Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte, 13, 2024, pp. 150-172, ISSN: 2255-1905
UN OBJETO CON MÚLTIPLES FUNCIONES: VIVENCIAS EN
TORNO A LA MESA GRANADINA EN EL SIGLO XVIII
MARTA CRIADO ENGUIX
Universidad de Granada (España)
Fecha de recepción: 10/12/2023
Fecha de aceptación: 13/10/2024
Resumen
En este artículo se presenta la importancia del mobiliario doméstico en la Granada del
siglo XVIII, tema de gran novedad por su inexistencia en la historiografía histórica.
Dentro de la variedad de tipologías que lo albergan, nos centramos en la mesa, pieza
básica y trascendental en el acontecer de la vida cotidiana. Con su análisis se interpreta
una de las manifestaciones culturales más importantes de la historia que responde a las
inquietudes de una sociedad y a los modos de vivir de los propios residentes. Su uso,
configuración y disposición, así como los materiales y las técnicas empleadas para su
construcción, nos hablan sobre un periodo cultural del que aún queda mucho por
descubrir. Gracias al contenido que arroja la documentación de archivo podemos
conocer esta tipología, como pieza inherente de la vivienda granadina del siglo XVIII.
Palabras clave
Mobiliario doméstico, vivienda, Setecientos, vida cotidiana, casa.
AN OBJECT WITH MULTIPLE FUNCTIONS: EXPERIENCIES
AROUND THE GRANADA TABLE IN THE EIGHTEENTH CENTURY
Abstract
This article presents the importance of domestic furniture in 18th century Granada, a
topic of great novelty due to its non-existence in the historical historiography. Within
the great variety of typologies that house it, we focus on the table, a basic and
transcendental piece in the events of daily life. With its analysis we interpret one of the
most important cultural manifestations of history that responds to the concerns of a
society and the ways of life of the residents themselves. Its use, configuration and layout,
as well as the materials and techniques used for its construction, tell us about a cultural
period of which much remains to be discovered. Thanks to the content of the archival
documentation we can learn about this typology, as an inherent part of the eighteenth-
century housing in Granada.
Keywords
Domestic furniture, housing, seven hundred, daily life, house.
Un objeto con múltiples funciones: vivencias en torno a la mesa granadina en el siglo XVIII
151
Introducción
En las siguientes páginas se aborda un estudio sobre la mesa doméstica como uno de los
muebles esenciales en la vivienda del siglo XVIII. La investigación que se aborda nos adentra
en el interior de la casa urbana como escenario de vida definido por la distribución espacial
y la composición de su contenido mueble. Al abordar íntegramente el estudio de los ajuares,
se han de analizar no sólo los aspectos analizados desde un plano formal sino aquellos
relacionados con el grupo social o los propietarios que lo manipulaban. Ello nos permite
comprender el espacio doméstico como conjunto donde converge la acción social pero
también la cultural. Del contenido que lo forma, cada uno de los factores que lo integran, sus
usos, su apariencia o forma, actúan como trasmisores directos de la vida cotidiana. Arjun
Appadurai hablaba sobre “la vida social de las cosas”
1
, esto es, la cultura material inserta en
unos procesos y en las prácticas cotidianas como resultado de la relación entre los habitantes
del hogar.
Dentro de la cultura material, el mobiliario nace como respuesta a las necesidades
humanas cuya finalidad reside en el cumplimiento de unas funciones prácticas. La riqueza
del moblaje encontró su máxima expresión en las moradas de los estratos sociales mejor
posicionados, que contaban con los recursos suficientes para poder costearlos. No obstante,
nuestra atención se centra en la mesa, pieza esencial en la organización y distribución del
espacio doméstico granadino del siglo XVIII. Dentro de las variedades existentes, cada
tipología desempeñaba una función acorde al espacio que ocupaba en el interior. Por ello, se
pretende analizar cómo las distintas variantes se adaptaban a una función concreta, portantes
de un signo de proyección social y cultural.
Teniendo en cuenta la relación entre sujeto y espacio habitado, acudimos al manejo
documental que sirviera de apoyo a nuestro conocimiento. En la metodología empleada para
afrontar el tema, considero indispensable la consulta de archivo, en especial, los inventarios
de bienes post mortem como herramienta de indiscutible ayuda para recrear el interior
doméstico, los enseres y el mobiliario. Gerardo Díaz Quirós
2
lo expresó como un diálogo
abierto sobre el “mueble escrito”, esto es, destapar la huella plasmada, testigo del tiempo.
Dicha tarea se ha interpretado a la luz de un amplio repertorio de fuentes impresas que
nos ha permitido contrastar los datos recogidos para recomponer el estado de sus partes. En
este sentido, quiero advertir la falta de una bibliografía especializada sobre el mueble
doméstico granadino, hecho que ha dificultado enormemente el avance de la investigación.
Evidenciando las limitaciones presentes, se pretende destapar el vacío historiográfico sobre
el mueble granadino complementándolo junto a otros soportes literarios y gráficos como son
las manifestaciones artísticas que, por su naturaleza particular, han servido para visualizar
cómo eran los enseres, su estado y forma, sirviendo de apoyo a nuestro soporte teórico.
Algunas reflexiones sobre el mobiliario doméstico: una aproximacn a la mesa
El estudio del mobiliario nos permite ahondar en los aspectos más profundos de la vida
cotidiana, «acerca de la manera de vivir de la gente, de una época o de las costumbres de sus
vidas y de lo que esperaban los unos de los otros»
3
. Su análisis nos ayuda a conocer los modos
vitales y las motivaciones originarias de una serie de transformaciones o incorporaciones en
el espacio, aglutinadas en unas tipologías sujetas a una función precisa. Acorde a la
información contenida en la documentación notarial, el mueble se erige como una de las
1 Appadurai, 1986.
2
Díaz Quirós, 2009: 89-110.
3 Smith, 1993: 12.
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152
partidas más extensas y detalladas en los inventarios. Ingresaban al matrimonio y, al igual que
las prendas de vestir, ocupaban un rubro importante en las hijuelas de los testamentos, cartas
dotales, de capital o inventarios. De este modo, determinar las tipologías que habitaban los
interiores de la vivienda del siglo XVIII es una tarea de gran complejidad por la falta de datos
descriptivos de los documentos consultados. Además, no siempre se incluye con integridad
la totalidad de los objetos, ya sea por ocultación o por el nulo valor para los fines del
documento. Por otro lado, estos documentos, por su naturaleza, han sido objeto de
desaparición, inaccesibilidad o deterioro, aspecto extensible y también predicable a otros
ámbitos de la cultura material. En esta línea, se añade el exiguo conocimiento artístico de los
notarios, lo que hace que las descripciones resulten limitadas, proporcionando una imagen
sesgada e incompleta de las piezas. Todo ello junto a los cambios en el léxico ha dificultado
aún más el avance de la investigación, dificultando así una identificación del objeto mueble.
