María Dolores García (Coord.). Representaciones del mundo rural: del documental agrario a las incursiones en el campo del cine de ficción. Córdoba: UCOPress. Editorial Universidad de Córdoba, 2020, 344 pp. ISBN: 978-84-9927- 552-9


Álvaro Martínez Universidad de Córdoba l72masaa@uco.es https://orcid.org/0000-0003-1129-0245


Toparnos con un libro que se adentra en el estudio de un fenómeno tan complejo, como es la representación del mundo rural dentro del cine, es motivo

suficiente para poner el foco de atención ahí, puesto que pocos se atreven a ahondar en ello y mucho menos de forma tan completa, pues existe la posibilidad de que el resultado sea una amalgama de análisis sin coherencia. Sin embargo, en este caso, no solo hay que encender focos, sino extender la alfombra roja ante el libro que ahora reseñamos. Por todos es conocido, tal y como indica la propia coordinadora del libro, María Dolores García, que, desde la aparición de los primeros filmes, los directores han mostrado un intenso deseo de plasmar

el campo en sus textos fílmicos. Todo ello ha desembocado en numerosas películas que inundan la Historia del Cine. No se descubre nada nuevo, pues, si

ÁLVARO MARTÍNEZ SÁNCHEZ

REPRESENTACIONES DEL MUNDO RURAL: DEL DOCUMENTAL AGRARIO A LAS INCURSIONES EN EL CAMPO DEL CINE DE FICCIÓN

afirmamos que la representación del mundo rural resulta un tema trasversal, sobre el que se puede profundizar desde diferentes puntos de vista. En este caso, el estudio de dicho tema encuentra una forma idónea de abordarse a partir de los tres capítulos que en el libro se desarrollan. No obstante, el volumen no es ni mucho menos, un cajón de conocimiento cerrado, sino más bien la puerta abierta hacia otras nuevas investigaciones. De modo que, los diferentes teóricos vierten en sus conclusiones, las atinadas y fundamentadas interpretaciones de sus análisis, por supuesto, nunca desnudas de nexos causales. En ese sentido, el conjunto de artículos configura una visión holística sobre los diferentes tipos de incursiones de lo rural dentro del universo cinematográfico. En este caso, el estudio de las incontables extremidades que se extienden a partir de la relación del campo y el cine se acota a partir de la investigación del documental agrario, por un lado, del cine de ficción español, por otro, y de una mirada hacia el panorama internacional de ficción en último lugar. Por lo tanto, la estructura del libro deja clara una voluntad de exhaustividad y búsqueda de abordar desde todos los ámbitos posibles la temática del campo dentro del cine.

Por todo ello, resulta encomiable la labor que emprenden los investigadores de este libro compilatorio, quienes, desde diferentes metodologías e intereses temáticos, tratan de arrojar luz sobre la representación de lo rural en el cine. También es necesario destacar la tarea que llevan a cabo Pedro Poyato y Ana Melendo junto con los otros investigadores que componen el proyecto de investigación I+D ‘‘La contribución de José Neches al documental agrario español del franquismo (1945-1976)’’ y que son los que inician la incursión al estudio de la representación rural, desde el abordaje del documental agrario.

Así, Pedro Poyato arranca el primer capítulo con el análisis de La conquista de una vega (José Neches, 1971) en aras de dilucidar cómo se introduce la propaganda a partir de mecanismos formales, sin dejar de prestar atención al análisis estético-formal del filme. En ese sentido, Poyato elabora un pormenorizado estudio de diferentes escenas para detenerse en aquellos procedimientos que denotan la introducción de ideología, y así luego hablar acerca de cómo en el filme se construye una interesante metáfora entre el plan de Badajoz y el plan de la América Colonial.

