ISSN: 2255-3703
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La traducción especializada científico-técnica
Amaia Gómez Goikoetxea
Aticompany
atico@aticompany.com
Fecha de recepción: 30.06.2012
Fecha de aceptación: 01.09.2012
Resumen: Cuando hablamos de traducción especializada es habitual encontrarnos
con categorías como jurídica o biosanitaria, la técnica parece constituir el cajón de
sastre. Las facultades de traducción españolas que prestan atención a esta
especialidad generalmente incluyen en el currículo el tratamiento de manuales y TIC
pero olvidan, precisamente, todas las materias que componen el conocimiento
científico: matemáticas, física, química, etc. y sus aplicaciones. Es importante
cambiar esta visión tanto en universidades como en asociaciones para que el
traductor tome conciencia del trabajo al que se enfrenta. No sólo debe procurar la
corrección en la terminología sino también en la jerga del gremio, de ahí el cuidado
con el que debe manejar glosarios especializados y memorias de traducción y la
importancia de los textos paralelos y el contexto: igual que en jurídica se hacen
malabares entre sistemas jurídicos diferentes, en la traducción de arquitectura, por
ejemplo, deben tenerse en cuenta los distintos sistemas constructivos y tecnologías
usadas dependiendo de los países. De aquí deriva parte del debate entre la
idoneidad del técnico o el traductor.
Palabras clave: traducción especializada, traducción técnica, terminología, jerga del
gremio, glosarios, memorias de traducción, textos paralelos, contexto.
Technical and specialized Translation
Abstract: When we talk about specialized translation we usually find ourselves in
categories such as legal and medical, and technical translation seem to be a catch-
all phrase. Spanish university translation departments focusing on this specialty
generally include manuals and IT in their curriculum, but they forget precisely about
all the subjects involved in scientific knowledge: maths, physics, chemistry, etc. and
their applications. It is important to change this vision in universities and associations
so that the translator may become aware of the work facing him or her. Not only
should correction of terminology be undertaken, but also professional jargon, hence
the care that should be taken when using specialized glossaries and translation
memories and the importance of model texts and context. Just as in legal translations
when juggling between different legal systems, in architectural translation, for
example, different construction systems and technologies used depending on country
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should be kept in mind. Part of the debate between suitability of translators or
technicians working as translators is derived from this point.
Keywords: specialized translation, technical translation, terminology, professional
jargon, glossaries, translation memories, model texts, context
Sumario: 1. Presentación. 2. Traducción especializada. 2.1. Traducción técnica. 3. Ejemplos.
4. Fuentes. Conclusiones.
1. Presentación.
Antes de meterme en harina, dejen que me presente. De esa manera
entenderán el porqué de este escrito.
Mi nombre es Amaia Gómez. En el 98 me licencié en arquitectura por
la University College Dublin. Trabajé como arquitecta por cuenta ajena en
varios países hasta el 2006, año en que regresé a la universidad para
cursar los estudios de la licenciatura en traducción e interpretación, y desde
2007 trabajo como traductora autónoma a tiempo completo, especializada
en traducciones técnicas de arquitectura e ingeniería. El trabajo directo con
clientes me ha llevado a tener que especializarme también en traducción
jurídica de textos como las licencias de actividad, contratos o acuerdos de
confidencialidad, pero no hablaré de esta parte de mi trabajo que hoy por
hoy sigue sin ser significativa.
También es importante que sepan que desde el momento en que
decidí dedicarme a la traducción y pisé de nuevo una facultad, tenía claro
que el objetivo era trabajar como autónoma con clientes directos,
especializarme en mi sector y ofrecer a mis potenciales clientes cubrir todas
sus necesidades lingüísticas, es decir, colaborar con otros compañeros
nativos para ofrecer todas las combinaciones lingüísticas que me pidieran.
De esta colaboración se derivan los ejemplos de terminología a los que haré
mención más adelante.
A nivel informativo les diré también que en este ámbito el sector de
la construcción, según mi experiencia, el inglés y el alemán son los
idiomas reyes, aunque últimamente el italiano y el francés están tomando
fuerza y, sinceramente, del portugués y el chino no he sabido nada o
prácticamente nada. Probablemente se deba a que las empresas para las
que trabajo intentan, debido a la actual coyuntura, ampliar su cartera de
clientes dentro de la Unión Europea en primera instancia, ya que los
mercados americanos y asiáticos representan un mayor nivel de gastos.
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El caso es que decimontar una red de colaboradores habituales y,
aunque en estos cinco años he trabajado con más de una treintena de
compañeros, lo normal es que el equipo es formado generalmente por
diez o doce.
