10 Años de una performance flamenca: Morente y Sonic Youth en el CA2M
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Ahora volvamos al flamenco, ¿qué sentido tiene la performance si los agentes que la
conforman no pierden su función habitual? En primera instancia, no es el flamenco “general”
lo que aquí compete, sino el flamenco de Morente, sobre todo, a partir de Omega. La intención
de Morente se podría entender como una prolongación de la reedición de Omega, si bien no
eligió esta vez una obra ya hecha ni hizo una pieza nueva, sino la pura improvisación, la
adaptación del flamenco al ruido experimental y no como accesorio, más bien como nueva
posibilidad en el campo del flamenco, que estaba a punto de entrar en la Lista del Patrimonio
de la Humanidad y que, una vez dentro, sorprende la definición estipulada por la UNESCO:
“El flamenco se interpreta con motivo de la celebración de festividades religiosas, rituales,
ceremonias sacramentales y fiestas privadas. Es un signo de identidad de numerosos grupos
y comunidades, sobre todo de la comunidad étnica gitana que ha desempeñado un papel
esencial en su evolución. La transmisión del flamenco se efectúa en el seno de dinastías de
artistas, familias, peñas de flamenco y agrupaciones sociales” (UNESCO, 2010).
Pues bien, el flamenco de Morente fusionado con el rock experimental de Sonic Youth
no se ajusta a tal definición y, sin embargo, suena a flamenco porque presenta signos sonoros
y visuales de “flamenco”. Por su parte, Morente seguía consiguiendo alejar “flamenco” de la
vertiente romántica, logrando cuestionar en cada trabajo los conceptos de “puro” y
“tradicional”. La parte flamenca de la performance no se ajusta a un propósito ritual, ni
religioso, ni privado, sino más bien se asienta en la globalización, en la correspondiente
transculturación y, de manera específica, en la experimentación, ajustándose al objeto de la
performance sonora: en el carácter global del flamenco y en la capacidad de adaptarse a otros
géneros musicales y de adaptar otros géneros musicales al flamenco.
Una vez hecha la interpretación hermenéutica, conviene analizar el público y la trayectoria
de los que realizan la performance desde una perspectiva sociológica. Sobre los espectadores,
debían conocer y escuchar a la banda neoyorquina, porque la performance era el reclamo para
iniciar una exposición centrada en su trayectoria. Al respecto, el gusto de los espectadores
entroncaría con la escena underground y las nuevas formas artísticas, esto es: debían conocer
una performance en función de su capital cultural y este a su vez condicionaría su consumo
cultural. En función de esto, se podría definir que los que visitaron el CA2M el 2 de febrero
de 2010, formarían parte de grupos habituados al consumo de rock experimental/ noise, en
la órbita de las bandas surgidas a partir de The Velvet Underground. Además, el público
debía conocer el flamenco, no en su vertiente purista sino en el contexto de fusiones e
hibridaciones, en un proceso de entender el flamenco de igual manera que el rock: como
fenómeno global fusionado con otras músicas.
Siguiendo en esta línea, se hace interesante revisar de manera sintetizada la trayectoria de
Sonic Youth y Morente. Ambos formaron parte de un contexto cultural “alternativo” en
relación a círculos universitarios y progresistas, por lo que en tal situación cambiaron su
percepción, manifestándose en un campo determinado: Morente -aunque también con
trabajos dentro de la vertiente purista- había llegado a una subcultura flamenca, a una
alternativa al establishment mairenista; Sonic Youth, por su naturaleza de músicos y artistas
plásticos, se desenvolvía dentro de la escena underground, en un contexto artístico híbrido que
partía de fluxus y Cage. Tanto el cantaor como los de Nueva York conocían los procesos de
cambio en sus campos y cambiaron sus capitales culturales en función de su recorrido: cuanto
más conocían, más “enriquecían” sus trabajos en una constante “lucha” de posición en el
campo de flamenco/ rock experimental.
Conclusiones
A lo largo de este trabajo hemos pretendido cuestionar el Nuevo Flamenco como
corriente en la que se asientan los trabajos experimentales de Enrique Morente. Si bien es
cierto que, por su carácter transgresor y fusionista, la labor del cantaor ha entrado en relación
con dicha corriente, consideramos que sobrepasa al Nuevo Flamenco para establecerse como
algo plenamente novedoso, en consonancia con los cambios que se producen en el campo
artístico a partir de la segunda mitad del siglo XX. Morente hizo “otra cosa” a partir del
Nuevo Flamenco, dentro de los presupuestos posmodernos de hibridación y, como Sonic