Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte, 12, 2023, pp. 32-55, ISSN: 2255-1905
EL ARQUITECTO FERNANDO ÁLVAREZ (H. 1490-1562).
NUEVAS APORTACIONES A SU PERFIL SOCIO-
PROFESIONAL A TRAVÉS DE SU INVENTARIO
Y PARTICN DE BIENES.
JUAN ANTONIO MORENO ARANA
Investigador independiente (España)
Fecha de recepción: 29/06/2023
Fecha de aceptación: 20/09/2023
Resumen
El inventario y tasación de bienes post-mortem de Fernando Álvarez, arquitecto afincado
en Jerez de la frontera durante la primera mitad del siglo XVI, brinda la oportunidad de
reconstruir su figura más allá de sus actividades artísticas. Su patrimonio revela una
privilegiada situación económica alcanzada tras cuatro cadas de presencia en la ciudad
jerezana. La presencia de libros entre sus bienes, de los hay que destacar las Medidas del
romano de Diego de Sagredo, descubre una nueva dimensión de Álvarez como artista
intelectual y ofrece nuevas claves para comprender su obra.
Palabras clave
Renacimiento; Arquitectura; inventarios post-mortem; bibliotecas de artistas; Jerez de la Frontera.
THE ARCHITECT FERNANDO ALVAREZ (c. 1490-1562).
NEW CONTRIBUTIONS TO HIS SOCIO-PROFESSIONAL PROFILE
THROUGH HIS INVENTORY AND PROPERTY PARTITION.
Abstract
The inventory and appraisal of post-mortem assets of Fernando Álvarez, a architect based
in Jerez de la Frontera during the first half of the 16th century, provides the opportunity
to reconstruct the figure of this artist beyond his artistic activities. His possessions show
a privileged economic situation achieved after four decades of presence in the city of
Jerez. With the verification of the possession of books, among which is Medidas del
romano by Diego de Sagredo, a new dimension of Álvarez as an intellectual artist is
discovered and offers new keys to understand his work.
Keywords
Renaissance; Architecture; post-mortem inventories; artists' libraries; Jerez de la Frontera.
El arquitecto Fernando Álvarez (h. 1490-1562). Nuevas aportaciones a su perfil socio-profesional
33
Introducción
Activo durante la primera mitad del siglo XVI en Jerez de la Frontera, el maestro albañil
y cantero Fernando Álvarez forma parte de ese grupo de artistas que materializan la difusión
de las formas clasicistas procedentes de Italia en aquellos ámbitos urbanos que siguen la estela
que marcan los principales focos de mecenazgo artístico en España.
1
La tendencia de afrontar la figura del artista desde de su obra, habitual en la historiografía
artística hasta hace pocas décadas, explica que las perspectivas socio-económicas de la figura
de Fernando Álvarez hayan sido presentadas de una forma un tanto deslavazada dentro del
análisis general de su producción.
En este estado de la cuestión, y con el intento de suplir la carencia de estudios
específicamente centrados en las vertientes sociales y culturales de los artistas jerezanos del
Quinientos,
2
el hallazgo del inventario y tasación de su patrimonio, como paso previo a la
partición de éste entre sus herederos, complementado con su también inédito testamento,
además de confirmar el ya documentado alto nivel financiero que Fernando Álvarez logró
reunir durante su vida, permite estructurar, describir y explicar su interrelación con la
dinámica económica de la sociedad jerezana. Asimismo, el análisis de estos bienes ofrece
interesantes resultados para comprender sus estrategias sociales y sus inquietudes
intelectuales y espirituales y la influencia de éstas en su obra.
Fernando Álvarez, pionero del Renacimiento en Jeréz de la Frontera
Fernando Álvarez personifica la dicotomía entre Tardogótico y Renacimiento que vive el
campo de la arquitectura a lo largo de las primeras décadas del siglo XVI. Albañil y cantero,
tal y como él mismo se define en su testamento, Álvarez se presenta como un artista bifronte;
maneja los últimos estertores del Gótico, pero es en las formas puramente renacentistas
donde ofrece relevantes muestras de su maestría.
Romero Bejarano, el principal estudioso de la figura de Álvarez, ha argumentado que
procedente de Portugal
3
pudo realizar unos primeros trabajos en el Castillo de Bornos, feudo
1
Aunque en la mayor parte de la documentación se le nombra como “Fernán Alvares” o “Fernán dalvares”, él
firma como “Fernan
do
. Alvares” (fig. 1). La historiografía ha convenido en nombrarlo como Fernando Álvarez.
Así que esta es la nominación que seguiremos.
2
Algunos estudios sobre la realidad socio-económica de determinadas figuras o sectores de la población
jerezana del siglo XVI: Ruiz Pilares, 2012; Mingorance Ruiz, 2017; Moreno Arana 2019; Ruiz Pilares, 2021.
Partiendo de la información que ofrecen los inventarios de bienes post-mortem para el periodo de la Edad
Moderna en Jerez sólo González Beltrán acomete un estudio con esta finalidad centrado en el siglo XVIII. Por
otro lado, los inventarios de bienes han sido la base documental para el estudio de la lectura y de las bibliotecas
particulares de la segunda mitad del siglo XVI en: Moreno Arana, 2019. Asimismo se realizan otras
contribuciones al respecto en: Moreno Arana, 2022.
3
El hipotético origen portugués de Álvarez se ha fundamentado en unas escrituras datadas en 1552 y 1553
otorgadas por un Fernando Álvarez Pinto, portugués, cantero vecino de la localidad de El Puerto de Santa
María. Romero Bejarano, 2014: 194, 245. Fernando Álvarez Pinto, cantero portugués, vecino de El Puerto de Santa María
Fig. 1. Firma de Fernando Álvarez. Donación de
Fernando Álvarez y su mujer Isabel González a
su hijo Diego Álvarez, 12 de diciembre de
1550: APNJF, oficio 18, año 1550, f. 653.
Juan Antonio Moreno Arana
34
del marqués de Tarifa, en torno a 1524, ya que desde esa villa aceptaba la dote de su esposa.
4
El hecho de que fuera vecino de Bornos en ese año y que parte de su familia permanezca
avecindada en ella, como se verá, apunta a una fuerte vinculación con esta localidad. En
cualquier caso, en la carta de recibo de la citada dote, otorgada en Jerez en 1525, ya consta
como albañil y vecino de esta última ciudad, en la casa que tomaba de su esposa Isabel
González (de Andino), hija del también albañil Antón Esteban y de Catalina Martín de
Algeciras.
5
Álvarez se integraba de este modo en las redes familiares y laborales de este clan
de constructores jerezanos.
6
La escritura de recibo de dote ofrece, asimismo, un dato
interesante para su biografía, como es el nombre de sus padres: Diego Álvarez y Marina
Mateos.
Con todo, las primeras noticias inequívocas de su actividad profesional se sitúan en la
propia Jerez a partir de la década de los 30. En 1533, tomaba a su cargo a un aprendiz. Un
año más tarde, se le traspasa la obra de la capilla de los Pérez de Gallegos en la Iglesia Mayor
Colegial. Sin embargo, sus trabajos de mayor empeño comienzan a documentarse a fines de
la década y principios de la siguiente en colaboración documentada y atribuible
7
con la familia
Pérez, estirpe lusa de canteros y entalladores, como son su intervención en el palacio de
Francisco Ponce de León, donde sobresale el ventanal esquinero (1537). Esta obra hubo de
ser un hito en su carrera. No tuvo que ser casual, creemos, su elección para la renovación
estética de este palacio que auspicia desde fines de esa cada de 1530 este miembro
segundón del linaje nobiliario de la Casa de Arcos y familiarmente emparentado con el de los
Ribera. Como actor partícipe del escenario de mecenazgo cultural y artístico promovido por
estas estirpes sevillanas, Francisco Ponce de León ponía en la escena pública jerezana esta
audaz estrategia de propaganda personal, conocedor del gran impacto que los nuevos
lenguajes artísticos a la antigua ocasionarían en una ciudad y en unos comitentes locales en
continua porfía con las principales Casas y Cortes castellanas y extranjeras y siempre con la
mirada puesta en Sevilla, esa Nueva Roma en plena ebullición con las más avanzadas y
ambiciosas empresas artísticas y arquitectónicas.
8
Su trabajo para Ponce de León le consolidaría para acometer una floreciente producción
vinculada principalmente con el estilo renacentista; seguirán, de este modo, la capilla-oratorio
de fray Jordán (1541) y la capilla de Gracias (atribución, c.1541), ambas en el convento de
Santo Domingo, la portada de entrecoros del monasterio de la Cartuja (atribución, 1538) y
la portada-fachada de la casa de Fernando Riquel (1542). Junto a éstas, su sello se deja ver en
la capilla mayor de la iglesia de lo O de Rota (atribución c. 1537); en parte de las bóvedas de
la nave central y el coro del dicho convento de Santo Domingo (atribución, c.1550), el
y estante en Jerez y el portugués Rodrigo Hernández, alquilador de caballos y vecino de Jerez, venden a Juan de Montesa, como
mayordomo de la Fábrica de San Miguel de Jerez 100 carretadas de sillares, 19 de julio de 1553: Archivo de Protocolos
Notariales de Jerez de la Frontera (APNJF), oficio 3, año 1552, ff. 663v.-664 (documento citado en: Romero
Bejarano, 2014: 245). Este cantero homónimo, vecino del Puerto y estante en Jerez en ese momento, no firmaba
por no saber.
4
Para las líneas generales de la vida y obra de Fernando Álvarez: Romero Bejarano, 2014: 194-249. Romero
Bejarano, 2016; Romero Bejarano / Escobar Fernández, 2022.
