ISSN: 2171-6633
Estudios Franco-Alemanes 13 (2021), 187-212
LA ELECCIÓN DEL CABALLO: DOS EJEMPLOS DE UN
RELATO TRADICIONAL GERMÁNICO
RAFAEL ZAMORA GONZÁLEZ
Universidad de Sevilla
rafaelzamoragonzalez99@gmail.com
Fecha de recepción: 29.10.2021
Fecha de revisión: 05.11.2021
Fecha de aceptación: 15.11.2021
En memoria de Eva Parra Membrives, a quien
mi admiración y cariño nunca podré dejar de profesar1
Resumen: en el presente estudio se pone en valor, por primera vez, el episodio de la
Vǫlsunga Saga que narra cómo Sigurðr encuentra a su caballo Grani. Ello ha sido
gracias al hallazgo de un texto con el que parece compartir estructura y un origen
común, presente en la Crónica de Castilla, Ambas obras pertenecen al siglo XIII pero
su principal diferencia radica en que fueron redactadas en lugares tan alejados como
para no poder explicar una transmisión directa: Islandia y España. De esta forma, en
las siguientes páginas se tratará de fundamentar su parentesco genético, así como
tratar de arrojar algo de luz sobre el origen y la evolución de los relatos.
Palabras clave: volsunga, sigurdr, grani, el cid, babieca, pueblos germánicos,
literatura germánica
The choice of the horse: two examples of a traditional
Germanic tale
Abstract: In this study we highlight, for the first time, the episode of the Vǫlsunga
Saga that narrates how Sigurðr finds his horse Grani. This is thanks to the discovery
of a text with which it seems to share structure and a common origin, present in the
Chronicle of Castile. Both works belong to the 13th century, but their main difference
lies in the fact that they were written in places so far apart as to be unable to explain
a direct transmission: Iceland and Spain. Thus, in the following pages we will try to
1 Esta dedicatoria ha sido incluida, a petición del autor del trabajo, después de que éste fuera
publicado, por el repentino fallecimiento de quien inspirara su amor por la literatura medieval.
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substantiate their genetic kinship, as well as try to shed some light on the origin and
evolution of the stories.
Key words: volsunga, sigurdr, grani, el cid, babieca, germanic peoples, germanic
literatura.
Sumario: 1. Introducción, 2. El episodio de Sigurðr y Grani, 2.1. Estructura del
episodio, 3. El episodio del Cid y Babieca, 3.1. Estructura del episodio, 4.
Comparación de los esquemas obtenidos, 4.1. Coincidencias, 4.2. Diferencias, 4.3.
Valoración de los resultados, 5. Examen de las fuentes, 5.1. Las fuentes de la Vǫlsunga
Saga, 5.2. Las fuentes de la Crónica de Castilla, 5.3. Conclusión en base al estudio de las
fuentes, 6. Particularidades y generalidades de ambas versiones, 6.1. La doble
naturaleza del episodio de la Crónica de Castilla, 6.2. La versión de la Vǫlsunga Saga:
elementos nórdicos y elementos originales, 7. Sobre la génesis y evolución del relato
hasta los textos, 8. Conclusión
1. Introducción
Dentro del género de las sagas islandesas, cultivado desde finales del
siglo XII exclusivamente en Islandia (Clunies Ross, 2010, p. 37), el subgénero
de las fornaldarsögur o sagas de los tiempos antiguos es de gran interés para
el estudio de relatos tradicionales germánicos. En ellas, sus anónimos
compositores se hacen eco de sucesos anteriores o muy lejanos en el tiempo
a la colonización de Islandia ocurridos en el norte europeo en base a la
memoria oral que pervivía de los mismos (cf. de Vries, 1999, p. 463). Es en
este grupo donde se encuentra la Vǫlsunga Saga o Saga de los Volsungos,
compuesta en la segunda mitad del siglo XIII, que ha gozado de una
consideración especial debido a que narra una versión más completa de la
vida del héroe protagonista de la primera mitad del Nibelungenlied alemán:
Siegfried, llamado Sigurðr en el texto islandés.
En el presente estudio, se prestará atención al episodio de la Vǫlsunga
Saga que concierne a cómo Sigurðr encuentra y da nombre a su famoso
caballo Grani, en el capítulo XIII de la obra. Este episodio parece haber
pasado desapercibido entre los especialistas y expertos en la materia2, quizá
por hallarse incrustado entre la descripción de las primeras mocedades de
2 La referencia más cercana al episodio que hemos podido encontrar aparece en el diccionario
de mitología nórdica de Andy Orchard, donde, bajo la entrada Busiltjörn, se da cuenta del relato
en cuestión (Orchard, 1997, p. 29).
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Sigurðr y el comienzo de la historia de los antepasados de Reginn, o por no
haberse hallado ningún relato semejante con el que compararlo, pareciendo,
por lo tanto, carente de importancia. Sin embargo, nosotros, habiendo
salvado el segundo obstáculo tras hallar un relato semejante en el capítulo
segundo de la Crónica de Castilla, compuesta a finales del siglo XIII, donde el
Cid y su caballo Babieca son los protagonistas, decidimos traer al debate
científico este episodio, dado que, sin lugar a dudas, las semejanzas que más
adelante se tratarán pueden servir para establecer una relación de
parentesco entre ambos fragmentos.
Con mayor o menor fortuna en nuestro resultado, trataremos de
fundamentar la conexión entre las dos narraciones en la medida de lo
posible, teniendo siempre en cuenta las dificultades a las que se enfrenta
todo aquél dispuesto a demostrar la relación entre dos obras tan alejadas
geográficamente y sin disponer de más ejemplos que los existentes. Para
ello, resumiremos el episodio de la saga, que después descompondremos de
forma que podamos encontrar una estructura base con la intención de
compararlo, más adelante, con la historia del Cid y Babieca, cuyo fragmento
sufrirá el mismo proceso. Será en entonces cuando se cotejarán ambos
esquemas, comentando cada semejanza y diferencia. Tras esto, se tratará de
argumentar las coincidencias encontradas mediante hipótesis que intenten
explicar el origen y la evolución de lo que llamaremos Relato Primitivo. Por
último, el estudio quedará cerrado por una conclusión.
2. El episodio de Sigurðr y Grani
Como se ha dicho, el relato objeto de este estudio aparece en el capítulo
XIII de la Saga: páginas 21-24 de la edición de Finch (1965); 122-125 en la de
Grimstad (2005); 70-72 en la de Riutort & de la Nuez (2017). En él se nos
habla de los primeros años de Sigurðr, nacido en la corte del rey Hjalprek de
Dinamarca después de que éste rescatara a la madre del héroe, Hjordis, que
sobrevivió a la guerra que devastó Hunaland y en la que murió Sigmundr, el
padre de Sigurðr.
