Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte, 10, 2021, pp. 120-137, ISSN: 2255-1905
EL TRIUNFO DE LA INMACULADA CONCEPCIÓN DE ANDREA
ANDREOLI PARA CÁDIZ. DOCUMENTOS PARA LA
RECONSTRUCCIÓN SIMBÓLICA DE UN HITO URBANO
CARLOS MAURA ALARCÓN
Centro de Investigación del Patrimonio Artístico Andaluz
ANTONIO DE LA CRUZ SASTRE
Universidad de Cádiz
Fecha de recepción: 24/09/2021
Fecha de aceptación: 27/10/2021
Resumen
En el presente artículo, profundizamos en el conocimiento del triunfo de la Inmaculada
Concepción de Cádiz, a raíz de la reciente reaparición de su contrato de ejecución en el
archivo histórico de la Archicofradía de la Palma, a los que sumamos otros documentos
inéditos en relación con su proceso constructivo. Sus modelos de referencia y las
consecuencias de su erección ocuparán la segunda parte del mismo, donde plantearemos
una posible explicación acerca del éxito de su tipología en la ciudad.
Palabras clave
Triunfo, Inmaculada Concepción, Cádiz, fray Pablo, Andrea Andreoli, escultura
religiosa, documentos, gusto artístico.
THE ANDREA ANDREOLI IMMACULATE CONCEPTION TRIUMPH
FOR CÁDIZ. DOCUMENTS FOR THE VIRTUAL RECONSTRUCTION
OF AN URBAN MILESTONE.
Abstract
In this article, we go further into the knowledge of the Inmaculada Concepción
Triumph in Cádiz, because of the recent reappareance of its contract in the
Confraternity of La Palma archive, and other documents unpublished about its
construction. About its reference models and the consequences of its erection we will
write at the paper second part, where we build a possible explanation about the success
of the gender in the city.
Key words
Triumph, Immaculate Conception, Cádiz, fray Pablo, Andrea Andreoli, religious
sculpture, documents, artistic taste.
El triunfo de la Inmaculada Concepción de Andrea Andreoli
121
Los archivos históricos generados y custodiados por las hermandades y cofradías son, aún
a día de hoy, grandes desconocidos dentro de los estudios humanísticos, pese a la riquísima
información que poseen desde cualquier disciplina como la historia, la antropología, la
sociedad, la economía, el arte, etc. Ello puede deberse, como bien defendiera Amparo
Rodríguez Babío en referencia a los de las cofradías sevillanas, a una falta de interés producida
por la escasa valoración que muchas veces tienen incluso en el ámbito cofrade1, que lleva a
las juntas de gobierno a tenerlos en lugares de difícil acceso y condiciones deplorables, por
supuesto, en el caso milagroso de que la institución los conserve. En el caso gaditano -no
sabemos si puede hacerse extensivo a otras ciudades-, también hay que sumar un factor
importante para el desconocimiento de estas fuentes, como es el excesivo celo con que a
veces se las ha mirado de cara al mundo investigador, lo que ha ocasionado que se protejan
los documentos frente a posibles sustracciones o destrucciones, pero que los mismos no se
hayan puesto convenientemente en valor mediante su necesaria difusión.
El de la Archicofradía de la Palma es un archivo histórico rico por la cantidad, tanto
como por la calidad de los documentos que
acoge, testigos de la vida y actividad multisecular
de la institución desde su origen en 1691. Aquí,
mostramos como documento de singular
importancia el contrato de ejecución de la
columna triunfal de la Inmaculada Concepción,
hoy en día a la entrada de la gaditana punta de
San Felipe, pero en origen erigida frente al
convento de Capuchinos. Este importante
documento, cuyo conocimiento para el mundo
investigador ha sido reciente, se encuentra
firmado entre fray Pablo de Cádiz, religioso de
este orden, y Andrea Andreoli, prolífico artista
que tendrá una especial labor como
intermediario entre la clientela gaditana y los
talleres de mármol genoveses2. En el recto,
podemos leer el texto con las condiciones y los
detalles del contrato (Apéndice documental.
Documento 1), mientras que por el reverso se
halla dibujado a tinta el diseño del mismo
triunfo, una cruz en papel sobrepuesto y las
medidas en varas castellanas y en palmos
genoveses (Fig. 1).
Fray Pablo de Cádiz,
nube del occidente
Pero antes de entrar a analizar el documento,
es necesario contextualizarlo en tiempo, espacio
y personajes. Por ello, nos centramos ahora en
aquellos años finiseculares en los que nació la
1 Rodríguez Babío, 2000: 13-28
2 Contrato de realización del Triunfo de la Inmaculada Concepción, 23 de agosto de 1695, Archivo
Histórico de la Archicofradía de la Palma de Cádiz (AHAPC). Desde hace poco tiempo, se encuentra
enmarcado en el despacho del hermano mayor. Desconocemos cuándo llega este legajo al repositorio de la
corporación. Hemos de hablar de reaparición porque, en época reciente, sabemos que lo descubrió el
investigador José Luis Ruiz-Nieto Guerrero, quien publicó algunas cuestiones sobre su texto en una revista
de índole cofrade, específicamente en: Ruiz-Nieto Guerrero, 1970: 9-10; 1971: 17-19. Posteriormente, fue
mencionado en una noticia, fruto del estudio que la Asociación para la Difusión e Investigación del
Patrimonio de Cádiz y su provincia realizó en dicho repositorio (“Papeles mojados de historia”. En: Diario
de Cádiz, 16 de agosto de 2015: 21). Por último, un facsímil del mismo fue expuesto en una exposición,
donde se apreciaba solo el anverso, constando igualmente su imagen y ficha en el catálogo de la misma:
Alonso de la Sierra, 2016: 125-129.
Fig. 1. Andrea Andreoli, Boceto del triunfo de la
Inmaculada Concepción, 1694. Fotografía
de los autores
Carlos Maura Alarcón y Antonio de la Cruz Sastre
122
Archicofradía de la Palma, ya que precisa presentar primero al promotor de este proyecto, el
mencionado fray Pablo de Cádiz. Sobre su vida, dos son las fuentes principales con que
contamos para estudiarlo. En primer lugar, el libro que él mismo escribió sobre un nuevo
género de cofradía que creó en Cádiz, conocidas como compañías espirituales del Santo Rosario,
en el que deja constancia las reglas que todas ellas debían compartir, así como las vicisitudes
principales de sus fundaciones3. Tras este, y de mayor importancia en el sentido biográfico,
es la publicación que le dedicó en 1702 su compañero en religión fray Isidoro de Sevilla,
cuando ya fray Pablo había fallecido, y donde se recoge toda su vida y acciones que llevó a
cabo4. Este libro, escrito en un farragoso y ampuloso estilo barroco, ha sido el lugar al que
han acudido los historiadores e investigadores a la hora de buscar los datos para completar
las facetas de su vida, ya que carecemos de otras fuentes de las que extraer otra información.
