María Soledad Lázaro Damas
de cuatro años y medio. En San Gil sería bautizado el 20 de enero de 1625 el segundo hijo
conocido de la pareja, Melchor, apadrinado por Pedro de Aguilar
14
.
Cumplido el primer año y medio del arrendamiento citado en 1626, Cecilio López
traspasó su alquiler al escultor Antonio Gómez por los tres años restantes
15
. La familia se
trasladaría a la cercana parroquia de Santiago donde nacería Jacinto; su bautismo se realizaría
el 7 de noviembre de 1627
16
. La consulta de su partida permite precisar que el bautizo se
realizó en el domicilio familiar, “por tener necesidad”, lo que induce a pensar que el niño
pudo morir a poco de nacer. Con posterioridad Cecilio López y su esposa se documentan en
la collación de San Salvador donde nació Bernardo, en diciembre de 1630
17
. Al margen de
los nacimientos reseñados debemos descartar el de Cecilio, que tuvo lugar según Gallego
Burín en enero de 1625; fechas que corresponden, en realidad, al nacimiento de Melchor.
En 1631 el matrimonio seguía avecindado en la parroquia de San Salvador y, más en
concreto, en el barrio de Albaida, donde adquirió del abad y canónigos de la parroquia una
“placeta” gravada con un censo, situada frente a su casa y colindante con un corral de su
propiedad
18
. Unos datos que permiten deducir una situación de desahogo y estabilidad
económica. La vecindad de la familia en Granada se mantuvo durante gran parte de esta
década.
Aunque es muy posible que Cecilio López siguiese vinculado al taller de Alonso de Mena,
en los primeros tiempos de su matrimonio, no debió permanecer de manera continua en él,
sino más bien de una forma esporádica compatibilizando su trabajo con el ofrecido por otros
profesionales del gremio. Su actividad independiente se documenta desde 1626 al menos, así
como su colaboración con otros maestros en una fórmula usual en la época. Ejemplo de lo
primero sería la ejecución de una imagen de Cristo con la cruz a cuestas de tamaño natural,
contratada el 12 de marzo de 1626 con el pintor Juan de Espínola por el precio de doce
ducados
19
. Su trabajo puntual, en el taller de otros escultores y ensambladores, queda de
manifiesto en el contrato realizado con Juan de Alfaro el 12 de enero de 1631
20
, por el que
adquiría el compromiso de ayudarle en la ejecución del retablo para la capilla de la Veracruz
de Alcalá la Real, contratado en el mes anterior
21
. Según la escritura Cecilio López trabajaría
en el taller de Alfaro en Granada donde, en un plazo de tres meses, se ocuparía de realizar
las labores ornamentales ligadas a la imaginería
22
. Su colaboración con Alonso de Mena se
documenta en una obra tan prestigiosa como los armarios relicarios de la Capilla Real de
Granada, contratados por Mena y realizados entre 1630 y 1632. Según recogen las cuentas
de fábrica de la citada institución Cecilio López percibió 16.630 maravedíes por un periodo
14
Partida de bautismo de Melchor, 20 de enero de 1625, ADG, Libro 5º de bautismos de la parroquia de San Gil
(1621-1671), f. 34v.
15
Escritura de arrendamiento de una casa entre Cecilio López y Antonio Gómez, 15 de abril de 1626, APG, G-570, ff.
280-281v.
16
Gallego Burín, 1925b: 58. Moreno, 2001: 298.
17
Gallego Burín, 1925b: 58.
18
Escritura entre el abad y cabildo de San Salvador y Cecilio López, 29 de abril de 1631, APG, G-607, ff. 1140-1143.
19
Gila, 2021: 110.
20
Gila, 2021: 121.
21
López- Guadalupe, 2001: 83. Gila, 2021: 121.
22
Contrato entre Cecilio López y Juan de Alfaro, 12 de enero de 1631, APG, G-612, sin foliar. La consulta directa
del documento nos ha permitido concretar los elementos ornamentales que el artista debía llevar a cabo.
Concretamente las hojas de la urna, seis capiteles corintios, -cuatro grandes de tres varas y dos pequeños de tres
cuartas-, un serafín con sus cartones a los lados, dos niños alados y recostados sosteniendo una tarja en el friso,
un dios padre, de una vara de alto, en una gloria de nubes y serafines en el tablero alto además de dos ángeles,
junto a los arbotantes, sosteniendo el arbotante y una tarja. El repertorio se completaba con dos ángeles, de
una vara, asidos a la cruz y con una faja decorativa lateral, desde el pedestal a la cornisa, consistente en una
cabeza de águila de cuyo pico colgaba una cinta con fruteros. Bajo el pedestal debían tallarse “unos cartones
con sus medias caras que recivan el retablo”.
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