueblos de la Tierra Media, conviene hacer
alusión a la importancia que otorgaba a la creación de nombres para
denominar los conceptos que formaban su mundo ficcional. A propósito de
la creación, Carpenter (2016: 132) señala lo siguiente:
When working to plan he would form all these names with great care, first
deciding on the meaning, and then developing its form first in one language
and subsequently in the other; the form finally used was most frequently that
in Sindarin. However, in practice he was often more arbitrary. It seems
strange in view of his deep love of careful invention, yet often in the heat of
writing he would construct a name that sounded appropriate to the character
without paying more than cursory attention to its linguistic origins. Later he
dismissed many of the names made in this way as ‘meaningless’, and he
subjected others to a severe philological scrutiny in an attempt to discover how
they could have reached their strange and apparently inexplicable form
5
.
5
«Cuando trabajaba en la organización formaba todos estos nombres con cuidado: primero
decidía el significado y después desarrollaba su forma primero en una lengua y posteriormente
en la otra; la forma que solía usar finalmente era la del sindarin. Sin embargo, en la práctica era a
menudo más arbitrario. Resulta extraño en vista de su profunda afición por la invención
minuciosa; sin embargo, a menudo, en el ardor del momento de la escritura, construía un
nombre que sonaba apropiado para un personaje prestando poca atención a sus orígenes
lingüísticos. Después rechazaba muchos de los nombres construidos así por “carecer de
sentido” y sometía otros a un serio escrutinio filológico en un intento de descubrir cómo podían
haber alcanzado su extraña y aparentemente inexplicable forma» [traducción propia].
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Resulta indiscutible, pues, la importancia de la obra de este autor no solo
por su constante éxito editorial hasta nuestros días, sino también por la
importancia que otorga a la filología para la creación de su nomenclatura y
del mundo ficcional que recrea.
1.2. Sobre la traducción de su obra
Antes de analizar el panorama actual de las traducciones y la
investigación sobre Tolkien en España y Francia, cabe resaltar brevemente la
importancia que otorga Tolkien a la traducción de su obra. Resulta lógico
suponer que, tras el éxito de The Lord of the Rings en Reino Unido y Estados
Unidos, numerosos países se interesaron por la obra de Tolkien y por
traducirla a sus respectivas lenguas para su publicación. Al contrario de lo
que pueda acontecer con otros autores, a Tolkien la idea de que su obra
fuera traducida a otras lenguas le producía cierta desconfianza, ya que
consideraba que la traducción de los nombres, sobre todo, era sumamente
difícil y que se perderían muchos matices y riqueza al trasvasarlos a otras
lenguas. Por ello, se mostró a menudo crítico con las traducciones y exigió
que se le consultara sobre el proceso de traducción, aunque después él
mismo escribió un manuscrito destinado a ayudar a los traductores.
En su carta n. º 228, a propósito de una carta de los editores suecos de The
Lord of the Rings en enero de 1961 (que no sabían si incluir los Apéndices en
la edición del libro y consultaron a Tolkien), Tolkien expresa que siente
simpatía por cualquier editor extranjero lo suficientemente arriesgado como
para aventurarse en la traducción de su obra, ya que, al fin y al cabo, su
interés en ser traducido es principalmente pecuniario, siempre y cuando el
texto sea tratado con respeto. Responde, por lo tanto, que los apéndices son
importantes para la obra y deben traducirse (Carpenter, 1981: 304-305).
La importancia que otorga Tolkien a la traducción se manifiesta también
en el propio Apéndice F que aparece al final del tercer volumen de The Lord
of the Rings, ya que la segunda parte de este se titula «On Translation». Este
apéndice forma parte del texto ficcional, ya que se incluye como un
comentario o aclaración filológica incluida por el traductor ficcional del Red
Book del Westron o Lengua Común al inglés moderno (y no, por tanto, por el
propio Tolkien identificado como autor). En él, el traductor ficcional justifica
algunas de sus decisiones (lo que, en definitiva, arroja luz sobre la creación
de los nombres en Tolkien y su importancia para la traducción).
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Por lo que respecta a las primeras traducciones de la obra de Tolkien,
según relata Carpenter (2016: 299-300), el primer resultado fue la traducción
al neerlandés en 1956, después de que Tolkien hubiera criticado duramente
los primeros intentos del traductor de traducir a su lengua algunos de los
nombres de la obra. Concretamente, en la carta n. º 188 de Tolkien (datada
de abril de 1956), los editores Allen & Unwin informan a Tolkien de que han
firmado un acuerdo para una traducción al neerlandés de The Lord of the
Rings. En ella, Tolkien responde que cualquier autor vivo siente una
preocupación e interés profundo e inmediato por la traducción de su obra.
Asimismo, añade que la traducción de The Lord of the Rings constituye una
tarea formidable, que no sabe mo puede llevarse a cabo satisfactoriamente
sin la ayuda del autor, que él se ofrece a dar. Se refiere, concretamente, en
una nota al pie, a palabras que no se encuentran en los diccionarios o que
requieren conocimientos de inglés antiguo.