2. Traducción especializada.
Y ahora, entremos en materia. Para empezar, quisiera compartir con
ustedes mis reflexiones sobre qué es la traducción especializada. Entre
1995 y 2006, cuando simultaneaba mi trabajo como arquitecta con alguna
traducción esporádica, me limité a traducir aquello de lo que sabía, de lo
que había estudiado y con lo que trabajaba cada día, simple y llanamente
porque lo sentía “terreno firme”, no hice la reflexión de que se tratase de
una temática especializada, entendí que “uno debe saber de lo que habla”.
Cuando entré en la Facultad de Traducción y con esto no quiero
decir que crea que sea la única vía posible para formarse como traductor,
aunque en mi caso en particular fue extremadamente positivo, constaté
que la traducción especializada se entendía como:
Traducción especializada = (no olviden que tengo pasado de
ciencias)
Traducción jurídica ±
Traducción médica ±
Traducción de manuales de pequeño electrodoméstico
y, la verdad, me sentí algo ofendida porque no se les hubiera ocurrido
introducir en el currículo la traducción de mi campo (la arquitectura y las
ingenierías).
Posteriormente he caído en la cuenta, sobre todo a raíz de hacer
traducciones relacionadas con el mundo de la gastronomía, de que la
traducción especializada no es una etiqueta que deba colgarse sólo a tres o
cuatro temáticas, en realidad, cada campo del saber o de la actividad
humana constituye una especialización y para traducirlo bien debemos
conocer a fondo sus peculiaridades y esto, para mí, constituye uno de los
pensamientos claves de este escrito-, es decir, no sólo debemos conocer el
argot, también debemos conocer su historia, su proyección, el lugar que
ocupa en cada comunidad lingüística e infinidad de otros factores que hacen
de cada proyecto algo singular. ¡Ni qué decir tiene que yo me perdía en el
mar de verbos que los franceses utilizan dentro de la cocina porque ni
siquiera en mi lengua materna estaba muy versada en ese mundillo!
En cualquier caso, sí es cierto que las facultades de traducción y las
asociaciones, aunque en menor medida (y siempre pensando en las que no
tienen una orientación específica) se ocupan sólo de tres o cuatro campos
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cuando incluyen la traducción especializada en sus currículos.
Normalmente, y corríjanme si me equivoco –aunque soy consciente de
haberme permitido alguna licencia-, la jurídico-financiera, la biosanitaria, la
literaria y la científico-técnica.
No hago referencia aquí a las especializaciones en localización o
audiovisuales, por ejemplo, porque considero que se trata de
especialización de medios, no temática.
2.1 Traducción técnica.
Pero si nos centramos en la traducción técnica, lo que más me llamó
la atención es que se hablase poco más que de los manuales de pequeños
electrodomésticos y otras “aparatologías” de uso cotidiano (y perdonen que
utilice un término no reconocido por la RAE, algo que por otro lado, es muy
habitual en el sector tecnológico), o las TIC y no se tratasen, precisamente,
todas las materias que componen el conocimiento científico: las
matemáticas, la física, la química... y sus aplicaciones. Y aquí hago especial
hincapié en lo de las ciencias aplicadas porque si entre la audiencia hay
traductores formados en las facultades probablemente piensen: ¡No, por
favor, yo hice una carrera “de letras” para librarme, por fin, de semejantes
tostones! Pero creo que deberían olvidar los prejuicios.
¿Cuánta base química hay en la cocina?... por seguir con el mismo
ejemplo de antes (supongo que como yo sólo me dediqué a las
matemáticas y la física… ¿por eso se me da tan mal la cocina?, ¿¡el que no
se consuela es porque no quiere!? Ahora que está tan de moda el coaching,
seguro que un entrenador nos diría: ¡Ojo, este prejuicio es el que no te
permite avanzar!).
Evidentemente, quienes se decanten por el trabajo más especializado
en estas temáticas probablemente partan de la base de ser aficionados, no
se asusten ante el reto e incluso estén preparados para ello; para el resto,
decir que la clave reside, como para cualquier otra especialización elegida,
en la motivación, la atracción por la temática; y piensen que las ciencias
aplicadas abren un abanico de posibilidades de lo más extenso. Estoy
segura de que muchas personas “de letras” no se sentirán atraídas por el
cálculo de estructuras de edificación, que sería física aplicada (sepan que la
mayor parte de los arquitectos tampoco), pero por la astronomía, la
zoología o la decoración Y precisamente por haber hecho una elección
consciente basada en una inclinación personal, deben procurar un
conocimiento general de ese campo en el que no han sido formados
previamente.