5
Recibo de dote de Fernando Álvarez, 20 de agosto de 1525: APNJF, oficio 8, año 1525, ff. 404-405v. Recibía la
casa, una propiedad rústica de cuatro aranzadas de tierra calma olivar y majuelo y diversas prendas y menaje,
todo valorado en unos 45.000 maravedíes.
6
Estas redes familiares se revelan en una escritura de compra-venta que Álvarez realizaba junto a su mujer y
con los que a todas luces parecen ser sus cuñados y otros deudos, todos ellos pertenecientes al mismo gremio:
Alonso Esteban albañil y su mujer Catalina López, Tomás Martín albañil y su mujer Inés García, Juan Sánchez cantero y
Francisco de Porras albañil venden a Don Francisco Ponce de León quince ducados de censo impuesto sobre sus bienes y
especialmente Fernando Álvarez y su mujer sobre la casa de su morada y sobre nueve aranzadas de majuelo y sobre cinco aranzadas
de viña, 8 de septiembre de 1537: APNJF, oficio 8, año 1537, 738 v.-746.
7
Moreno Arana, 2022: 81.
8
Moreno Arana, 2022: 70-71.
El arquitecto Fernando Álvarez (h. 1490-1562). Nuevas aportaciones a su perfil socio-profesional
35
refectorio de la Cartuja (atribución),
9
o sus trabajos en torno a los años 50 para la parroquia
de San Mateo y en el convento mercedario calzado. Una actividad laboral que parece
languidecer a partir de 1550.
Paralelamente y como muestra del prestigio alcanzado, Álvarez fue elegido para continuar
proyectos de la entidad del Puente de Cartuja, para dar diversos dictámenes y aprecios de
obras, así como para que fuera aceptada su propuesta de tomar a su cargo el grave problema
con el abastecimiento de agua que soportaba la ciudad.
Este periplo laboral fue recompensado con una acreditada posición social que le permitió
llevar una vida desahogada económicamente, ya intuida por los estudios que se han acercado
a su figura,
10
y que tiene su fiel espejo en el inventario, tasación y partición de sus bienes
realizado tras su muerte en 1562 a la edad de 72 años.
Proceso de inventario, tasación y partición de sus bienes
Los trámites llevados a cabo por sus herederos para el repartimiento de sus bienes, que
comienzan en febrero de 1562, indican que la muerte del maestro había sucedido apenas un
mes antes.
11
Desde luego, no mucho más tarde del otorgamiento de su testamento, que tiene
lugar en 14 de enero.
12
Como tales herederos, la viuda, Isabel de Andino, junto con sus hijos
Diego, Jerónima y Blasina, ésta última representada por el convento del Espíritu Santo donde
era monja profesa, y su nieto Fernando Álvarez Mexía nombraban a sus respectivos
apreciadores para la tasación del patrimonio dejado por el cantero. Francisco Ruiz de la Oliva,
Juan Rodríguez y Bartolomé Sánchez, albañiles y nombres bien conocidos dentro de la
producción arquitectónica local, tomaban el cargo, en primer lugar, de “apreciar y baluar la
casa y pozos y cañería y alcoba y pilar y todos los demás edificios que en esta heredad están”,
así como “cantillos y ripio y ladrillo y caños viejos y nuevos”. Es decir, todo el sistema de
captación y distribución con que el albañil se encargó de surtir de agua potable a la ciudad.
Los citados apreciadores pasaron posteriormente a tasar “las casas de su morada con la
bodega que sale a la calle del escuela”. Los carpinteros Bartolomé Ruiz Trompeta, Alonso de
Baño y Sebastián Sánchez se encargarán, por su parte, de evaluar con todo detalle lo
concerniente a la madera de la vivienda, bodega y el complejo edilicio de los pozos de
Álvarez, “y asimismo vieron las viñas y estacada naranjal y huerto que está en los dichos
pozos y asimismo vieron las dos aranzadas de pinal”.
A continuación de esto, Isabel de Andino incorporaba al auto de las particiones “todos
los bienes que quedaron del dicho su marido”. En este inventario, que incluía las tasaciones
anteriores de los inmuebles dadas por los peritos, se agrega todos los tributos que disfrutaba
su marido, las deudas a favor y la tasación del resto de sus activos.
Esta particular descripción y tasación de estos patrimonios permite conocer la
localización de cada uno de ellos, así como la distribución en las distintas estancias de la
vivienda, de lo que resulta una información de gran valor para conocer su ordenación. Palacio,
Portal, Cámara, Palacio Nuevo, Patio, Corral, Soberado del Trigo, Azotea y Soberado Alto eran los
diferentes espacios domésticos en que se distribuían los distintos elementos. El inventario
también detalla aquellos bienes que se acumulaban en los pozos”, la citada heredad donde se
asentaba la estructura de captación de agua.
Presentado el inventario, Isabel de Andino pormenoriza los gastos de la “funeraria” que
habían de considerarse como parte del caudal que habría de ser repartido, pues se habían
pagado del dinero en efectivo dejado por Álvarez al fallecer. En el entierro y en los lutos para
la viuda y para el menor Fernando Álvarez Mexía se gastaron 17.529 maravedíes. Para el
mismo destino, se dieron 6.612 maravedíes a Jerónima y a su marido en cuenta de lo que les
9
Romero Bejarano, 2014: 421-423
10
Sancho de Sopranis, 1963: 21-22. Orellana González / Guzmán Oliveros, 2001: 70-71. Romero Bejarano,
2014: 238-239.
11
Partición de los bienes de Fernando Álvarez, 26 de febrero de 1562: APNJF, oficio 10, año 1562, f. 332.
12
Testamento de Fernando Álvarez, 14 de enero de 1562: APNJF, oficio 6, año 1562, f. roto.
Juan Antonio Moreno Arana
36
pertenecía de la herencia. A su hijo Diego se le suministró 4.556 maravedíes, es decir, el costo
de un sayo, un capuz y un bonete.
A continuación, se puntualizan las deudas del finado, entre estas, se anotan dos
libramientos otorgados por la Ciudad por “la obligación de dar agua de los posos de Salinas
en el alcoba del Arenal”. De la misma forma, se señaló la parte que de los bienes habían de
sacarse de la partición por pertenecer al vínculo que Álvarez había realizado a favor de su
nieto Fernando, así como los bienes gananciales que correspondían a la esposa.
Dando muestra de su férreo control sobre los bienes, cuentas y negocios de su fallecido
marido, Andino no olvidó de detallar los 3.179 maravedíes “que gastó la viuda en podar,
cavar las viñas de los posos después del aprecio” y los dieciséis ducados “que se han gastado
en mantenimiento y cosas necesarias a los bienes y familia porque todo el dinero que quedó
cuando falleció el dicho Fernán dalvarez fueron cient ducados solamente”.
Con estos procedimientos previos, que concluyen en 21 de febrero, se ejecutó la partición,
con la particularidad de que se realizaría de manera extrajudicial por parte de dos terceros
nombrados por las partes. En 26 de febrero de 1562, con todos los herederos conformes,
los autos fueron protocolizados en el oficio del escribano Diego Jiménez.
La realidad socioeconómica de un arquitecto del siglo XVI
El inventario traza de manera muy precisa la estructura del patrimonio de Fernando
Álvarez, ofreciendo una información muy completa sobre sus fuentes de ingresos y, sobre
todo, del nivel de vida que disfrutaba en aquellos momentos.
El análisis de este documento se ha realizado mediante una clasificación por bloques de
las diferentes partidas del inventario. Cada bloque agrupa partidas con una misma o similar
naturaleza sumando las tasaciones de cada partida, de modo que permita conocer el peso
económico de cada bloque dentro del conjunto de los bienes tasados.
13
Los datos obtenidos
se relacionarán, en líneas generales, ya que no existe un estudio de conjunto a este respecto,
con la realidad socioeconómica del siglo XVI jerezano, de manera que se pueda evaluar
cuantitativa y cualitativamente este patrimonio.
La clasificación de los bienes se inicia, tal y como era habitual en este tipo de documentos,
por los bienes inmuebles y, dentro de estos, por el sub-apartado de los inmuebles urbanos.
La casa morada en la calle de Piernas (actual calle Guadalete) se valoró en 211.786
maravedíes. La casa incorporaba una bodega anexa hacia la calle Escuelas tasada en 40.500
maravedíes, bodega que Álvarez había destinado al arrendamiento.
14
Es importante anotar
que ambos inmuebles no estaban gravados por ninguna carga hipotecaria, notorio indicador
de su solvencia económica.
15
A estas propiedades urbanas se le sumaba todo el complejo
periurbano de los “pozos y edificios y encanadura y alcoba del exido y casa de los dichos
posos y alcoba y pinal y viña y huerto con todo lo demás edificado en esta dicha heredad con
cargo de un ducado de tributo a los propios desta ciudad”, todo ello tasado en 381.143
maravedíes. A las propiedades rústicas se agregan además unas dos aranzadas de pinal
(pinares) en el camino de la Fuente de Pedro Díaz cuyo aprecio sumaban los 72.000
maravedíes.
Ya se ha apuntado que Álvarez dejó al fallecer 100 ducados (37.500 maravedíes) en
efectivo, dinero que fue empleado en diversas necesidades detalladas por su viuda. Este
13
Seguimos la metodología desarrollada en: González Beltrán, 2000-2001: 224.
14
En su testamento apuntó que durante cinco años el arrendamiento no se pudo llevar a cabo por haber cedido
esta bodega a su yerno Pedro Ximénez, que, a la sazón, vivía en la misma casa de Álvarez, con el objeto de “que
él pusiese allí sus vinos”. Álvarez no le perdonó las rentas perdidas en esos años y le pedirá que se las restituyese:
Testamento de Fernando Álvarez, 14 de enero de 1562: APNJF, oficio 6, año 1562, f. roto. Sobre estos
arrendamientos de la bodega ver también: Romero Bejarano, 2014: 248.