A pesar de las numerosas limitaciones, los documentos ofrecen cuantiosos parámetros
analizables; uno de las más relevantes alude al tamaño con sencillas alusiones a “grande”,
“mediano” o “pequeño”. El 86% de los registrados confirma un “mediano” tamaño frente a
los de mayor o menor volumen reservados a escaparates o escritorios. Un segundo aspecto
se refiere al estado de las piezas: “nuevo”, “envejecido” o “buen estado” y, por último, al
material, siendo predominante la madera (caoba, pino, nogal, ébano), con decoraciones,
añadidos, incrustaciones, acabados, lacados o charolados. Según la funcionalidad se
distinguen los de apoyo y soporte: mesas, escaparates, vitrinas, escritorios o bufetes; los de
asiento: sillas, silletas, taburetes, bancos o tarimas; los de contener: arcas, arquetas, arquitas, cajas,
arcones, baúles, cofres y armarios, y los decorativos: espejos, cornucopias, cuadros, lienzos y
láminas.
Para la investigación, se ha cometido un trabajo de campo que abarca la consulta
documental de unos 300 legajos entre los que destacan inventarios de bienes, testamentos y
cartas dotales, cuantificados y reinterpretados para la elaboración de nuestra hipótesis, con
el objetivo de poder presentar un esbozo orientativo sobre la clasificación de la mesa
doméstica por tipologías. Del conjunto se han recogido unas 415 mesas de distintos tamaños,
variantes y formas y, aunque su función principal era servir de soporte (comer, escribir o
trabajar), también adoptaba otras competencias de exposición, carácter decorativo o
meramente auxiliar.
Según el Diccionario de Autoridades, se define como “una tabla grande y lisa de madera u
otra materia, con pies de sujeción sobre los que poner las viandas para comer u otras tareas”
4
.
La mesa pues, se considera una de las piezas básicas en la Historia del mueble cuyo origen se
remonta a la época antigua llegando a nosotros en multitud de variedades.
En la Edad Media, el modelo más repetido era la desmontable formada por un tablero
alargado y estrecho sobre un juego de anillos tapados y disimulados por tejidos.
En el Renacimiento se implantó la mesa con un sentido más “fijo”, patas de balaustre en
el ámbito italiano o columnas acanaladas en Francia. En Inglaterra, la mesa desmontable
evolucionó al refectorio, modelo con patas unidas mediante una zapata central. Mientras que,
en el caso español, permanecieron las técnicas constructivas medievales de fácil montaje
5
.
En el caso español, más concretamente, en el Setecientos granadino, fue un periodo
particularmente fecundo en las técnicas decorativas de carácter imitativo. La dominante idea
del lujo relacionada con los productos exógenos, impulsó a los maestros del mueble español
a la imitación de modelos extranjeros con técnicas de fabricación que abarataban sus costes.
4
Diccionario de Autoridades, Tomo IV, 1734.
5
Rodríguez Bernis, 2008: 181-193.
Un objeto con múltiples funciones: vivencias en torno a la mesa granadina en el siglo XVIII
153
Emulaban las piezas exóticas o falsificaban materiales
6
. Se distinguían con facilidad las
maderas para la fábrica de muebles frente a las de un uso meramente ornamental, con
embutidos, apliques, tablazones, adornos, tiradores, cerraduras o metales. Las maderas
locales se combinaban con las importadas de las Indias Orientales y Occidentales, aunque,
con el descubrimiento de América, hubo predilección por la madera de nogal de las Indias
Occidentales para los muebles más lujosos
7
; este dato se confirma en la presencia de más de
un 40% de las piezas documentadas.
Ya a finales de siglo, Moratín en su viaje a Inglaterra, anotó la revisión predominante de
los estilos eclécticos junto a la madera de Indias: “las maderas de Indias son tan comunes en
Londres, que yo puedo asegurar no haber visto en ninguna casa decente mesas, papeleras,
estantes, bancos, veladores, cajoncillos, camas, rinconeras, etc. de maderas de Europa. Es
necesario que sea muy infeliz el que no tenga en habitación muebles de esta calidad.
Nosotros, dueños de toda la América de Filipinas, no gozamos de este privilegio, y tal vez,
compramos a los ingleses estos muebles mismos, si queremos (con mayor equidad en el
gasto) que la perfección de la hechura corresponda á lo precioso de la materia. Antiguamente,
á lo menos se labraba en España el nogal; ahora pintamos el pino de color porcelana: ¡qué
ridiculez!, como si pudieran hacerse camas y sillas de barro. ¡Cuánto es mejor el color
hermoso y natural de las maderas preciosas de Indias, que todos estos barnices, destinados á
fingir cosas imposibles, y que anuncian á un mismo tiempo nuestro depravado gusto en las
artes, nuestra poca actividad é industria!”
8
Entre las técnicas de la madera y las fases desde su preparación, destaca el ensamblaje, la
fabricación del armazón, el chapeado, la marquetería, el teñido, el pulido, el barnizado, el
tallado, el pintado, el dorado, el laqueado y el charolado, eran las s comunes para la
fabricación y decoración del mobiliario en el siglo XVIII. La madera de caoba, pino o ébano
procedente de las Indias Orientales, utilizadas por el comercio portugués, junto a otros
materiales de importación como la concha o el marfil. Para la cubierta o armazón, utilizaban
el cañamazo con lienzo pintado, la anea, la baqueta de Moscovia, el bronce, el carey, el charol,
el estuco o la pizarra. Algunos lo utilizaban para embutidos en marfil y concha junto a otros
como el estaño, el hierro, el hueso, el nácar, la pasta de piedra o la plata. Las mesas chapeadas
o charoladas con acabados en dorado, eran muy llamativas como se aprecia en la de Dionisia
García Llorente Partiz, natural de Granada, en cuya vivienda se describe un “bufete chapado
en azul y dorado” donde guardaba sus objetos, figuras religiosas, medallas y un “Niño de la
Pasión”
9
.
El acabado en charol
10
(lacas de procedencia oriental), fue muy imitado en Inglaterra,
Alemania, Italia y España
11
. Para Aguiló entre 1680 y 1750, se produjo su máximo auge sobre
todo en aquellos de origen japonés y chino. Los japoneses en tonos negros y dorados,
contrastaban con los más coloridos de origen chino y menor tamaño
12
. Las combinaciones
6
Edith Moreyra, 2009: 122-144.