Por otro lado, Tolkien aprovecha para señalar que espera evitar una
repetición similar a la sufrida después de la traducción al sueco de The
Hobbit, en la que el traductor se tomó numerosas licencias y libertades sin su
aprobación o consentimiento. Con respecto a The Lord of the Rings, afirma
que guarda el texto con aún más recelo y que no aprobaría tales licencias o
alteraciones a no ser que se le consultara o que él las aprobara, por lo que
espera que se le consulte (Carpenter, 1981: 248-249).
No obstante, ante la impotencia de ver cómo los traductores alteraban los
nombres que con tanto esmero y cuidado había creado para su obra, Tolkien
redacta un manuscrito con indicaciones sobre la traducción de su
nomenclatura para futuros traductores de su obra. El volumen de
Hammond y Scull reproduce estas indicaciones de Tolkien destinadas a los
traductores de The Lord of the Rings. Según explican al principio, tras las
primeras traducciones en neerlandés y sueco publicadas entre 1956 y 1957,
Tolkien se opuso firmemente a la alteración de los nombres que se había
llevado a cabo en ellas. Para él, la manera más correcta de traducir su obra
pasaba por mantener los mapas y nomenclatura como en el texto original
tanto como fuera posible. No obstante, al final Tolkien acabó asumiendo que
podría haber más traductores que, como los de neerlandés y sueco,
consideraran que debía cambiarse la nomenclatura, por lo que tomó la
iniciativa y, en lugar de insistir en la no traducción de sus nombres, trató de
influir en las decisiones de los traductores a través de un documento
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explicativo. Este documento se fotocopió por sus editores Allen & Unwin y
se envió a los distintos traductores de The Lord of the Rings con el propósito
de que sirviera como ayuda y guía para la traducción de los nombres. Tras la
muerte de Tolkien, este documento fue editado por su hijo Christopher y
publicado en A Tolkien Compass (1975) con el título «Guide to the Names in
The Lord of the Rings». Sin embargo, en el volumen de Hammond y Scull se
lleva a cabo una nueva transcripción del documento corregido por Tolkien,
haciendo también referencia a una versión anterior del manuscrito, y se
titula «Nomenclature of The Lord of the Rings» (Hammond y Scull, 2005: 751-
752). Este documento refleja, por tanto, la indudable preocupación por
Tolkien sobre la traducción de su obra a los distintos idiomas y el celo con
que pretendía mantener la nomenclatura creada.
2. La traducción de Tolkien en España
La primera traducción al español de una obra de Tolkien se produjo en
Argentina por Teresa Sánchez Cuevas, que tradujo The Hobbit como El hobito
en 1962, publicado por la editorial Fabril de Buenos Aires. La traducción fue,
no obstante, bastante controvertida, pues el propio Tolkien intervino para
criticar algunas de las decisiones tomadas por la traductora. El autor
muestra su desencanto con la traducción en su carta n. º 239, en la que
escribe a Allen & Unwin para criticar la traducción de dwarves como gnomos,
ya que posteriormente Tolkien se refiere a los elfos como Gnomes y se
traduce también como gnomos en español, por lo que la traducción al español
confunde las razas (Tolkien, 1981: 318).
No obstante, la traducción vigente en español que se sigue publicando en
la actualidad es la de El hobbit de Manuel Figueroa (ya que solo se editó una
impresión de la edición argentina de 1962), publicada veinte años más tarde,
en 1982 (45 años más tarde que la versión original), por la editorial
Minotauro de Barcelona, que ha ido publicando posteriormente todas las
obras de Tolkien. Se trata, además, de la única traducción existente en la
actualidad en español, aunque ha habido numerosas ediciones y
reimpresiones.
La editorial Minotauro, que se ha encargado de la publicación de todas
las obras de Tolkien, fue fundada por Francisco Porrúa en Buenos Aires en
1954 y había publicado ya obras de otros autores como Julio Cortázar y
Gabriel García Márquez hasta que se trasladó a Barcelona en 1977. Fue en
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esta ciudad donde compró los derechos de autor de las obras de Tolkien y, a
finales de 1977, publicó el primer volumen de El Señor de los Anillos. Como
relata el propio Francisco Porrúa al periódico El País (2001), «tenía los
derechos para la traducción al español una editorial argentina que cerró y
entonces yo pude hacerme con ellos».
La traducción de El Señor de los Anillos en España, por lo tanto, precedió a
la de El Hobbit y llegó más de 20 años después de su publicación original. El
primer volumen, La comunidad del anillo, fue traducido por el propio
Francisco Porrúa (que firmó con el pseudónimo de Luis Domènech) y
publicado a finales de 1977. Para el segundo volumen, Porrúa contactó a
Matilde Horne y juntos tradujeron Las dos torres (publicado en 1979) y El
retorno del rey (que apareció en 1980). Los apéndices que acompañan a la
obra, sin embargo, se publicaron de manera separada en 1987 por Rubén
Masera. Al igual que la traducción al español de Manuel Figueroa de The
Hobbit, se trata de las únicas traducciones existentes en español de la obra de
Tolkien, si bien se han publicado numerosas ediciones y reimpresiones.
Finalmente, por lo que respecta a El Silmarillion, fue traducido también por
Rubén Masera y Luis Domènech y publicado en 1984.