15
A Álvarez se le documenta la redención de censos de inmuebles en la década de los 30 y 40: Romero Bejarano,
2014: 220. Véase la nota 7.
El arquitecto Fernando Álvarez (h. 1490-1562). Nuevas aportaciones a su perfil socio-profesional
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dinero en metálico hay que incluirlo dentro del bloque de capital. Un apartado que está
compuesto, de igual modo, por varios tributos o acciones crediticias de las que Álvarez se
beneficiaba
16
y por las deudas a favor. De este modo, hay que anotar, en primer lugar, seis
tributos impuestos sobre casas y varias viñas y huertas tras su venta por parte de Álvarez a
sus propietarios,
17
que en conjunto aportaban anualmente la suma de 56.125 maravedíes. Las
deudas a favor procedían de los citados tributos pendientes de pagar (2.841 maravedíes); de
una mula que había dado fiada (4.125 maravedíes); de un libramiento de 500 maravedíes
firmando por un tal Gaspar de Molina; también sin más detalles del origen de la deuda,
Fernando López Adorno y Agustín Adorno, miembros de la oligarquía local, debían
respectivamente 1.122 y 2.244 maravedíes. El capítulo de deudas se concluía con dos
libramientos que sumaban 17.500 maravedíes, que correspondían al ayuntamiento pagar por
el concierto para la traída de aguas a la alcoba de la plaza del Arenal desde los pozos. Las
deudas a favor de la testamentaría montaban 27.832 maravedíes. Así, todo el bloque de
capital montaba 158.757 maravedíes.
La inversión de capital en el negocio vitivinícola, como una de las principales fuentes de
riqueza de la ciudad, se muestra de manera ejemplar en este inventario. La actividad como
viticultor se hace patente en la posesión de diferentes herramientas y aperos para el trabajo
de la viña y la producción de vino, tales como espuertas, canastas para vendimiar, azadones,
tijeras de podar, un colador de mosto o un lagar. Estos enseres se han incluido dentro del
bloque de herramientas, aperos, vasijas y materiales, donde también consta “toda la
herramienta del oficio de albañil que tenya en seiscientos maravedís”, de las que
desgraciadamente no se ofrece más detalle, y materiales de construcción como vigas, maderas
o “ciertos azulejos y alizares y los demás” tasados mil trescientos maravedíes y, ya en el
complejo de los pozos, “todo el ladrillo y caño que están par de la casa y fuera y cantos y
piletas en mil quinientos maravedís”. En este bloque también se ha incluido todo tipo de
vasijas y recipientes para distintos usos que reúnen la cifra de 2.123 maravedíes. En total este
bloque asciende a 60.674 maravedíes.
Pero, asimismo, nuestro albañil buscó rentabilizar su producción de uva y vino ejerciendo
como almacenista o vinatero. Tal es así, que se aprecia un total de 76.305 maravedíes en
diferentes partidas de vinos en sus respectivas botas y toneles que se traduce en un 7,8 % del
patrimonio y que pone de manifiesto el relevante peso en la economía de Álvarez de esta
actividad comercial. Una actividad comercial que no acomete en solitario; sabemos por su
testamento que habían ajustado con su yerno una compañía de venta de vino y que éste había
utilizado la bodega de su suegro para almacenar sus vinos.
18
Merece la pena hacer un breve repaso por estas partidas ya que puede servir de ilustración
acerca del negocio vinícola de Álvarez. En el palacio, un “tonel de vino aniejo que podrá aver
quarenta arrobas de vino” que alcanzaba la destacada tasación de veinte y dos ducados (8.228
maravedíes). También, otros dos toneles más de vino añejo, con algunas menguas en su
contenido, valorados en 8.000 y 8.200 maravedíes respectivamente. Sobre los diferentes tipos
de vinos almacenados, se registran un “tonel” de “vino nuevo” “con dos arrobas de mengua”
(doce ducados) y tres botas de vino “haloque nuevo”, posiblemente vino blanco mezclado
con tinto (veintiún ducados), “otro tonel de vino aloque grande de cuarenta y cinco arrobas
con diez arrobas de mengua en doce ducados con el casco” y “otra bota de vino blanco
aguapié” (mosto) en seis ducados.
Junto con los vinos, este bloque de productos agrícolas se completa con los tres cahíces,
unos 216 kg., de cebada que se encontraban en el entresuelo de la casa (5.100 maravedíes),
otro medio cahiz en “el soberado del trigo” (850 maravedíes) y dos cahíces y medio de trigo,
unos 220 kg., (9.350 maravedíes), en total 15.300 maravedíes.
16
En 1560, quizás por necesidades económicas, vende uno de los tributos por el que obtuvo 90 ducados:
Romero Bejarano, 2014: 248.
17
Testamento de Fernando Álvarez, 14 de enero de 1562: APNJF, oficio 6, año 1562, f. roto.
18
Testamento de Fernando Álvarez, 14 de enero de 1562: APNJF, oficio 6, año 1562, f. roto.
Juan Antonio Moreno Arana
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El bloque de ganado y otros semovientes está representado en dos “mulas rabonas”
tasadas en dos ducados y seis mil maravedíes respectivamente y en un “macho rabudo” en
doce ducados. Son ganados con una función como animales de carga y transporte. Como
animales para el abastecimiento diario de alimento (huevos), el inventario se limita a
consignar “dos gallinas, dos pollas y un gallo en nueve reales”. Este bloque suma 9.807
maravedíes.
Es momento ahora de acometer el estudio de los bienes muebles que marcan el nivel de
confort alcanzado; enseres domésticos o menaje de casa constituido por partidas que se
reparten en distintas estancias de la casa como, por poner sólo unos ejemplos, “un aparador
de madera y dentro de él lo siguiente: onse platos de peltre y una vacía de latón y una taza de
peltre y una taza y un salero de pisa
19
todo dos ducados”, unas “tijeras de cortar y otras de
despabilar en dos reales”, “dos limetas,
20
y dos tazas y un salero y un copón todo de vidrio”,
una “caxeta de tener conserva”, un “plato de Málaga en medio real”, una “arqueta de ciprés
quebrada”, un “cofrecito de Flandes” y otros objetos de uso diario como un velador y unas
bancas de madera o un brasero de hierro.
Hay que señalar, no obstante, que buena parte del llamado homenaje se localizaba en el
denominado como “soberado alto”, que se presenta, de este modo, como la estancia donde
la familia realiza su vida más intima. Aquí encontramos el “lecho cotidiano”, y otras partidas
indicadoras del nivel de confort como son las ropas, donde se apuntan, entre otras, una capa
y un sayo negro nuevo, tasado en cinco ducados, una “turca nueva de paño pardo” en cuatro
ducados, cuatro bonetes prietos viejos en cinco reales, un sombrero de fieltro viejo en real y
medio, unas botas y unos borceguíes de cordobán en ocho reales, cuatro pares de calzas
viejas de color en un real o un jubón viejo de lienzo aforrado en pellejo, junto a otros textiles
como “sábanas bretonas”, cuatro pares de manteles del servicio de casa en un ducado o las
veinte libras de lino hilado que se apreciaban treinta reales. En total, todo este apartado textil
suma 11.396 maravedíes. Este era prácticamente el 40% de los 28.832 maravedíes que monta
el bloque de confort.
Significativamente, el inventario no muestra la posesión de elementos que harían patente
públicamente el nivel de confort, como pueden ser esclavos, joyas u otros objetos de carácter
artístico, como sería esos retablos domésticos que suelen aparecer con cierta frecuencia en
este tipo de inventarios. En cambio, sí hay que incluir dentro de este bloque la presencia de
libros. Tienen una tasación total de 333 maravedíes, un 0,03% de los bienes inventariados,
un porcentaje ínfimo que está por debajo los parámetros habituales.
21
Pero estos libros
merecen un estudio más detenido más allá de su valor económico que se realizará en el
siguiente epígrafe.
BLOQUE
TASACIÓN EN
MARAVEDIES
PORCENTAJE DEL
TOTAL
INMUEBLES
705.429
72,1%
CAPITAL
158.757
16,2%
HERRAMIENTAS
60.674
6,1%
PRODUCTOS
AGRÍCOLAS
15.300
1,5%
GANADO
9.807
1%
CONFORT
28.832
3%
19
Terracota esmaltada.
20
Botella de vientre ancho y cuello largo.
21
En Sevilla, los porcentajes oscilan entre el 0,06%-1%: Maillard Álvarez, 2011: 48-49. Para el caso jerezano:
Moreno Arana, 2019: 73-75.
El arquitecto Fernando Álvarez (h. 1490-1562). Nuevas aportaciones a su perfil socio-profesional
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Tabla 1. Distribución por bloques de los bienes inventariados
El montante total de todos los bienes sumó 978.799 maravedíes. Los activos de Fernando
Álvarez son una clara muestra de una realidad socio-económica compleja que en mayor o
menor medida es un rasgo común de la época. Sus fuentes económicas no proceden
únicamente de su trabajo como albañil y cantero; se sigue la habitual estrategia de diversificar
o de encontrar unos ingresos constantes que suplan una posible precariedad en su oficio.
22
En esta estrategia se presentó como clave el contrato con la ciudad para el abastecimiento de
agua que se inicia en 1537, en un momento en que el maestro se encontraba en su punto
álgido en el panorama artístico local. En esta propiedad periurbana de carácter rústico se
localizan las viñas que son parte de su negocio vinatero, un negocio que ocupaba el 7,8% de
su patrimonio a la hora de su fallecimiento. Aunque, en un principio, el concierto con la
ciudad se establecía una concesión temporal tanto del servicio como de la heredad donde se
localizan los pozos, finalmente diversos avatares forzaron que el albañil quedase como
propietario de ésta con la obligación de pagar un tributo a la Ciudad. Este complejo agrícola-
industrial supuso la gran inversión de Álvarez, ya que representaba el 39% del capital de sus
últimos días. Siendo, por esta circunstancia, la razón de que el bloque de bienes inmuebles
acapare el 72% del total de los activos.