7
Aguiló Alonso, 1993: 174.
8
Ortiz Armengol, 1985: 260.
9
Archivo de Protocolos Notariales de Granada [APNGr], Dionisia García Llorente Partiz y sus bienes G-D.
José Zayas Fernández de Córdoba, (Tomo Único), 12 de julio de 1782, fol. 1344.
10
Aguiló Alonso, 2001: 246.
11
Vid. El término “charol” suele aplicarse a la imitación española de la laca. Sobre el significado del término
charol en los inventarios y la dificultad para distinguir entre lacas orientales e imitaciones europeas Vid.
Ordóñez Goded, “El mueble de laca española. conexiones con europa y asia” en Res Mobilis, vol. 10, nº. 13,
2021; Junquera Mato, 1997.
12
Aguiló Alonso, 1987: 72.
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154
decorativas eran diversas, desde las más sencillas basadas en la alternancia con maderas de la
misma naturaleza al manejo de otras de distinta procedencia. Hasta la industrialización las
técnicas fueron experimentando cambios visibles en los acabados de superficies homogéneas
y armados macizos. Moldeaban las formas simples con cornisas que realzaban su forma pues,
la ebanistería se montaba antes de ser chapeada. Esta situación cambió con la mecanización
de los talleres.
Desde el siglo XIV se desarrolló una influencia italiana protagonizada por la introducción
de los lacados y elementos en marquetería
13
. Esta técnica evolucionó desde las pinyonet (un
tipo de taracea o marquetería de embutido de embutido en hueso sobre nogal) a las formas
geométricas del periodo renacentista. Ya en el XVIII nos encontramos con marquetería de
recubrimiento, chapeado o marquetería en bloque, que se diferencia claramente de las
anteriores
14
. De igual modo, hubo cierta devoción por lo exótico y de otras piezas “de china”,
acabados en porcelana, juegos de chocolate, jícaras, platillos, mancerinas o los juegos de tazas
para el café o el té. Las enmarcaciones y molduras se seguían utilizando con maderas
ebonizadas. A partir de los años cuarenta, hubo predilección por los muebles pintados y
charolados que provocarían el desuso de aquellos más oscuros. En marcos y molduras
ganaron terreno los dorados, más accesibles con la técnica de la corladura (barniz de corla
sobre plata de bruñido), por su eficacia y menor coste frente al dorado al agua o de bruñido
15
.
La mesa, agente para la sociabilidad
En esta propuesta se plantea un estudio de la mesa doméstica considerando tres premisas
claras: por un lado, que la mesa actúa o se interpreta como símbolo de ostentación y
sociabilidad; esta atribución varía según el contexto, las costumbres o los estilos de la época.
En segundo lugar, la mesa como creadora de espacios; en torno a ella se establecen unas
pautas temporales en la que se entablan unas relaciones con nuevas experiencias, vividas y
compartidas.
Los residentes adoptaban unas horas preestablecidas para el almuerzo como un hecho
cotidiano, reflejo de unas nociones de comensalidad: “quienes comen en la misma mesa”, se
convierten en compañeros
16
. Esta sociabilidad era unitiva pero también distintiva, actuaba
como un reflejo del orden familiar o estamental (en banquetes oficiales donde participaban
los de mayor dignidad). Por último, era portadora e imagen de representación, un escaparate
donde se opera la relación entre la necesidad básica emanada por los placeres sensoriales y la
mesa para el almuerzo diario. En ella se ratifican los buenos modales y la buena educación.
Ya lo expresó Pérez Samper, “la mesa es un escenario individual y sobre todo colectivo, en
el que se pone de manifiesto de modo muy revelador el modelo humano y social. La mesa es
el espacio donde se escenifican las relaciones comunitarias y donde se opera una relación
entre lo visible y lo invisible que ha llevado a que en ella se manifieste el puente que une la
experiencia física con la experiencia visual. La mesa, comer en común, constituye un medio
universal para expresar sociabilidad e igualdad. La mesa crea espacios y tiempos donde se
entablan relaciones sociales que buscan generar una continuidad a través de experiencias
compartidas”
17
.
El acto de comer se percibía como un suceso comunicativo donde la familia se reunía a
unas horas predeterminadas para la recepción del alimento. Este acontecimiento ha sido y se
considera un hecho cotidiano de gran trascendencia histórica cuya representación tuvo una
gran repercusión en el arte. Son numerosas las obras sobre banquetes, costumbres o
13
Rodríguez Bernis, 2006: 69.
14
Castellanos, 1993: 110.
15
Ordóñez Goded, 2015; Stefanos K. Kroustalis, Diccionario de materiales y técnicas Domus, Ministerio de Cultura.
16
Arnaiz, 2001: 180.
17
Pérez Samper, 2017: 320.
Un objeto con múltiples funciones: vivencias en torno a la mesa granadina en el siglo XVIII
155
ambientes populares donde la mesa actúa como eje articulador de la escena, entorno social,
lugar para el encuentro o la reunión. Su estudio ha supuesto un reto de gran novedad para la
investigación histórica, ya que profundizar en el mueble granadino del Setecientos ha sido,
hasta el momento, un tema poco tratado en la historiografía histórica. De ahí que su
investigación haya resultado una labor de lo más compleja por la falta de información y la
precariedad de las piezas que permitieran dar luz a nuestra teoría, la necesidad de comparar
los datos registrados o el estado que presentaban. Otra dificultad que hemos tenido que
afrontar, se relaciona con la falta de consenso en la propia catalogación de las piezas, hecho
que ha supuesto una evidente confusión en la identificación de las mismas. Con el manejo
documental y bibliográfico, los datos adquiridos han sido contrastados y/o complementados
junto a otros de tipo gráfico o iconográfico que pudieran testimoniar con veracidad nuestro
conocimiento. Por tanto, las imágenes o reproducciones junto al contenido textual que a
continuación se presenta, nos ayudan a visualizar o a contextualizar los cimientos del objeto
de estudio.
El género costumbrista en la pintura también alcanzó protagonismo en la pareja de obras
de “Escenas de taberna” de Juan Rodríguez Jiménez (1765-1839) del Museo Casa de los
Tiros, (fig.1) y (fig.2); en ambas representaciones destaca el alimento, la música y el baile en
un ambiente granadino de lo más popular. La mesa, eje articulador de unión entre los
representados se vincula al baile y a la música. La primera se desarrolla en un espacio de
interior, donde los personajes cantan y bailan al ritmo de la música. En este caso, la mesa
sirve como sostén para el velón, que ilumina el espacio; en la segunda, ambientada al exterior,
aparece un grupo de personas conversando en torno a la mesa con mantel en el centro de la
composición. Ambas obras representan ambientes costumbristas y habituales en la Granada
del siglo XVIII.
