La repristinación artística de la antigua iglesia conventual de los capuchinos de Málaga en el siglo XVIII
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bíblicos y que ofrecerían sentido a la misma representación. No nos cabe la menor duda de
que todo este programa partió en su conjunto de la iniciativa de fray Diego José de Cádiz.
Jugando con el espacio y la perspectiva, al utilizar recursos ilusorios tan propios de lo
barroco, los paramentos situados entre los arcos formeros y el arranque de las bóvedas
integran improvisadas tribunas que simulan la abertura de las hojas de las puertas, en tanto
otras ventanas hacen las veces de los lunetos reales.
Más abajo, en correspondencia con los pilares de los arcos formeros, se han descubierto
restos de pinturas murales a modo de cartelas rectangulares, las cuales se acompañan de
marcos perimetrales donde se enlazan guirnaldas vegetales con rocallas (fig. 5). Los versos
latinos que incluyen en su interior, bastante desdibujados por su mal estado de conservación,
permiten leer locuciones extraídas de los Salmos y otras fuentes bíblicas, siempre en
referencia al “Beato Lorenzo”. Una descripción antigua del templo atribuye ya dichas
composiciones a fray Diego José de Cádiz, cuestión que viene a reforzar la idea mantenida
hasta el momento de que este religioso fue la cabeza pensante del programa iconográfico y
decorativo del interior de la iglesia, a finales del siglo XVIII. El “Beato Lorenzo” al que
aluden tales versos no es otro que Lorenzo de Brindis, quien fue beatificado por Pío VI en
el año 1783 y canonizado por León XIII en 1881. No cabe duda de que estas decoraciones
parten de las ceremonias festivas efectuadas en aquella primera efeméride y, por tanto,
fechables en el mismo 1783 o, a lo sumo, en 1784.
Caso aparte merecen los escudos heráldicos situados en la zona de la capilla mayor del
templo. En concreto, aparecen dos en los pilares internos del arco triunfal y otro en el remate
del paramento lateral. Desde luego la identificación de los primeros queda reflejada en una
filacteria inferior, donde se especifica que corresponden a las “Armas de los Cisneros”.18
Asunto que no resulta para nada extraño, pues si recordamos el regidor Baltasar Bastardo de
Cisneros se hizo con el patronato del convento en la primera mitad del siglo XVII, después
de haber facilitado el suministro de agua al edificio. Con todo, los escudos de los pilares
presentan una decoración de rocallas que acercan su factura al siglo XVIII, por lo que las
diferentes armas incluidas no corresponden al propio Baltasar, sino más bien a sus
descendientes por entronque familiar. De hecho, se pueden identificar algunos de los
cuartelados de ambos escudos pertenecientes a los apellidos Pacheco, Delgado, Mondragón
o Escandón, entre otros. Es decir, los apellidos de familias que fueron emparentando con
los Cisneros entre los siglos XVII y XVIII. Debe considerarse al respecto que Baltasar se
unió en matrimonio a María Mondragón y Pacheco, de cuyo enlace nacieron Francisco y
Paula María que incorporan en su descendencia a las familias Melgarejo, Fernández de
Valenzuela, Cabrera, Ponce de León y Angulo (fig. 6).
Pese a la dificultad de dilucidar las armas concretas de Bastardo de Cisneros estamos en
condiciones de aseverar que le llega a identificar uno de los cuartelados de los escudos
plasmados en los pilares. Nos referimos a aquel donde se exponen dos leones rampantes en
diagonal en confluencia con dos dragantes (leones o serpientes) con banda que finalizan en
sus bocas. Tanto los primeros como los segundos son armas relacionadas con Castilla y León;
más particularmente las últimas fueron de uso castrense y concernían a un privilegio
concedido por el monarca a quienes participaban en batallas de relevancia. Este sería
justamente el nexo de unión con el tercero de los escudos pintado en el lateral de la capilla.
Claro está, la decoración vegetal con acantos en diversos tonos apunta ahora a una estética
artística anterior en su cronología y datable en el siglo XVII. Lo que quiere decir que es el
primer escudo efectuado en conexión directa, ahora sí, con la figura de Baltasar Bastardo de
Cisneros. En este caso, la heráldica queda fijada en exclusiva a los leones rampantes y
dragantes con banda, es cierto, que definidos de un modo bastante esquemático (fig. 7).
18 Rodríguez, 2000c: 88-89.