23
Otro bloque de bienes inventariados que asimismo ejerce como fuente de ingresos es el
apartado de los tributos. Y es importante por el hecho de manifestar su participación en una
economía rentista, quizá en un intento de equiparación con los sectores socialmente más
privilegiados. Este capital significa el 5,7% de los bienes tasados acercándose, en peso
económico, al citado apartado del vino almacenado.
Qué Fernando Álvarez progresó económicamente en Jerez lo demuestra el hecho de que
al fallecer dejó un patrimonio que multiplicaba por diez los 90.000 maravedíes que había
reunido al casarse en 1524 con Isabel de Andino. Un patrimonio inicial que podría definirse
de nivel medio-alto.
24
De este modo Álvarez contaba al casarse con un patrimonio valorado
en 45.000.
25
La dote de Andino igualó esa cifra, contando entre los bienes aportados la casa
que será la morada del matrimonio, un bien que daría cierta estabilidad económica a la familia.
Aun teniendo presente la inflación monetaria, la vivienda también multiplicó su valor,
pasando de los 25.000 maravedíes en que se tasa en la carta de dote en 1525
26
a los 211.786
maravedíes en que se inventaría en 1562. Para ver la respetable cuantía de esta dote se puede
comparar con la que un par de años más tarde recibe su compañero de oficio Pedro
Fernández de la Zarza de su esposa Tomasina de Espinosa, ésta se quedó en los 12.000
maravedíes
27
. Otro ejemplo, el maestro de obras Andrés de Ribera recibía en 1547 de dote
de su esposa 51.068 (21.000 de ellos en dinero y el resto en “axuar y joyas e preseas de casa”.
28
Los 978.799 maravedíes que sumaba el total de sus bienes en 1562 obligan a equipararlo
con una mediana burguesía, pero no mucho más allá. En efecto, si se deja al margen el caso
excepcional del noble Hernando de Morales, quien acumula algo más de quince millones de
maravedíes y que es el capital más alto localizado en Jerez en estos años centrales del siglo
XVI a través de estas particiones o tasaciones de bienes,
29
la citada posición económica de
Álvarez se puede inferir de algunos ejemplos que orientan sobre los patrimonios más
22
Véanse algunos otros ejemplos contemporáneos de esta diversificación de los recursos económicos por parte
de artistas jerezanos: Romero Bejarano, 2014: 306; Moreno Arana / Romero Dorado, 2023: 123-124.
23
Una circunstancia que no será la habitual en siglos posteriores debido a la progresiva patrimonialización en
forma de mayorazgos y vínculos de estos bienes inmuebles rústicos y que supondrá su salida del patrimonio
que se tasa en estas particiones: González Beltrán, 2000-2001: 224.
24
La cuantía de dotes en la Sevilla de fines de la Edad Media en: Pérez González, 2005: 41.
25
Partición de los bienes de Fernando Álvarez, 26 de febrero de 1562: APNJF, oficio 10, año 1562, f. 340v.
26
Recibo de dote de Fernando Álvarez, 20 de agosto de 1525: APNJF, oficio 8, año 1525, ff. 404-405v.
27
Romero Bejarano / Romero Medina, 2011: 200.
28
Dote de Andrés de Ribera con María García, de 1547: APNJF, oficio 12, año 1547, ff. 283-284v.
29
Moreno Arana, 2019: 82.
Juan Antonio Moreno Arana
40
frecuentes por sectores sociales en aquellos años en Jerez.
30
De este modo, en las cotas
inferiores que cabrían esperarse en estas particiones de bienes estarían los 351.251
maravedíes del atahonero Juan Sánchez Adalid. En el mismo sector industrial, habría que
anotar los 713.635 maravedíes que tenía reunido al fallecer el tonelero Francisco Rodríguez,
conjuntamente con su mujer Catalina Martín. Por su parte, profesionales liberales como el
escribano público Rodrigo López de Arellano disfrutaba antes de casarse de un patrimonio
valorado en 617.848 maravedíes sin incluir dos esclavos. Ya en el plano de la nobleza,
contamos con los casos de los inventarios post-mortem de Gómez Dávila, con 861.434
maravedíes de patrimonio, de Pedro Núñez de Villavicencio Sotomayor y su mujer Catalina
de Gallegos con 1.166.252, de Ana Rodríguez de Ontiveros con un total de bienes tasado en
1.698.638 o de Juan Ruiz de Torres y su mujer con 2.393.846 maravedíes.
Ya quedó demostrado que el grueso de los activos de Álvarez provenía de la heredad de
los pozos y las encañaduras que surtían a las alcobas de la ciudad. Esta importancia se pone
de manifiesto en que Álvarez haga en 1550 donación y vinculación de todo este complejo
que suponía el tercio y quinto de sus bienes en su hijo Diego.
31
La escritura de fundación de
este vínculo llevaba aparejada una serie de condiciones, habituales en este tipo de
fundaciones, como era que los herederos se apellidasen Álvarez si eran varones o Álvarez o
Jiménez (apellido vinculado a su mujer) si eran hembras. De este documento también resulta
de interés las líneas de sucesión al vínculo, ya que permite conocer sus redes familiares:
después de la estirpe de Diego, seguiría la línea de su hija Jerónima, y tras la de ésta la del hijo
de su hermana Leonor Álvarez, Diego Sánchez de Armario, ambos vecinos de Bornos. Sin
embargo, alguna desavenencia o cambio de planes tuvo que ocurrir, pues años después el
matrimonio Álvarez-Andino traspasaba este vínculo a su nieto, el licenciado Fernando
Álvarez Mexía
32
, quien lo disfrutaría a la muerte de su abuela que, mientras tanto, quedaría
como usufructuaria.
33
Es por esta razón que la heredad de los pozos se saca del proceso de
partición, al igual que se hizo con los 45.000 maravedíes de la dote que Andino había llevado
al matrimonio.
A la estabilidad económica que le proporcionaba el negocio del vino y el contrato del
suministro de agua se sumaba el caudal en efectivo procedente de los tributos. Un dinero en
metálico que le habría facilitado, entre otras cosas, quizá, invertir en la adquisición de la
bodega anexa a su morada con la que, a su vez, lograba aumentar sus recursos con el
almacenamiento del vino de sus viñas. La actividad vinatera le ofrecía una seguridad
económica que se hace evidente al contrastar los 76.305 maravedíes amasados en los últimos
30
Inventario de bienes del atahonero Juan Sánchez Adalid, 26 de noviembre: APNJF, oficio 15, año 1564, f. 1497;
Inventario de bienes del tonelero Francisco Rodríguez: APNJF, oficio 10, año 1569, f. 813; Inventario de bienes del escribano
público Rodrigo López de Arellano, 26 de octubre: APNJF, oficio 15, año 1564, f. 1386; Inventario de bienes de Gómez
Dávila: APNJF, oficio 2, año 1564, f. 460; Inventario de bienes de Pedro ñez de Villavicencio Sotomayor: APNJF,
oficio 15, año 1563, f. 453; Inventario de bienes de Ana Rodríguez de Ontiveros: APNJF, oficio 9, año 1563, f. 504;
Inventario de bienes de Juan Ruiz de Torres: APNJF; oficio 10, año 1568, f. 862.
31
“es a saber el alcoba del agua que está en el exido de la collación de san Miguel desta ciudad junto a donde
está y se vende la madera de hilo e más los dos pozos de agua con el encañado por dónde viene el agua a la
dicha alcoba e con cinco aranzadas de viñas e arboleda donde están los dichos pozos, an por linderos las dichas
viñas e arboledas e pozos por la parte de abajo el pozo e viñas que dicen de Gaspar Ruiz e por la otra parte
olivares de doña Francisca Mateos mujer de Juan de Salinas e por la otra parte el camino de Montealegre, todo
lo qual nos los susodichos avemos e tenemos e poseemos y es nuestro propio”. Donación de Fernando Álvarez y
su mujer Isabel González a su hijo Diego Álvarez, 12 de diciembre de 1550: APNJF, oficio 18, año 1550, ff. 646v.-
653.
32
Nombramiento del licenciado Fernando Álvarez Mexía como procurador municipal: Archivo Histórico Municipal de
Jerez de la Frontera, Actas Capitulares, año 1591, 16 de noviembre, f. 719.
33
Testamento de Fernando Álvarez, 14 de enero de 1562: APNJF, oficio 6, año 1562, f. roto. La condición impuesta
para que este vínculo se hiciera efectivo fue que su yerno Pedro Jiménez llevase a la partición los bienes que
había recibido en razón a la legítima de su esposa.
El arquitecto Fernando Álvarez (h. 1490-1562). Nuevas aportaciones a su perfil socio-profesional
41
años de su vida en este negocio con, por ejemplo, los 50.000 maravedíes en que fue
concertada la gran fachada que realiza para el regidor Fernando Riquelme en 1542. Cincuenta
mil maravedíes de los que había que descontar los sueldos de sus oficiales canteros y
entalladores.
34
En conclusión, el examen del patrimonio de Fernando Álvarez subraya la importancia de
la inversión en otros recursos económicos para que un artífice de su categoría profesional
mantuviera un tren de vida de solvencia económica, satisfaciendo, a la misma vez, el
innegable deseo de alcanzar una cierta ostentación social. Esto último lo indicaría hechos
como la posible adquisición, en uno de los conventos más importantes de la ciudad, Santo
Domingo, de “la sepultura que allí tengo y mi mujer”.
