Elena Bellido Vela
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Desde su fundación en 1525 a instancias del marquesado de Priego, el convento de Santa
Clara de Montilla ha quedado indisolublemente vinculado a esta importante familia
nobiliaria
1
. Era gesto habitual entre la aristocracia de la época ejercer su patronazgo en
beneficio de las comunidades conventuales, aspecto en el que podemos analizar distintos
contenidos: religiosos, económicos, políticos…, que son difíciles de deslindar
2
. El generoso
mecenazgo dispensado por los Fernández de Córdoba fue en extremo magnánimo desde los
mismos inicios de su construcción, en los albores del siglo XVI, cuando el cabeza del linaje
era Pedro Fernández de Córdoba, heredero legítimo del mayorazgo de la Casa de Aguilar y
primer marqués de Priego desde 1501.
La relevante calidad artística que presenta el conjunto arquitectónico, así como la enorme
extensión construida, nos permite apreciar el patrocinio absoluto que esta noble familia
despliega en el monasterio de Santa Clara. En su edificación intervinieron artífices de
reconocido prestigio, como lo fue Hernán Ruiz I − maestro mayor de la catedral y Obispado
de Córdoba −, arquitecto al que se le atribuyen las obras del templo conventual y la
realización de su espléndida portada
3
. Asimismo, son pródigas las excelentes piezas que
componen el catálogo de bienes artísticos que atesoran la iglesia y las dependencias
claustrales
4
. Fueron cuantiosas las pinturas, esculturas y obras de orfebrería que ingresaron
merced a la piadosa voluntad de los miembros del marquesado de Priego, quienes
perpetuaron una importante actividad benefactora desde sus inicios. Todo ello permite
considerar al convento de Santa Clara de Montilla como una de las fundaciones franciscanas
más importantes de Andalucía.
El elevado coste económico que suponía la financiación del proyecto conventual y su
correspondiente amparo patrocinador no era cosa baladí. De esta forma, a cambio de las
cuantiosas dádivas de las que el marquesado se desprendía, sus miembros recibían una serie
de privilegios extraordinarios. Entre los mismos, y en lo que respecta al convento de Santa
Clara, el más delator para el vecino de a pie era la licencia que la familia marquesal disponía
para poder asistir a los oficios religiosos desde la tribuna ―abierta ex profeso―, situada
inmediata al presbiterio del templo monacal. De esta forma, los señores de Aguilar accedían
a la misma a través de la galería que, dada su proximidad, conectaba la residencia palaciega
con la iglesia conventual
5
.
La libertad de ingreso a las dependencias claustrales era otra de las prerrogativas que
disfrutaban los marqueses, dado que algunos de ellos poseían bula papal que les permitía
entrar sin impedimento alguno por parte de la prelatura conventual
6
. Santa Clara era un
1
La voluntad del I marqués de Priego fue que esta fundación conventual se destinase a acoger una
comunidad de frailes de la orden de San Francisco, donde quedaría establecido el panteón familiar de la Casa
de Aguilar. Según diversos testimonios de la época, la construcción pudo estar iniciada en 1512. Tres años
después de la fecha señalada se constituyó la primera comunidad de frailes, pese a que las obras no estaban
finalizadas. Una vez que Pedro Fernández de Córdoba fallece, en 1517, dos de sus hijas ―Isabel Pacheco y
María de Luna― deciden fundar un monasterio de clarisas en Montilla. Por este motivo Catalina Fernández de
Córdoba, II marquesa de Priego, opta por modificar lo ordenado por su padre, y el convento que en un principio
se levantó como morada de frailes seráficos fue destinado a acoger una comunidad de religiosas clarisas desde
1525, siendo sus fundadoras sor María Jesús de Luna y sor Isabel Pacheco, quien fue su primera abadesa. No
obstante, para no contravenir los deseos de su progenitor, Catalina Fernández de Córdoba mandó construir,
asumiendo su financiación, un nuevo convento destinado a los franciscanos, en cuyo templo se ubicaría el
panteón familiar de los miembros del marquesado de Priego.
2
La iniciativa fundacional que protagonizaron los marqueses de Priego en las villas de sus dominios a lo
largo de las centurias de la modernidad fue cuanto menos destacada. Cinco son las fundaciones acometidas en
Montilla, al ser considerada capital del señorío, en Priego de Córdoba fueron dos, al igual que en Aguilar de la
Frontera. Atienza López, 2008: 166-167; 2010: 235-269.
3
Garramiola, 1982: 134. Bernier Luque/Nieto Cumplido/Rivas Carmona/López Salamanca, 1993: 187.
4
Ramírez Laguna/Bellido Vela: 2003.
5
Bula de penitenciaría a favor de Catalina Fernández de Córdoba, marquesa de Priego, para poder unir su
palacio al Convento de Santa Clara de Montilla mediante un puente, 7 de febrero de 1544. Archivo Ducal de
Medinaceli, Sevilla (ADM), Priego, legajo, 13-17, s/f.
6
Bula de penitenciaría favor de Catalina Fernández de Córdoba, marquesa de Priego, para entrar en el
monasterio de Santa Clara de Montilla y quedarse a dormir en él, 27 de febrero de 1532. (ADM), Priego, legajo,
13-11, s/f. Breve de Gregorio XIII a Catalina Fernández de Córdoba, marquesa de Priego, para que ella y una