Fig. 1. Escenas de Taberna El tahonero Juan
Rodríguez Jiménez 1800 Museo Casa de los
Tiros Inventario CE0088.
Fig. 2. Escenas de Taberna El tahonero Juan
Rodríguez Jiménez 1800 Museo Casa de los Tiros
Inventario CE0088.
Marta Criado Enguix
156
Tipologías de la mesa en el interior doméstico
En este apartado se recogen las distintas variedades de mesa doméstica clasificadas según
los datos analizados en la documentación notarial granadina. En los inventarios del siglo
XVIII, se han registrado diversas tipologías acordes a un estilo, material, forma o tamaño
determinado. Aunque, hasta 1700 la mesa no fue un mueble generalizado en la sociedad
granadina, su uso era reemplazado por otras piezas de función similar, como el escritorio o
el arca.
La madera era el material de fabricación por antonomasia (de pino, nogal, caoba) con
incrustaciones, acabados ondulantes, redondeados, chambranas y fiadores. Predominaban
diversas técnicas para decorar tableros, aunque también era frecuente la práctica imitativa
como una de las habilidades más utilizadas entre las que destacan el jaspeado, marmoleado u
otras que se utilizaban para imitar el aspecto de otras maderas -granadillo, caoba ébano, raíz
de olivo- como el “embutido de yeso” o scagliola empleado para imitar el trabajo en piedrs
duras. En lo tocante al tamaño, destacan desde las más pequeñas o medianas, a las grandes
con forma redondeada, cuadrada, rectangular u ovalada
18
.
Las había de carácter fijo o desmontable (que podían transportarse a cualquier estancia de
la casa), con cajones o sin ellos, tapizadas, talladas, pintadas, charoladas, doradas, de talla o
marquetería, con faldones, festoneados, con patas molduradas, con gavetas o sin ellas, de
cabriolé. A continuación, se van a desgranar las distintas variedades sobre la mesa doméstica
registradas en la documentación notarial.
“La mesa para comer”
Si atendemos a los inventarios que describen los bienes “quarto por quarto”, algunas
denominaciones aluden a la expresión de la “mesa para comer” o “mesa de comer” en
estancias como la cocina, la sala de estar o el “comedor”. Aunque éste último, como sala
diferenciada no se llega a precisar su existencia hasta la época moderna, algunas casas aluden
a su existencia por la presencia de algunas salas con una mesa (permanente) para dicho uso.
Aprovechando las ventajas que ofrecía el método de inventario realizado por estancias, se
tuvo en cuenta la posición concreta de los artículos en la topografía doméstica, si se ocultaban
o si se exponían, si su presencia se circunscribía a determinados espacios o si se trasladaban
a otras dependencias en correspondencia a las estrategias del gusto o de representación. El
siglo XVIII se consideraba la culminación de un proceso ya iniciado a principios de la Edad
Moderna, tendente a la progresiva especialización en la función de las estancias. Sobre las
habitaciones y la disposición de objetos, no se especifica un orden estipulado
19
.
Los enseres no conectaban con la arquitectura, más bien se adaptaban o desempeñaban
una función práctica. A pesar de sus cualidades materiales, éstas cambiaban según los usos
aplicados e intereses de sus moradores. Por ejemplo, las clases más acomodadas
acostumbraban a tomar el desayuno en la cama, frente a las más modestas que lo realizaban
en la cocina junto al desarrollo de otras tareas como el almuerzo, el trabajo, el descanso, la
recepción de visitas, charlas o juegos de cartas. Las nuevas tendencias se iban imponiendo
en un estilo de vida perceptible en el amueblamiento del interior. Comer en torno a la mesa
18
La mesa ovalada se repite en inventarios como en el de Bernardo Vera y María Casado: Archivo de Protocolos
Notariales de Granada [APNGr], Bernardo Vera, vecino de esta ciudad, su capital de bienes contra María
Casado, su mujer, G- Francisco Laureano de Vera, Manuel Ruiz Cabello y Miguel Clemente del Castellar, (Tomo
Único), fols. 1426, 21 de febrero de 1784; en la casa de Francisca Correa Vílchez y Mathias Peregrina: APNGr,
Francisca Correa Vílchez. Su dote y arras contra Mathias Peregrina, G-1185, 22 de mayo de 1755, 4, fol. 436;
otros relevantes como en la vivienda de Margarita Carrera o en la Jacinto Páez, Vid: APNGr, Margarita Carrera.
Su dote y arras, G-1185, 22 de mayo de 1754, fol. 690; APNGr, Jacinto Páez. Inventario justipreciado de sus
bienes, G-1185, 23 de mayo de 1754, 4, fol. 403.
19
Postigo Vidal, 2013: 668.
Un objeto con múltiples funciones: vivencias en torno a la mesa granadina en el siglo XVIII
157
era un acto que abarcaba diversos factores que iban desde lo individual a lo social. Sobre ésta
converge la riqueza del mobiliario (mesas y sillas), las vajillas (cubiertos, platos, vasos), los
tejidos (manteles, servilletas) y el alimento.
A su vez, la mesa adquiere una gran simbología que varía según la estancia, las modas y
las costumbres de la época. Un ejemplo se aprecia en la “mesa para comer” ubicada en el
centro de la sala como eje vertebrador de la reunión. Se ubicaba en la sala principal, el
comedor (si lo hubiera) o la cocina, considerada una de las dependencias domésticas más
importantes y significativas de la casa, lugar funcional donde se preparaba el alimento, se
reunían y conversaban. Resulta revelador que, en la documentación, la mayoría de las
registradas presenten una forma “redonda”, con un notable aumento a partir de los años 60.