En su primera aparición en la saga, se nos cuenta que Sigurðr tenía un
fóstri, o padre adoptivo, llamado Reginn, el enano que le forjará su famosa
espada más adelante. Este padre adoptivo era una figura recurrente dentro
de las sagas de los tiempos antiguos, cuyo principal cometido era el de criar
al hijo de una familia noble (Riutort & de la Nuez, 2017, p. 70, n. 114). De
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este padre adoptivo, Sigurðr aprende las íþróttir, las habilidades que, por
excelencia, tenían los héroes antiguos de las sagas islandesas y eran propias
de los hombres de alta alcurnia, como natación, jugar al tafl, tirar con arco,
luchar, conocer las runas, etc. (Ibáñez Lluch, 2016, p. 119, n. 59).
Tras hablarnos de sus cualidades, Reginn aparece insistiendo a Sigurðr
para que tome conciencia de su alto estatus. De su diálogo se desprende que
Sigurðr trabaja como mozo de cuadras (hestasveinn) de los reyes, y Reginn,
que lo considera impropio de un hijo de reyes, le exhorta a pedir un caballo
a Hjalprek. Cuando Sigurðr obtiene el permiso del rey, se dirige al bosque,
donde se encontraban los caballos. En su camino halla al dios Óðinn,
disfrazado de viejo barbiluengo, al que pide consejo para elegir un caballo.
El viejo dios le aconseja dirigir los caballos al río Busiltjǫrn, que todos los
caballos, excepto uno, consiguen atravesar. Ese último caballo es atrapado
por Sigurðr, y es descrito como «gris, joven y grande que despertaba las
mayores expectativas» (Riutort & de la Nuez, 2017, p. 70). Óðinn le desvela
que ese caballo es descendiente de Sleipnir, su propio corcel de ocho patas.
Sigurðr decide llamar al caballo Grani y, por último, se cuenta que aquel se
convirtió en el caballo más famoso.
2.1. Estructura del episodio
Como hemos visto, la narración presenta una estructura muy simple a
través de la que se recorre la crianza del joven y sus relaciones con su padre
adoptivo, sus conversaciones con el rey y con Óðinn, y la obtención, al fin,
de su preciado corcel. A continuación, descompondremos el relato teniendo
en cuenta el orden en que se presentan las descripciones y la acción, para
obtener como resultado un esquema que nos ayude a comparar el fragmento
con el de la Crónica de Castilla:
1. Se habla de su padre adoptivo, Reginn, que le enseña las
habilidades propias de la nobleza.
2. Su padre adoptivo le insta a conseguir un caballo.
3. Sigurðr va a pedir un caballo al rey Hjalprek, el cual le concede
lo que desea.
4. Sigurðr se dirige al bosque, donde se topa con Óðinn
caracterizado como un viejo barbudo.
5. Sigurðr pide consejo al viejo para elegir un caballo y éste le dice
que lleven todos los caballos a un río.
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6. Todos los caballos cruzan el río menos uno.
7. Sigurðr captura al caballo.
8. El caballo es descrito positivamente.
9. Óðinn le desvela el alto valor mágico del animal.
10. Sigurðr nombra al caballo Grani.
11. Por último, se hace uso de la prolepsis para adelantar que el
caballo se convertirá en el más famoso.
3. El episodio del Cid y Babieca
El relato de cómo el Cid se hace con Babieca se narra al comienzo de la
Crónica de Castilla, más concretamente, en el capítulo que sigue a la segunda
letra historiada la obra: páginas 65-67 en la edición que manejamos
(Rochwert-Zuili, 2010).
El capítulo se divide en tres partes bien delimitadas. En la primera de
ellas se nos habla de la genealogía del Cid, donde se nos introduce al
personaje para, en la segunda parte, contar su historia con Babieca. En la
última parte, se nos habla de la primera victoria del Cid sobre los sarracenos
y la liberación de los cautivos que hizo.
Si nos centramos en la parte que nos interesa, vamos como al comienzo
del relato se nos habla del padrino del Cid, un clérigo llamado don Peyre de
Pingos o don Pere de Pringos, según el manuscrito G (Rochwert-Zuili, 2010,
p. 66, n. 9). Se dice, entonces, que el Cid quiso pedirle un potro de las yeguas
que el clérigo tenía. Su padrino se lo permitió y condujo al Cid entre
«muchas buenas yeguas con muchos buenos potros» para pedirle que
escogiera el que más le gustase. El Cid entró en el corral y dejó salir a todos
los animales hasta que, cuando vio al último potro, que era «feo e sarnoso»,
decidió quedarse con él. Su padrino, enfadado con la decisión del ahijado, le
dijo «¡Bauieca mal e esto quisistes!», de donde el Cid tomó el nombre del
animal después de decir que aquél sería muy buen caballo. Por último, el
relato termina afirmando que aquél fue muy buen caballo y que el Cid logró
grandes victorias con él.
3.1. Estructura del episodio
Procederemos, a continuación, de la misma manera que con el episodio de Sigurðr
y Grani:
1. Se habla de su padrino, don Peyre de Pingos/Pere de Pringos.
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2. El Cid le pide un potro a su padre adoptivo, el cual le concede
lo que desea.
3. Todos los potros y yeguas salen del corral excepto un potro.
4. El potro es descrito negativamente.
5. El Cid escoge ese potro.
6. El padrino le anuncia que ha escogido mal.
7. El Cid lo contradice, asegurándole que será muy buen caballo.
8. El Cid da el nombre de Babieca al caballo.
9. Una prolepsis adelanta las hazañas y la gloria que obtendrán
caballo y jinete juntos.
4. Comparación de los esquemas obtenidos
4.1. Coincidencias
Una vez esquematizada la acción de ambos relatos, encontramos varios
puntos en común, así como ciertas diferencias.
Centrándonos, en primer lugar, en las coincidencias, tenemos que, al
comienzo de ambas narraciones, se habla de una figura tutelar que es común
a ambos héroes. Tanto el fóstri como el padrino, son dos elementos bien
equiparables entre las dos culturas: ambos se encargan, en cierta manera, de
la crianza del ahijado, con quien no comparten, necesariamente, lazos de
sangre. Podemos definir esta parte del relato como Presentación del padrino.
En segundo lugar, encontramos que también son los héroes quienes
van, activamente, a pedir el caballo. A pesar de que, como veremos, ni la
motivación ni el responsable de satisfacer los deseos de los personajes
coincidan, partir de que son los mismos protagonistas quienes efectúan la
petición nos invita a denominar esta escena como Petición del caballo por el
héroe, que se resuelve, en ambos casos, con la Concesión del caballo.
Más adelante, la parte del Proceso de selección del caballo es el siguiente
punto en común entre las dos narraciones. Ambos protagonistas son los
responsables de que el grupo de caballos donde tienen que elegir el suyo
lleve a cabo una acción en particular, que consiste en recorrer un espacio
determinado: pasar un río, en el caso de Sigurðr, que, aunque aconsejado
por Óðinn, es él quien decide en última instancia; y salir del corral, en el caso
del Cid, que sólo sigue su propia voluntad.
