José Antonio Palma Fernández
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y Doña Isabel Farnesio, dio la Reina para vestir a esta Santa Imagen una pieza que tenía para
un vestido suyo, la cual es un Brocado texido de puro hilo de oro”
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Además, de nuevo se propone un recorrido o itinerario al visitante. Aun así, en este caso
no es un recorrido simbólico, sino más bien ceremonial, en el cual se nos invita a recorrer las
distintas estancias que componen el camarín con una finalidad muy clara. Por un lado, se
buscaba que el visitante pudiera contemplar y deleitarse con su profusa y bella decoración, y
por otro lado que asimilara el programa iconográfico que contienen las mismas, algo que
como veremos, también ocurría en Versalles y otras cortes de la época. Sin duda, el programa
iconográfico que después pasaremos a desglosar con detalle, juega un papel fundamental, ya
que es el hilo conductor del recorrido. A través del mismo el visitante podrá hacerse una idea
de la persona a la que va a visitar (en este caso la imagen), ya que la iconografía no pretende
otra cosa que narrarnos los logros y virtudes del habitante del palacio. Esta idea que se aplica
en el camarín, respecto a la función de la decoración y el programa iconográfico en un palacio,
se ajusta muy bien a la idea defendida muchos años antes de la construcción de este edificio,
por el pintor Vicente Carducho: “Y siempre que se ofrezca adornar alguna fábrica, debe
atender a la calidad de ella en general y el uso de cada parte en particular y la persona que le
ha de ocupar…. Si fueren galerías Reales, sean historias las que pintaren, graves, majestuosas,
ejemplares, y dignas de imitar, como son premios que grandes Monarcas han dado a los
constantes en el valor, y en la virtud, castigos justos en maldades y traiciones, hechos de
Héroes ilustres, hazañas de los más celebres Príncipes y Capitanes, triunfos, victorias y
batallas.”
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. En definitiva, lo que se plantea es un programa de exaltación y difusión de un
personaje que en este caso es la Virgen del Rosario.
La idea de plantear un recorrido ceremonial viene repitiéndose a lo largo de la historia en
palacios importantes como Persépolis, Medina Azahara
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, el Palacio Apostólico y en su más elevada
expresión en el Palacio de Versalles
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. Un itinerario que se hacía a los visitantes ilustres por las
principales salas protocolarias y de aparato, con el fin de impresionarlos, y que siempre
terminaba en la estancia donde los recibía el soberano con sus mejores galas, alcanzando así
el cenit de la visita. En todos los ejemplos anteriores, al igual que en este camarín, en
definitiva, lo que se perseguía era contener la emoción del visitante y crear expectación para
acabar impresionándolo, así como hacerle sentir pequeños ante la grandeza del personaje con
el que finalmente se iban a encontrar. En España, uno de los ejemplos más cercanos
temporalmente a la construcción de nuestro objeto de estudio es el Palacio del Buen Retiro, que
gracias al empeño del Conde Duque de Olivares se convirtió en un símbolo del esplendor y
de la grandeza de Felipe IV y su monarquía. Todos estos requisitos se daban en este modelo
español, pero especialmente en el Salón de Reinos, que se decoró con las mejores obras de
arte de la época con el fin principal de agasajar e impresionar a los visitantes ilustres que
pasaban por allí o se hospedaban en el palacio
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.
También, en lo que respecta a la decoración, advertimos como en este camarín se lleva a
cabo una jerarquización, destacando con ella los lugares más importantes. La cripta, la
escalera y la sala capitular apenas tienen ornato, sin embargo, el transparente y los
antecamarines se decoran muy lujosamente, alcanzando el cenit decorativo en la sala central
donde se encuentra la imagen de la Virgen del Rosario. Esto se lleva a cabo, por tanto,
aludiendo nuevamente a la idea ya citada de contener la emoción y crear expectación, aunque
igualmente, nos lleva a recordar que la decoración también se emplea en este sentido para
diferenciar las funciones que albergan los distintos espacios que componen este conjunto.
Así pues, no podemos olvidar bajo ningún concepto, que a pesar de la condición de este
espacio como “porción celestial en la tierra” y “palacio”, y que en definitiva su función es
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
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Historia de la Orden de Santo Domingo en Andalucía atribuida a Fray José de Herrera, realizada en el siglo
XVIII, Archivo privado.
27
Carducho, 1865: 246-247.
28
Barceló, 1991: 51.
29
Casal Maceiras, 2013: 796.
30
Alonso de la Higuera, G. “La imagen del poder real en las Artes”, en: El IV Seminario Interdisciplinar
“La Corte en Europa”. Madrid, Libros de la Corte, 2010, p. 59.