En una entrevista al periódico El País en 2007, la traductora Matilde
Horne (cuyo verdadero nombre es Matilde Zagalsky), declara que la
traducción de El Señor de los Anillos «fue una traducción difícil, aunque creo
que gustó bastante. Me dijeron que era muy linda, muy poética, aunque yo
nunca vi mucha poesía en Tolkien. Debería haber leído El señor de los anillos
con 20 años y no con 60; a esa edad yo ya estaba de vuelta y muchas cosas
me parecían falsificadas. Definitivamente, no lo leí en la época adecuada».
Conviene citar, no obstante, otras traducciones de la obra de Tolkien que,
a pesar de ser publicadas póstumamente y editadas por su hijo Christopher
Tolkien, responden a su autoría. Así, el volumen de Cuentos inconclusos de
Númenor y la Tierra Media se tradujo también por Rubén Masera y se publicó
en 1990 (en este caso, tan solo 10 años después de la publicación en la lengua
original). La última canción de Bilbo fue traducida por Manuel Matas en 2010
(mientras que Bilbo’s Last Song se publicó en 1974, 36 años antes). En cuanto
a las tres últimas obras narrativas publicadas, Los hijos de Húrin se tradujo
por Estela Gutiérrez (con revisión de Carme López) y se publicó en 2007 (en
el mismo año que el texto original); Beren y Lúthien se publicó en 2018 y se
tradujo por numerosos traductores (Martin Simonson, Rubén Masera, Teresa
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Gottlieb, Luis Domènech, Estela Gutiérrez Torres, Elías Sarhan y Ramón
Ibero) y La Caída de Gondolin se ha publicado recientemente en 2019 como
traducción de Martin Simonson.
El caso más llamativo es, sin duda, el de Las aventuras de Tom Bombadil
(publicada en 2005, 43 años más tarde que el texto original), en el que cada
poema ha sido traducido por una persona distinta y, en algunos casos, por
varias personas a la vez: «Preface» (Diego Seguí), «The Adventures of Tom
Bombadil» (Alejandro González, Alejandro Murgia y otros miembros de la
lista Tolkien), «Bombadil goes Boating» (Pedro Rincón, Diego Seg y
Alejandro Murgia), «Errantry» (Pedro Rincón, Diego Seguí y otros miembros
de la lista Tolkien), «Princess Mee» (Diego Seguí, José Tarragó y Lucía
Adámoli), «The Man in the Moon stayed up Too Late» (Alejandro Murgia),
«The Man in the Moon came down Too Soon» (Lucía Adámoli, JoTarragó,
Diego Seguí y Alejandro Cosentino), «The Stone Troll» (Alejandro González,
Ana Leal, Hernán González y Alejandro Murgia), «Perry-the-Winkle»
(Alejandro González, Ana Leal y Alejandro Murgia), «The Mewlips», Diego
Seguí y otros miembros de la lista Tolkien), «Oliphaunt» (Alejandro
González, Ana Leal y Diego Seguí), «Fastitocalo (Lucía Adámoli, José
Tarragó y Diego Seguí), «Cat» (Alejandro Murgia, José Tarragó, Lucía
Adámoli y Diego Seguí), «Shadow-bride» (Alejandro González), «The
Hoard» (José Tarragó, Alejandro Murgia, Josu Gómez, Lucía Adámoli y
Diego Seguí), «The Sea-bell» (José Tarragó, Diego Seguí y Alejandro
Cosentino), «The Last Ship» (Lucía Adámoli, Diego Seguí y José Tarragó). La
revisión y notas se llevó a cabo por Lucía Adámoli, Alejandro Cosentino,
Diego Seguí y José Tarragó
6
.
Resulta significativo, a nuestro modo de ver, que en la obra de un solo
autor intervengan tantas personas diferentes, ya que puede tener un gran
impacto sobre la coherencia y cohesión de los textos que configuran el
mundo ficcional. Además, en algunos casos se trata de traducciones de
6
En el año 2015 nos pusimos en contacto con la mayor parte de traductores vivos de la obra de
Tolkien. Si bien la mayoría no respondieron a nuestra consulta, uno de los traductores de esta
obra (Las aventuras de Tom Bombadil), Hernán González, reconoció que no era una persona del
ámbito de las letras (sino un ingeniero electrónico) y que realizó la traducción como aficionado,
aunque no estaba particularmente orgulloso de su aportación. Declara, no obstante, que otros
de sus compañeros (como Diego Seguí y Alejandro González) pertenecían al ámbito «de las
letras».
Panorama actual de las traducciones y de la investigación académica en traducción sobre 123
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aficionados (caso de Tom Bombadil), mientras que en El Señor de los Anillos la
traducción se lleva a cabo por traductores profesionales que sin embargo no
simpatizan con la obra del autor. El impacto que puede tener en el resultado
final del corpus literario de Tolkien en español a este respecto resulta, sin
duda, significativo, al ponerse de relieve la falta de homogeneización a pesar
de tratarse de una de las obras más populares y exitosas del siglo XX.