En este momento, tenemos que aclarar que, mientras que los dos puntos
siguientes aparecen en ambos relatos, el orden está invertido. De esta
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manera, en ambas narraciones se procede a describir a un caballo que
permanece en la retaguardia del grupo, lo que, salvando las discrepancias
entre las cualidades de los dos animales, presenta una coincidencia
estructural que denominaremos Descripción del caballo. No obstante, la
Descripción del caballo aparece justo después del Proceso de selección sólo en el
relato de la Crónica, mientras que la Saga salta al siguiente punto, que ahora
trataremos, antes de pasar a describir al caballo.
El siguiente punto en común es el que llamaremos Elección según el
criterio del último lugar. Como hemos dicho, en la narración del Cid esta parte
aparece después de la Descripción del caballo, pero no es así en la saga
islandesa, donde, después de que Sigurðr atrape al último caballo es cuando
se procede a su descripción. Salvando esta diferencia, que comentaremos
también más adelante, es evidente que ambos héroes tienen la misma idea
de escoger al último caballo del grupo.
Tras esto, volvemos a tener una coincidencia estructural cuando un
personaje y no el narrador (Óðinn en el caso de la saga, el mismo Cid en el
caso de la crónica) es quien sabe ver las cualidades ocultas del caballo,
aspecto que llamaremos Augurios internos.
Es entonces cuando se cuenta que el héroe asigna un nombre al animal,
en la parte que podemos llamar El héroe nombra al caballo.
Por último, el narrador del relato augura un glorioso futuro al caballo,
punto que, en contraposición con los Augurios internos que partían de uno de
los personajes de la historia, será denominado Augurios externos.
4.2. Diferencias
Pasaremos ahora, a mostrar las diferencias existentes entre ambas
narraciones.
En primer lugar, la saga muestra una faceta del padre adoptivo que la
crónica alude, mediante la que Reginn logra identificarse como un trickster,
personaje arquetípico en cuentos populares y algunos mitos caracterizado,
entre otras cosas, por poseer un saber oculto y una astucia que le son
característicos y le dotan de un valor especial (cf. Koepping, 1985). Esta es la
primera ocasión en la saga, y no la última, en la que Reginn hace uso de
artimañas con las que pretende, en última instancia, acabar con su hermano
Fafnir. Para ello, Reginn recurre a una persuasión ponzoñosa con la que
parece incitar a Sigurðr no sólo a hacerse con la riqueza que le corresponde
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por su posición social y a demandar un caballo al rey Hjalprek, sino que
también intenta enemistarle con los reyes, como podemos ver en las
valoraciones que de ellos hace cuando interactúa con Sigurðr. Encontramos,
pues, que Reginn presenta ya algunas diferencias con su análogo en la
crónica castellana: el clérigo don Peyre de Pingos no muestra la misma
actitud que Reginn, tan típica del trickster.
Cuando, más adelante, llegamos al punto previamente denominado
Petición del caballo, encontramos que Sigurðr tiene que pedirlo al rey y no a
su padrino, como ocurría en el relato del Cid. La figura del Dador de
caballos es, como vemos, diferente también en ambas obras.
Encontramos otra diferencia en el momento previo al Proceso de
selección. En la saga se nos cuenta que Sigurðr se encuentra con un viejo
barbudo, que más adelante se identifica con Óðinn, cosa que tampoco
encontramos en la Crónica de Castilla. La figura de Óðinn representaría el
personaje arquetípico del viejo sabio, una figura muy extendida en cuentos de
todo el mundo que, tras toparse con el héroe en medio de una tarea o
misión, le ayuda a culminarla (De Rose, 2005, pp. 342-345). En el caso de la
saga, es Óðinn quien aconsejará a Sigurðr a emplear el mencionado Proceso
de selección que, como ya hemos apuntado antes, el héroe acepta
implícitamente.
A partir de este Encuentro con el viejo sabio, las diferencias que
encontramos son menos evidentes, por lo que tendremos que entrar más en
detalle para dar con ellas. En el Proceso de selección, los caballos de la Saga son
llevados a cruzar un río, mientras que la Crónica se prefiere concreta el lugar
del que salen los animales, diciéndose que se encuentran en un corral del
que el Cid los deja salir. Otra diferencia que podemos mencionar es la del
tipo de animales a los que las obras hacen referencia: en la Saga se emplea el
sustantivo neutro hross, «caballo» (Finch, 1965, p. 24; Grimstad, 2005, p. 124,
en acusativo plural definido hrossin), en la Crónica se habla de potros y yeguas
(Rochwert-Zuili, 2010, p. 66).
Como ya se ha comentado en el apartado anterior, los textos presentan
aquí una diferencia en el orden de los puntos siguientes: la Saga plantea
primero la Elección según el criterio del último caballo para después seguir con
la Descripción del caballo, mientras que en la Crónica estos puntos aparecen
invertidos. Más alde esta inversión, la única diferencia que encontramos
aparece en el momento de describir los caballos que quedan en la
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retaguardia del grupo. Por una parte, Grani es descrito como un caballo con
cualidades positivas («joven y grande que despertaba las mayores
expectativas»), y Babieca no pasa de ser «un potro feo e sarnoso». Esta
diferencia será comentada más adelante.
La siguiente diferencia aparece en el punto de Augurios internos. En la
Saga, la figura del viejo sabio, esto es, Óðinn, es el encargado de anunciar el
buen futuro del caballo que, además, presenta una ascendencia mítica. En la
narración castellana, sin embargo, encontramos un punto inmediatamente
antes de esta parte, en la que el padrino critica la elección de su ahijado al
considerar que el caballo que ha elegido carece de valor. Este Reproche del
dador justifica, sin embargo, el contenido de los dos puntos siguientes: los
Augurios internos, que tienen que venir, debido a la ausencia de más
personajes, por parte del joven Cid; y el nombre del caballo, en el siguiente
punto a tratar, en el que El héroe da nombre al caballo.
Es a la hora de denominar al animal donde aparece la última diferencia.
Sigurðr llama Grani a su caballo, mientras que el Cid, inspirado por el
insulto que le profiere su padrino, «babieca», esto es, «bobo» (Real Academia
Española, s.f., definición 1), decide llamar Babieca al potro. Como más
adelante se verá, el nombre de los caballos será un punto clave a la hora de
determinar la evolución de la leyenda en suelo ibérico.
4.3. Valoración de los resultados
Llegados a este punto, procederemos a valorar las coincidencias y
diferencias obtenidas basándonos en mo afectan a cada uno de los dos
relatos.
En primer lugar, hemos de tener en cuenta que los relatos coinciden en
la mayoría de los puntos estructurales, de manera que, salvando las
diferencias que caracterizan a cada narración (los diferentes nombres de los
personajes, la presencia del trickster, el rey como Dador del caballo, el
Encuentro con el viejo sabio, las distintas Descripciones del caballo, la inversión
de los puntos de Elección según el criterio del último caballo y de Descripción del
caballo, y los Reproches del padrino), las historias demuestran una analogía
más que evidente en su desarrollo y trama.