Sin embargo, eso no resta para que también debamos leerlo con ojos críticos y poner en duda
lo que en él se dice, máxime al observar el carácter a todas luces imaginario de muchos de
los hechos que allí se narran. No olvidemos, en este sentido, que el principal objetivo de
estos libros no era publicar un estudio aséptico sobre las vidas para darlo a conocer a la
posteridad, sino promocionar las hazañas de aquellos religiosos reconocidos por la opinión
pública y ensalzar sus hechos y virtudes mediante florilegios que mostrasen, por metonimia,
las grandezas de la orden o institución a la que pertenecieran.
Si hacemos caso de su barroca biografía, nuestro fray Pablo debió de nacer el 21 de abril
de 1643, hijo de padre genovés, Juan Francisco Patrón, y madre gaditana, Ángela Iudice -
cuyo apellido nos lleva a pensar que fuera ascendente también de ligures-. De su buena cuna
da testimonio el biógrafo al referir que su padre fue cónsul de la nación genovesa, lo que
viene refrendado por haber aparecido así en la documentación de la época, como han sacado
a la luz otros investigadores5. Más tarde, le adjudica fray Isidoro a nuestro protagonista unos
años de estudio de Gramática en Flandes, otro de Artes en Cádiz y una estancia en América,
adonde acudió invitado por su tío para dejarlo como heredero de sus empresas. Solo a su
vuelta de América, en 1676, cuando contaba con 36 años, entró en la religión capuchina,
formándose en la casa sevillana.
El resto de su vida, destacó Pablo como orador sagrado, difundiendo la devoción al
Rosario por Cádiz y su entorno, en un afán misionero propio, por cierto, de su orden. Fruto
de esta predicación, cabe destacar la labor capital de fray Pablo, a partir de 1691, en la difusión
de un tipo de hermandad, ya citada, conocida como las compañías espirituales, siendo la primera
que fundó la de Nuestra Señora de la Palma en el referido año, con el título de Compañía
Espiritual del Santo Rosario de Nuestra Señora de la Encarnación. Estas congregaciones
tenían como denominador común el rezo del rosario, el que cantaban públicamente todas las
noches por las calles de la feligresía, mediante un cortejo jalonado con faroles, instrumentos
y voces, y presidido por un pendón -popularmente llamado simpecado- en el que se insertaba
la imagen de la advocación mariana en torno a la cual se habían constituido. En su libro,
como decíamos, incluye no solo la forma en que debían organizarse estos grupos, sino
también dónde están ubicados en Cádiz los quince que él dejó establecidos desde 1691 hasta
1693, detallando cómo el de Nuestra Señora de la Encarnación es el primero en el tiempo,
“cuyo protector seglar es Don Juan de Peñalva, vezino desta Ciudad, Alcalde Ordinario por
el Estado de los Cavalleros Hijosdalgo del Valle de Valde-Lugaña en las Montañas”, quien
“viéndolo sin Iglesia, sino que salía de un Oratorio, alentó a los Hermanos, para que en su
mismo barrio, que es el de los Capuchinos, edificassen a su costa una Iglesia, con el glorioso
titulo de la Encarnación del Verbo Eterno en las purissimas y Virginales entrañas de María
Santíssima nuestra Señora”6. Al final del texto habremos de ver cómo solventaron los
miembros de este Rosario los problemas para financiar las obras de la capilla.
3 Fray Pablo de Cádiz, 1693. Sobre la religiosidad en el Cádiz de la Edad Moderna, también recogemos
Morgado García, 1989: 155-168.
4 Fray Isidoro de Sevilla, 1702.
5 Morand, 2013: 243-272.
6 Fray Pablo de Cádiz, 1693: 14.
El triunfo de la Inmaculada Concepción de Andrea Andreoli
123
Sobre una columna, una imagen de nuestra
señora
Junto con la creación y difusión de las compañías
espirituales, el otro gran proyecto con el que fray
Pablo pasó a la posteridad fue el de levantar una
columna triunfal en honor a la Inmaculada
Concepción a las puertas del convento de
Capuchinos, de cuya orden era patrona (Fig. 2). Sobre
este triunfo -hoy se halla a la entrada de la Punta de
San Felipe-, hemos de destacar la descripción que de
él hicieron fray Isidoro de Sevilla en su libro, tantas
veces ya citado, de 1702, así como Adolfo de Castro
en 1859, pues han supuesto la fuente de la que se han
nutrido la mayor parte de los estudiosos que han
hablado sobre el mismo7. Aquí podemos arrojar
nueva luz a su génesis y evolución, a través de otras
fuentes.
De él, cabe señalar primeramente los motivos que
llevaron a fray Pablo a solicitar su erección, como son
-tal y como se recoge en el acta del cabildo municipal
al que elevó la petición-, “las graves escandalossas y
muchas vezes públicas que en este Campo de la
Zircunbalación deste Combento se cometen, assí por
las Cuebas que a havierto con su combatimiento el
mar, como por la soledad y retiro del sitio, donde con
más comodidad de su malicia tiende el demonio las
redes”8 o, dicho de otra forma en el contrato, “para
obiar los desórdenes que ocasiona de noche y de día la soledad de este campo”, es decir, para
poner fin a las acciones lujuriosas que allí se cometían, en una zona que en estos años, aún
con la Catedral Nueva sin comenzar, constituía la espalda de la ciudad.