En un correo dirigido a la editorial Minotauro, sin embargo, a la que
preguntamos sobre el proceso de traducción, y que respondieron en febrero
de 2016, declaran que «las traducciones se han ido revisando, puliendo en
cada edición según las novedades que han surgido para que la edición fuera
lo más fiel posible a los escritos de Tolkien, que escribió versiones de las
versiones de las versiones». Explican, además, en un fragmento de un correo
posterior (datado el 5 de febrero de 2016):
En cuanto a la traducción, ya le digo que el propio Tolkien era
tremendamente estricto en lo que a la terminología se refería. Hay cartas muy
airadas a ese respecto y le recomiendo que lea algunas de las recogidas
en Letters of J. R. R. Tolkien, también publicación nuestra (pareciera que nos
estamos autopromocionando pero de verdad que no es la intención). Se
procuraba siempre que los términos fueran precisos o lo más cercanos a la
idea original y pasaban por aprobación y, aún ahora, Harper Collins son los
responsables de sus derechos en nombre de la familia y la Sociedad Tolkien
vela por el respeto de su obra.
Escribimos de nuevo para preguntar de manera más concreta sobre la traducción
de la nomenclatura de Tolkien y sobre el perfil de sus traductores (se preguntó sobre
si los traductores habían contado con asesoramiento filológico, contactado con la
familia del autor o consultado los escritos del propio Tolkien), así como sobre las
dificultades asociadas al proceso de traducción, la aprobación, homogeneización y
revisión de la nomenclatura de Tolkien y posibles directrices concretas por parte de
la editorial a los traductores. Respondieron lo que sigue el 6 de febrero de 2016:
Las traducciones siempre se revisan desde la editorial antes de publicarse. De
cómo la traducción llega a la editorial aún pasa por varias revisiones: unificar
algún término que aparece de forma distinta refiriéndose a lo mismo,
modificar una frase porque no ha quedado muy clara, cambiar la puntuación
de un fragmento... Y esto sucedía tanto antes como ahora. Siempre hay que
contar con el traductor, porque según la legislación española la traducción es
obra propia, pero las traducciones se miran, así que podría decirse que «se
aprueban». En cuanto a la Sociedad Tolkien, es un grupo de estudiosos y
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aficionados, pero no está intitulada para tanto; así que es por parte de Harper
Collins, pero tampoco es problemática, que yo sepa nunca se rechazó ningún
término.
En lo que respecta a las traducciones recientes, se realizaron siempre por
encargo, a traductores de confianza. Minotauro tiene un perfil editorial y
buscamos a traductores con experiencia en traducción literaria (los
conocimientos lingüísticos y filológicos que menciona, el correcto dominio de
la lengua de origen y del español se presuponen, no faltaba más) y que sean
adecuados a ese perfil. A la hora de enviar cualquier encargo, valoramos
quién de ellos es el más idóneo para traducir ese texto, y en estos casos se
valoró que fueran traductores minuciosos, porque son obras que requieren de
mucha consulta y búsqueda de información, que supieran adecuarse al tono
del verso para no desmerecer la expresividad… También hay una
comunicación fluida durante el proceso y se les da unas directrices, como es el
seguir la nomenclatura precedente como indica. Es una cuestión de
coherencia, no solo interna de esa obra, sino de toda la producción traducida
de Tolkien (¿cómo identificará el lector al referente si en cada obra tiene un
nombre distinto?).
Como puede constatarse, la editorial respondió a nuestras preguntas y se
mostró muy comunicativa, y además confirmaron su preocupación por
llevar a cabo una traducción coherente con respecto a la nomenclatura de la
obra de Tolkien. No obstante, quedaría por comprobar si, en la práctica, esta
nomenclatura resulta efectivamente coherente en todos los casos o si se
producen incoherencias entre unas obras y otras, debido a la intervención de
un gran número de traductores distintos.
Por último, con respecto a las publicaciones académicas sobre la
recepción de la obra de Tolkien o sobre las traducciones al español, se
observa, en general, una gran falta de atención en el ámbito académico.
Pueden citarse, no obstante, algunos estudios como el de Pujol Tubau (2005),
que analiza las traducciones de algunos nombres propios y juegos de
palabras de El Señor de los Anillos al español y el catalán, aunque carece de
un planteamiento metodológico sólido y se limita al contraste de ciertas
unidades escogidas sin un criterio particular. También pueden citarse los
artículos de Olivera Tovar-Espada en la revista El Trujamán del Instituto
Cervantes (2012-2013), si bien se trata de contribuciones de un carácter más
divulgativo que académico. Otros artículos publicados son «Comentario de
las traducciones de la Obra de J. R. R. Tolkien al castellano» de San José
Panorama actual de las traducciones y de la investigación académica en traducción sobre 125
Estudios Franco-Alemanes 11 (2019), 113-136
Villacorta (que se limita, como indica el título, a un comentario) o el artículo
«¿Por qué Bolsón y no Baggins? El señor de los anillos como ejemplo en la
didáctica de la traducción literaria» de Ortiz Jiménez (2015), que se aplica, no
obstante, al ámbito de la didáctica de la traducción
7
.
A pesar de la escasa investigación académica dedicada en español a la
traducción de la obra de Tolkien, pueden encontrarse numerosos foros,
asociaciones y blogs en los que aficionados y amantes de la obra del autor de
El Señor de los Anillos comentan las traducciones o realizan búsquedas
filológicas sobre la nomenclatura de Tolkien. Sin embargo, dado el carácter
divulgativo y amateur de este tipo de publicaciones, no las consideraremos
en el presente trabajo por no ajustarse a criterios metodológicos ni responder
a propósitos académicos o científicos.