En la siguiente tabla, se mostrarán las diferencias y coincidencias
anteriormente señaladas:
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Puntos estructurales
Crónica de
Castilla
Vǫlsunga Saga
1.
Presentación del padrino
X
X
2.
Padrino incita al héroe
(trickster)
-
X
3.
Petición del caballo por el
héroe
X
X
4.
Concesión del caballo
X (Peyre)
X (Hjalprek)
5.
Encuentro con viejo sabio
-
X
6.
Proceso de selección
X
X
7./8.
Elección según el criterio
del último caballo
X
X
8./7.
Descripción del caballo
X (Negativa)
X (Positiva)
9.
Reproches del padrino
X
-
10.
Augurios internos
X (El Cid)
X (Óðinn)
11.
El héroe da nombre al
caballo
X (Babieca)
X (Grani)
12.
Augurios externos
X
X
Una vez representados gráficamente los puntos en consonancia y
discordancia de las historias, llegamos a las siguientes conclusiones:
- Las principales diferencias que observamos entre los relatos son
cualitativas, es decir, se basan tanto en la divergencia a la hora de asignar
cada uno de los personajes de las respectivas versiones al rol que la
estructura tiene determinado (el héroe = el Cid/Sigurðr, el padrino = Peyre
de Pingos/Reginn, el dador del caballo = Peyre de Pingos/Hjalprek,
augurador interno = el Cid/Óðinn, el nombre del caballo = Babieca/Grani),
así como en las valoraciones de los corceles.
- La comparativa presenta un número tan escaso de diferencias
relativas a la presencia y ausencia de puntos estructurales que hace posible,
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como hemos dicho, evidenciar una analogía estructural entre los relatos. En
total, son tres puntos concretos de la estructura donde hallamos estas
divergencias, de los que dos pertenecen exclusivamente al relato de la Saga
(puntos 2 y 5), y sólo uno, al de la Crónica (punto 9). Además, la alternancia
del orden entre los puntos 7 y 8 no es significativa para la trama.
- El alto número de coincidencias estructurales, frente a las diferencias
cualitativas (de menor importancia por no alterar significativamente las
tramas), hace imposible sugerir una coincidencia casual entre ambos relatos,
por lo que parece evidente una relación de parentesco entre las narraciones.
Una vez presentadas nuestras conclusiones, nos parece oportuno tratar
de encontrar una explicación lo más satisfactoria posible a la existencia de
una estructura narrativa tan sumamente parecida en dos muestras literarias
tan lejanas geográficamente. Para ello, en primer lugar, procederemos a
examinar las fuentes de la Vǫlsunga Saga por ser, de las dos obras, la que
presenta la ruta de transmisión de tradiciones más estudiada y clara. A
continuación, haremos lo propio con la Crónica de Castilla, de más limitado
alcance en el estudio de sus fuentes, para tratar de encontrar un punto en
común en el origen de ambos relatos. En caso de no encontrarlo,
formularemos una hipótesis que trate de resolver la cuestión.
5. Examen de las fuentes
5.1. Las fuentes de la Vǫlsunga Saga
A pesar de que el manuscrito más antiguo en el que se recoge la saga
data de entorno al año 1400 (Grimstad, 2005, p. 68), la fecha de su
composición se estima en torno al 1270, como afirma Finch (1965, p. XXXVI).
Su anónimo autor se basó en poemas preexistentes de la Edda conservados
en el Codex Regius que trataban sobre el Sigurðr (de Vries, 1999, p. 470),
completando su narración con material poético que no había trascendido al
manuscrito (cf. Martín Páez, 2020, p. 215, n. 2).
No obstante, debido a que el episodio que tratamos se encuadra en un
momento muy determinado de la vida del héroe, su juventud, es preciso que
nos centremos en aquellos poemas que, exclusivamente, tratan los primeros
años de Sigurðr. Siguiendo a Acker (2013, p. 28), a parte del fragmento en
prosa llamado Frá dauða Sinfjötla, los poemas en los que encontramos algún
rastro sobre la juventud de Sigurðr son clásicamente distinguidos por los
editores como Grípisspá, Reginsmál, Fáfnismál y el fragmentado Sigrdrífumál.
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Sin embargo, la necesidad nos hace acotar todavía más nuestro campo
de búsqueda, pues no encontramos alusiones a los primeros años del héroe
sino en el final del Frá dauða Sinfjötla y el comienzo del Reginsmál. En estos
textos se nos habla muy brevemente de la crianza de Sigurðr en la corte de
Hjalprek y se hace una mención expresa, aunque bastante escueta, a cómo el
héroe encuentra su caballo en la primera frase de la introducción en prosa
del Reginsmál: «Sigurðr fue a la caballada de Hjalprek y se eligió un caballo,
al que después se llamó Grani» (cf. ed. de Lerate, 2015, p. 241).
No hallamos más acerca del episodio que nos interesa para este estudio
en estas obras que, sobre su fecha de composición, de Vries se manifiesta a
favor de datar como no más antiguas que del siglo XI (1999, pp. 297-299).
Esto, sin embargo, nos puede llevar a pensar que la fuente de la Vǫlsunga
Saga no fueran estos poemas para la narración que nos ocupa. Ante la
ausencia de una prueba que atestigüe la existencia de material escrito
referente a cómo Sigurðr encuentra a Grani en los mismos rminos que la
Saga, y desechando la posibilidad de que su autor se lo inventase, visto su
parentesco con otra muestra literaria prácticamente contemporánea como es
la Crónica de Castilla, debemos suponer que nuestro relato vivía, al menos
hasta antes del siglo XIII, de forma oral. Además, podemos decir que, quizá,
el hecho de que el Reginsmál haga una referencia tan escueta sobre el
episodio podría tener que ver con la extendida fama del relato: el autor del
Reginsmál pudo pensar que, por ser conocido por todos, no sería necesario
dar cuenta de toda la narración.
Estas conjeturas, sin embargo, no pueden afirmarse científicamente de
ninguna manera. No obstante, Aðalheiður Guðmundsdóttir explica,
tomando como base documentación literaria y pictórica de épocas más
antiguas, que las leyendas sobre las que se compone la Saga fueron
originadas en un periodo especialmente tumultuoso para los pueblos
germánicos: la comúnmente llamada Época de las Migraciones o de las
Invasiones, entre los siglos IV y VI (cf. Guðmundsdóttir, 2012, p. 63). La
profesora islandesa argumenta, además, que la figura de Sigurðr bien pudo
estar basada, originalmente, en el rey merovingio Sigiberto I (535-575), pero
que recibió influencias de diversos orígenes a lo largo de los siglos hasta
conformar al personaje que ha llegado hasta nosotros (Guðmundsdóttir,
2012, p. 65). En dirección al Reino de los Francos también apunta la figura
del rey Hjalprek, que aparece tanto en la Vǫlsunga Saga como en el Frá dauða
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Sinfjötla y el Reginsmál. Como señala Neidorf (2019, p. 8), la etimología de su
nombre y el hecho de que aparezca como rey de Francia en el Nornagests
þáttr lo relacionan estrechamente con el rey franco Chilperico I (539-584),
medio hermano del ya mencionado Sigiberto I.