Para lograr este piadoso fin, el guardián del convento de capuchinos, fray Diego de
Albacete, elevó el 24 de febrero de 1694 a los munícipes la solicitud de fray Pablo, en la que
proponía, como remedio, colocar en el mismo sitio donde está al presente la Cruz de la
jurisdizión regular deste combento una Columna Triunfal con su bassa fundamental y gradas
de Mármol de Génova, y enzima de ella la Venerable Ymagen de la Virgen SSma Madre de
Dios nra En su puríssima Conzepción”9. La solicitud es aprobada y agradecida por el
cabildo, quien designa a don Andrés del Alcázar y Zúñiga y a don Juan Lorenzo Castellanos
Fantoni como diputados para la obra. Esta solicitud quedará cerrada con el contrato de
realización de la imagen, que se firmó el 29 de agosto de 1694, aunque el año que viene
escrito en el legajo del contrato sea, incomprensiblemente, el de 1695, cuando fray Pablo ya
había fallecido10. Así pues, el predicador capuchino concierta con “Andrea Andreola,
Maestro de mármoles de la Santa Iglesia Catedral desta Ciudad de Cádiz” la hechura del
triunfo en 500 pesos: 250 o, al menos, 150 se habrían de pagar en letra de cambio en menos
de dos meses, y el resto cuando se el anuncio de que ya está listo para embarcar. La
7 De Castro, 1859: 61-62.
8 Actas capitulares del o 1694, Archivo Histórico Municipal de Cádiz (AHMC), sección Actas
capitulares, lib. 10.051, ff. 95v-96v
9 Actas capitulares del año 1694, AHMC, sección Actas capitulares, lib. 10.051, f. 95.
10 No encontramos otra explicación al referido año más que sea un despiste, ya que está firmado por
Andreoli y fray Pablo, quien murió en noviembre de 1694. Véase fray Isidoro de Sevilla, 1702: 348. Queda
corroborada la fecha de la muerte, igualmente, por las actas del cabildo municipal, ya que en abril de 1695
se dice que fray Pablo había ya fallecido.
Fig. 2. Andrea Andreoli (dis.) y Stefano
Frugone (hechura), Triunfo de la
Inmaculada Concepción, 1694-
1695. Fotografía: Elena Gon-
zález Pérez.
Carlos Maura Alarcón y Antonio de la Cruz Sastre
124
colocación de las piezas en el barco que fray Pablo escogiese correría de parte de Andreoli,
pero sería por cuenta del gaditano el flote y el desembarco del mismo.
Andrea Andreola -o Andreoli según la historiografía-, artista que se ha venido conociendo
de manera más exacta en fechas recientes, servía como intermediario entre la clientela
gaditana y los talleres genoveses y carrarenses, especialmente tras el éxito cosechado por el
retablo de la nación ligur de la Catedral de Santa Cruz11. Para este trabajo, Andreoli debió de
buscar un artista para elaborar, según se ve en el documento, una columna sobre plinto que
se levanta sobre tres escalones, y encima de la cual se dispone una imagen de la Inmaculada
Concepción (Fig. 3). Estos escalones o gradas son unas de las prescripciones del contrato
según se detalla en su texto, cuestión que no ocurre con las caras del plinto o pedestal, donde
no se especifica ningún tipo de decoración a incluir. La cara que se muestra de este elemento
presenta el escudo de la orden capuchina inserto en un escudo con corona en su parte
superior (Fig. 4) y, junto a él, otro con la heráldica dominica (Fig. 5). En la obra definitiva,
aparte de estos dos escudos, se incluyen el de la ciudad (Fig. 6) y el de fray Pablo arrodillado
rezando el rosario ante la Inmaculada, el cual es el peor conservado, debido a la posición que
ocupaba de cara al mar (Fig. 7). Sobre el plinto, se dispone la columna de orden jónico, que
arranca con toro, escocia y bocel y cuyo fuste se completa con acanaladuras, salvo en su
tercio inferior, en el que se dispone decoración con motivos de lacería y vegetales. Encima
del capitel, resuelto según las prescripciones de su orden, se alza la figura de la Inmaculada
Concepción sobre una nube de querubines de la que sobresalen los picos de la media luna.
En este caso, el profesor Alonso de la Sierra ha atribuido los trabajos de labra del mármol
al escultor Stefano Frugone, quien había colaborado con Andreoli en otros notables trabajos,
como el retablo mayor de la iglesia de Santo Domingo de Cádiz o la portada lateral de la
Catedral de Santa Cruz12. Ciertamente, la Inmaculada nos recuerda al mencionado escultor
tanto por la composición como por la técnica empleada, especialmente si la comparamos
con una obra firmada por él como es el relieve de la Crucifixión en el ático del mencionado
retablo dominico, con cuya María Magdalena comparte, por ejemplo, la forma de disponer
el cabello suelto. Sin embargo, se observan ligeras diferencias entre las cuatro tarjas que
presenta el plinto, tanto en la resolución de las mismas como en la talla, cuestión que
podemos quizás achacar a la intervención de varias manos. El hecho de que en el contrato
solo se expresen como caras del plinto las del escudo dominico y capuchino puede deberse
a que las otras dos se realizaron posteriormente, quizás incluso en diz. Esta solución,
aunque a priori extraña, explicaría por qué estas escenas -el emblema de la ciudad y fray
Pablo rezando el rosario ante la Inmaculada- están ausentes en el boceto y, además, tenemos
constancia de otras columnas triunfales de Cádiz -las de los patronos San Servando y San
11 Ravina Martín, 1982: 599-600. Sánchez Peña, 2006: 41-50.
12 Alonso de la Sierra Fernández, 2016: 87-89. Sobre Frugone, véase: García Jurado, 2017: 407-425.
También agradecemos a Santiago Rodríguez López sus perspicaces comentarios sobre la escultura de la
Inmaculada.
Fig. 3. Stefano Frugone: Nuestra
Señora del Triunfo, 1694.
Fotografía de los autores
El triunfo de la Inmaculada Concepción de Andrea Andreoli
125
Fig. 4. ¿Stefano Frugone?: Detalle del
pedestal de Nuestra Señora del
Triunfo, 1694. Fotografía de los
autores
Fig. 5. ¿Stefano Frugone?: Detalle del
pedestal de Nuestra Señora del
Triunfo, 1694. Fotografía de los
autores.
Fig.7. ¿Stefano Frugone?: Detalle del
pedestal de Nuestra Señora del
Triunfo, 1694. Fotografía de los
autores.
Fig.6. ¿Stefano Frugone?: Detalle del
pedestal de Nuestra Señora del
Triunfo, 1694. Fotografía de los
autores.
Carlos Maura Alarcón y Antonio de la Cruz Sastre
Germán- en cuya decoración se trabajó una vez ubicadas en su destino, tal y como recoge
un testigo de excepción, el dominico padre Labat, en relación con un anecdótico suceso con
el escudo de Francia13.
