Del léxico, sin embargo, hay que subrayar los neologismos, los
préstamos y los calcos; la utilización de términos de la lengua estándar,
pero con un significado distinto, las siglas y acrónimos.
Respecto a los fines de estos lenguajes pueden ser de tipo práctico o
informativo, etc. y para ello los especialistas utilizan distintos modelos de
discurso como puede ser el científico especializado, de semi-divulgación
científica o divulgativo-científico… Del mismo modo, las traducciones
especializadas suelen dividirse en dos grandes grupos: a) traducción
documental y científica y b) traducción literaria. En este punto la traducción
turística, que pertenecería al primer grupo y que se ha dejado de lado
durante mucho tiempo, como señala Marella Magris (2012: 47), hoy día está
viviendo un periodo de gran popularidad. Por último y teniendo en cuenta la
organización del discurso, predomina la monorreferencialidad o único
significado de los términos que, en el caso de que tuviéramos que
sustituirlos, sería por una perífrasis o por una definición, no por un sinónimo,
motivo por el cual no tendríamos ambigüedad, pero sí repeticiones.
El lenguaje del turismo se va conformando a partir del siglo XIX con el
nacimiento, en 1827, de las guías turísticas del editor alemán Karl
Baedeker, herederas de los libros de viaje. La empresa, que estaba situada
en la ciudad alemana de Koblenz (Coblenza), se expandió con sus hijos que
publicaron ediciones en inglés y francés. Ya en el siglo XX aparecerán otras
publicaciones como las revistas de turismo, los folletos, las guías de viajes
de algunos periódicos de gran tirada como El País o El Mundo y,
actualmente, los portales y las páginas o sitios web, que igualmente han
evolucionado; de hecho, los sitios Web 2.0 son diferentes al 1.0 porque
mientras que este último era más bien estático, el primero permite a los
usuarios interactuar y colaborar entre sí en una comunidad virtual y por este
motivo se conoce igualmente como “red social”.
Uno de los primeros que defendió la existencia del lenguaje del
turismo fue Balboni (1989: 56-57) que consideraba esta microlengua como
un ‘fascio di microlingue’ interrelacionadas, utilizadas en los diferentes
contextos manejados por el operador turístico como las agencias de viaje,
los guías turísticos, la hotelería y la restauración o bien las taquillas y las
oficinas de información turística que suelen preparar excursiones; además
se relaciona con la burocracia internacional, la historia y el arte, la
hostelería, el tiempo libre y los espectáculos, los transportes y las
transacciones comerciales.
Para Suau Jiménez (2006) este lenguaje es un ergolecto o lenguaje
de trabajo con una serie de funciones comunicativas y conceptos propios
que se expresan a través de estructuras verbales recurrentes y un léxico