Sin poder sacar nada más en claro sobre este asunto, pasaremos ahora a
comentar las fuentes de la Crónica de Castilla centrándonos en la parte del
Cid y Babieca.
5.2. Las fuentes de la Crónica de Castilla
Como antes se ha aclarado, esta parte de nuestro trabajo se centra en la
fuente más antigua sobre el episodio de Babieca, que se halla en la Crónica de
Castilla, compuesta a finales del siglo XIII. Sin entrar mucho en detalle y
evitando, así, naufragar en los ríos de tinta que sobre la Crónica han corrido,
me limitaré a dejar claro, brevemente, lo que se conoce sobre las fuentes que
ésta debió tener en la parte que nos interesa de la misma.
Como señalan Alvar & Lucía (2002, p. 286), la Crónica de Castilla se
compuso a partir de la llamada Versión Primitiva de la Estoria de España, texto
alfonsí de la segunda mitad del siglo XIII. La importancia de la obra reside,
en buena medida, en los varios cantares perdidos que contiene prosificados,
entre ellos, el de las Mocedades de Rodrigo (de la Campa, 2010, p. 487), donde
se encuentra el episodio objeto de este estudio.
Sobre el origen de este cantar perdido, Montaner (que se refiere a él
como el Rodrigo) indica que debió gestarse a finales del siglo XIII tomando
como base, posiblemente, episodios preexistentes que carecían de cohesión
hasta su incorporación en el cantar (cf. Montaner, 1988, p. 434). Catalán va
más allá en su explicación del origen del cantar al hablar de la motivación de
la génesis del mismo. En su estudio sobre la Crónica de Castilla (2000), el
catedrático manifiesta su coincidencia de opiniones con Menéndez Pidal,
clasificando el supuesto cantar como perteneciente a lo que denominaba
«epopeya de la decadencia»: composiciones tardías sobre las mocedades de
los héroes que nacen para contestar las preguntas que los oyentes de los
juglares tenían sobre el origen de ciertos episodios de cantares previos,
carentes de explicación. Así, Catalán se muestra de acuerdo con otros
especialistas, como Guerrieri Crocetti, Armistead y Dayermond, en afirmar
que el episodio de Babieca no es épico, sino que, como apuntaría Menéndez
Pidal, sería inventado por el autor del [Mocedades de] Rodrigo (Menéndez
200 RAFAEL ZAMORA GONZÁLEZ
Estudios Franco-Alemanes 13 (2021), 187-212
Pidal, 1910, p. 128), cosa que, por otra parte, ya creemos haber desmentido
más arriba.
5.3. Conclusión en base al estudio de las fuentes
Como vemos, tras rastrear las fuentes de cada uno de los relatos
obtenemos resultados muy diferentes. Por un lado, las fuentes de la Saga
pueden ser rastreadas, con cierta seguridad, hasta el siglo XI, momento en
que, según de Vries, debieron componerse los poemas éddicos en los que se
inspira; y, por otro, aunque con menos certeza, hasta al menos el siglo VI,
donde aparecería el modelo más antiguo del personaje de Sigurđr. La
Crónica, por su parte, parece inspirarse en un cantar previo que vivía en el
siglo XIII, aunque nada más puede saberse de su origen.
De esta manera, al no hallar relación entre las fuentes encontradas,
intentaremos aproximarnos al relato común del que ambas narraciones
deben partir. Para ello, explicaremos, a modo de hipótesis, el génesis de cada
una de las narraciones en base, sobre todo, a los elementos que no
comparten. A través de estos elementos, que contextualizan ambas versiones
independientemente, hallaremos datos que podremos usar para acercarnos
al Relato Primitivo común.
6. Particularidades y generalidades de ambas versiones
6.1. La doble naturaleza del episodio de la Crónica de Castilla
Antes de proceder a la argumentación, debemos ser conscientes de que,
con los únicos dos ejemplos que tenemos, es imposible determinar cuál era
el relato original. Sin embargo, ciertas observaciones nos inducen a pensar
que la historia de la Crónica de Castilla modifi la narración en la que se
estaba basando.
En primer lugar, si reflexionamos sobre lo que Catalán apuntaba en lo
referido a la «epopeya de la decadencia», podemos ver que el argumento de
que, en este caso, el episodio nace con la intención de satisfacer al público
del juglar, no tiene que estar necesariamente en contra con el de que el
origen del relato no sea inventado, sino popular y épico, lo que, por otra
parte, parece una evidencia demostrada previamente en la comparativa. Si
observamos los puntos estructurales que van desde la Descripción del caballo
hasta la parte en que El héroe da nombre al caballo en la versión castellana,
podemos caer en la cuenta de que el episodio, tal como está contado, tiene
La elección del caballo: dos ejemplos de un relato tradicional germánico 201
Estudios Franco-Alemanes 13 (2021), 187-212
que ser originario, necesariamente, de un territorio hispanohablante. Esto lo
sabemos porque el relato no sólo sirve para explicar cómo el Cid se hace con
Babieca, sino también para explicar la etimología del nombre del caballo, un
nombre que tenía un significado determinado para la lengua de la época y
que, en la narración, tiene su aparición en un punto estructural único en esta
versión de la historia: los Reproches del padrino.
Detengámonos en los puntos estructurales ya mencionados. En ellos, la
descripción que se hace del caballo es, como se ha apuntado, negativa. La
Elección por el criterio del último caballo, común en ambas versiones, lleva al
Cid a escoger a ese potro anteriormente descrito como «feo e sarnoso»,
manteniéndose así, pese a la incoherencia de escoger al peor caballo, una
fidelidad con la estructura narrativa predeterminada que supera la lógica del
relato. Es entonces cuando el padrino insulta al Cid llamándole «babieca»,
esto es, «bobo», lo que justifica la introducción del nombre del caballo en la
narración, logrando explicarse así su origen. Sin embargo, el nombre de
Babieca ya era conocido desde el Cantar de Mío Cid, compuesto en el siglo XII
(cf. Conde, 2010, pp. 42-53) y donde, en el verso 1573, aparece por primera
vez como un caballo recién «ganado» por su amo cual presa de guerra.
Tenemos, pues, una contradicción de la que deducimos que, al menos desde
finales del siglo XIII, había dos versiones distintas e incompatibles sobre
cómo el Cid consigue su famoso caballo.