Fray Pablo, según su compañero Isidoro de Sevilla, solo pudo ver en Cádiz la efigie de la
Virgen, que fue lo primero que se remitió, antes de su muerte acaecida en noviembre de
169414. Tras el óbito, debieron llegar entre noviembre de ese año y abril de 1695 la columna
y demás elementos marmóreos, ya que en el cabildo municipal del 14 de dicho mes y año se
dejó escrito que, por una parte, los diputados de la obra no tenían ningún inconveniente para
su erección en el sitio dispuesto y, por otra, don Ignacio de Henestrosa refirió que el guardián
del convento de capuchinos fray José de Sevilla y fray Félix de Aramayona, a quien estaba
cometida la obra por muerte de fray Pablo, le habían ido a ver para que “se dispusiesse quanto
antes [el triunfo] por el daño que las piezas de mármol que están delante del dho Combento
reciven de los muchachos”15. El mismo Ignacio de Henestrosa, quizás por dejación de los
diputados, fue a reconocer la obra, y manifestó en el dicho cabildo que a las cinco varas que
se habían pedido originalmente había que añadir tres más, “para unas barandas de fierro que
las an de rodear, y en cuyas espigas a trechos se an de poner faroles que alumbren a nra Sra
y no ser de embarazo para que tres o quatro coches puedan pasar juntos por ambos lados
para las hermitas de sta Cathalina y sn Sebastián”. Sobre la colocación de la misma, declaró
él mismo que “la Sta Ymagen de nra Sra fue de parecer se colocasse mirando a esta ciudad,
y de la misma forma en el Pedestal su escudo de Armas, y que el de la religión mirase al
Combento, y en los otros dos las Piedras referidas a la parte de la mar la del Capuchino de
rodillas, y al contrario la del escudo de sto Domingo, que la Sta Cruz se ponga al reverso de
la Sta Ymagen de nra Sra y mirando al dho Combento, de forma que aunque la Columna que
tiene cinco baras y tercia de alto está puesta sobre dho Pedestal como biene dispuesto,
descubran los brazos los que fueren a dho combento respecto de que el Árbol lo oculta lo
grueso de la Columna y que es desensia no puede estar de otra manera”.
El 29 de mayo de dicho año, festividad de la Trinidad, el deán de la Catedral, Pedro
Barroso del Pozo, bendecía solemnemente el triunfo, “y aviendo llegado el día señalado -nos
cuenta fray Isidoro- se hizo la función con gravísima solemnidad, assistiendo todo el Cavildo
pleno, nuestra Capuchina comunidad, y crecida confusa multitud de gente, haciéndola
gustosa, ya la sonora diestríssima música de la insigne Cathedral, que con acordes acentos
cantó el Te Deum laudamos, y las Letanías de la Puríssima Reyna, ya el ruidoso festivo
estruendo de muchos fuegos artificiales que, cometas de los vientos, giraron la región toda”16.
Desde su erección, mucha debió ser verdaderamente la devoción adquirida por la Virgen,
pues no solo el obispo José de Barcia y Zambrana le regaló, para guardarlas en su pecho,
hasta dieciséis reliquias, sino que el cabildo municipal, en sesión del 27 de agosto de 1696,
aceptó el patronato sobre “el Santuario de Nuestra Señora del Triunfo”, como pasó a
denominarse tanto la Inmaculada como el espacio circundante17.
Pero más allá del triunfo en sí, la reja se erigió en su posterior tema de preocupación, ya
que, tras la reja de hierro que en primer lugar se le construyó, fray Félix de Aramayona pide
dinero con el objetivo de traerle otra de mármol de Génova, de lo que queda constancia en
los cabildos municipales del 23 de julio de 1695, 27 de agosto de 1696 y 18 de diciembre de
169818. Esta reja tuvo de costo 957 pesos escudos -casi el doble que el triunfo-, en los que se
13 Labat, 2007: 100-102.
14 Fray Isidoro de Sevilla, 1702: 289-290.
15 Actas capitulares del año 1695, AHMC, sección Actas capitulares, lib. 10.051, ff. 378r-378v.
16 Fray Isidoro de Sevilla, 1702: 292.
17 Sobre la donación de las reliquias véase Fray Isidoro de Sevilla, 1702: 297. Después, siguiendo
seguramente este texto: de Castro, 1859: 62. La decisión de nombrarla por patrona, tras ofrecimiento del
guardián del convento de Capuchinos fray Félix de Aramayona, se puede encontrar en: Actas capitulares
del año 1696, AHMC, sección Actas capitulares, lib. 10.052, ff. 304r-305v.
18 Actas capitulares del año 1695, AHMC, sección Actas capitulares, lib. 10.051, ff. 378r. Actas
capitulares del año 1696, AHMC, sección Actas capitulares, lib. 10.052, ff. 305r. Actas capitulares del año
1698, AHMC, sección Actas capitulares, lib. 10.054, ff. 367r-367v.
126
El triunfo de la Inmaculada Concepción de Andrea Andreoli
127
incluía su hechura, traslado en barco y colocación. De
la misma, dado que desapareció en el siglo XIX,
tenemos descripción en el libro de fray Isidoro, cuyo
alto valor le viene por su carácter de autopsia, de
testimonio visual, así como en un libro manuscrito
presente en la Biblioteca de Temas Gaditanos, donde
se anotaron cuestiones sacadas del libro instrumental
del convento de Capuchinos19. Esta medía 8 varas por
cada lado, y estaba formada por balaustres de mármol
blanco y, en los ángulos y mitad de las fachadas, tenía
pilastras labradas con follaje. La fachada principal era
la que daba a la ciudad, en cuyo centro tenía un
pedestal con el escudo carmelitano que sostenía una
efigie de San José con el Niño en brazos, costeado por
la Compañía Espiritual del Carmen. La que daba al
convento tenía la portada de entrada, con una reja de
bronce y, presidiéndola, sobre la pilastra central, una
imagen de San Miguel venciendo al dragón que había
costeado la Compañía Espiritual de la Virgen del
Camino, mientras que en las otras dos, los efigiados
eran el Ángel de la Guarda en la fachada del norte, y
San Rafael en la que da al mar. Por su parte, en las
esquinas estaban representados San Servando y San
Germán, patronos de la ciudad, y San Francisco y
Santo Domingo, entre los cuales ascendían hasta diez
faroles que iluminaban por las noches el conjunto o, al
decir del fraile capuchino, que desde que el sol se
pone hasta que por el Oriente nace, son luminares
activos que en lo fogoso de sus llamas consagran al Simulacro de María sacro reverente
culto”. La descripción se completa añadiendo que el enlosado interior que presentaba el
mismo era ajedrezado blanco y negro, en cuyo centro se levantaban las tres gradas que servían
de zócalo al triunfo. Esta reja sufrió una remodelación en 1747, cuando en cabildo de 26 de
octubre los alarifes Pedro Luis Afanador y Juan Rodríguez de Carmona entregan un
certificado para sustituir todas las piezas de hierro que presentaba la baranda, reponer la
imagen de algunos de los santos que se habían perdido y sustituir el ladrillo por losas toscas
y duras, pues estaba ocasionando problemas en su integridad y amenazaba ruina. Cifran el
alcance de esta intervención en 8000 reales20. Afortunadamente, se dice que la basa, la
columna y la Virgen no tienen ningún desperfecto, por lo que no sería necesario intervenirlas.