En lo relativo a la recepción de la obra de Tolkien, puede citarse la tesis
doctoral de Margarita Carretero González (Fantasía, épica y utopía en The Lord
of the Rings. Análisis temático y de la recepción), defendida en la Universidad de
Granada en 1996, en la que lleva a cabo un estudio de recepción a partir de
la distribución de cuestionarios a un grupo de lectores.
En resumen, en el caso del español puede constatarse que, además de que
las traducciones aparecieran muy tarde con respecto a las obras originales, la
bibliografía académica sobre Tolkien, su traducción y recepción es
particularmente escasa en español, de ahí una de nuestras motivaciones al
abordar este estudio, dado que se trata de un autor relevante en la historia
literaria del siglo XX no solo por su impacto editorial y renovación del
género, sino por la importancia inusual que otorga a la filología en la
creación de su nomenclatura.
3. La traducción de Tolkien en Francia
En el caso de las traducciones al francés, la editorial que adquirió los
derechos de autor fue Christian Bourgois. Antes de eso, en 1969 (32 años
más tarde de su publicación original), la editorial Stock publicó la primera
traducción al francés de The Hobbit, realizada por Francis Ledoux y titulada
Bilbo le Hobbit, ou, Histoire d'un aller et retour.
7
En lo que a esta investigación se refiere, pueden citarse otras publicaciones fruto del interés
por la traducción de la obra de Tolkien y, de manera particular, sobre la traducción de su
nomenclatura (Moreno Paz, 2016, 2018a, 2018b, 2018b, 2018c, 2019a, 2019b, 2019c y 2020).
126 MARÍA DEL CARMEN MORENO PAZ
Estudios Franco-Alemanes 11 (2019), 113-136
En el año 1966, sin embargo, Christian Bourgois crea la editorial con su
nombre. Según cuenta el sitio web de la asociación francesa Tolkiendil, en
1969 Jacques Bergier habla a Christian Bourgois de algunos autores que
podrían publicarse en Francia, entre los que se encontraba Tolkien, y compra
los derechos de The Lord of the Rings sin haber leído la obra antes. Como
relata el propio Bourgois en una entrevista publicada en el volumen de
Vincent Ferré Tolkien, trente ans après, en 1970 compró los derechos para la
traducción de Le Seigneur des Anneaux y buscó al traductor Francis Ledoux,
que había realizado la traducción de The Hobbit, a quien confió también la
traducción del primer tomo de Le Seigneur des Anneaux. Reconoce que
publicó el libro de Tolkien sin haberlo leído, aunque no esperaba que fuera
tan importante para su editorial (Ferré, 2004: 38-39). De este modo, los
volúmenes de la trilogía aparecieron entre 1972 y 1973. Dos años más tarde,
en 1975, la editorial de Christian Bourgois publicó también Les Aventures de
Tom Bombadil (13 años más tarde que la publicación original), traducida por
Dashiell Hedayat y revisada en 2003 por Céline Leroy.
En 1977, tras la publicación de The Silmarillion por Allen & Unwin,
Christian Bourgois decide publicarlo también en francés. En la ya citada
entrevista al editor, este reconoce que, después del éxito de la publicación de
Le Seigneur des Anneaux, decidió que sería buena idea publicar también Le
Silmarillion, pero Francis Ledoux no quería traducir más a Tolkien. Entonces
contactó a Pierre Alien, uno de sus traductores habituales, que se ocupó de
la traducción de Le Silmarillion, aunque no era el tipo de literatura que le
gustaba traducir. De hecho, Bourgois confiesa que odiaba a Tolkien. Más
tarde, decidió publicar los Apéndices, pero Francis Ledoux se negó porque
dijo que eran de una dificultad considerable y que no veía el interés de
traducirlos para los lectores franceses, que finalmente fueron traducidos por
Tina Jolas en 1986. No obstante, Bourgois afirma que, al final, se arrepintió
de haberse hecho cargo del trabajo, ya que la traductora consideró el trabajo
demasiado difícil y no conocía particularmente la obra de Tolkien (Ferré,
2004: 41).
Fue también Tina Jolas la traductora de Contes et Légendes inachevés,
publicado en 1982, aunque la traductora se sumó a la opinión de Ledoux de
que era demasiado difícil traducir a Tolkien. En cuanto al breve poema
L’Album de Bilbo le Hobbit, fue traducido por Pierre de Laubier y publicado
en 1991.
Panorama actual de las traducciones y de la investigación académica en traducción sobre 127
Estudios Franco-Alemanes 11 (2019), 113-136
Tras la aparición de la adaptación cinematográfica de Peter Jackson de
The Lord of the Rings entre 2001 y 2003, Christian Bourgois decide llevar a
cabo nuevas traducciones de algunas de las obras, para lo que cuenta con un
equipo de nuevos traductores como Daniel Lauzon (encargado de retraducir
The Hobbit y The Lord of the Rings) y Céline Leroy (que revisa The Adventures
of Tom Bombadil), entre otros, y dirigido por el profesor universitario Vincent
Ferré.
A partir de la constitución de este nuevo equipo de traductores, las
traducciones de obras inéditas de Tolkien se suceden más rápido. En el o
2007, por ejemplo, la editorial Harper Collins publica The Children of Húrin,
que Christian Bourgois publica solo un año después traducida por Delphine
Martine.