En este punto es donde reside la clave de toda la argumentación que
pretendemos presentar como hipótesis. El juglar que compuso el episodio
que luego se prosificaría en la Crónica de Castilla debía conocer el nombre del
caballo del Cid y entenderlo en el sentido de «persona boba» que
tradicionalmente se le ha asignado (Corominas & Pascual, 1984, p. 443). Sin
embargo, no contento con la explicación que ofrecía el Cantar, o bien
desconocedor de la misma (lo que puede ser menos probable), enmendó un
relato que ya conocía y, sirviéndose de su estructura, lo utilizó para explicar
el nombre del animal alterando la narración allá donde le convenía: a partir
del punto estructural de la Descripción del caballo. Eso explicaría que el
episodio se muestre, a partir de ahí, unas veces tan fiel a la estructura de la
Vǫlsunga Saga y que, sin embargo, altere, en otros momentos, ciertos
elementos (hacer del famoso corcel del héroe un potro sarnoso que nadie
salvo un «babieca» elegiría como caballo de guerra, o añadir el punto del
202 RAFAEL ZAMORA GONZÁLEZ
Estudios Franco-Alemanes 13 (2021), 187-212
Reproche del padrino para justificar que el Cid elija el nombre), constatando,
así, su doble naturaleza tradicional y artificial-juglaresca.
Tampoco podemos decir, sin embargo, que en el resto de los puntos la
versión de la Crónica sea totalmente coincidente con la de la Saga. Esto lo
vemos, por ejemplo, tanto en la personalidad de los Padrinos, como en la
presencia de dos personajes menos en la versión castellana: el arquetipo del
viejo sabio y un Dador del caballo diferente, en este caso, el rey Hjalprek.
Eludiendo, por el momento, una explicación para la diferencia de
personalidades de los Padrinos, nos centraremos en intentar aportar un
posible motivo para la omisión de los dos personajes mencionados en el
relato del Cid.
Para nosotros, que estos personajes no tengan presencia en la narración
de la Crónica se debe a una sencilla razón: el relato que el supuesto juglar
anteriormente mencionado conocía no incluía ninguna referencia a estos dos
personajes. Nuestro argumento se basa en que no encontramos ningún
motivo por el cual estas figuras hubieran merecido ser eliminadas por parte
del juglar. Por un lado, puestos a utilizar un motivo tradicional para explicar
la etimología y la historia de Babieca, no habría sido difícil emplear la figura
del rey Fernando I como el rey al que el Cid demanda uno de sus caballos.
La alta alcurnia que la Crónica atribuye al Cid por ser descendiente de uno
de los Jueces de Castilla (Rochwert-Zuili, 2010, pp. 65-66), así como su
estrecha relación con el rey Fernando, apuntada ya desde el comienzo de la
obra (op. cit., pp. 67), serían motivos suficientes, creemos, para no tener que
eliminar un personaje de la estructura en la que se inspiraba. No obstante, el
Rey dador del caballo no existe en la versión castellana, por lo que, entonces,
tendríamos que asumir que tampoco lo estaba en la narración previa.
Por otra parte, la historia funciona perfectamente con el Padrino
asumiendo la función de Dador del caballo. El propio relato es una muestra de
que «padrino» y «fóstri» se refieren igualmente a una persona con cierto
grado de responsabilidad sobre un menor al que atiende en sus necesidades,
solo que lo demuestran de forma diferente: el fóstri Reginn aconseja,
mientras que el padrino don Peyre de Pingos da el caballo directamente. En
cuanto al hecho de que el personaje de don Peyre de Pingos no esté
documentado históricamente, siendo ésta la única fuente que lo menciona,
podemos pensar que, al ser necesario para mantener al relato fiel a la
estructura en la que se inspiró, el juglar inventara su nombre o, más bien,
La elección del caballo: dos ejemplos de un relato tradicional germánico 203
Estudios Franco-Alemanes 13 (2021), 187-212
utilizara la figura de un determinado clérigo popular de la que no ha
sobrevivido más noticia hasta hoy para darle un padrino al Cid. Sea como
fuere, cabe destacar la aliteración de la p al comienzo de los dos miembros
de su nombre, que bien podría ser un argumento para ambas posibilidades.
Con el arquetipo del viejo sabio podría haber ocurrido lo mismo que con
el personaje del rey, aunque no se puede llegar a una conclusión
satisfactoria. Por un lado, la naturaleza tradicional y popular del arquetipo
no estaría en oposición con que éste estuviera presente en el relato en el que
se inspira el del Cid. Sin embargo, el viejo sabio de la Saga sólo aconseja al
héroe a establecer el Proceso de selección, cosa que el mismo héroe podría
hacer como muestra de su precoz genialidad y valía. Ésta podría ser una
razón para explicar que, suponiendo que la estructura en la que se inspiraba
el relato del Cid tuviera un viejo sabio, el juglar decidiese eliminarlo de la
narración: sin viejo sabio que aconseje al héroe, es más fácil atribuirle
cualidades positivas y destacar su figura. Esto respondería al grado de
estima que se le tenía a la figura del Cid que, por otra parte, ya confirman las
obras que en su honor se han dedicado, como el Cantar de Mío Cid o la
Historia Roderici, ambos del siglo XII. Por otro lado, no tenemos manera de
comprobar si la tradición omitía ya el arquetipo, como creemos que hacía
con el rey, por lo que habremos de dejar el asunto sin poder ofrecer una
explicación que resulte mínimamente satisfactoria.
Por último, en cuanto al orden de los puntos de Descripción del caballo y
Elección según el criterio del último caballo, que aparecen así en la Crónica, nada
relevante podemos decir. La misma Crónica parece, más bien, duplicar el
Proceso de selección e introducir en medio la Descripción. Como hemos
apuntado antes, esto tampoco es relevante para la argumentación por no
imposibilitar la comparación entre ambos relatos.
6.2. La versión de la Vǫlsunga Saga: elementos nórdicos y elementos originales
Una vez abordado el origen del relato castellano, pasaremos a hablar
sobre lo narrado en la Saga. Sin olvidar que el episodio del Cid y Babieca
responde a una alteración de una estructura tradicional previamente
conocida, en el caso de la Vǫlsunga Saga encontramos también algunas
características que nos invitan a pensar en cierto distanciamiento del relato
previo del que ambas versiones derivarían.
204 RAFAEL ZAMORA GONZÁLEZ
Estudios Franco-Alemanes 13 (2021), 187-212
En primer lugar, el personaje de Reginn muestra, durante todas sus
intervenciones en la Saga, un claro parecido con el trickster más famoso de la
mitología nórdica: Loki, cuya figura Simek relacionaba con la de Prometeo
(1984, p. 241). Por un lado, tanto Reginn como Loki hacen traer al mundo
excelsos caballos mediante consejos astutos pero de intencionalidad
perversa: Reginn «trae» a Grani incitando a Sigurðr a ir a por él, y Loki da a
luz a Sleipnir evitando así que, por su culpa, un gigante obligue a los dioses
a entregarle el sol, la luna y a Freyja (Edda Menor, ed. Lerate, 2016, pp. 92-94).
Por otra parte, también ambos personajes consiguen preciados tesoros para
aprovechamiento de otros: Reginn forja la espada Gramr de los pedazos de
la espada de Sigmundr, el padre de Sigurðr, con la que éste deberá matar al
dragón Fáfnir (cf. Vǫlsunga Saga, ed. Riutort & de la Nuez, 2017, pp. 76-85), y
Loki consigue los tesoros más valiosos de los dioses tras apostar su cabeza
con dos enanos acusándolos de no ser los buenos herreros que parecen (Edda
Menor, ed. Lerate, 2016, pp. 189-191).