No sabemos hasta cuándo duró la reja, pero su pérdida debió de ocurrir poco antes de
1859, ya que Adolfo de Castro relata que “toda esta parte [la reja] ha sido destruida poco a
poco por el vandalismo popular y el descuido de las autoridades, hasta que tuvieron que ser
quitados los maltratados restos”21.
La ubicación la mantuvo el triunfo hasta 1873, al aplicarse el punto 5 del orden del día del
cabildo municipal del 2 de abril, donde se propone que “las imágenes de santos que se hallan
en las calles públicas o las que se encuentran en otros parajes sobre columnas desaparecerán
del lugar que hoy ocupan pasando a poder del municipio”22. Sus siguientes ubicaciones las
podemos conocer gracias a antiguas fotografías, pues por ellas sabemos que estuvo
presidiendo el atrio de la iglesia en el interior del convento de Capuchinos, pero sin la
19 Fray Isidoro de Sevilla, 1702: 293-296. Notas sacadas del Instrumental del convento de Capuchinos
de Cádiz, Biblioteca de Temas gaditanos, pp. 121-125.
20 Actas capitulares del año 1749, AHMC, sección Actas capitulares, lib. 10.105, f. 441.
21 De Castro, 1859: 62.
22 Actas capitulares del año 1873, AHMC, sección Actas capitulares, lib. 10.301, p. 145.
Fig. 8. Juman: Fotografía de Nuestra
Señora del Triunfo en el atrio del
convento de capuchinos,
mediados s. XX. Propiedad
de los autores.
Carlos Maura Alarcón y Antonio de la Cruz Sastre
columna y con la notable pérdida de las manos (Fig. 8). Otras fotografías lo sitúan en el
presbiterio del mencionado templo, desconociendo si permaneció ahí por largo tiempo o fue
únicamente por alguna festividad del calendario litúrgico, de las que hemos de destacar la
adición de una corona de orfebrería en sustitución de la marmórea (Fig. 9). Sea como fuere,
su traspaso a la ubicación actual en la plaza de Filipinas se aprobó en el cabildo del 6 de
agosto de 1969, a propuesta del teniente de alcalde Cayetano Súnico Herrera, siendo
comentada su colocación en el del 11 de diciembre de 1970 (Fig. 10)23. Durante este año,
imaginamos que se llevarían a cabo labores de adecentamiento de la imagen, sometiéndola a
trabajos de limpieza que incluyeron, entre otras labores cuyo alcance nos es desconocido, la
adición de las actuales manos realizadas en marmolina.
Del triunfo del gusto genovés
Comentadas y documentadas la mayor parte de las vicisitudes por las que ha pasado este
triunfo, nos gustaría centrarnos ahora en tres cuestiones acerca del mismo, como son los
modelos en los que se basa, su condición de referente para el género, y el hito urbano que
supuso.
Respecto a la primero de ellas, debemos comenzar precisando que el género de los
triunfos urbanos no es, huelga decirlo, una novedad del urbanismo barroco, antes bien, su
trayectoria es ciertamente longeva dentro del campo de la arquitectura. No obstante, la
diversidad de tipologías que encontramos nos lleva a observar la circulación de ciertos
23 Actas capitulares del año 1969, AHMC: sección Actas capitulares, lib. 10.464, p. 120-122.
Actas capitulares del año 1970, AHMC, sección Actas capitulares, lib. 10.465, pp. 197-198.
128
Fig. 9. Anónimo: Fotografía de Nuestra
Señora del Triunfo en el presbiterio
de la iglesia conventual de Santa
Catalina (Capuchinos), media-
dos. s. XX. Propiedad de los
autores
Fig. 10. Anónimo: Fotografía de Nuestra Señora del
Triunfo en la Plaza Filipinas, c. 1975.
El triunfo de la Inmaculada Concepción de Andrea Andreoli
129
modelos que se difundieron preferentemente a otros que quedaron como marginales en el
ideal albertiano de embellecer espacios abiertos con columnas, “porque adornan las esquinas
de las calles, los teatros y plazas, guardan los trofeos y son para memoria, tienen gracia, dan
autoridad [...]”24. Sobre su erección, hemos de saber que es una tipología repetida
especialmente en Andalucía, donde, durante el siglo XVIII especialmente, se fueron
levantado en honor a devociones locales o a sucesos milagrosos, tal y como ha estudiado
Novero Plaza25.
A la hora de buscar los modelos de los que se nutrió nuestro triunfo, contamos con un
revelador comentario que incluye el guardián capuchino fray Félix de Aramayona en el
ofrecimiento aceptado que en 1696 hace para que Nuestra Señora del Triunfo sea la patrona
de la ciudad, al referir que “suplicaron al Yllmo Sr Don Joseph de Barcia y Zambrana, obispo
que fue deella, se sirviese autorizar judicialmente la erección de la Santissima Ymagen en la
forma que oy se Venera, colocándole sobre el trono de una Columna a ymitación de la que
se reverencia en Roma, Granada y otras ciudades de fuera y dentro de estos Reynos”26. Ello
nos deja claro cuáles fueron los antecedentes que se conocieron para proponer su
construcción: en primer lugar, la que Pablo V hizo levantar en Roma hacia 1614 frente a
Santa María Maggiore, utilizando una columna procedente de la basílica de Majencio y
Constantino que fue readaptada y completada por Carlo Maderno, y, en segundo, la que
Francisco de Potes y Alonso de Mena habían realizado en Granada, también dedicada a la
Inmaculada Concepción y concluida en 163127.