En ella se almorzaba, se recibía la comida diaria y pasaban horas de tertulia frente al calor del
brasero o la chimenea
20
. La reunión en torno a ella se ha considerado un acto de gran
trascendencia histórica pues, como expresaba Pérez Samper, “en este acto se refleja de alguna
manera la historia entera de la humanidad. Cada detalle constituye una escena donde
convergen actitudes, sentires, posturas, gestos, rituales”
21
. La alimentación era una necesidad
básica humana transformada en una construcción social y cultural, reflejo de las costumbres
de cada época y de las buenas formas en torno a ella. En lo social, porque hombres y mujeres
preferían comer en compañía, reunidos. Por tanto, se trata de una necesidad compartida; en
lo cultural, porque constituye una forma de representación donde conversaban y respetaban
el turno de palabra. Sarti advertía que “la mesa era un espacio o lugar donde se expresan y
fortalecen las jerarquías sociales, sexuales y generacionales”
22
. Para la Iglesia Católica era el
espacio para el encuentro familiar
23
. Estos ideales fueron divulgados en los tratados de
civilidad del siglo XVIII que hablaban sobre la educación, los buenos modales y donde
alcanzaron protagonismo los principios de sociabilidad y convivialidad. En la documentación
analizada, con un total 415 mesas, se confirma que un 12% de estas mesas tenían una forma
redonda en estancias como la cocina, en una sala próxima a ella o en la sala principal; este
dato resulta cuanto más revelador, teniendo en cuenta el protagonismo que alcanzó la
sociabilidad en el periodo ilustrado.
Otro modelo registrado en estas salas era la “de doblar”, (rectangular, extensible, plegable
que montaban y desmontaban para su uso); aunque no se ciñe a una estancia concreta por
su carácter manejable y de fácil montaje
24
. En la Granada del siglo XVIII destacan algunos
modelos en la casa de Francisco Lorenzo de Guzmán, en cuya vivienda, sita en la calle
Escudo del Carmen, se confirma la presencia de “una redonda con doce sitiales de badana
pintadas y talladas de madera, con ricos tejidos para vestirla, jarrones, figuras de porcelana y
relojes; otras tres redondas, dos de caoba extensibles y otra de pino
25
; junto a las cortinas de
blanco de bretaña había un banco de nogal y otra mesa redonda de jaspe negro, una mesita
de cedro forrada en verde y un sillón de baqueta negra usado”
26
.
20
Más del 52% de los inventarios confirma la presencia de mesas redondas para brasero o en la cocina.
21
Pérez Samper, 2017: 365.
22
Sarti, 2002: 20.
23
Sarti, 2003: 38.
24
Sobre las variantes de modelos plegables, de tablero escamoteable o de estructura de tijera véanse las voces
“mesa de doblar”, “mesa de juego de doblar” y “mesa de orejeras” en Abad Zardoya, 2023.
25
APNGr, Inventario Justipreciado de los bienes que quedaron por el fallecimiento de Francisco Lorenzo de
Guzmán, G-1185, 26 de mayo de 1754, fol. 473.
26
APNGr, Inventario Justipreciado de las casas que quedaron por el fallecimiento de Francisco Lorenzo de
Guzmán, G-1185, 27 de mayo de 1754, fol. 450.
Marta Criado Enguix
158
Otros modelos se confirman en la casa de Pedro Fernández Bravo, maestro de albañilea,
casado con Ana Pérez Valenzuela, residentes en una casa de la Calle San Juan de los Reyes en la
parroquia de San Pedro y San Pablo. En su vivienda contaban con varias mesas “de doblar, una
redonda y otra de nogal con su juego de sillas”
27
.
La mesa y sus tejidos
El arte culinario se manifestaba en el arte de vestir la mesa. Cada detalle era el reflejo de una
historia cotidiana pues, el “comer es una actividad que recrea y atraviesa el conjunto de la vida
social, en la que el hombre se confronta con su cuerpo y su ambiente social
28
. Por otro lado, el
tejido era uno de los componentes esenciales del ajuar familiar que engalanaba el interior y el
momento de reunn en torno a la mesa. Se adornaba con tejidos (manteles, servilletas y paños),
vajillas, cubiertos, adornos y esculturas de metales y porcelana para el almuerzo diario. Su
preparación requería de una formación regulada en la que cada objeto ocupaba un lugar.
De ello dan cuenta las descripciones notariales por la representatividad que el tejido alcanzó en
los legajos con expresiones comomesa de manteles”, “pieza de manteles”, tablita de manteles,
manteles de ropa” omesica de manteles”. Elrmino “mesa de manteles” creó cierta confusn
por su identificación al mobiliario o al tejido para vestirla; no obstante, sen la interpretación de
los datos, se aclara su alusn onomasiogica al soporte textil y no a la estructura mueble. Por tanto,
el protagonismo de los tejidos descansó en la capacidad que adoptaban por “enriquecer la
experiencia estética del habitar”
29
.
La lencea de mesa se confeccio en una amplia gama de calidades, precios y telas donde los
manteles y servilletas tuvieron gran protagonismo. En las descripciones notariales los manteles
aparecen clasificados por “tablitas” o “tablas”, aunque también se alude al tejido, los motivos
decorativos u otros detalles. En ocasiones, se alude al color, rasgo distintivo unido a la confeccn
de los tejidos en los que dominaban los blancos, los alemaniscos (mantelerías adamascadas de
motivos geométricos) o los tonos verdes con motivos vegetales, florales, bordes, encajes o de
filigrana. De las servilletas anotadas, se confirma su presencia por unidad o por conjuntos que iban
a juego con los manteles. Estos quedaban almacenados en las arcas con referencias a “juegos de
manteles”, servilletas o juego de delantales. Algunos modelos granadinos se registran en la dote
Catalina del Castillo (1736) con una “tabla de manteles de dos varas de ancho y varas y media de
largo por doce reales de vellón, con sus seis piezas de servilletas”
30
; en la casa de Margarita Carrera
con hasta tres juegos de “manteles de blanco de bretaña con sus servilletas a juego”
31
.
Bernardo Vera contaba con un juego deservilletas en blanco de bretaña y tonos azules y siete
servilletas individuales
32
, Ana Jiménez con varias “tablitas de manteles y servilletas
33
, Nicos
Moreno Serrano con “cinco manteles a juego y sus servilletas”
34
y Maa Mendoza con varios
juegos de manteles con sus servilletas
35
.
Sobre la mesa se desplegaban los buenos modales acordes a los fundamentos defensores del
siglo XVIII. Ilustrados españoles cuestionaban los principios de conducta con impugnaciones
27
APNGr, Pedro Ferndez Bravo. Inventario justipreciado de sus bienes, G-1171, 23 de marzo de 1753, fols. 618-625.
28
Noel, 1980: 231.
29
Vitta, 2008: p. 327.
30
APNGr, Catalina del Castillo. Su dote contra José Salvador Sánchez, G-1103, 4 de agosto de 1736, fol. 24.
31
APNGr, Margarita Carrera. Su dote y arras, G-1185, 22 de mayo de 1754, fol. 690.
32
APNGr, Bernardo Vera, vecino de esta ciudad, su capital de bienes contra María Casado, su mujer, G-D. Francisco Laureano
de Vera, Manuel Ruiz Cabello y Miguel Clemente del Castellar, (Tomo Único), fol. 1422, 21 de febrero de 1784.