35
Pero también en la importante cifra
de 200.000 maravedíes con que dotó a su hija Jerónima en su casamiento con Pedro Jiménez
Jaimes. Un matrimonio que para Álvarez debía ser importante pues en su testamento añadía
que “después de casados le hemos dado otros cinquenta ducados”,
36
que significaban el 20%
de los bienes que poseerá al fallecer. Más económico, relativamente, le fue dotar la entrada
de su hija Blasina como monja en el convento de las Dueñas del Espíritu Santo con unos
tampoco desdeñables 200 ducados (74.000 maravedíes). Pero sus ganancias, tras estos
dispendios, no dieron para acumular mucho más capital. Así lo indica el bloque de bienes de
confort que apenas suponía en 2,5% de patrimonio total y que, con la excepción del apartado
de la vestimenta, que iría acorde con la construcción de su imagen pública, no sobresale por
la exhibición de objetos de gran lujo.
Los libros ¿un artista intelectual?
Un capítulo aparte merecen, ciertamente, los libros. La hasta ahora desconocida cultura
libresca de Fernando Álvarez pasa por ser el primer ejemplo documentado de biblioteca de
artista jerezano del Quinientos. Además, su interés sobrepasa los márgenes locales, ya que
no abundan los registros documentales de bibliotecas de artistas españoles de la primera
mitad del XVI.
37
Al contrario de lo que en un alto número de casos sucede con este tipo de inventarios, las
partidas referidas a los libros se insertan de manera individualizada. Es decir, dando cuenta
de cada uno de ellos mediante la mención, de manera más o menos exacta, ya sea del título,
con referencia o no a la autoría, o ya sea de su contenido. Una individualización que, en este
caso, viene acompañada con su respectiva tasación. Transcribimos las partidas relativas a
estos libros, tal y como aparecen en el registro:
- unas oras romanas y un enquiridion de frei Alonso de venero en tres reales y medio.
- un libro espejo de consencia tres reales.
- un libro marco Aurelio dos reales.
- las medidas del romano un real.
- las coplas de don Jorge y un repertorio viejo diez maravedíes.
Unos libros para los que se propone la siguiente identificación:
Las Horas de nuestra señora segun el vso romano: en las quales son añadidas muchas oraciones
muy deuotas. Y de nuevo el rosario de nuestra señora. Lyon: 1551.
VENERO, fray Alonso: Enchiridion de los tiempos. Burgos: 1529; Salamanca: 1547;
Amberes: 1551.
VIÑONES, Juan Bautista de: Espejo de la conciencia que trata de todos los estados: como
cada uno en el suyo debe averse (sic) para bivir (sic) con limpia y pura conciencia. Salamanca:
1503; Toledo: 1513, 1525; Sevilla: 1516, 1536, 1543.
34
Guzmán Oliveros / Orellana González, 2001: 62
35
Testamento de Fernando Álvarez, 14 de enero de 1562: APNJF, oficio 6, año 1562, f. roto.
36
Testamento de Fernando Álvarez, 14 de enero de 1562: APNJF, oficio 6, año 1562, f. roto.
37
Soler i Fabregat, 1995: 152.
Juan Antonio Moreno Arana
42
GUEVARA, fray Antonio de: Libro áureo de Marco Aurelio, emperador y eloquentissimo
orador. Sevilla: 1528, 1529.
SAGREDO, Diego de: Medidas del Romano: necessarias a los oficiales que quieren seguir
las formaciones de las basas, colunas, capiteles y otras pieças de los edificios antiguos. Toledo:
1526, Lisboa: 1541.
VALDEPEÑAS, fray Rodrigo de: Glosa religiosa y muy christiana sobre las coplas de
don George Manrique. Alcalá de Henares: 1560.
LI, Andrés de: Repertorio de los tiempos. Sevilla: 1529.
38
Como ya se señaló, los libros de Álvarez se encontraban en el llamado “soberado alto”,
estancia núcleo de la vida íntima familiar. Llamativamente, quedarán en poder de la viuda al
hacerse las particiones, indicio de que no hubo ningún otro heredero interesado en ellos.
39
Volumen de libros
El primer aspecto que hay que analizar sobre los libros de Fernando Álvarez es su
volumen. Siete son los libros enumerados. La primera anotación que hay que hacer al
respecto es que se encuentran dentro de los parámetros normales de volumen de libros
reunidos en los inventarios que, dentro del marco cronológico y geográfico, cuentan entre
sus partidas con la presencia de este tipo de bien.
Los estudios realizados para Jerez la acercan a los datos obtenidos para Sevilla, donde algo
más de la mitad de los poseedores de libros únicamente aportan a sus inventarios entre uno
y cinco libros, unas cifras que no están muy lejos de lo documentado hasta el momento para
el resto de la región andaluza.
40
En efecto, para la ciudad de Jerez y para los años centrales
del siglo se pueden presentar algunos casos que lo exponen visiblemente.
41
Habría que traer
el caso del canónigo de la iglesia Colegial Alonso Marín (1548), quien acababa sus días con
ocho libros entre sus bienes (uno de ellos había sido prestado y al momento de hacer el
inventario de sus bienes aún no se le había devuelto). De ellos, la mayoría eran de carácter
religioso. Ocho libros también atesoraba el boticario Fernando Márquez (1550). Por su parte,
el inventario del propietario urbano y rústico Pedro de Torres (1550) anota cinco libros en
romance”.
En cambio, las bibliotecas más nutridas, como norma general, estaban en manos de
profesionales relacionados con la medicina, de juristas y en casos particulares del clero y de
la nobleza.
42
De la nobleza jerezana del momento hay que destacar la biblioteca del regidor
Pedro Vaca de Benavente, la cual rondaba los cien ejemplares en 1585.
43
En cuanto a los
38
Aunque podría también identificarse con la obra del mismo título del cosmógrafo Jerónimo de Chaves (Sevilla,
1548) proponemos identificarlo con la obra de Li, por señalarse ser un libro “viejo”. Además seguimos la forma
en que la obra de Li se cita en algunos inventario de librería de la época: Griffin, 1993: 206
39
Partición de los bienes de Fernando Álvarez, 26 de febrero de 1562: APNJF, oficio 10, año 1562, f. 347v.
40
Moreno Arana, 2019: 67-69; Maillard Álvarez, 2011: 40; Solana Pujalte, 2020: 429.
41
Inventario del canónigo Alonso Marín: APNJF, oficio 10, año 1548, f. 600; Inventario del boticario Fernando Márquez:
APNJF, oficio 8, año 1550, f. 649; inventario de Pedro de Torres: APNJF, oficio 8, o 1550, f. 83; Inventario de Juan
Rodríguez, bachiller cirujano: APNJF, oficio 10, año 1568, f. roto, 26 de noviembre; Inventario de Bartolomé de
Estupiñán. APNJF, oficio 3-8, año 1548, f. 400; Inventario del regidor Juan de Villacreces y de la Cueva. APNJF, oficio
7, año 1543, f. 1001; Inventario del bachiller cirujano Juan Rodríguez: APNJF, oficio 10, año 1568, f. roto 26, de
noviembre); Inventario del licenciado De la Guardia; APNJF, oficio 9, año 1562, f. 370); Inventario de Francisco
Rodríguez, tonelero, APNJF, oficio 10, año 1569, f. 813.
42
Para el contexto jerezano: Moreno Arana, 2019: 67-69. Para contexto andaluz: Solana Pujalte, 2020: 430-432.
43
La posesión de esta nutrida biblioteca y su participación directa en la creación del mayorazgo que sobre su
persona harán sus padres, el comendador Pedro de Benavente y su mujer Beatriz Bernalte, abre una sugerente
posibilidad a su intervención en la creación del mensaje de tinte humanista del patio de la casa principal de su
El arquitecto Fernando Álvarez (h. 1490-1562). Nuevas aportaciones a su perfil socio-profesional
43
otros grupos mencionados, se pueden citar, superando también la cifra de los cien libros, la
biblioteca del bachiller y clérigo Diego de Aguilocho (1569)
44
o los “ciento e treinta e un libros
de medeçina e cirugía e filosofía e umanidades” del bachiller cirujano Juan Rodguez (1568).
Otro ejemplo que describe la presencia de bibliotecas de mediana entidad en la Jerez del
Quinientos puede ser el del licenciado De la Guardia (1562). En su inventario post-mortem se
reseñan “dos caxas llenas de libros […] en que ay treinta y ocho libros grandes unos más grandes
que otros y quatro libros chicos y otros cuatros medianos”.
En otro extremo, y expresando que el estar en la cima de la sociedad no era indicador del
gusto o del interés por atesorar este tipo de bien cultural,
45
estaría el comendador Bartolomé de
Estupiñán (1548). En su inventario de bienes únicamente se anota “un librito de oras dorado y
una escobilla. Y otro libro de oras”. O el regidor Juan de Villacreces y de la Cueva (1543), quien
“en una caxa ensayalada vyeja de paño” tenía “unas horas y una vayna de puñal y unas cuentas
de palo blanco y una gualdrapa vyeja y un bonete de tafetán viejo y unos envoltorios de cartas y
de papeles”. Como los que posa el ya citado tonelero Francisco Rodríguez y su mujer Catalina
Martín, “unas oras de rezar”, tasadas en dos reales, o el propio Fernando Álvarez, estos libros
contenían una utilidad meramente práctica, en este caso, devocional.
46
Los catálogos completos de bibliotecas de arquitectos contemporáneos, que permitirían
contextualizar en este específico ámbito la que aquí nos ocupa, no son todo lo numerosos que
cabría desear. Hay que recordar, en este sentido, que el arquitecto Hernán Ruiz II en su
testamento de 1569 mencionaba la posesn de dos tratados de arquitectura (León Baptista
Alberti y Alberto Durero) y de otros que donó expresamente a su hijo, aunque no se conoce ni
su número total ni si contó con otros libros no relacionados con su oficio
47
. En el inventario de
bienes de otro arquitecto de primera fila también contemporáneo a Álvarez como fue Andrés de
Vandelvira lo consta un Vitruvio y dos vomenes de Serlio, junto a otros de cosmograa y de
cacter religioso,
48
en total trece, una cifra que no se aleja demasiado de nuestro caso.