De entre las dos, no cabe duda de que para su diseño se recurrió a la obra romana, a la
que se pudo haber accedido a través de los libros y estampas que circularon con
frecuencia difundiendo vistas de la città eterna, en especial tras las reformas urbanas que
emprendieron Sixto V y Pablo V. La única salvedad es el uso en nuestro caso del orden
jónico, mientras que en la capital del papado, Maderno había rehecho el capitel original
corintio, adaptándose, por cierto, a lo recomendado por Serlio en su libro IV sobre el uso
de este orden para los templos dedicados a la Virgen. Las actuales carencias de
información que tenemos acerca de la forma de trabajar de Andreoli nos impide llegar a
conclusiones sobre su diseño, aunque de entre toda su producción destinada a Cádiz
destaca que los triunfos urbanos sean la única tipología en la que no incluye la columna
salomónica, tan frecuente en el resto de su obra.
Sin embargo, nos parece más interesante resaltar otros vínculos que podemos
establecer con los mencionados triunfos romano y granadino, como es el impulso que se
les dio a las imágenes marianas que los coronaban por parte de la autoridad religiosa. En
el caso romano, el 24 de noviembre de 1614, el papa decretó “indulgencia perpetua de tres
años más un cuarto adicional a aquellos que la veneraran y rezaran devotamente ante
ella de rodillas”28. En el caso granadino, los jesuitas le regalaron a la Inmaculada un
relicario con un fragmento del Lignum Crucis, así como otros a las imágenes de San
Cirilo y San Tesifón con fragmentos de los mismos representados, lo que convertía al
monumento, en palabras de Gómez-Moreno, “en un gran relicario que reafirma su
atracción pietista y veracidad teológica”29. En el caso gaditano, observamos también este
interés en convertir el monumento en lugar de devoción, pues así se entiende la
donación que hizo, tras su bendición, el obispo José de Barcia y Zambrana con
reliquias del Lignum Crucis, de San Pedro de Alcántara, Santa Teresa, San Isidro
labrador, San Florentín, de los santos de Arjona, un pedazo de los corporales de
Inocencio XI, Santo Domingo, San Bernardo y del Sacro Monte de Granada, con todas las
24 Alberti,1582: 186.
25 Novero Plaza, 2001: 119-131.
26 Actas capitulares del año 1695, AHMC, sección Actas capitulares, lib. 10.051, f. 304v.
27 Ostrow, 2010: 352-377. Gómez-Moreno Calera, 2014: 91-136.
28 Ostrow, 2010: 356.
29 Gómez-Moreno Calera, 2014: 108.
ECarlos Maura Alarcón y Antonio de la Cruz Sastre
130
connotaciones inmaculistas que, por cierto, traía consigo aquel espacio tras el polémico
hallazgo de los libros plúmbeos30. Además, destacamos que en la documentación remitida al
cabildo municipal tras 1695 se habla de este espacio como el “santuario” de Nuestra
Señoradel Triunfo, a la que la orden intentó igualmente ensalzar a través de diversos milagros
puestos por escrito y difundidos por fray Isidoro de Sevilla31. Todo ello hacía del conjunto
gaditano un compendio de máximas contrarreformistas, según fue decretado en Trento.
Pero si el monumento, para su configuración definitiva, bebió de las referidas fuentes,
también hemos de destacar su importante papel como difusor de un modelo. Baste para
observar el éxito de este modelo que hasta tres triunfos (si consideramos el de los Patronos
como dual) se levantaron en Cádiz durante el siglo XVIII: el de San Servando y San Germán
(Fig.11), el de San Francisco Javier y el de Nuestra Señora del Rosario32. Tanto por los
comentarios que sobre su construcción se vierten en las actas capitulares, como por un
análisis estilístico, se hace evidente que para los primeros se tomó al de la Inmaculada
Concepción como modelo, recurriendo incluso al mismo autor, Andreoli, como autor de los
diseños y encargado de su construcción33. En los otros dos casos, consta que las miras se
pusieron en los de los Patronos.
Por último, tampoco se puede pasar por alto el valor urbano no solo del triunfo que aquí
nos concierne, sino del resto de sus semejantes. Ya comentamos anteriormente cómo el
convento de Capuchinos estaba situado a finales del siglo XVII en lo que podemos entender
como la espalda de la ciudad, dada su posición opuesta al muelle comercial y al resto de
instituciones de importancia social, económica y política34. Sin embargo, esta situación fue
revirtiendo, y en el siglo XIX muchos artistas eligieron este paisaje para retratar la ciudad,
siendo de las pocas vistas de la ciudad de las que, aunque idealizadas, conservamos más de
una obra (Fig. 12) (Fig. 13). A este triunfo se le sumó una construcción más en el siglo XVIII,
la cual sucumbió a las pocas décadas, como era la Vía Sacra o Vía Crucis que se levantó entre
30 Martínez Medina, 2016: 6-47.
31 Fray Isidoro de Sevilla, 1702: 298-321. Todo el capítulo XXV de la obra versa sobre los diferentes
milagros que tiene atribuidos la imagen.
32 Sobre bibliografía acerca de los triunfos de Cádiz, hemos de destacar, para el de la Virgen del Rosario,
Sancho de Sopranis, 1955: 161-203. Para el de San Francisco Javier: Garmendia Arruebarrena, 1986.
33 No incidimos con mayor profundidad en este asunto porque el profesor Álvaro Recio Mir sacará a la
luz próximamente un texto que estudia el conjunto de los triunfos en la ciudad.
34 Ruiz-Nieto Guerrero/Jiménez Mata, 2016: 84.
El triunfo de la Inmaculada Concepción de Andrea Andreoli
131
el convento capuchino y la Catedral, cuyas 14 cruces de mármol fueron traídas de Génova
por el fraile fray Fernando de Baza, y colocadas por impulso del cabildo secular tras la
solicitud de fray Miguel de Valor, su compañero de religión35. Durante la misma centuria,
fueron sufriendo los embates del clima, tras lo que fue necesario reubicarlas y, a finales de
siglo, terminaron por desaparecer. Aun con todo, la presencia de la columna, con la Catedral
Nueva al fondo, el concurso de personas que paseaban por allí y la presencia del mar, mucho
más agitado aquí que en la cara de la bahía, fueron ingredientes que atrajeron las miradas de
los vedutistas decimonónicos, quienes la escogieron para representar a la población, aun
añadiendo elementos de naturaleza visiblemente ficticia.
35 Actas capitulares del año 1728, AHMC, sección Actas capitulares, lib. 10.084, ff. 197-199. En un
legajo aislado presente en la Biblioteca Federico Joly Höhr, se narra que las cruces se colocaron entre 1728
y 1729 y que tuvieron de coste 14.577 reales y 26 maravedís de vellón, los cuales fueron pagados por el
cabildo civil: Nota manuscrita sobre el Via Crucis que hay en Cádiz en el campo de Capuchinos, Biblioteca
Federico Joly Höhr, sign. c. 017/018 a. 61.