33
APNGr, Ana Jiménez. Su dote contra Jacinto de Piña Ladrón de Guevara, G-1185, 22 de mayo de 1755, 4, fol. 185.
34
APNGr, prosigue el inventario justipreciado que ha quedado por el fallecimiento de Nicos Moreno Serrano, vez que fue de
esta ciudad en su herencia, G- D. Francisco Laureano de Vera, Manuel Ruiz Cabello y Miguel Clemente del Castellar, (Tomo
Único), 8 de enero de 1778, fol. 16.
35
APNGr, Maa Mendoza. Descripción de sus bienes, G- D. José Zayas Fernández de rdoba, (Tomo Único), 7 de enero de
1790, fols. 7- 21.
Un objeto con múltiples funciones: vivencias en torno a la mesa granadina en el siglo XVIII
159
que aparecieron en artículos de prensa como discurso del civismo burgués inspirado en la cultura
inglesa de la gentility o el modelo francés del sigo XVII, l´home honnéte de Nicolas Faret y Chevalier
de re
36
. Los patrones que la argumentaban defendían la “urbanidady el comportamiento
formalizado: “la formas elemental de antaño era también costumbre en la clase alta, era la de
despedazar la carne con las manos […] y se debe así cortar con el cuchillodespedazar los
trozos de carne pasa aqpor ser un signo de rusticidad mientras que cortarlos se tiene como
señal de comportamiento urbano”
37
.
Todo el conjunto ayudaba a la presencia de la buena conducta y del servicio individual en
torno a la mesa. Esta socialización exigía unos modales sometidos a los principios estéticos y
sociales del comer, desde la forma correcta de tomar los cubiertos a los temas adecuados para la
conversacn. No lo era importante la mesa sino también, el entorno que la rodeaba. Raffaella
Sarti expresaba una “desigualdad en la pobreza de la mesa, la escasez de vajillas y los cubiertos
que, unidos a la falta de educación, manifestaban a los grupos medios y superiores la brutalidad”
38
.
Un destacado humanista italiano, Bartolomeo Sacchi en su De Honesta voluptate et valetudine, incia
sobre la importancia de preparar la mesa como una forma de favorecer un ambiente más
agradable: “la mesa debe ser preparada en el modo s adecuado a cada estación del año: durante
el invierno en lugares lidos y cerrados, durante el verano al aire libre y al fresco. En primavera
es bueno esparcir flores sobre los bancos y sobre la mesa, en invierno quemar perfumes. En
verano se recubre el pavimento con ramas de plantas olorosas de viña y de saice, que refrescan
el ambiente. En oto se cuelgan del techo uvas maduras, peras, manzanas. Blancos deben ser
las servilletas y los manteles, a no ser así dan fastidio y quitan la gana de comer. El criado ha de
limpiar cuidadosamente los cuchillos y tener la hoja bien afilada, de modo que los convidados no
deben perder tiempo porque no corta. Todos los recipientes se deben tener a mano, limpios y
lucidos, sean de terracota o de plata. Esta suntuosa pulcritud abre el apetito, aunque no se
tenga
39
.
Aterrizando en el arte granadino, contamos con la representación de algunas obras de santos
retratados como la de “San Ignacio de Loyola” realizada por Juan de Sevilla (fig. 3); la mesa
aparece con un tapete tapete, cubierta, paño de sobremesa o “toalla de mesa” que cubre un bufete
o mesa de trabajo. Se trata de un modelo que conserva el Hospital Real de Granada en la sala del
Rectorado donde se aprecia la gran maestría en la confección de los tejidos sobre la mesa donde
trabajaba el Santo. En lo tocante a las fuentes iconográficas, las manifestaciones artísticas, por su
naturaleza, ayudan a visualizar cómo era o se distribuía el mobiliario en los interiores. Sin
embargo, en el caso granadino, dada la escasez de obras sobre escenas en el ámbito dostico,
se ha tenido que recurrir a otras categoas teticas como la religiosa u otras variantes populares,
exvotos, retratos de santos o personas ilustres que fueran de utilidad para la investigación. En lo
religioso, han sido relevantes las obras sobre la “Santa Cena” por la importancia de la mesa como
cleo central de la escena. En el caso granadino, destaca la obra de nchez Cotán en la Cartuja
de la Asunción que, aunque data una cronología anterior a nuestro periodo de estudio, sirve para
mostrar la importancia que alcaneste pico alcanzó en la historia (fig.4). Se trata de una obra
de gran sencillez compositiva donde Jes aparece en el centro del cenáculo junto a los doce
apóstoles en torno a la mesa vestida con blanco mantel y ricos encajes.
36
Le Chevalier de ré, 1848, 5-35.
37
Norgberg, 1982.
38
Sarti, 2002: 193.
39
Platina, 1985: 20.
Marta Criado Enguix
160
Fig. 3. San Ignacio de Loyola Juan de Sevilla
1681. Hospital Real/Rectorado. Código 32-423.0.
de Inventario 1238 Copyright Universidad de
Granada. Fotografía realizada por Juan Manuel
Gómez Segade.
Fig. 4. Santa Cena. 1618. Sánchez Cotán. Cartuja de la Asunción de Granada, Museo de Bellas
Artes de Granada. Inventario CE0121. Departamento de Pintura
Fig. 5. San Francisco Javier, Juan de Sevilla
Romero, 1685. Ubicación: Hospital Real
/Rectorado Copyright Universidad de Granada
Fotografía realizada por Manuel Gómez
Segade.
Un objeto con múltiples funciones: vivencias en torno a la mesa granadina en el siglo XVIII
161
En la misma nea, destaca la obra de “San
Francisco Javier (fig. 5), de Juan de Sevilla
Romero y Escalante, donde retrata al santo
orando con los brazos extendidos. En el extremo
derecho una mesa con un tipo de textil
ornamental (tapete, cubierta o talla de mesa) en
tonos rojizos y encajes que dejan entrever las
patas de madera. Sobre el fondo un telón con
amplios pliegues en tonos ocres crea un
aparatoso efecto de cortinaje que invade la
escena.
Sin embargo, los manteles seleccionados en la
muestra documental y cuyo alisis abren este
apartado son ejemplares de ropa blanca de mesa,
para mesa de comedor.
La mesa en las alcobas
La mesa también se ubicaba en otros espacios del interior como en la alcoba, lugar para el
descanso personal y de la pareja, pero también para la privacidad, la unión individual y conyugal.