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Como en cualquier otro caso, existe una parte de trabajo personal
indudable que puede consistir en la lectura de libros, el visionado de
documentales, internet, los encuentros entre profesionales del sector y lo
que se les ocurra que ayude a asentar mentalmente la jerga, los términos
técnicos y las formas de expresión habituales en el sector. Pero la
reivindicación personal que hago desde este púlpito imaginario que me
ofrece la revista es que los traductores científico-técnicos contemos con
otros medios, además de los personales, para formarnos en estos sectores.
3. Ejemplos.
Ilustraré con ejemplos esta necesidad de formación específica en
ciencias aplicadas.
En primera instancia, creo que en los lenguajes especializados
resulta de gran ayuda distinguir entre “terminología” y “jerga del gremio”. Si
me permiten continuar con el lenguaje de las matemáticas, la “terminología”
formaría un subconjunto dentro del conjunto de la “jerga del gremio” porque
dentro del lenguaje de una disciplina específica hay vocabulario que no
clasificaríamos como particular de ese campo que, no obstante, se usa de
forma especial en él. Lo ilustraré con ejemplos para que quede más claro, y
estos mismos ejemplos –deliberadamente sencillos - me servirán para hacer
hincapié en la importante idea que les recalqué inicialmente y es que: cada
campo del saber o de la actividad humana constituye una especialización y
para traducirlo bien debemos conocer a fondo sus peculiaridades, como
pueden ser estas de las que les voy a hablar.
Por ejemplo, en arquitectura, yo consideraría “hormigón visto” como
terminología específica, puesto que es el nombre que designa al hormigón
con una consistencia y calidad de acabado superficial específicas que
permiten dejarlo visto, es decir, sin necesidad de ningún acabado final,
léase por ejemplo: una capa de pintura. Este ejemplo, además, resulta de
utilidad para ilustrar la problemática que suscita aquella terminología
específica que, por la familiaridad de las palabras que usa, puede pasar
inadvertida. Así, he visto traducido este término como “hormigón expuesto”
u “hormigón a la vista” y, aunque la traducción transmite adecuadamente la
idea de que es un hormigón que puede verse, es decir, que no ha quedado
tapado con otros materiales, no expresa explícitamente las propiedades que
posee para hacer eso posible, como que cuenta con una consistencia
específica o ha sido encofrado y vertido con especial cuidado, lo cual
resulta inherente al término “hormigón visto”. Y, en cualquier caso, a los ojos
del lector versado deja patente el desconocimiento del campo por parte del
traductor y, según como, incluso del autor del texto y puede resultar
inadmisible. Y no piensen que exagero, en 2008 ganamos un cliente gracias
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a esto. Habíamos hecho una oferta de honorarios para la traducción de una
revista técnica periódica que finalmente se llevaron unos colegas que ya
hacían otras traducciones de carácter generalista para la misma editorial y,
en concepto de volumen encargado, consideraron que podían hacer frente a
una reducción de tarifa. Al cabo de un solo número traducido el cliente
volvió a contactar con nosotros solicitando unas traducciones técnicas de
calidad y desde entonces trabajamos con él, precisamente por errores como
el anteriormente mencionado o el que explicaré a continuación.
De hecho, el ejemplo del hormigón, por parecer un rmino tan poco
técnico, sirve de enlace perfecto con el siguiente: el de “jerga del gremio”.
Así, “tejado” puede parecer una traducción perfecta de “roof”, sin embargo,
jamás oirán a un arquitecto hablar del tejado de un edificio, la palabra que
usa es “cubierta” y, nuevamente, el NO hacer esta equivalencia en una
traducción aparentemente tan sencilla puede poner en tela de juicio toda la
labor de documentación del traductor, por muy exhaustiva que haya sido.
¿Pero a quién se le ocurriría buscar esta palabra en un glosario
especializado siendo que se trata de vocabulario tan básico? Esa necesidad
sólo surge si ya acumula cierto bagaje sobre el uso del lenguaje en ese
contexto.
Lo mismo sucede en el caso de la traducción de “floor” por “piso”. Un
arquitecto hablaría de “planta” y dejaría piso” para designar una “propiedad
horizontal de dos o más habitaciones para su uso como vivienda”.