Hay que esperar, no obstante, hasta 2012 para leer la nueva traducción de
Le Hobbit de Daniel Lauzon. En cuanto a Le Seigneur des Anneaux, la nueva
traducción aparece entre 2014 y 2016. Asimismo, en el año 2017 (mismo año
de la publicación original) se publica la obra narrativa Beren et Lúthien,
traducida por Adam Tolkien, Elen Riot y Daniel Lauzon. Un año después,
tras la publicación de The Fall of Gondolin, se publica también en francés
como La chute de Gondolin, traducida por Adam Tolkien, Tina Jolas y Daniel
Lauzon.
Como puede observarse, también en francés numerosos traductores
intervienen en la traducción de la obra de Tolkien, si bien, a partir de la
década de 2000, se forma un equipo dirigido por Vincent Ferré cuya
intención es homogeneizar y completar la traducción de su obra, lo que se
muestra, entre otras cosas, con la retraducción de The Hobbit y The Lord of the
Rings. El propio Ferré reconoce en uno de sus artículos que uno de los
objetivos de la nueva traducción de Daniel Lauzon es aportar coherencia y
cohesión a la obra completa de Tolkien, ya que en la anterior traducción de
Francis Ledoux se observaban incoherencias terminológicas en la traducción
de determinados nombres entre The Hobbit y The Lord of the Rings o incluso
dentro de una misma obra (Ferré, 2016: 156-170). Se constata, de nuevo, la
importancia de la nomenclatura en la obra de Tolkien que, al margen de los
intereses comerciales editoriales, empujan en Francia a un equipo de
traductores a realizar una nueva versión más homogénea.
Por otra parte, y a diferencia del español, en el ámbito académico francés
se ha dedicado más atención al estudio de la recepción de Tolkien en
128 MARÍA DEL CARMEN MORENO PAZ
Estudios Franco-Alemanes 11 (2019), 113-136
Francia. Puede citarse, una vez más, a Vincent Ferré, que ha trabajado esta
cuestión en numerosas obras. En su monografía Lire J. R. R. Tolkien, y en
relación con la recepción de Tolkien en Francia, Ferré (2014: 167-168)
sostiene que aún no se conoce con exactitud, aunque es posible examinar la
traducción de su obra más conocida, The Lord of the Rings, a partir de la
aparición de la traducción francesa en 1972-1973, que coincide con la muerte
del autor en 1973. De acuerdo con Ferré, la obra de Tolkien no fue realmente
conocida entre 1973 y 2001 en Francia, donde se percibía constantemente
como una novedad, sino que fue a partir de 2001 (con la aparición de la
versión cinematográfica) cuando aumenta la recepción de la obra, lo que
coincide con un nuevo proyecto de retraducción de Le Seigneur des Anneaux.
A propósito de la primera traducción en francés, Ferré (2014: 168-170)
señala que se trata de una obra publicada tarde, ya que The Hobbit (1937) no
se tradujo hasta 1969 por Francis Ledoux. Un año más tarde, la editorial
Christian Bourgois encarga la traducción de The Lord of the Rings a Francis
Ledoux (traductor de otros autores como Dickens, Defoe, Poe, Walpole o
Shakespeare), que publica los dos primeros volúmenes en 1972 y el tercero
en 1973.
Posteriormente, y para suplir el retraso en las publicaciones de Tolkien,
se publica en 1975 Les Aventures de Tom Bombadil, y tanto Le Silmarillion como
Contes et légendes inachevés se publican un año después de la versión original,
en 1982. Ferré (2014: 172) resalta la dificultad de la editorial Christian
Bourgois para encontrar traductores que desearan enfrentarse a los
problemas planteados por la obra de Tolkien. Al final, siete traductores
diferentes se hicieron cargo de la traducción de las diversas obras de Tolkien
entre 1972 y 1999 (Francis Ledoux, Dashiell Hedayat, Gérard-Georges
Lemaire, Pierre Alien, Tina Jolas, Adam Tolkien y Jacques Georgel), lo que
explica las diferencias en la traducción de determinados términos de un
volumen a otro. Además, Ferré (2014: 173) sostiene que, en 1999, la
traducción de toda la obra de Tolkien estaba aún incompleta, lo que sin
duda afectó a la imagen y recepción de Tolkien en Francia.
Por otro lado, Ferré (2014: 175-176) se refiere a la popularidad de Tolkien
en Francia como una notoriedad variable, puesto que al principio fue bien
recibido pero no llegó a imponerse. El autor indica que el interés manifiesto
por su obra en 1972-1973 no impidió que los medios de comunicación dieran
la impresión de descubrir un nuevo autor con la publicación de Le
Panorama actual de las traducciones y de la investigación académica en traducción sobre 129
Estudios Franco-Alemanes 11 (2019), 113-136
Silmarillion o de Contes et légendes inachevés o después de la celebración del
centenario de su nacimiento en 1992.
Sin embargo, como apunta Fer (2014: 185), el verdadero éxito y
popularidad de Tolkien en Francia llegaría con la adaptación
cinematográfica de Peter Jackson entre 2001 y 2003. Asimismo, Ferré (2014:
188) apunta que el desarrollo de Internet ha desempeñado un papel crucial
para la difusión de la obra de Tolkien, donde los aficionados de Tolkien (a
menudo eruditos o bien conocedores de su obra) podían poner en común
sus investigaciones o intereses y dar a conocer su obra.