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Tras esto y sin perder la vista en el documental nechesiano, Agustín Gómez realiza una labor fundamental, como es el estudio de la documentación, pues a partir de ella es posible conocer información sobre rodajes o películas no estrenadas. En ese sentido, el investigador retira el velo sobre aquellos argumentos de filmes que no pudieron ver la luz y que evidencian la clara vocación ideológica de Neches o incluso, se detiene en el análisis del equipo técnico para revelar que los guionistas con los que trabaja nunca eran guionistas expertos. Por otro lado, continuando con la figura del director y desde un punto de vista comparatista, Ana Melendo explora el uso de la flor, partiendo de un necesario contexto sobre el uso de esta en la historia del arte y su relación con la mujer. Así pues, desde el análisis fílmico, Melendo revisa escenas concretas de Las flores (marqués de Villa Alcázar, 1959) y de Las flores (José Neches, 1965) donde se liga el uso de la flor a la mujer, ya sea para comparar la fertilidad de la tierra con la fertilidad del sujeto femenino en el caso del marqués o para realizar una defensa de la mujer dentro del núcleo familiar en el caso de Neches. De modo que, ambos textos fílmicos transitan por los principios de la sociedad patriarcal que caracterizaba a la dictadura franquista. Por último, Casimiro Torreiro examina las temáticas del documental contemporáneo, pues hunden sus raíces en los problemas que afectan al campo español, ya sea la despoblación, la situación de la mujer o las modificaciones del paisaje.

El segundo capítulo del libro lo componen una serie de artículos dedicados a una tarea nada fácil como es hacer ameno y claro el estudio de lo rural dentro de la ficción española, pues resulta un tema tan abierto y complejo, que es de agradecer la relevancia y concreción de los artículos que componen el capítulo. Así pues, esta labor la arranca Aida Antonino-Queralt, quien a partir del análisis comparado de Condenados (Mur Oti, 1953), Sierra Maldita (Antonio del Amo, 1954) junto con Cañas y Barro (Juan de Orduña, 1954) y el interesantísimo concepto de mujer-tierra, se adentra en el estudio de los arquetipos femeninos para examinar cómo en los tres textos fílmicos, no solo el paisaje rural recibe una gran carga simbólica, sino que existe una relación ineludible entre dicho paisaje y los personajes femeninos. Concluyendo que, dicho paisaje se introduce dentro del drama rural y que es dotado de valor gracias precisamente a su uso dentro de las películas. Continúa el recorrido

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Fernando Luque aportando un atrayente punto de vista posmoderno sobre el estudio de El extraño viaje (Fernán Gómez, 1964), donde el interés por lo rural y costumbrista parte de una hibridación hacia el misterio y el crimen. Todo ello, desde el contraste entre los diferentes espacios que habitan el filme, junto con los mecanismos estéticos formales que Luque se encarga de analizar pormenorizadamente en su artículo. Por otro lado, no podía faltar en un estudio sobre lo rural, un acercamiento hacia el cine de Erice. En ese sentido, Miguel Rodrigo nos habla sobre la relación de El espíritu de la Colmena (1973) con la vía mítica, analizando también la importancia de la mirada infantil para trabajar el universo rural desde lo real y desde lo simbólico. Por otro lado, el estudio de Mª Luz Reyes se centra en la figura de Ana Torrent, llevando a cabo un recorrido por sus primeras películas y atendiendo a cómo el universo rural es parte de su crecimiento como actriz, convirtiéndose en un icono del Nuevo Cine Español.

A este artículo le sigue el riguroso estudio comparatista de Daniel Maldonado entre lo que denomina la trilogía noir compuesta por La caja 507 (2002), La vida mancha (2003) y No habrá paz para los malvados (2011) de Enrique Urbizu, donde lo rural y la naturaleza operan como lugares de cobijo, de violencia o como espacios-guarida, entre otros significados, donde se desarrolla la violencia típica del género noir, pero ubicada en el ámbito rural. De ese modo, se pone en valor la dialéctica que se genera entre el campo-ciudad y campo- violencia, como elementos presentes en las tres películas. Asimismo, del género negro pasamos al simbolismo en Amama (Asier Altuna, 2015), de la mano de Marina Parés, quien nos explica cómo dentro del filme se construye el contraste entre lo real y onírico, la tradición y la ruptura de esta, así como el contraste entre mundo rural y mundo urbano. Todo ello mediante el análisis de elementos simbólicos como las raíces o las manos, a partir de los cuales el director introduce temas como la perpetuación de las tradiciones. Más tarde, Pascale Thibaudeau se centra en la realidad rural contemporánea y en cómo el cine ha ido representándola. Para esta ardua labor, analiza las tendencias temáticas del cine contemporáneo español mediante una revisión filmográfica. Además, introduce el complejo concepto de la desterritorialización y cómo el cine se hace eco de ello, a partir del estudio de filmes paradigmáticos, deteniéndose en el análisis de escenas concretas que permiten la perfecta comprensión de los diferentes temas examinados.