Y a propósito de “habitaciones”, se me ocurre mencionarles también
la importancia de conocer el contexto de partida y el de llegada, no lo el
de la temática. Para que lo vean claro, igual que en Gran Bretaña uno habla
de “ground floor” y, sin embargo, en Norteamérica habla de “first floor”, para
designar lo que en España sería la “planta baja”; en Alemania, cuando se
habla de las zimmer” de un piso, se cuentan todas las habitaciones o,
seamos más precisos, todas las “estancias”, así, un piso de tres zimmer”,
es un piso de salón y dos dormitorios, mientras que en España entendemos
que un piso de tres “habitaciones” es un piso de tres “dormitorios”. A
primera vista estas diferencias pueden parecer más sencillas de solventar
que las diferencias entre los marcos legales de distintos países ¡pero no
deben bajar la guardia!
Volviendo al tema, aunque al dar ejemplos me he centrado en estos
mal llamados, lo sé, “falsos amigos”, no hay que ir tan lejos. Uno debe
conocer el contexto porque si no se pueden producir atrocidades como esta:
la traducción de PFC Viviendas Tuteladas por Integrated Project Course on
Sheltered Accomodation, cuando, en realidad, las siglas PFC hacen
referencia a Proyecto Final de Carrera y Viviendas Tuteladas son aquellas
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viviendas destinadas a personas de la tercera edad que cuentan con
servicios comunes y un control sobre sus necesidades. En este caso en
particular el problema va más allá de no poner las siglas en contexto, a
veces simplemente tiene que ver con la motivación, con la profesionalidad y,
en definitiva, con el esfuerzo. Lo saco a colación porque resurgirá en las
conclusiones, cercanas ya.
De estos ejemplos puede extraerse la importancia del trabajo con
textos paralelos, con contexto, al fin y al cabo.
Y de esto, la reivindicación realizada con anterioridad de poder contar
con formación específica que nos permita una crítica constructiva de las
fuentes manejadas para localizar y validar ese contexto, lo cual yo
consideraría la segunda idea clave de esta comunicación.
4. Fuentes.
En relación con las fuentes, aparte de las búsquedas, a veces
indiscriminadas, en internet, los traductores solemos usar como fuente de
ayuda los glosarios especializados y las memorias de traducción. ¡Ojo con
ellas! Seguramente podrán encontrar la traducción de concrete” como
“concreto” para “hormigón” en un glosario realizado por y para personas de
origen centro o sudamericano pero NO será una traducción válida para
España, esto, por poner un ejemplo sencillito. Ni qué decir tiene que si
desconocen la validez profesional de los autores de estos glosarios y los
textos que utilizan en sus memorias de traducción, la ayuda que puedan
prestarles será cuando menos cuestionable. Pero no es que quiera reiterar
algo que ya saben, simplemente persigo dar fuerza a mi argumento sobre la
necesidad de una formación específica para poder evaluar críticamente
tanto las fuentes usadas como las traducciones realizadas.
Desgraciadamente, en este campo no existe tanta documentación
contrastada ni posibilidades formativas como en el caso de la traducción
jurídica o médica, y quizá podríamos y deberíamos cambiarlo. Y abro aquí
un posible nicho de trabajo. Pero hoy por hoy de aquí deriva, en parte, el
debate entre la idoneidad del técnico como traductor frente al traductor
profesional. No piensen que voy a decantarme por el primero. Pienso que la
base está en la motivación y el esfuerzo por adquirir los conocimientos
necesarios para hacer un trabajo profesional. Y si un traductor pone toda la
carne en el asador, los resultados serán seguramente excelentes, como los
del técnico preocupado por mejorar su redacción y sus conocimientos de la
lengua.
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Conclusiones
Por todo ello:
1.- Elijan la especialidad que quieran, pero esfuércense en conocer a
fondo sus peculiaridades… y, ya de paso, en el caso de la traducción
científico-técnica apoyen mi reivindicación de medios de formación en este
campo para lograr ese fin.
2.- Estén atentos a lo que leen. Es fácil identificar “momento flector”
como terminología específica, pero no dejen que se les escapen cositas
más sencillas como la traducción de “ceiling” por “forjado” en vez de “techo”,
si tienen entre manos un texto sobre estructuras de edificación. Es decir, no
busquen sólo la terminología evidente, busquen también aquella que puede
pasar desapercibida y, por supuesto, la jerga propia del sector.
3.- Para ello, no olviden el contexto: de la temática, del país de origen
en el que se encuadra el texto y del de llegada para la traducción. Y, por
último,
4.- Sean críticos con las fuentes de ayuda. En la era de la
democratización del conocimiento, un análisis crítico de la información es
esencial.