Es necesario subrayar que la documentación de la presencia de este volumen de libros entre
los bienes de Álvarez plantea la existencia de una práctica lectora de cierta regularidad. Esto
llevaría a concluir que su bagaje lector tuvo que ser más extenso de lo descrito por el inventario.
No se puede ignorar, así, el fenómeno del préstamo de libros entre personas con unos mismos
intereses profesionales o intelectuales, práctica bien documentada a nivel general y, en particular,
en la ciudad de Jerez de esos años.
49
Otra cuestión sería determinar si pudo haber contado entre sus bienes con otros libros de
temática artística con anterioridad a la confección de su inventario. Desde luego, en su testamento
no se menciona la donación de estos libros a aln allegado que ejerciera su oficio, otra práctica
también bien documentada a nivel general y que se puede ejemplarizar en el citado caso de
Hernán Ruiz II. ¿Quizás pudo haber vendido algunos de ellos en sus últimos días? Pese a todo,
aunque la influencia de otros tratados de arquitectura no es descartable, el análisis de su obra
documentada o atribuida con seguridad remite de manera recurrente, como se verá, a las láminas
de Sagredo.
De igual modo, no cabe duda, como se observa en su obra, de que otras fuentes gráficas impresas
o manuscritas destinadas a su trabajo como diseñador y decorador de edificios pudieron estar en
su poder o en el de sus colaboradores.
50
Si fueron pliegos sueltos de escaso valor quizás por ello
mayorazgo. Véase al respecto: Moreno Arana, 2022: 90. Fundación del mayorazgo de Pedro de Benavente, 19 de agosto
de 1545: APNJF. oficio 18, años 1543-1545, f. 706v. (foliación moderna).
44
Moreno Arana, 2019: 66.
45
Maillard Álvarez, 2011: 216, Moreno Arana, 2019: 81-83.
46
Los libros de Horas se encuentran entre los libros religiosos de más frecuente presencia en las bibliotecas
andaluzas del XVI: Solana Pujalte, 2020: 435.
47
Marías, 1987: 512. Morales, 1996: 130. Márquez Álvarez, 1998: 94-95.
48
Marías, 1989. Galera Andreu, 199: 31.
49
Al respecto, el citado caso de Hernán Ruiz II: Morales, 1996: 130. Sobre el préstamo de libros entre
particulares en Jerez: Moreno Arana, 2019: 43-44.
50
Moreno Arana, 2016: 213; Moreno Arana, 2022: 86.
Juan Antonio Moreno Arana
44
no quedaron manifestados en el inventario o quizás, también, porque pasaron a otras manos sin
que la documentación lo atestigüe.
Fig. 2. Portada del Palacio Riquelme (detalle), Fernando
Álvarez, 1542. Foto: Jesús Moreno.
.
Fig. 3: Ventanal del Palacio Ponce de León, Fernando
Álvarez, 1542. Foto: Jesús Moreno.
.
Fig. 4. Portada de la iglesia del convento de la Victoria
de Jerez, Domingo.
El arquitecto Fernando Álvarez (h. 1490-1562). Nuevas aportaciones a su perfil socio-profesional
45
Ediciones. Fechas de adquisición de los libros. Precios.
El momento de adquisición de los libros es un asunto relevante para establecer la
influencia de esta cultura escrita y visual en la biografía vital y artística de Álvarez. Sin
embargo, su conocimiento escapa a este análisis al no poder determinar con exactitud la
edición de los ejemplares o cuándo se adquieren.
El único dato que a este respecto brinda el inventario es que el Repertorio, que hemos
identificado con el Repertorio de los tiempos de Andrés de Li, era viejo”. Si se atiende a esta
descriptiva apostilla se podría identificar con la edición realizada en Sevilla en 1529. En
cambio, la Glosa a las Coplas de Jorge Manrique pudo ser una de sus últimas adquisiciones, en
un momento vital propicio para empaparse de esta lectura, si es correcta la identificación de
esta partida con la edición publicada en Alcalá de Henares en 1560.
Tampoco podemos saber si estos libros fueron fruto de compras directas, si parte o la
totalidad de ellos se adquirieron en una almoneda o si fueron resultado de alguna donación
o herencia, algo que implicaría el trasiego de conocimientos teóricos entre los oficiales del
mismo entorno.
Si nos detenemos en los precios de los libros se observa que se encuentran dentro de los
márgenes de precios documentados en inventarios de bienes contemporáneos.
51
El Espejo de
la conciencia ostenta la mayor tasación, tres reales (102 maravedíes), por ser un libro tamaño
folio de 225 hojas. Los dos reales (68 maravedíes) del Libro áureo de Marco Aurelio guardan
correspondencia con sus 114 hojas tamaño folio. Quizás las malas condiciones y las propias
características físicas de estos impresos expliquen la corta tasación conjunta (diez maravedíes)
de las coplas de Manrique (26 h., 4º) y el citado “repertorio viejo”.
En cambio, las Medidas del romano tasado en un real (34 maravedíes) se componen de entre
38 y 43 hojas, según la edición, en tamaño cuarto. Como se observa, el tratado de Diego de
Sagredo no fue una gran inversión económica para Álvarez, pese a que marcará su actividad
como arquitecto. El hecho de que su influencia se denote en obras como el ventanal del
Ponce de León,
52
fechado en 1537, implicaría que el ejemplar debía ser la edición princeps de
1526, ya que las siguientes ediciones fueron la francesa de 1539 y la publicada en Lisboa en
1541. Por tanto, es factible que ya contara con él por aquellas fechas, algo que parece que
igual pudo suceder, como se argumentará más adelante, con el Enchiridion de Venero y el
Espejo de la Conciencia.
Temáticas o contenidos.
Los libros de Álvarez recorren las principales materias que solían encontrarse en las
bibliotecas no profesionales de la época
53
. En primer lugar, hay que anotar los libros de
materia moral cristiana y de devoción (Las Horas de nuestra señora y Espejo de la conciencia).
Seguidamente, la literatura de fondo moral se nutre de la Glosa religiosa y muy christiana a las coplas
de Jorge Manrique y se acercaba a los dictados del pensamiento estoico insuflado por fray
Antonio de Guevara en un libro de gran popularidad en la época, como lo fue toda la obra del
obispo de Guadix: el Libro áureo de Marco Aurelio, un texto histórico y ejemplarizante sobre la vida,
obra y escritos del emperador romano. Como libros de temática técnica o científicos se contaba
con el Repertorio de los tiempos, tratado astrogico de gran difusión con aplicaciones prácticas en
campos tan dispares como la agricultura y la liturgia religiosa, y como libro ligado a su profesn
de arquitecto las ya citadas Medidas del Romano de Diego de Sagredo. Finalmente, la “biblioteca
51
ase: Moreno Arana, 2019: 75-79.
52
Ya Romero Bejarano llamó la atención de la utilizacn de las Medidas en este ventanal por el uso de la columna
abalaustrada: Romero Bejarano, 2016: 165.
53
Solana Pujalte, 2020: 435. Sobre los que la la mediana burguesía contemponea a Álvarez, algunos apuntes
en: Moreno Arana, 2019: 76.
Juan Antonio Moreno Arana
46
de Álvarez se completa con el Enchiridion de los tiempos de fray Alonso Venero, una enciclopedia
de Historia Universal que aportaa a nuestro albañil una amplia formación cultural.
Este repaso por las materias de los libros presenta una colección libraria de la época de tipo
no profesional, donde religión y moral, astrología teórica-práctica e historia se reparten la mayor
parte de los intereses lectores. La materia religiosa y moral abarcaba una parte importante de ella.
Un interés religioso y moral que se manifestó en su testamento.
54
Entre sus últimas voluntades
se constata su preocupación en que se hagan varias misas de réquiem rezadas y cantadas,
poniendo un especial énfasis en las misas de las Ánimas del Purgatorio, tan ligadas al movimiento
contrarreformista, a las que dedica hasta sesenta y cinco misas. Sin embargo, estas mandas no
dejan de estar dentro de la tónica general de la religiosidad de la época. Es, sin embargo, su
pertenencia a la cofradía del Rosario, fundada en el citado convento Santo Domingo, donde se
muestra patente su religiosidad, además de su estrecha vinculación con los dominicos. Tal era
esta vinculación con la orden dominica que rogaba al prior que le hicieran el mismo oficio que
solían ofrecerse a los frailes cuando eran enterrados.
El libro como herramienta de trabajo.
Pero, pese a no ser en sentido estricto una biblioteca profesional, es importante destacar la
presencia de la obra de Diego de Sagredo entre los libros de Álvarez. En primer lugar, por ser de
los escasos casos documentados acerca la recepción de este tratado artístico en bibliotecas de
artistas españoles de la primera mitad del siglo XVI. Una tímida presencia en las bibliotecas de
arquitectos que contrasta con su gran influencia en la arquitectura contemporánea y con sus
54
Testamento de Fernando Álvarez, 14 de enero de 1562: APNJF, oficio 6, año 1562, f. roto.
Fig. 6. Orden dórico. Diego de Sagredo.
Medidas del Romano. Toledo,
Ramón de Petras, 1526.
.
.
Fig. 7. Capilla de Ribadeneira. Convento de Santo
Domingo de Jerez (detalle). Diego Martin
de la Oliva, 1570. Foto: Jesús Moreno.
Diego de Sagredo. Medidas del Romano.
Toledo, Ramón de Petras, 1526
(ilustración). Foto: Jesús Moreno.
