Albert Ferrer Orts, Gonzalo Olmedo Espinoza y Estefania Ferrer del Río
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No es infrecuente comprobar a diario que los museos sean espacios desaprovechados por el
común de la ciudadanía –no importa el continente, ni siquiera el país o región-,
desgraciadamente no es un hecho extraño ni tampoco deseado. Lo cual, lejos de ser un caso
más o menos noticiable, nos debe de llevar a repensar el por qué se malbaratan los recursos,
siempre escasos en este sentido, que las instituciones políticas y sus gestores culturales ponen
a disposición de los ciudadanos.
Los museos, como contenedores de cultura en su más diversa acepción, representan
una seña de distinción que la civilización occidental se ha encargado de ir perfeccionando a
través de los últimos dos siglos: primero, adaptando notables edificios –algunos de ellos de
hondo simbolismo- para albergar un sinfín de obras de todo tipo y naturaleza; después,
concibiendo nuevas arquitecturas que, a su vez, custodian para deleite de propios y extraños
colecciones segmentadas según su carácter, estilo o significación.
Pero, sin duda, cuando los museos han experimentado una profunda renovación en
su contenido y en su misión, antaño ligadas al orgullo de mostrar aquello que definía y, a la
vez, diferenciaba a la sociedad de las que formaban parte, ha sido en los últimos decenios,
particularmente desde mediados del siglo pasado, donde las consecuencias de la Segunda
Guerra Mundial ocasionaron, entre otras muchas más, la descolonización de amplios
territorios de sus antiguas metrópolis. Nuevas naciones que necesitaron reivindicar su
idiosincrasia largamente postrada a través de sus tradiciones y, también, de sus
particularidades culturales antes imperceptibles.
Muchos países en vías de desarrollo vieron como el modelo occidental, que desde
centurias atrás había servido para un cometido similar, se amoldaba perfectamente a sus
nuevos intereses, auspiciados además por su redescubrimiento progresivo por millones de
turistas ávidos de conocer sus rasgos culturales.
En este nuevo contexto, los espacios museísticos del primer mundo también se
renovaron en profundidad a través de ciencias como la museología y la museografía,
potenciadas por las nuevas especialidades profesionales que, nacidas en la universidad
fundamentalmente, complementaban sobremanera los trabajos de artistas, arqueólogos,
historiadores, historiadores del arte, arquitectos, biólogos, antropólogos… Y todo ello con
el objetivo de que los museos se adaptaran al cambio de mentalidad que acontecía en la
sociedad finisecular, más exigente, culta y necesitada de otros referentes a los ya conocidos.
A pesar de ello, excepción hecha del éxito de museos de renombre internacional, la
realidad de un porcentaje elevadísimo de éstos esconde una preocupante situación: no atraen
al público que debieran porque éste, a menudo, vive de espaldas a ellos y a lo que en sí
representan.
El análisis de la situación sugiere que, ciertamente, los museos no suelen contar con
los medios que necesitan para continuar siendo atractivos (la cultura no es una prioridad para
casi ningún gobierno, para qué engañarse), pero no es menos cierto que otros eslabones fallan
en esta cadena de despropósitos: la educación, el conocimiento y la sensibilidad. O, lo que es
lo mismo, la familia y la escuela.
Sin ciudadanos educados en determinados valores consustanciales al ámbito familiar,
ni formados adecuadamente para desarrollar la sensibilidad por las cosas que les rodean,
¿cómo podemos esperar que éstos sientan algún apego a la cultura y, por ende, hacia los
museos
1
?
Difícil tesitura ésta, a la que nos enfrentamos confundidos y desorientados, pues
teniendo los medios no aprovechamos las posibilidades que los Bienes de Interés Cultural
2
,
en sí mismos los museos, representan.
En este estado de cosas, el MOBAT (Museo O’Higginiano y de Bellas Artes de
Talca), en la Región del Maule, se nos presenta como un paradigma debido a los estragos que
sufrió a consecuencia del terremoto del 27 de febrero de 2010
3
cuando hacía apenas unos
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
1
Alonso, 1993; 1999ab. León, 1995. Hooper-Greenhill, 1998. Díaz, 2008.
2
Morales, 1996.
3
Ferrer, 2013: sp; 2014: 297-302.