La semejanza en las funciones que para sus respectivas narrativas
tienen estas figuras no parece ser casual. Si atendemos, además, a que las
dos pertenecen al ámbito literario islandés medieval, este parecido puede
resultar más revelador. Para argumentar esta idea, seguiremos el detallado
estudio de Heide (2012, pp. 63-106), donde se fundamenta el origen de la
figura de Loki. Según el profesor noruego, en el Loki mitológico subyace la
figura del vätte, un ser sobrenatural escandinavo asociado al fuego del hogar
con el que, además, parece estar conectado un importante arquetipo de la
literatura nórdica: el Oskefis, también llamado kolbitr en las sagas islandesas.
Éste se caracteriza por representar, en sus primeros años de vida, un carácter
ocioso, pasando todo el tiempo junto al hogar de la cocina. Más adelante,
este holgazán cambia para convertirse en un hombre capaz de afrontar,
mediante su astucia, difíciles tareas que le reportarán fama y riquezas. Para
Heide, la infancia y madurez del Oskefis representan, por separado, dos
cualidades relativas al vätte, figura mitológica de la que provendría: por un
lado, su cercanía al hogar y al fuego y, por otro, su cualidad de proveedor de
bienes. Este último aspecto es el que compartiría con Loki, pues, como
hemos dicho, el trickster nórdico dota a los dioses de valiosísimos tesoros
valiéndose de su astucia y trucos.
Sin poder afirmar con rotundidad que el Padrino de la historia de
Sigurðr, encarnado en Reginn, se haya fraguado tomando al personaje de
La elección del caballo: dos ejemplos de un relato tradicional germánico 205
Estudios Franco-Alemanes 13 (2021), 187-212
Loki como base, que parece evidente que su naturaleza de trickster es
propia del ámbito escandinavo, donde el vätte evolucionó en las dos
direcciones antes apuntadas: la del Oskefis y la del trickster Loki. De esta
manera, podríamos afirmar que este elemento debió añadirse al relato
cuando la narración en la que se basaba llegó a Escandinavia y no antes. Así,
en el relato previo, la figura del Padrino no llevaría consigo el arquetipo del
trickster, como tampoco ocurre en la versión de la Crónica.
En torno a la figura del Rey dador del caballo podemos llegar también a
alguna conclusión. Mientras que parece claro que el Padrino trickster forma
parte únicamente de la tradición escandinava, la presencia de dos personajes
diferentes para llevar, por separado, el papel de Padrino y Dador del caballo se
atestigua por otra obra cuyas fuentes provienen del norte de la actual
Alemania: la Þiðreks saga af Bern. Compuesta en el siglo XIII, entre los
capítulos 164 y 168 (ed. González Campo, 2010, pp. 253-260) se narra una
versión de la crianza de Sigurðr distinta a la que hallamos en la Vǫlsunga
Saga que, sin embargo, tiene en común con ésta la diferenciación de las
figuras del Padrino y el Dador del caballo en personajes diferentes.
En la Þiðreks saga, el herrero Mímir es quien apadrina a Sigurðr tras
hallarlo en una cueva, donde lo criaba una cierva. Resumiremos brevemente
la narración: La historia cuenta cómo, debido al violento carácter del joven,
que le lleva a acabar con la vida de uno de los aprendices de Mímir, éste
intentará matarlo conduciéndolo engañosamente a la guarida de su hermano
Reginn, que vive en la forma de un dragón. Sigurðr derrota a la bestia y, tras
enterarse por los pájaros de que Mímir le había tendido una trampa, vuelve
a la herrería para matarlo. Es entonces cuando el herrero, tratando, en vano,
de evitar su muerte, le entrega unas poderosas armas y le muestra el camino
a la cuadra de Brynhild, donde hallará al caballo Grani. Una vez muerto
Mímir, Sigurðr va a buscar a Brynhild a su castillo, donde acaba él solo con
varios de sus guardias hasta que llega aquélla y le concede el caballo que
pide. Éste, sin embargo, no se deja atrapar hasta que no es Sigurðr quien lo
intenta, y así consigue su corcel.
Vemos, pues, que, a pesar de las sustanciales diferencias entre ambas
narraciones, Mímir tiene la función del Padrino, mientras que Brynhild
representa al Dador del caballo. El hecho de que, como hemos dicho, las
fuentes de la Þiðreks saga estén en el norte de Alemania (González Campo,
2010, p. 61, n. 2; siguiendo a Curschmann, 1984; y Andersson, 1986),
206 RAFAEL ZAMORA GONZÁLEZ
Estudios Franco-Alemanes 13 (2021), 187-212
evidenciaría dos cosas: por una parte, que el Padrino trickster es propio de la
versión escandinava, pues Mímir no presenta el mismo grado de astucia ni
de maldad que su análogo nórdico Reginn; y, por otra, que la separación
entre el Padrino y el Dador del caballo no sólo es propia de la Vǫlsunga Saga.
Esto sugeriría una fuente común para el relato de ambas sagas, pero
diferente para el de la Crónica, como más adelante apuntaremos.
Por último, sobre el viejo sabio no podemos afirmar nada con seguridad.
Su figura no aparece en el relato de la Crónica ni en el de la Þiðreks saga,
aunque esto no prueba nada: por un lado, ya se han expuesto antes qué
motivos podría tener el juglar para sacar del relato al viejo sabio si éste se
incluía en la narración original, lo que, por otra parte, no podemos probar; y,
por otro lado, la narración de la Þiðreks saga no presenta un esquema que
podamos comparar totalmente con el de los ejemplos que estamos
estudiando, por lo que, más allá de los elementos del Padrino y del Dador del
caballo diferente al Padrino, no es una fuente útil.
7. Sobre la génesis y evolución del relato hasta los textos
Una vez aclaradas las particularidades y generalidades de los relatos
que hemos estudiado, procederemos a tratar de plantear unas ideas que,
creemos, pueden ayudar a delimitar geográfica y temporalmente la
gestación del relato original del que derivaron como últimos herederos.
Para ello, primero debemos aclarar lo expuesto anteriormente en
relación a la Þiðreks saga. En su relato de cómo Sigurðr se hace con Grani
parece subyacer la estructura que inspiraría la narración de la Vǫlsunga Saga
y la Crónica de Castilla, aunque, pese a sus grandes diferencias estructurales,
preserva en orden los puntos de El padrino incita al héroe > El héroe pide el
caballo > Concesión del caballo por un Dador del caballo distinto al Padrino. Esto
nos hace pensar en un relato previo común (que llamaremos del Padrino no-
Dador) del que derivarían el relato de la Þiðreks saga, que sufriría las
consecuentes transformaciones e influencias hasta quedar en la forma que
nos ha llegado, y el de la Vǫlsunga Saga, que añadiría el motivo escandinavo
del trickster a la figura del Padrino. En este caso, sin embargo, no podemos
aclarar si el arquetipo del viejo sabio fue o no una novedad de la versión de la
Vǫlsunga Saga.