En aras del reposo nocturno, a fin de propiciar el sueño, la cama se ubicaba los lejos posible
del ruido, por lo que fue recomendable colocar el dormitorio en lo más profundo de la vivienda,
lejos de la fachada principal donde reinaba la calma que garantizaba el descanso.
En la alcoba los propietarios guardaban sus ajuares y enseres en los cofres, cajas y arquillas. A
su alrededor se distribuía el mobiliario: mesas, “mesitas”, “mesillas”, sillas, bufetes, escritorios y
algún tocador. La cama era el mueble s importante de la sala. Además de los grandes escritorios
haa otras piezas más pequas destinadas a un uso más íntimo y personal como las “mesitas,
“mesicas”, omesillas” con cajones, junto a la cama, que emulaban a la actual conocida mesita de
noche. En el caso granadino, tan lo se contabiliza un 8% de estas “mesicas” en madera de nogal,
caoba o pino, con algunos ejemplares en la casa Jacintoez
40
residente en la Parroquia de Santa
Maa Magdalena, que contaba con dos “mesicas de pino” junto a la cama, otras dos “mesicas” de
nogal en la alcoba de Margarita Carrera
41
con un reloj, dos urnas con esculturas y una papelera de
pino encima de ella. Francisco Lorenzo Guzn y Teresa Gara contaban con una “mesica” de
pino y otra de nogal junto a la cama
42
.
Otras registradas eran las mesas de cama, cuya existencia se deduce por la descripción indirecta
de “mantelicos de mesa de cama alemaniscos con blondasen la casa de Ana Jiménez
43
. Estos
artículos eran frecuentes a partir de los os sesenta por la costumbre española de cenar en la
cama
44
. Otras tipoloas de mesas en la alcoba eran las “de cabecera de cama ode retrete” con
40
APNGr, Jacinto Páez. Inventario justipreciado de sus bienes, G-1185, 17 de abril de 1754, nº4, fol. 420.
41
APNGr, Margarita Carrera. Su dote y arras, G-1185, 22 de mayo de 1754, fol. 697.
42
APNGr, Inventario justipreciado de los bienes que quedaron por el fallecimiento de Francisco Lorenzo de
Guzmán, G-1185, 26 de mayo de 1754, fol. 471.
43
APNGr, Ana Jiménez. Su dote contra Jacinto de Piña Ladrón de Guevara, G-1185, 22 de mayo de 1755, nº
4, fol. 178.
44
Rodríguez Bernis, 2006: Vid. “Mesilla para comer en la cama”.
Fig. 5a. Detalle. San Francisco Javier, Juan de
Sevilla Romero, 1685. Ubicación: Hospital Real
/Rectorado Copyright Universidad de Granada
Fotografía realizada por Manuel Gómez Segade.
Marta Criado Enguix
162
tablero y compartimento con puertecilla para guardar el orinal
45
. De éstas se han registrado tan
lo cuatro modelos de los casos analizados.
La mesa-escritorio era una pieza compuesta por dos cuerpos; el primero con una mesa de
soporte y el segundo adoptado para la pieza del escritorio con gavetas o estantes para su
almacenaje. Esta tipología alcanzó gran popularidad en el Setecientos granadino por su
versatilidad y variedad de funciones, tanto para guardar objetos como para la escritura como
soporte. Era un mueble que representaba estatus social, además de cierto lujo por su vínculo
a la cultura.
Como pieza de soporte, las arcas también desempeñaron este tipo de función.
Independientemente de su utilidad para el almacenaje, una vez cerradas, sobre la tapa
colocaban enseres. En las descripciones son numerosas las referencias a la posición de
objetos, cajitas, marcos o relojes. Para los especialistas del mueble el arca fue un mueble muy
generalizado en la sociedad del Setecientos, cuya presencia, en el caso granadino se registra
en más de 85% de las piezas analizadas. Eran comunes las arcas de madera de nogal, de
estaño, de caoba, de pino con sus forrajes en el interior, enteladas, con cueros y sus asas en
los extremos para el transporte
46
.
En el Monasterio de la Cartuja de Granada se conserva un arca de modelo castellano,
rectangular y decorado con cenefas de motivos vegetales y dos rosetones en su tapa. Las
patas delanteras son estriadas imitando a las garras de un águila. La cerradura está decorada
con motivos decorativos vegetales y florales. Esta arca de madera con cerradura, encorada y
con tapa horizontal está construida con tablas de madera de caoba. Destaca la sencillez del
mueble, completamente desornamentada. En su lado frontal tres bandas horizontales
acentúan este aire sobrio de gran clasicismo. Sobre la superficie plana del arca se podían
colocar diversos enseres y objetos (fig. 6.).
45
APNGr, D. Francisco Laureano de Vera, Manuel, Ruiz Cabello y Miguel Clemente del Castellar, (TU), fols.
1426, 21 de febrero de 1784, Bernardo Vera, su capital de bienes contra María Casado.
46
Aguiló Alonso, 2006.
Un objeto con múltiples funciones: vivencias en torno a la mesa granadina en el siglo XVIII
163
La mesa en la sala principal y en otros
espacios de la casa
En las zonas de recibo o la sala principal del espacio
doméstico, se habilitaban unas áreas donde se
desplegaban las estrategias de representación o
fórmulas de sociabilidad, paralelas a la nueva cultura
de la conversación del siglo XVIII. En ella se
conjugaba lo público y lo privado del área familiar,
lugar para el ocio y el entretenimiento, pero también
para la apariencia, la exhibición y representación. Era
un espacio cuidado y decorado con tejidos (cortinas,
cojines, alfombras, tapices), mobiliario (asientos,
mesas y sus derivados, muebles de almacenaje) y los
artefactos lumínicos (velones, candeleros, candelabros
o apliques de madera tallada y dorada con bujías) que
iluminaban la sala.
En los patrimonios más elevados se confirma la
presencia de un amplio abanico de enseres
decorativos, elementos colgantes: espejos,
cornucopias, cuadros, lienzos, pinturas, láminas,
tapices y “estatuillas” o “esculturillas” religiosas eran
muy numerosas.
En lo que refiere a otras variantes de la mesa, se
recogen otros tipos como la mesa-escritorio que,
adoptaba la función de “papelera para guardar
papeles o documentos más valiosos del ajuar familiar.
El conjunto de muebles y enseres de la sala
actuaban como cooperador de las estrategias de
representación. Una de las tendencias más practicadas
era la técnica imitativa aplicada en maderas y piedras
de calidad donde se simulaban los veteados de
mármoles o jaspes en tableros de mesas pintadas o
charoladas dejando la imitación de las maderas más
costosas a las patas o faldones que emulaban
tonalidades en tonos rojizos de la caoba. Este tipo de
piezas eran las llamadas contrahechas, réplicas que
comenzaron a prodigar en los hogares de cierto
estatus
47
Con el afán de embellecer los espacios y
mostrar distinción, eran numerosas las mesas auxiliares
con tableros de materiales nobles o piedras duras con
vetas y manchas que acentuaban el decoro estético.