En relación con las ventas de libros, Ferré (2014: 189) sostiene que, si bien
el fenómeno de redescubrimiento y popularización de Tolkien ante el
anuncio de la adaptación cinematográfica fue menos acusado en Francia que
en otros países (como Alemania), las ventas de libros muestran un interés
súbito por Le Seigneur des Anneaux, ya que solo en el año 2001 se vendieron
más libros que en los siete años precedentes (1994-2000) o en los veinte
primeros años (1972-1992).
Entre 2006 y 2008 se retoma el proyecto de Christian Bourgois de traducir
el compendio de L’Histoire de la Terre du Milieu por Daniel Lauzon,
interrumpido desde 1998. Ferré precisa que solo dos editoriales, Christian
Bourgois en Francia y Minotauro en España, han llevado a cabo la
traducción de los doce volúmenes (Ferré, 2014: 198-199).
Por otra parte, en 2012 Daniel Lauzon lleva a cabo una revisión y
publicación de una nueva traducción de The Hobbit. Según Ferré (2014: 202),
esta nueva traducción se realizó a partir de la edición inglesa, se corrigieron
las erratas de la traducción anterior y se intentaron respetar las
particularidades del texto, el juego de registros, la musicalidad de canciones
y poemas y la búsqueda de dinamismo para asemejarse a la versión inglesa.
Para ello, además, el traductor tuvo en cuenta el texto de Guide to the Names
que dejó Tolkien con las indicaciones para la traducción de su obra. En el
año 2014 (año de publicación del libro de Ferré), se publicó también el
primer volumen de la nueva traducción de Daniel Lauzon de Le Seigneur des
Anneaux (Ferré, 2014: 206-207).
Otro autor que estudia la recepción de Tolkien en Francia es Charles
Ridoux en su obra Tolkien: le Chant du Monde. Ridoux (2004: 263) recalca el
desfase temporal entre la publicación de las primeras obras originales de
Tolkien y sus traducciones al francés: hizo falta esperar treinta años para ver
130 MARÍA DEL CARMEN MORENO PAZ
Estudios Franco-Alemanes 11 (2019), 113-136
una versión francesa de The Hobbit y algo menos de veinte os para The
Lord of the Rings. Sin embargo, The Silmarillion y Unfinished Tales se
tradujeron poco después de los originales.
Por otra parte, el autor afirma que el estatus marginal al que se relegó
rápidamente a Tolkien, en la línea de fantasía heroica (considerada como un
género menor o de «paraliteratura») contribuyó sin duda a la falta de
cuidado y atención prestada a sus traducciones en francés, particularmente
de la mano de Francis Ledoux, que cometió numerosos errores y que en
algunos casos fue calificada como desastrosa (Ridoux, 2004: 282).
Además de los estudios sobre recepción, en el ámbito francófono pueden
encontrarse también contribuciones académicas que abordan los problemas
de traducción de la obra de Tolkien (además de las contribuciones de
aficionados en sitios web, blogs y foros que, como en el caso del español, no
trataremos por carecer de un propósito académico). Puede citarse un trabajo
en el que contribuyen Daniel Lauzon, Vincent Ferré y David Riggs, en el que
resaltan, con respecto a los problemas traducción que presenta la obra de
Tolkien al francés, que, si bien la influencia histórica de la lengua francesa en
el inglés es indiscutible, gran parte de la obra de Tolkien (topónimos,
antropónimos, palabras inventadas, etc.) proceden de la herencia germánica
del inglés, que el francés no comparte. Asimismo, señalan que el orden
cronológico en que la obra de Tolkien fue traducida al francés tuvo sin duda
influencia en la recepción del conjunto de su obra (Ferré et al., 2011: 46).
Recuerdan, además, que el público francés aún no conoce toda la obra de
Tolkien, ya que quedan obras sin publicar. Aún hoy, The Silmarillion ha sido
mucho menos leído que The Lord of the Rings, que además se publicó durante
quince años sin los apéndices, que se tradujeron por primera vez por Tina
Jolas en 1986 (Ferré et al, 2011: 48). Por otro lado, los autores manifiestan que
Ledoux, el primer traductor francés de la obra de Tolkien, estudió y conocía
«Guide to the Names in The Lord of the Rings», con las indicaciones de
Tolkien sobre la traducción de su obra, y que trade basarse en ellas en su
mayor parte (Ferré et al., 2011: 54).