.
El arquitecto Fernando Álvarez (h. 1490-1562). Nuevas aportaciones a su perfil socio-profesional
47
múltiples ediciones.
55
Y en segundo lugar, por la importancia de documentar esta formación
teórica no únicamente como una constatación de las vías de difusión y recepción del lenguaje
arquitectónico renacentista, sino también por ser un hecho sintomático de la ruptura con la
tradición gremial medieval que había supuesto la aparición de los tratados de arquitectura en la
Italia del siglo XV.
56
En efecto, el rastro de las Medidas es visible en la mayoría de las empresas arquitecnicas
documentadas a Fernando Álvarez. El s claro exponente sería su amplio uso de la columna
abalaustrada. Sin embargo, esta huella también es perceptible en el empleo los distintos órdenes, en
capiteles con inclusión de cabezas humanas y de animales, motivos que también denotarían el
conocimiento de la obra de Diego de Riaño, y en elementos como cordones y rudones, dentellones, serie
de tres arquillos en arquitrabes y frisos o ménsulas o claves de arcos con hojas de cardo (figs.2 y 3).
Constatada la recepción teórica y práctica de las Medidas en Álvarez, es obligado hacerla
extensiva a sus más estrechos colaboradores, como sea el caso del albil portugués Domingo
Pérez. En 1546, Pérez remataba la portada de la iglesia del monasterio de la Victoria de Jerez (fig.
4). Aunque se la ha considerado una temprana muestra de la difusión de las minas del libro IV de
las Regole generale de Sebastiano Serlio,
57
consideramos, por nuestra parte, que su diso se puede
remitir asimismo al orden dórico y a los remates de tímpanos semicirculares descritos e ilustrados
en las Medidas (fig. 5, y fig. 6). Una portada que se resuelve con el empleo de distintos elementos
arquitectónicos, también con correspondencia en las Medidas. Sin embargo, el diseño de esta
portada sigue una libertad y un nivel creativo contrario a una mera copia mecánica de estas fuentes
gficas. Es interesante observar, en este sentido, la hibridación de los dos modelos de orden nico
divulgados por Sagredo gestado en las pilastras y capiteles que soportan el frontón de la hornacina
central. Este particular soporte se localiza igualmente en la portada que Álvarez edifica en el claustro
mercedario, una presencia que revela la fuerte interaccn entre ambos constructores.
Ignoramos q avatares pudo sufrir el ejemplar de las Medidas de Álvarez tras serle repartido a
su viuda. Posiblemente fuera vendido y que algún otro maestro local lo adquiriese. Lo cierto es que
la estela dejada en Jerez por la obra del toledano continua perceptible, por ejemplo, en la decoracn
de cabezas de querubines atadas con lazos a motivos florales y frutales del trasdós de una obra final
de este primer Renacimiento como es la portada de la capilla de los Ribadeneira (h. 1570)
58
en el
claustro del convento de Santo Domingo (fig. 7), edificada en unos os en que las formas
manieristas de los libros de Serlio, de Vignola o de las estampas de Enea Vico o de Vredeman de
Vries se aban paso en la ciudad para triunfar apotsicamente en la cada de los os 70.
55
Álvarez Márquez: 1998; 83-95. Criado Mainar, 2008: 215. Tarifa Castilla, 2011. Tarifa Castilla, 2014: 34-
35. En Sevilla, únicamente ha sido encontrada su presencia en la biblioteca del canónigo e inquisidor
Andrés Gasco (1566) que se componía de un total 285 volúmenes.
56
Criado Mainar, 2008: 205.
57
Romero Bejarano, 2014: 152.
58
Fue concertada con el albañil Diego Martín de la Oliva en 1570: Romero Bejarano, 2003:164.
Juan Antonio Moreno Arana
48
Este análisis del aspecto
profesional de los libros de Fernando Álvarez quedaría incompleto si únicamente se
atendiese a la obra de Diego de Sagredo. Y en este sentido, hay que reparar en los
frontispicios o portadas grabadas de los libros, una característica formal de su edición
impresa que se generalizan a partir del siglo XVI, y su utilización como modelos gráficos
para diseños arquitectónicos.
59
Entre las portadas arquitectónicas de los libros de Álvarez se
puede destacar la del Libro áureo de Marco Aurelio o la del de Las Horas de nuestra señora (fig. 8 y
fig. 9). Sin embargo, hay que prestar atención al frontispicio del Espejo de la conciencia del
franciscano fray Juan Bautista de Viñones, y más exactamente en el de la edición sevillana de
1525 (fig. 10). Es un frontispicio de formas clásicas que, en sus líneas generales y en algunos
de sus motivos ornamentales, pudo utilizarse como diseño en la portada de la capilla de
Consolación del convento de Santo Domingo de Jerez, contratada por Pedro Fernández de
la Zarza en 1537 junto con el cuerpo de la propia capilla (fig. 11). Un arco entre pilastras que
sostiene un entablamento decorado con arquitrabe de dentellones, con cordones y sogas en
la cornisa y con el friso con sendos paneles sobre los capiteles donde están representados
rostros y con un panel central con decoración vegetal. Estos motivos de una manera
relativamente fiel se reproducen en la portada de la capilla dominica. Ambas portadas se
coronan con una venera entre flameros, como símbolo del triunfo mariano y, además en el
caso de la portada, de la familia Adorno, promotora de la obra.
60
59
García Vega, 1984: 349-350.
60
La obra la concluye su primo Francisco Rodríguez: Romero Bejarano, Manuel / Romero Medina, 2011: 208.
Fig. 8. Fray Antonio de Guevara:
Libro áureo de Marco Aurelio,
emperador y eloquentissimo
orador. Sevilla: 1528.
(Frontispicio).
.
Fig. 9. Las Horas de nuestra señora segun
el vso romano: en las quales son
añadidas muchas oraciones muy
deuotas. Y de nuevo el rosario de
nuestra señora. Lyon, 1551
(Frontispicio).
.
Fig. 10. Juan Bautista de Viñones:
Espejo de la conciencia. Toledo,
1525. (Fron-tispicio).
.
El arquitecto Fernando Álvarez (h. 1490-1562). Nuevas aportaciones a su perfil socio-profesional
49
No obstante, la autoría de Fernández de la
Zarza sobre esta portada es controvertida.
Sancho de Sopranis ya señaló que Fernández
de la Zarza pagó por la traza de la portada.
61
Y,
en efecto, consultada la escritura de obligación
de la obra, se señala que la portada había de
hacerse “conforme al debuxo que yo Jácome
Adorno tengo firmado de my el dicho Pedro
Hernández de la que yo el dicho Pedro
Hernández tengo de pagar quinientos
maravedíes por la dicha demuestra”. A esta
traza, Fernández de la Zarza habría que
agregar, según las siguientes cláusulas del
contrato, entre otros elementos, “talla al
romano” en los “pilares” o pilastras. Es
necesario señalar, no obstante, que la portada
manifiesta algunos elementos goticistas que no
sabemos si pertenecían o no a la traza original.
Sobre el diseño del cuerpo de la capilla, en
cambio, parece haber menos dudas sobre la
autoría de Fernández de la Zarza. La capilla se
levantaría conforme a la “muestra e debuxo
que yo el dicho Pedro Hernández tengo dada
a vos Jácome Adornyo firmada de my
nombre”;
62
al contrario de lo que ocurre con la
traza de la portada, aquí no se menciona
ningún pago por ella por parte del maestro.
61
Sancho de Sopranis, 1963: 10.
62
Toda la obra de portada y capilla se concertó en 60 ducados: Contrato de la capilla de Consolación del Convento de santo
Domingo, 17 de septiembre de 1537: APNJF, oficio 6, o 1537, f. roto. Documento referenciado en: Sancho de Sopranis,
1963: 10.
Fig. 11. Portada de la capilla de Consolación.
Convento de Santo Domingo de Jerez.
Contratada en 1537 por Pedro Ferndez de
la Zarza.
.
Fig. 12. Capitel del coro de Santo Domingo. Fernando Álvarez
(atribución). Foto: Jesús Moreno. Diego de Sagredo. Medidas
del Romano. Toledo, Ramón de Petras, 1526 (ilustración).
Juan Antonio Moreno Arana
50
Que hubiera sido Álvarez quien hubiera suministrado y cobrado por la traza de la portada
es una hipótesis que conviene plantear a tenor del comentado repertorio gráfico y por la
relación que Álvarez mantuvo con Pedro Fernández, con los dominicos e incluso con los
Adorno, que, como ya vimos, fueron deudores suyos. Esta hipótesis se afianzaría, de igual
modo, por el empleo en los capiteles que sostienen el coro alto del mismo convento, otro de
los trabajos atribuidos a Álvarez, de la tipología de capitel que se reproduce en el citado
frontispicio del Espejo de la conciencia. Un diseño de capitel que se realizaría teniendo a la vista,
de igual modo, los modelos de Sagredo (fig. 12).
Lo mismo se podría plantear para la Portada de Gracias, en el mismo convento dominico
(fig. 13). Otra empresa arquitectónica que también ha sido relacionada con Álvarez. En esta
portada hay que enfocar la atención en la decoración del trasdós del arco de ingreso.
Conformado a base de grutescos militares y con triples cabezas de ángeles en sus extremos,
los modelos remiten de nuevo a la decoración de las pilastras del frontispicio de la citada
edición de 1525 del Espejo de la conciencia, concretamente en el motivo de las corazas. El resto
de la decoración tiene una clara inspiración en los motivos militares dispuestos en la orla de
la portada de la edición de 1547 del Enchiridion de los tiempos del dominico fray Alonso de
Venero (fig. 14). La fecha de esta edición es coheren te con la evidente presencia del trabajo
escultórico de los entalladores Pérez.
