Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte, 10, 2021, pp. 233-234, ISSN: 2255-1905
FLORES RUIZ, Eva. María y OLMEDO SÁNCHEZ, Yolanda
Victoria. (eds.): Entre plumas y pinceles. Imágenes femeninas en la literatura
y la pintura (1800-1950), Madrid, Sial/Trivium, 2020.
MINERVA PARRA PERALBO
Universidad Internacional de La Rioja (UNIR)
Universidad Francisco de Vitoria (UFV)
La idea de realizar una obra como ésta es más
que pertinente, donde se refleja cómo la figura de
la mujer ha sido “modelada culturalmente” a través
de las obras creadas por figuras masculinas,
rastreando la pintura y la literatura desde 1800 al
1950.
El texto se encuentra dividido en siete capítulos,
escritos cada uno de ellos por las editoras de la obra
y cinco autores especialistas en las expresiones
artísticas pictórica y literaria; de ahí el título del
libro, a lo largo de los cuales se fusiona dos líneas
a través de la figura femenina: la figura femenina
como alegoría en las expresiones artísticas y la
figura femenina como autora en estas mismas. Una
dualidad, la mujer como mero objeto, inspiración
de temáticas y alegorías de grandes virtudes, frente
a la figura “femenina del pecado”, dejando, con
ello, limitado cuáles debieran de ser los puestos que
las mujeres debían de ocupar, construyendo una
“trampa” para que la mujer no usurpara terreno
intelectual, sino que tomara la posición de “ángel
del hogar”.
No hay que olvidar que hoy tenemos otra cultura y que no podemos juzgar con nuestros
ojos situaciones pasadas. Sin embargo, el libro no toma una posición de juez, sino que expone
situaciones y las consecuencias que ello llevó en cada situación. Cada capítulo revela cómo
las representaciones de la figura femenina es el reflejo de cómo se consideraba a la fémina
como persona, una relación que se retroalimenta: la representación visual de la figura
femenina y la representación de los modos que una (buena) mujer debería de seguir.
A lo largo de los capítulos se refleja continuamente este hecho y de cómo el hombre desde
su condición de autor y creador ha condicionado el desarrollo de la mujer de manera
equitativa; por un lado, bajo una visión paternalista, cuya función era de “proteger” a la mujer,
un ser “débil, delicado”. Por otro, se refleja otra figura de mujer, el lado negativo, maligno,
el de aquella mujer que rebasa esos límites establecidos y que conducen a la virtud femenina,
convirtiéndose en la “mujer fatal, decadente”.