Conclusiones
Por lo que respecta a la traducción de la obra de Tolkien, observamos que
tanto en España como en Francia (y a excepción de las tres últimas obras
publicadas), las traducciones se produjeron en general tardíamente y
Panorama actual de las traducciones y de la investigación académica en traducción sobre 131
Estudios Franco-Alemanes 11 (2019), 113-136
muchos os después de la publicación original. No contaban, además, con
todo el material del que se dispone hoy gracias a la publicación de los doce
volúmenes de The History of Middle-earth (solo traducidos por completo, por
otra parte, en español y en francés) aunque se presume que tuvieron acceso
a la guía de traducción que elaboró Tolkien. Asimismo, tanto en el caso del
español como de la mayor parte de las traducciones al francés (salvo
aquellas más recientes que forman parte del proyecto de traducción y
homogeneización de la obra completa de Tolkien), las traducciones se
realizaron por traductores diferentes, que no solo llegaban (como en el caso
de Matilde Horne o de Pierre Alien) a detestar a Tolkien, sino que en otros
casos ni siquiera eran traductores profesionales (véase el caso de Las
aventuras de Tom Bombadil en español). Este hecho puede deberse, en efecto, a
la consideración de la obra de Tolkien dentro de un género menor o de
«paraliteratura» (a pesar de tratarse de la obra de un académico de Oxford
con un indiscutible trasfondo filológico), si bien no puede obviarse la
realidad de que se trata de un autor de reconocida fama y éxito editorial en
todo el mundo, lo que no deja de contrastar con el panorama actual de sus
traducciones al español. En francés, sin embargo, el proyecto de
retraducción encabezado por Vincent Ferré muestra el deseo de
homogeneizar y otorgar mayor coherencia y un estatus más elevado a la
obra del autor inglés, mediante las traducciones realizadas por distintas
personas pero trabajando en el mismo equipo bajo la supervisión del
profesor Vincent Ferré.
Convendría reflexionar, en este sentido, si no sería también necesaria (o,
al menos, deseable) una retraducción de la obra al español. Conviene tener
en cuenta además la postura de Allan Turner (2011: 4-5) que, con respecto a
la retraducción de las obras, y basándose en un modelo hermenéutico de
Steiner (1998), plantea que si la traducción se vende bien e incluso se hace
conocida, la crítica general la acepta como buena y la antigua traducción se
percibe como inadecuada. Sin embargo, si la antigua traducción sigue siendo
popular durante mucho tiempo, es posible que se perciba como obsoleta y se
necesite una nueva traducción. También es posible que la antigua traducción
esté tan asentada que tenga un estatus canónico e incluso normativo, por lo
que la nueva traducción se enfrentaría a una gran resistencia a pesar de su
calidad o adecuación. A este respecto, el autor recuerda que la traducción
tiene lugar en un punto concreto del tiempo y propone una solución
132 MARÍA DEL CARMEN MORENO PAZ
Estudios Franco-Alemanes 11 (2019), 113-136
provisional, por lo que no puede hablarse de una traducción perfecta o
definitiva. Así pues, la tarea del traductor es presentar el texto de un modo
que sea accesible y aceptable para el lector meta en el momento y lugar en el
que se publica. Si el público rechaza la traducción, entonces el traductor
habrá fallado tanto al lector meta como al autor, de ahí la comparación de la
figura del traductor con la de un mediador.
En este sentido, cabría plantearse la posibilidad de retraducir la obra de
Tolkien y aportar una nueva versión homogénea de sus obras, bien llevada a
cabo por un único traductor o, como en Francia, por un equipo de
traductores que colaboren conjuntamente y que sigan pautas similares para
contribuir a otorgarle a Tolkien el lugar adecuado en la historia literaria y
dejar de relegarlo al ámbito de la «paraliteratura» con traducciones dispares.
Por otro lado, en cuanto a la investigación académica sobre la traducción
de Tolkien, podemos comprobar que, si bien en Francia existe una voluntad
de homogeneizar la obra de Tolkien y rescatar al autor del ámbito de la
«paraliteratura» gracias a estudios académicos que pongan énfasis en los
problemas de traducción de su obra y en su idiosincrasia lingüística, en
España aún no se ha llegado a esta fase y apenas existen estudios
académicos que contemplen la obra del autor desde una perspectiva
analítica rigurosa. En este sentido, parece haber una relación entre el énfasis
académico en rescatar la figura de Tolkien y tratar el tema de su recepción
en Francia y el proyecto de retraducción, mientras que en España la falta de
investigación académica lleva aparejada la falta de un proyecto de
retraducción como en el país francófono.
El proyecto de Vincent Ferré, además de homogeneizar la obra de
Tolkien y elevar la consideración de la figura de Tolkien en el ámbito
francófono a través de la investigación académica, ha sabido también llegar
al público general con un acontecimiento reciente insólito: la celebración de
la primera exposición sobre Tolkien Tolkien: voyage en Terre du Milieu, que
tuvo lugar en la Bibliothèque Nationale de France (París) del 22 de octubre
de 2019 al 16 de febrero de 2020, en la que se mostraron manuscritos y obras
originales del autor y se explicó el proceso de creación de su obra. La
exposición, que resultó ser todo un éxito con 135 068 visitantes según Le
Figaro (2020), fue además la exposición más visitada en la historia de la BnF.
En Francia, por tanto, no solo se produce un proyecto de
homogeneización y traducción de la obra de Tolkien, sino que este va
Panorama actual de las traducciones y de la investigación académica en traducción sobre 133
Estudios Franco-Alemanes 11 (2019), 113-136
asociado a su vez a un mayor interés académico y a la celebración de la
primera exposición en el mundo sobre el autor. Con estas cifras y resultados,
cabría plantearse, por tanto, la necesidad o voluntad de llevar a cabo un
proyecto similar en España, que pusiera finalmente de relieve la importancia
de Tolkien en la literatura fantástica y lo sacara por fin de su estatus de
literatura menor o infantil en nuestro país.
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