Por su parte, la versión de la Crónica de Castilla derivaría de otro relato
previo que, por las características del Padrino, llamaremos Relato del Padrino
La elección del caballo: dos ejemplos de un relato tradicional germánico 207
Estudios Franco-Alemanes 13 (2021), 187-212
Dador, donde no existe una figura separada del Dador del caballo. La
estructura de esta narración sería alterada por el juglar tal y como se ha
referido antes, conformando la versión que conocemos. Igualmente,
tampoco podemos afirmar nada sobre el viejo sabio.
Estos dos Relatos derivarían, a su vez, de un Relato Primitivo, del que
poco podemos aclarar. Algo que parece seguro son los últimos puntos
estructurales, que, siguiendo las argumentaciones previas, serían como
sigue:
1.
Proceso de selección
2..
Elección según el criterio del último caballo
3.
Descripción del caballo3
4.
Augurios internos
5.
El héroe da nombre al caballo
6.
Augurios externos
Sobre dónde tuvo lugar su gestación, nada puede decirse con certeza.
Nuestra hipótesis sobre la aproximación geográfica e histórica del Relato
Primitivo toma como base esta estructura, de la que observamos como
elemento principal el Proceso de selección y, por ende, la figura del caballo. Sin
olvidar que tanto Grani como Babieca eran caballos de guerra, quizá
podríamos afirmar que el pueblo en el que nació la historia debía estar muy
familiarizado con el combate a caballo o, al menos, contar con un número
importante de guerreros montados, cuya presencia ayudaría a mantener
vivo el recuerdo de la historia. Si se vuelve a lo anteriormente referido sobre
los artículos de Guðmundsdóttir y Neidorf, parece muy probable que el
origen de la figura y la leyenda de Sigurðr se halle en el Reino de los Francos
del siglo VI. Si a esto añadimos, además, las afirmaciones de Oman sobre
que los francos empezaron a destacar por sus guerreros montados entre el
siglo VI y el final de la época merovingia (finales del siglo VIII) (1978, p. 56),
y que experimentaron un auge de la caballería durante la época de
3 Hemos preferido dejar así el orden de los puntos 2 y 3 en base a lo anteriormente expuesto al
final del punto 6.1., sin embargo, cabe recalcar que la diferencia en el orden de estos puntos no
permitiría establecer conclusiones significativas.
208 RAFAEL ZAMORA GONZÁLEZ
Estudios Franco-Alemanes 13 (2021), 187-212
Carlomagno (1978, p. 76), podríamos plantearnos, siempre muy
cuidadosamente, la posibilidad de que el Relato Primitivo se originara entre
los siglos VI y IX.
En qué momento y de qué forma se escinden de él las dos versiones
mencionadas, no podemos saberlo, así como tampoco podemos concretar en
qué lugar ocurrió la separación. No podemos descartar la posibilidad de que
una de las dos versiones provenga de la otra y que, quedando separadas
geográficamente, unas zonas conservaran la versión más antigua y otras, la
más nueva. Por ello, todo lo que podemos decir de la genealogía de los
relatos es que están emparentados, pero no en qué grado.
Tampoco podemos afirmar que el protagonista del Relato Primitivo
fuera el mismo Sigurðr que conocemos hoy, pues quizá existía en su lugar
una figura con la que compartiera cualidades y fuera fácilmente equiparable.
Recuérdese, por ejemplo, que es Sigmundr quien aparece como matador del
dragón en el fragmento dedicado a la historia de los Volsungos en el Beowulf
(ed. de Chickering, 2006, pp. 98-101), una función que en la literatura
islandesa y alemana le correspondía a su hijo Sigurðr/Siegfried
(Nibelungenlied, ed. Schulze, 2005, p. 39). Así, tampoco hay manera de
conocer si Sigurðr/Siegfried era el protagonista de la historia antes o después
de originarse el Relato del Padrino no-Dador. Lo que parece seguro, es que
Sigurðr/Siegfried representaba al protagonista justo antes de que el relato
acabara extendiéndose por el norte de Alemania y Escandinavia, donde, por
último, se añadió a la narración el arquetipo del trickster para quedar fijado
en la Vǫlsunga Saga, como correspondería a la naturaleza preservadora de las
fornaldarsögur.
A la hora de hablar de la llegada del relato a España, nuestro grado de
concreción será mucho menor debido al gran número de incógnitas a
resolver. En primer lugar, hemos de asumir como imposible la tarea de
hallar la vía de transmisión. Además, aunque hemos tratado de justificar que
el cantar que narra el episodio prosificado en la Crónica se basa en el Relato
del Padrino Dador (con las mencionadas modificaciones del supuesto juglar),
esto no nos permite asegurar que esta versión llegara como tal a la
Península, pues el relato también habría podido evolucionar, a partir del
Relato del Padrino no-Dador, en España.
También cabría preguntarse si el Relato que pasó a España, tenía a
Sigurðr como protagonista o no. Aunque sería muy atrevido afirmarlo sin
La elección del caballo: dos ejemplos de un relato tradicional germánico 209
Estudios Franco-Alemanes 13 (2021), 187-212
más, también lo sería negarlo rotundamente. Sea como fuera, la figura que
protagonizara el episodio fue reemplazada por la del Cid, con quien sin
duda compartiría importantes rasgos. Como apunta Chaney (2013)
siguiendo a Beresford (2005, p. 76-77), el Cid encarna los valores propios del
héroe típico de la épica medieval: la fortitudo o fuerza física, y la sapientia o la
sabiduría, valores que, para Haimerl (2013, p. 32), también representa el
Sigurðr de los poemas éddicos. Si junto a esto mencionamos la pervivencia
en el siglo XX de una leyenda en tierra de Burgos que narra cómo el Cid, a
lomos de su caballo, acabó con una enorme serpiente a los pies de una gran
peña (Pedrosa & Palacios & Rubio, 2001, p. 93), parece algo más evidente el
parecido de Rodrigo Díaz con la figura de Sigurðr/Siegfried o una anterior,
quizá protagonista del Relato que llegara a España en un momento no
posterior al siglo XIII.
8. Conclusión
Una vez expuestos todos los razonamientos que, creemos, son
pertinentes para el estudio del fenómeno que tratamos, debemos aceptar,
humildemente, la condición que las dificultades de la materia nos imponen,
bajo la cual no pueden darse afirmaciones rotundas ni completamente
seguras. Sabemos también que el gran número de incógnitas que hemos
planteado tienen difícil o imposible respuesta. No obstante, debido a la
importancia que consideramos que tiene el hallazgo de semejante analogía
en estos relatos tan difícilmente asociables, creemos excusado por la
novedad toda salida de tono que hayamos podido cometer.
Por otra parte, el objeto de este estudio era el de probar el parentesco
entre los episodios de la Vǫlsunga Saga y el de la Crónica de Castilla, lo que
creemos haber logrado, así como dar cuenta del mismo y situarlo en el
debate científico, lo que esperamos lograr.
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