4 Entre la incomodidad y la re-creación estética […]
Hikma 24 (2) (2025), 1 - 28
reubicados en un contexto de identificación verbal antes de que
puedan cobrar presencia real. ¿Qué realidad material tiene la
historia fuera del lenguaje, fuera de nuestra fe razonada en registros
esencialmente lingüísticos (el silencio no conoce historia)? […]
Recordamos en el plano cultural e individual, a través de
medios convencionales que establecen el énfasis, los cortes y
las omisiones. El paisaje configurado por el tiempo pasado, la
organización semántica del recuerdo y la memoria, está estilizada y
ha sido codificada de distintos modos por las diversas culturas
(Steiner, 1980, p. 46. El énfasis es nuestro).
La traducción produce entonces la entrada del texto traducido en la
historia de otra lengua, con el impacto que esto tiene en la forma en que la
cultura receptora efectúa los «énfasis, cortes y las omisiones». Se trata de la
recodificación de ese mensaje en otras coordenadas. Así también lo
establece Rubén Bonifaz Nuño, poeta, clasicista y traductor de autores
griegos y latinos, a propósito de la traducción virgiliana de un autor que
comentaremos a continuación: Joaquín Arcadio Pagaza. Menciona Bonifaz
Nuño precisamente cómo la traducción, especialmente de los autores griegos
y romanos, hace «habitable» el pasado y da lugar a un reingreso de los textos
traducidos a la historia presente:
Mirar esa obra, y admitir que el presente puede ser explicado s[o]lo
si su conocimiento se apoya en la comprensión de un pasado
ininterrumpido y habitable; pero saber, al mismo tiempo, que la
comprensión de ese pasado será efectiva y fértil únicamente si está
alumbrada por la luz precisa de un presente hecho conciencia, luz
que lo define y lo elige y lo clasifica y le da sentido. […] El clásico,
al ser traducido, abandona en cierta manera el estado de naturaleza
para ingresar ampliamente al campo de la historia, dentro del
preciso momento en que se lo hace lícito el hecho de que una
lengua interprete otra lengua (Bonifaz Nuño, 1987, p. 309).
Así, el fenómeno que nosotros llamamos propiamente «traducción» es
una versión específica de esa operación cotidiana de traducción que
realizamos los seres humanos, pero que tiene la consecuencia fundamental
de reincorporar los textos literarios a la historia. De esta forma, traducir
literatura de la lengua en que fue compuesta una obra a otra diferente
requiere un trasvase que no se realiza solo atendiendo aisladamente al léxico,
la morfología o estructuras sintácticas (ya de por sí elementos problemáticos
a pesar de la cercanía entre el español y el latín), sino que involucra aspectos
que tienen que ver con la estética, los tropos o la propia ideología del autor
traducido. Esta distancia es insalvable y dará lugar necesariamente a
artefactos culturales (las traducciones) que, por su propia naturaleza, tratan
de reproducir y trasladar las palabras del autor traducido a otra lengua y, por
tanto, a otro contexto cultural. Por ello, a lo largo del proceso, terminan