Fig. 12. Chapuy/Arnouy/Bayot: Cadix: vue prise du Champ des
Capucins, 1830. Fuente: Institut Cartogràfic i Geològic de
Catalunya.
Fig. 13. Carlo Bossoli: Día de mercado en Cádiz, c. 1850. Fuente:
Museo de las Cortes de Cádiz.
Carlos Maura Alarcón y Antonio de la Cruz Sastre
132
Pero, si en aquella parte de la ciudad, el triunfo y demás elementos importados de Génova
consiguieron revertir su mala consideración urbanística, es posible apreciar por parte del
cabildo municipal un interés evidente en construir los demás en la principal entrada de la
ciudad, es decir, la del mar. Por ello, tanto las columnas de los Patronos como la de San
Francisco Javier se colocaron en el muelle, a la entrada de la ciudad, para que sirvieran como
primer escaparate ante los extranjeros que a Cádiz acudían (Fig. 14). También se proyectó
para la misma ubicación la de la Virgen del Rosario, pero finalmente hubo que mudarla.
Ello nos lleva a la reflexión, aparentemente simple pero importante de plantear: ¿qué
representaban, realmente, estos triunfos? En una ciudad como la gaditana, el interés por
mostrar las grandezas de la nación se hace evidente en cuanto se escarba un poco en la
documentación de la época, especialmente en las actas capitulares, pues es un lugar común
el hallar referencias a que Cádiz es la única ciudad que muchos extranjeros conocían de
España, adonde acudían movidos por la actividad comercial. Al ubicar los triunfos en lugares
privilegiados -el de Capuchinos no lo era, pero se convirtió en uno tras su erección, según
hemos visto-, no solo se remarcaba el carácter católico de la misma, algo importante como
también se percibe en la documentación contemporánea, frente a la población de diverso
credo que aquí venía, sino también una manera de distinguirse artísticamente de entre otras
ciudades de su entorno. Precisamente, esta función social que cumple el arte es capital para
responder a esa pregunta, y pensamos que puede resolverse mejor desde la perspectiva de la
sociología del arte.
La sociedad genovesa que vivía en Cádiz durante la Edad Moderna estaba conformada
por un grupo elitista de personas, provenientes de las más importantes familias ligures del
momento36. Paralelamente, desde mediados del siglo XVII, se fueron recibiendo notables
piezas marmóreas procedentes de Génova, especialmente portadas, a las que se fueron
sumando, conforme avanzaba el tiempo, retablos, esculturas, etc. Esta vinculación de las
piezas genovesas con personajes de alto capital económico debió calar en la población
gaditana, de manera que desde las primeras décadas del siglo XVIII el predominio que los
artistas sevillanos habían tenido en la ciudad fue decayendo en favor de los genoveses,
eclosionando con la conformación de la escuela gaditano-genovesa de escultura.
Precisamente en los años finales del siglo XVII y principios del XVIII, en los que aquí nos
36 Brilli, 2013: 225-255.
Fig. 14. Pedro Grolliez (dib.)/ Tomás López Enguídanos (grab.): Vista de
Cádiz, 1795. Fuente: Biblioteca Nacional de España.
El triunfo de la Inmaculada Concepción de Andrea Andreoli
133
centramos, se debió de ir forjando esta idea, de manera que al encargarle el cabildo municipal
los triunfos a Andreoli, llevaba implícita una idea de dar relevancia a la ciudad, sirviéndose
del modelo que fray Pablo había creado en el que aquí estudiamos. Es decir, que el motivo
por el que el ayuntamiento copia la idea de nuestro fraile de levantar el triunfo encargándoselo
a Andreoli era por la alta consideración que tenía el arte genovés, como un representante de
la sofisticación y del gusto. O como diría Pierre Bourdieu, por un afán de distinción respecto
a las ciudades de su alrededor, en las que se levantaron pocos triunfos y estos poseen unas
características formales totalmente diferentes con los gaditanos37. Con posterioridad, esta
sofisticación con que se vinculó lo genovés
pasó de lo personal -tras la muerte de Andreoli-
a las formas artísticas, y es por ello que en 1735
con la columna de San Francisco Javier, y aún
en 1755 con el de la Virgen del Rosario, se pide
que sean semejantes a los de los Patronos,
escapando así de otras influencias ajenas a la
ciudad.
Esta hipótesis posee una última apoyatura,
como es el incremento económico que tenían
estas obras conforme fue avanzando el siglo. Al
decidir el cabildo municipal levantar el
monumento a San Francisco Javier en 1726 por
solicitud de los jesuitas, aprueban otorgar una
dotación económica de 400 pesos, según
manifestaban que había costado hacer cada
columna en el caso de San Servando y San
Germán. No obstante, en 1734, el rector del
Colegio de la Compañía de Jesús manifestaba
que por ese precio era del todo imposible traer
una columna desde Génova, ya que ningún
artífice, de todos los consultados, daba un
presupuesto inferior a 1400 pesos, y que solo
había encontrado uno en Andalucía que la hacía
por 680. Este último fue el escogido, y el 4 de
junio de aquel año se firmó el contrato con los
artífices Francisco de Gainzarain y José de
Victoria, en el que se estipulaba cómo debía
parecerse, en altura, decoración y proporciones,
a los mencionados de Andreoli38. No quedó,
pues, el prestigio de su origen, pero el de sus
formas (Fig. 15).
Addenda. ¿la Virgen del Triunfo o la Virgen de la Palma?
Un singular episodio ocurrió pocos años después de la erección del monumento,
vinculado con la hermandad que, paradójicamente, conserva hoy el boceto que aquí
compartimos. La Compañía Espiritual de Nuestra Señora de la Encarnación, fundada por
fray Pablo en 1691 y ubicada en el entorno de Capuchinos, decidió cambiar el nombre de su
titular, transmutando el de Encarnación por el de Triunfo, quedando como Compañía
Espiritual de Nuestra Señora del Triunfo, desde 1696. En torno a esta advocación, labraron
imagen, estandarte y huchas, con las que cada día pedían dinero para sufragar el culto de la
Virgen y labrar la capilla que estaban haciendo en el barrio de la Viña. Como escribe el
guardián del convento, fray Félix de Aramayona, al obispo en dicho año, habiendo “erijido
37 Bourdieu, 2010.
38 Actas capitulares del año 1734, AHMC, sección Actas capitulares, lib. 10.090, ff. 358-361v.
Fig. 15. Stefano Frugone: Nuestra Señora del
Triunfo (detalle), 1694. Fotografía de
los autores.
