se ha criticado por la exclusión de personajes negros que son relegados al
papel de meros espectadores desconcertados (Waterman, 1997).
Como señala Moore-Gilbert (2003), existe una línea ejemplificada por
críticos como Laura Chrisman, Anne McClintock y Carolyn Burdett para
quienes Schreiner logra integrar con éxito una política proto-feminista con la
crítica del imperialismo en su obra posterior a The Story of an African Farm.
Sin embargo, consideran su primera novela como más problemática en esta
cuestión, pues, en su opinión, la novela respalda en gran medida las
ideologías victorianas predominantes sobre jerarquía racial. A diferencia de
estos y en consonancia con autores como Ranajit Guha, Moore-Gilbert
percibe un trasfondo implícito, no explicitado, en el que se retrata al
subalterno colonizado en el inconsciente y autoimagen del colonizador. Para
Moore-Gilbert, Waldo representa la figura del colonizado, resistente en la
medida de sus posibilidades, que no puede verse retratado de forma
explícita en la obra. Asimismo, intuye un inconsciente del colonizador que
sirve de base para el desarrollo de futuros impulsos "progresivos". Es en
este sentido en el que Moore-Gilbert no encuentra tal disonancia entre esta
obra pionera y los trabajos posteriores de Schreiner.
Lyndall posee una personalidad inquieta y reflexiva, Em es de suma
bondad y Waldo representa la visión mística de la vida. Los personajes de
Lyndall y Waldo reflejan rasgos que parecen autobiógraficos, pues
coinciden con la visión filosófica de Schreiner. Las reflexiones de Waldo
parecen, de hecho, las de un alter ego de la autora.
La obra fue calificada de subversiva, incluso de blasfema, puesto que
aborda temas como el sexo y la maternidad fuera del matrimonio, y se ha
convertido en pieza clave del feminismo literario. Esta novela se considera
pionera y, pese a que ha sido criticada por excluir la visión de la población
negra, su tratamiento temas de la maternidad, las relaciones entre sexos, el
matrimonio, la opresión o el imperialismo hacen que trascienda sus propias
limitaciones. En este sentido, autoras como Barends (2015) consideran que
la visión que ofrece el personaje de Lyndall en la obra posee un valor
“transnacional” y “transracial” que es exportable a otros contextos.
Lyndall rompe con estereotipos tradicionales sobre matrimonio y
maternidad; se niega a casarse con el padre de su hijo, pues lo considera
un yugo institucional. Además, para ella, ser madre es lo más noble y
glorioso para un ser humano, pero, a su vez, una tremenda carga de
responsabilidad.