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Si bien el estudio del cine español ya resulta tarea difícil, el estudio de la ficción internacional lo es aun más. No obstante, es encauzado de forma asombrosa a través de los heterogéneos artículos ubicados en el tercer capítulo que ahora nos ocupa. En primer lugar y partiendo de nuevo de un estudio comparado, Alba Patricia Pizarro nos habla acerca de una serie de mitos y supersticiones dentro del Horror Folk, donde descubre similitudes en el tratamiento de la muerte o de las brujas en los textos fílmicos propuestos. Tras esto, continúa Alba Navarro este último capítulo con el análisis escenográfico de Mi tío (Mon Oncle, Jacques Tati, 1958), donde el director a partir de la construcción de diferentes espacios pone en cuestión los valores del barrio de Saint-Maur frente a los de los nuevos barrios, caracterizados por la incomunicación y la deshumanización a raíz de los cambios tecnológicos. Por otro lado, en un interesante ejercicio de intertexualidad, Alberto Román complementa este amplio estudio de lo rural con un análisis del paisaje romántico y su influencia en Tess (Polanski, 1979), en tanto que el director adopta la utilización del paisaje para confrontar naturaleza y hombre a partir de elementos románticos como las ruinas. En el siguiente artículo, María Jesús Cabello nos descubre un Woody Allen desconocido por muchos, pues aborda su faceta menos cosmopolita. Para ello, analiza La comedia sexual de una noche de verano (1982) y Match Point (2005). Bajo un punto de vista inaudito, al realizar un completo estudio de la música en las películas desde su intertextualidad hasta su uso en las escenas de la naturaleza. Así, evidencia la clara influencia de lo rural en la trama y desarrollo de los personajes. Por último y como no podía ser de otra forma, el broche de oro lo pone María Dolores García, quien analiza la marginalidad en Sans toit ni loi (Agnès Varda, 1985). A partir del estudio de dicho texto fílmico, la coordinadora del libro atina en observar cómo Varda, desde su punto de vista femenino, utiliza el paisaje como un soporte metafórico, convirtiéndolo en un protagonista más, bajo un marcado interés por lo veraz. Además, se detiene en explicar cómo Mona, personaje protagonista del filme, resulta ser la personificación de lo que se conoce como las mujeres vagabundas.

En suma, tenemos ante nuestras manos un libro excelentemente cohesionado, fundamentado, interdisciplinar y completo. Hace fácil la comprensión de algo que de entrada cuanto menos se condensa en una nube de oscuridad y tinieblas. Es por ello por lo que resulta un libro fundamental para la comprensión

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de la introducción de lo rural dentro del cine, puesto que resulta un interesante puzle cuyas piezas, encajadas a la perfección, permiten una visión holística para aquellos que deseen acercarse al estudio de la relación entre campo y cine sin dificultad alguna de comprensión. Ya Didi-Huberman se pronunció acerca de la desaparición de los pueblos y cómo el cine tiene una función fundamental en ello. En este caso, me quedo tranquilo pues con certeza puedo afirmar que el estudio del campo y su relación con el cine está a salvo y lejos de quedarse en olvido gracias a investigadores como los que firman este volumen, que reclama convertirse sin duda, en un libro de referencia para el estudio de la representación de lo rural en el cine.