Carlos Maura Alarcón y Antonio de la Cruz Sastre
134
nossotros la santa efixie de nra Señora del triunfo en la misma forma q se benera en Roma
y en otras partes de fuera y dentro deste Reino, y puesto con la dicha autoridad inmediata a
la puerta de dicho convento, los vezinos desta ciudad y demás devotos que dan limosna a los
referidos demandantes [de la compañía espiritual] proceden con el engaño y error conocido
de entender que estas limosnas las percibe el convento para aplicarlas a la dicha ymajen o Fig.
14. Pedro Grolliez (dib.)/ Tomás López Enguídanos (grab.): Vista de Cádiz, 1795. Fuente: Biblioteca
Nacional de España para el fin que cada uno quisiere discurrir, siguiéndose desto mucho
escándalo”39. Por todo ello, el mencionado guardián solicita a “su Ylustrísima mande se les
notifique a los hermanos del referido Rosario y al que los gobernasse y fuere cabeza dellos
por todos, que bajo de las penas y censuras que parecieren combenientes se abstengan de
repartir demandas para pedir limosnas para la santa efixie con el título del triumpho y se les
prohíba usen de él para evitar por este medio los daños que se siguen y escándalo que se
padece, pues es justicia que pido y para ello ynploro y juro lo necesario”.
Después de varias representaciones, quejas y documentos emanados al respecto, la
solución dada por Lorenzo Martínez de Herrera Montero, abogado de los reales consejos,
procurador y vicario general de la ciudad y su obispado, fue decretar el 11 de enero de 1697
que la Inmaculada de fray Pablo se continuara llamando del Triunfo, y que la titular de la
Compañía Espiritual recibiese desde entonces el nombre de Vencimiento. Pero lejos de
contentarse, los hermanos y devotos viñeros recurrieron la decisión, recibiendo los niños del
barrio a la diputación episcopal con pedradas, lo que les oblia poner pies en polvorosa40.
No obstante, tras algunos años de pleitos, los cofrades no tuvieron más remedio que cambiar
el nombre, llamándose desde 1699 por su definitivo timbre de la Virgen de la Palma, en
honor al atributo de su mano izquierda. Ya Triunfo, ya Palma, en las dos efigies queda, más
que en ninguna otra herencia de la ciudad, el recuerdo de fray Pablo.
s/f.
39 Polémica entre la Archicofradía de la Palma y el convento de Capuchinos, AHAPC, caja 4, leg. 20,
40 Ruiz-Nieto Guerrero, 1971: 17.
El triunfo de la Inmaculada Concepción de Andrea Andreoli
135
Apéndice documental
DOCUMENTO 1. Archivo de la Archicofradía de la Palma de Cádiz: “Contrato de
realización del triunfo de la Inmaculada Concepción”.
Digo Yo, fray Pablo de Cádiz, Predicador Apostólico del Horden de los Menores
Capuchinos de nuestro Padre San Francisco de la provincia de Andalucía, que para
mayor gloria de Dios Nuestro Señor y de la Virgen Santísima Nuestra Señora su
Purísima Madre. Para obiar los desórdenes que ocasiona de noche y día la soledad de
este campo he determinado, con licencias de mis superiores y por medio de la limosna
que muchos devotos de la Virgen Santísima me han ofrecido, poner en el mismo campo,
en el mismo sitio y paraje poco más o menos donde está la cruz que señala la jurisdicción
de este convento de Nuestra orden De Capuchinos de Cádiz, un Triunfo un triunfo
(sic) en la manera y formas que está de la otra parte de este papel. Es a saber sobre una
columna una Imagen de Nuestra Señora para que la represente en su Purísima
Concepción y la columna ha de estar sobre su pedestal y gradas como está en el dicho
grabado de la otra parte. Para lo cual he concertado la dicha obra con Andrea Andreola,
Maestro de Mármoles de la Santa Iglesia Catedral de esta ciudad de Cádiz. Y yo, el dicho
Andrea Andreola digo y declaro que es así que estoy concertado con el dicho Presbítero
Pablo de Cádiz para la dicha obra en la manera siguiente. Primeramente, me ha de pagar
quinientos pesos en la manera siguiente: que dos Meses después de la llegada de estos
presentes Galeones que se esperan ha de poner el dicho padre en la Ciudad de Génoba
en letra de cambio Doscientos pesos o ciento y cincuenta por lo menos, y lo demás
restante al cumplimiento de los quinientos pesos me lo ha de pagar al tiempo que le
aviso que ya está el triunfo para embarcarse, que por ningún modo ni orden se ha de
embarcar para remitirlo de esta ciudad De Cádiz si primero no fuera pagada la dicha
cantidad o me afianciare la paga y me la asegurase en bastante forma alguna persona
seglar lega llana y abonada. Y el dicho triunfo lo he de poner por mi cuenta a bordo del
navío en que ubico del venir de Génova a Cádiz y que será el dicho navío el que el dicho
Presbítero Pablo ordenase y yo el dicho Andrea Andreola me obligo a asistir o poner
persona inteligente que asista a dar la forma con que se ha de embarcar y colocarse en
su lugar por lo que toca a mi travajo personal y no más porque la demás gente necesarias
y otros materiales las ha de poner el dicho Padre Fray Pablo de Cádiz. Y yo el dicho
Pablo de Cádiz digo que es así que en todo lo referido hemos convenido y ajustado el
dicho triunfo con el dicho Andrea Andreola y vuelvo a referir la condición que el dicho
Andrea no ha de embarcar ni remitir dicho triunfo sin que primero se le haya pagado o
asegurado por persona por persona abonadas porque esta cláusula hace a favor de
ambas partes. Y el dicho Triunfo ha de estar acabado y para embarcar dentro del
término de ocho meses después de la llegada del dicho Maestro a Génova, Y por ser
dado lo firmamos en Cádiz en 28 de Agosto de 1695. Y de este papel se han hecho dos,
uno que queda en poder del dicho Padre y otro se lleva el dicho maestro. Y en cuanto
al flote y desembarque del dicho triunfo, lo ha de pagar el dicho Fray Pablo de Cádiz
(rúbrica)Fr. Pablo de Cádiz (rúbrica)Andrea Andreola
Carlos Maura Alarcón y Antonio de la Cruz Sastre
136
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