Jesús Porres Benavides
Cabrera, su padre, hasta que decidió casarse y por tanto dejar el orden clerical. Del mismo
modo va desgranando, fruto sin duda de una intensa labor de investigación, los primeros
años de la vida de doña Beatriz como la temprana muerte de su padre en 1632, la posterior
boda de su madre, doña Lorenza de Villalobos con Lucas de Mendoza, que sin duda le traería
grandes problemas por dilapidar los bienes familiares, así como ser perseguido por la justicia
y entrar en prisión debido a engaños y fraudes en diversos negocios.
A continuación, describe el traslado de Beatriz a Sevilla en 1642, quedando bajo la
custodia de su tío Tomas de Villalobos con apenas veinte años, la muerte de su madre en
1645 y el concierto de boda con el joven Murillo, incluyendo detalles tan interesantes como
que fue una boda amañada en la que realmente la novia había ido contra su voluntad.
Posteriormente, detalla la herencia de los hermanos Cabrera y su posterior reparto, con lo
cual el propio Murillo, en calidad de fedatario de los bienes de su mujer, tuvo que trasladarse
algunas veces a Pilas a arreglar problemas con la herencia de su mujer. Así como la existencia
de un niño, Bernardo, que prohijó el propio Murillo y detalles como la venta de la casa natal
de doña Beatriz de Cabrera en Pilas.
También se habla en el libro de la vinculación a Pilas de otros personajes próximos a
Murillo como el canónigo Justino de Neve. Resulta particularmente interesante cómo el autor
desgrana detalles de la vida cotidiana de Murillo, como el nacimiento de sus hijos y posterior
fallecimiento de algunos de ellos, los cambios de casas, las capellanías que dejó instituidas y
finalmente la muerte de su esposa en 1664, debido a los problemas que tuvo en uno de los
partos dos semanas antes.
En el capítulo XI Del Retrato al Autorretrato, el autor deja un testimonio interesantísimo
acerca del pintor. Se trata de un apunte extraído del libro de dotaciones de doncellas, donde
se hace una descripción de Beatriz Cabrera y de su esposo al que define como “alto de cuerpo,
con señales de viruela en el rostro” y a ella “pequeña de cuerpo, menuda de facciones y (tiene)
una señal de herida debajo de la barba”. Esta descripción inédita, como muchos otros
apuntes en el libro, está sacada del archivo de la Casa Hospital de la Misericordia. Este tema
sin duda es interesante porque cuando el propio pintor se autorretrata no aparecen señales
de haber tenido esta enfermedad.
Como bien dice el autor “son muchas las sombras y elucubraciones que surgen – como no
puede ser de otra manera – del análisis de la documentación histórica. Pero también son
muchos los detalles, circunstancias, referencias, ideas o documentos inéditos” que ha
aportado con la elaboración de este libro. Esta obra nos acerca a la figura del “vecino” de
Pilas Bartolomé Esteban Murillo, que hasta el final de sus días “administró como titular, unas
propiedades que había heredado de su mujer”.
En palabras del autor, esta obra pretende “eliminar los repintes de un cuadro que se creía
casi perdido y que ahora nos ofrece su particular visión de esta historia”. En los salones de casa,
en las cocinas, en la intimidad de las familias se hace mucha historia por personas en minúsculas, que,
aunque son anónimas para la posteridad, construyen la Historia con mayúsculas.