63
Quizás a ellos se les deba los motivos de candelieri y
grutescos que decoran las pilastras que flanquean la portada, cercanos a los repertorios de
Nicoletto da Modena, Fra Antonio da Monza o de Agostino Vene ciano. Por lo demás, ni la
posesión de este libro por parte de Álvarez ni la reproducción de los elementos de su portada
63
Romero Bejarano, 2014: 225, argumenta que por la ruina que empieza a sufrir la iglesia del convento esta
obra hubo de realizarse con anterioridad a 1541. No hemos encontrado una edición de la obra de Venero que
reproduzca el citado frontispicio anterior a dicha fecha. La cuestión de las fuentes iconográficas en el trabajo
de Diego y Juan Pérez: Moreno Arana, 2022: 79-90.
Fig. 13. Capilla de Gracias. Convento de Santo Domingo de Jerez. Fernando Álvarez
(atribución). Foto: Jesús Moreno.
El arquitecto Fernando Álvarez (h. 1490-1562). Nuevas aportaciones a su perfil socio-profesional
51
en esta obra parece casual habida cuenta de la conexión dominica que existe entre el artista
y el autor del libro.
Conclusiones. La creación social de un
arquitecto del Renacimiento.
Discernidas sus estrategias socio-económicas y
aclaradas las inquietudes culturales, espirituales y
profesionales que satisfizo a través de la cultura
escrita, conviene en este punto hacer una síntesis del
perfil socio-profesional de nuestro albañil y cantero.
La primera observación a resaltar es que Fernando
Álvarez, como la mayoría de sus contemporáneos,
despliega una serie de estrategias encaminadas a
diversificar sus ingresos económicos. Esto le da
oportunidad de conseguir una serie de hitos
fundamentales para asentar desde lo económico su
ascenso social; la mejora de su morada, las dotes de
sus hijas, las prácticas rentistas o la creación de un
vínculo o mayorazgo en cabeza de su hijo, y que
posteriormente traspasará a su nieto, lejos de
simbolizar la solvencia económica alcanzada, también
da forma a los elementos externos de una buscada
imagen de tinte nobiliario.
Esta emulación nobiliaria se respiraba en el
ambiente familiar. Su hermano Diego Álvarez había
instituido un patronazgo en su villa de Bornos,
nombrando por patrono a su propio hermano. Fernando Álvarez da cuenta de ello en su
citado testamento. Es tentadora presentar la posibilidad de identificar a Diego Álvarez con
el homónimo fundador del Hospital de la Resurrección de dicha localidad de Bornos.
64
A esta construcción de una imagen nobiliaria también contribuyó o se sumó su mujer. Y
es que resulta muy llamativo el cambio de apellido que perpetra a partir de los años de 1550,
dejando el González, que utiliza hasta la fundación del vínculo para su hijo Diego en 1550,
para adoptar el de Andino, un apellido de origen burgalés, curiosamente relacionado con el
platero, escultor y arquitecto Cristóbal de Andino, artista que es citado por Diego de Sagredo
por su empleo y difusión en España de las columnas abalaustradas y de otros elementos raíz
clásica.
De la misma forma, estas estrategias sociales se pueden extender al fuerte vínculo laboral
y “familiar” que establece con la orden dominica jerezana. Es, pues, desde esta perspectiva
sociológica desde la que hay que realizar la lectura de los libros de Fernando Álvarez.
Efectivamente, Álvarez se reviste con ellos de un barniz intelectual que cabe ser explicado
desde el entorno social, cultural y profesional en que se involucra como artista. Es un entorno
constituido por comitentes de la nobleza y del clero que se han sumado al reto cultural del
Renacimiento y que actúan como mecenas de unas directrices artísticas como soporte de
planteamientos intelectuales de gran carga filosófica y moral.
65
Este influjo de arriba a abajo en la escala social se combina con la influencia horizontal
que ejercen otros compañeros de profesión que buscaban ser y eran más que simples
albañiles o canteros. Compañeros a pie de obra, como el alarife mayor de la ciudad Pedro
64
Lo instituye por testamento cerrado fechado en 19 de enero de 1555: Fundación Diego Álvarez. Hospital de la
Resurrección, 1892-1912: Archivo Histórico Provincial de Cádiz, Beneficencia, legajo 1674. Poder de los patronos del
Hospital de la Resurrección, 27 de julio de 1584: Archivo Histórico Municipal de Bornos, Fundaciones, Hospital
de la Resurrección, caja 1920.
65
Moreno Arana, 2022.
Fig. 14. Fray Alonso Venero: Enchiridion de los
tiempos. Salamanca, 1547
Juan Antonio Moreno Arana
52
Fernández de la Zarza
66
o Andrés Núñez del Río, agente de la Fábrica de la Catedral de Sevilla
en Jerez,
67
que están en estrecha colaboración con los maestros mayores del arzobispado
Diego de Riaño y Martín de Gainza, actores principales de la arquitectura renacentista en la
Baja Andalucía. Unos artífices que no tienen reparo en firmar ostentosa y orgullosamente sus
obras, como hará Fernández de la Zarza en la bóveda de la capilla del Socorro de San Miguel
o el propio Álvarez en los muros de iglesia de San Mateo, en un acto de propaganda no sólo
de su valía en su oficio sino también de su autoría intelectual.
En este ambiente, los planteamientos teóricos sobre su profesión no fueron cuestiones
marginales en su día a día. La lectura de las Medidas del Romano, más allá de constituir un
repertorio de fuentes gráficas y de reglas geométricas para el diseño de elementos
arquitectónicos o de ornamentación al romano, supone el contacto con el topos humanista de
la Nobleza de las Artes. Significativamente, el toledano Diego de Sagredo es el primero que
pone en lengua castellana las cuestiones fundamentales de la teoría arquitectónica clásica en
torno a la liberalidad de la artes y de la estimación social de esos plateros, maestros de obras y
canteros a los que dirige de forma especial su tratado.
68
La Medidas presenta la definición de
arquitecto para el diseñador de la obra arquitectónica. Y éste, para serlo, debía estar instruido,
siguiendo el dictado de Vitruvio, no sólo en la Geometría, sino también adoptar una
formación humanística en las Artes Liberales y una instrucción abarcadora de las distintas
ramas del saber. En palabras de Marías: “aquellos que se esforzaran sin las lettere, sólo con las
manos, no podrían conseguir la autoridad de sus obras”
69
¿Hasta qué punto Álvarez participó
de esta idea?
Es inapelable que en ningún momento Álvarez se define como arquitecto pero tampoco
lo hicieron la mayoría de los grandes arquitectos y águilas del Renacimiento español.
70
Es
más, en su testamento se sigue definiendo como “albañil y cantero”. Hasta su muerte
conserva las herramientas de su oficio de albañil”. Pero como albañil contrata el diseño y la
ejecución de la portada de la casa de Fernando Riquel y, posiblemente, la compleja obra del
ventanal esquinero del palacio de Francisco Ponce de León. Y en este sentido, es elocuente
el título de “albañiles maestros de cantería” bajo el que Fernando Álvarez y Domingo Pérez
dan en 1547 las trazas de la capilla de Fernando Riquelme en la iglesia de San Mateo
71
. Una
maestría en el oficio de albañil y cantería que le permitió ser llamado para dar dictámenes
sobre edificaciones de cierta enjundia arquitectónica. De este modo, pese preferir seguir
utilizando el título de maestro albañil y cantero su actividad es la de arquitecto. Y en esta
construcción de su “maestría”, sus libros de Historia, de Astrología o sobre la propia práctica
y teórica de la Arquitectura e incluso los de formación religiosa y moral muestran un deseo
por ostentar una formación intelectual sobre la que asentaría su autoridad como diseñador
de obras arquitectónicas. Un esfuerzo formativo que se delata, de igual modo, en el tardío
aprendizaje de la escritura
72
.
66
Para la biografía de Fernández de la Zarza: Romero Bejarano / Romero Medina, 2011.
67
Romero Bejarano, 2014: 237, 410-423.
68
Bassegoda i Hugas, 1985: 117-121.
69
Marías, 1979: 179-180.
70
Marías, 1979: 179-180.
71
Concierto de Capilla entre la fábrica de la iglesia de San Mateo de Jerez y Hernando Riquelme, 21 de noviembre de 1547:
APNJF. oficio 5, año 1547, f. 872v. (documento referenciado en: Guzmán Oliveros / Orellana González, 2001:
63).
72
En 1542, año en que contrata la obra de la fachada de Riquelme, como en años anteriores, alegaba no
saber escribir para no firmar sus escrituras (véase por ejemplo: Fernando Álvarez se obliga a enseñar el
oficio de albañil a Alonso Sánchez, 14 de febrero de 1536: APNJF, oficio 4, año 1536, ff. 95-97v. escritura
referenciada en: Romero Bejarano, 2014: 200). En la citada escritura de vínculo de 1550 ya realiza
torpemente una firma que repetirá en su testamento de 1562 (fig. 1).
El arquitecto Fernando Álvarez (h. 1490-1562). Nuevas aportaciones a su perfil socio-profesional
53
En conclusión, sería un error examinar aisladamente sus libros y verlos fuera de su
contexto ideológico. Considerarlos únicamente desde su función formativa o de ocio, o, en
este particular caso, como fuentes gráficas para el diseño de sus obras.
Fernando Álvarez se descubre a través de sus últimos bienes como un artífice que es
producto de llevar al espacio de la arquitectura ese momento de crisis ideológica y social que
es el Renacimiento. Un espacio ambiguo donde un albañil y cantero asume la definición
vitruviana de arquitecto en busca del reconocimiento social para su profesión, y con ello y a
la misma vez un ascenso personal y familiar en esa sociedad estamental como era la del siglo
XVI.
Juan Antonio Moreno Arana
54
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