
2 Belén Cruz-Durán
Hikma 23(2) (2024), 1 - 6
basan en la traducción poética y literaria para establecer límites y aclaran que
«la adaptación de canciones es el proceso mediante el cual se recrea la letra
de una canción en una lengua meta procurando […] reproducir el contenido
del texto original y […] respetar las características formales» (p.17); es decir,
la cantidad silábica (número de sílabas de las palabras), la rima entre los
versos y los acentos musicales indicados en la partitura original de la canción.
Por ello, apuntan a que normalmente primero se realiza una traducción literal,
que solo traslada el contenido original, y que servirá de herramienta al
adaptador o letrista para sobre ello trabajar en los aspectos formales
previamente mencionados. Una vez presentado el objetivo central del trabajo,
el capítulo pretende redefinir las bases teóricas y establecer parámetros de
referencia con tres niveles que analizan el contenido y la forma: el nivel
fonético-musical, el nivel léxico semántico y el nivel sintáctico. Se propone el
pentatlón de Low (2005) como los cimientos sobre los que reside la
adaptación a la hora de encontrar el equilibrio entre la cantabilidad, el sentido,
la naturalidad, el ritmo y la rima de una canción; siempre teniendo en cuenta
qué es lo esencial tanto para el autor de la canción original como para el
público objetivo meta. Así, cuando se aborda el nivel fonético-musical, es
posible distinguir con gran número de detalle cómo la teoría de conceptos tan
específicos como la rima o el ritmo se desengranan desde distintos ángulos
para su correcta asimilación y comprensión, con algunos ejemplos tales como
la rima oxítona (en la última sílaba acentuada) del El jorobado de Notre Dame
(Trousdale y Wise, 1996) o la rima paroxítona (en la última o antepenúltima
sílaba acentuada) en Goofy e hijo (Lima, 1995). En lo que respecta al nivel
léxico-semántico y al nivel sintáctico, se destacan por encima de todo el
sentido y la naturalidad al adaptar la letra a la partitura original (Low, 2005,
pp. 194-195). Por ello, los autores seleccionan las estrategias traductológicas
más frecuentes cuando se adaptan letras supeditadas a cuestiones métricas
y de sincronía labial: transferencia, transposición, modulación, equivalencia,
sinonimia, compensación, reducción, expansión, paráfrasis, generalización y
creación discursiva (Newmark, 1995; Torre, 1994).
El segundo capítulo lo dedican a dos de las cuestiones más complejas
que se deben tener en cuenta en la adaptación de canciones: la sincronía
labial y la subordinación a la imagen. Una canción se compone de tres
códigos: el texto de la letra de la canción, la música y la puesta en escena.
Por tanto, «para traducir correctamente el primer componente (texto) se tiene
que lidiar inevitablemente con el segundo (música) y con el tercero
(espectáculo)» (p. 71). Lo más destacable aquí es el efecto realidad del que
hablan, responsable de que los destinatarios del producto final no perciban
que lo que están viendo es una traducción. Con minuciosidad se detallan, por
un lado, los pormenores en torno a la sincronía labial, haciendo una distinción
entre las producciones protagonizadas por muñecos articulados, dibujos