Los tableros de jaspe aplicados a las distintas
variedades de la piedra, una vez pulimentadas,
revelaban los colores vivos animados por los efectos
de la veta
48
. Esta técnica imitativa también se aplicó al
47
Vid. Abad Zardoya, 2023.
48
Aguilar, 2010: 351-354.
Fig. 7. Retrato de Pedro Jo rez
Valiente. Autor: Lorenzo Marn, 1777. Óleo
sobre lienzo. Dimensiones: 1,48 x 0,94 m.
mero de Inventario 436. Localización:
Hospital Real. Copyright Universidad de
Granada. Fotografía realizada por Juan Mahuel
mez Segade.
Fig. 8. Retrato de Don Pedro de Mora
Muñoz de Salazar, Fundador de la Real
Sociedad Económica de Amigos del Ps de
Granada, Anónimo granadino 1700, óleo sobre
lienzo, Dimensiones: 119x100 cm. Hospital
Real/Rectorado, Inventario: 32-517.0.
Copyright: Universidad de Granada. Fotografía
realizada por Juan Manuel Segade.
Marta Criado Enguix
164
marmoleado o jaspeado a fin de aderezar los tableros de consolas, mesas de arrimo o
cómodas; era una forma de realzar la superficie s amplias como los arrimadillos, extendiendo
las pastas sobre el muro mediante la importación o por fabricación nacional
49
. La pintura de
efecto jaspeado o marmoleado se aplicó a pequeños objetos como las urnas, los atriles de mesa
o las peanas. En el caso granadino, los inventarios advierten de la presencia de este tipo de
tableros, también visibles en las obras de arte como en la de Pedro José Pérez Valiente (fig. 7) en
la que aparece retratado sentado en un sillón tapizado de terciopelo rojo, apoyado sobre una
mesa de madera donde se aprecian los efectos de la madera, un libro y tintero de dos plumas.
Llama la atención el detalle barroco en las patas de la mesa con roleos y motivos vegetales que
aportaban un efecto muy barroquizante. En esta línea abundan numerosos retrataos como el de
don Pedro de Mora Muñoz de Salazar que se conserva en el Hospital Real de Granada en la Sala
del Rectorado (fig.8), procedente de los fondos de la Real Sociedad Económica de Amigos del
País, de quien fue socio el retratado y fundador en 1775.
El autor anónimo emplea un esquema de composición protocolario dentro de las pautas del
retrato del Setecientos. Representado de tres cuartos y vestido de traje oficial de marino, levanta
su mano derecha con el dedo índice apuntando hacia arriba (lenguaje gestual de actitud
pretenciosa que restaba naturalidad al personaje). A la izquierda, una mesa al estilo de Luis XV,
con superficie marmolada en tonos verdosos y un sombrero. El fondo de la escena está
enmarcado por una columna y cortinajes que dejan entrever un paisaje de mar con puerto y dos
galeras fondeadas, iconografía que se relaciona con la identidad del retratado. En la cartela del
ángulo superior derecho, un escudo de armas del caballero de la orden de Santiago que dice así:
Don Pedro de Mora Muñoz de Salazar, natural de Granada de edad de 22 años siendo teniente
de Nao de la Real Armada, Ayudante mayor de la III Compañía de Caballeros, fundador de la
Sociedad Económica en 1775. En 1798 Pedro de Mora era miembro de la Entidad, capitán de
fragata, retirado de la Junta al Hospicio de Granada
50
.
En los interiores haa otros accesos o espacios de transición que no respondían a una
distribución racional del interior. Eran lugares indefinidos o transitorios que aparecen en la
documentación como “pieza colgada”, “cuarto anejo próximo al antecedente”, pasadizo” o
“habitados”, donde colocaban las “mesitaso mesas auxiliares que servían para el soporte de
objetos, cajitas, cofres, monedas, libros, papeleras o urnas.
A mediados de siglo, la estética del mueble experimen ciertos cambios, fruto de las nuevas
teorías ilustradas que criticaban los excesos del rococó frente la sencillez preponderante del
clasicismo. Esta tendencia afec a la configuración de las piezas con un dominio por lo rectilíneo
en los acabados de mayor sobriedad. No obstante, la nueva sociabilidad favoreció la proliferación
de un amplio repertorio de artículos de carácter personal, relacionados con el consumo de la
moda, cuyo uso impliuna cierta dosis de exhibicionismo. Las haa de diversos tipos, tamaños
y formas siendo frecuentes las fabricadas en madera. Contamos con algunos modelos
representativos en la sala de Rectorado del Hospital Real de Granada (fig. 9), con una mesa
auxiliar en madera tallada y forja de tablero rectangular.
Otras variantes de este tipo de mesitas se aprecian en este modelo que se ubica en la Abadía
del Sacromonte (fig.10) Se trata de una mesa con tablero ricamente decorado con labor de taracea
con dibujos geométricos al s puro estilo italiano. Los soportes están unidos por un fiador
eseados, y las patas tienen forma de lira, modelo que surgió en el XVII.
De un estilo s barroquizante se conserva en los fondos del Patronato de la Alhambra y
Generalife (fig.11) un tipo de mesa con cuatro patas unidas por travesaños de sección rectangular
49
Abad Zardoya, 2023: voz “jaspeado/a”.
50
Castellano Castellano, 1984.
Un objeto con múltiples funciones: vivencias en torno a la mesa granadina en el siglo XVIII
165
Fig. 9. Mesa auxiliar, Anónimo. 1800. Hospital Real de Granada
Rectorado. Código 32-388.0. Copyright Universidad de Granada. Fotografía
realizada por Juan Manuel Gómez Segade.
Fig. 10. Mesita auxiliar 1700-1749. Dimensiones
65,5 x 83 x 54,5 cm. digo IAPH:
011808700730117.0000. Abadía del Sacromonte
Granada.
Fig. 11. Mesa Auxiliar de madera Inventario CA000358. Colección
Artística del Patronato de la Alhambra y Generalife.
Marta Criado Enguix
166
que formaban una chambrana corrida. Las patas constituidas por balaustres con boceles entre
medias cañas se elevaban sobre piezas rectangulares y cuatro faldones bajo el tablero.
Llevaban ornamentos que alternaban los rectángulos y círculos unidos por líneas
horizontales.
Dentro de la inabarcable riqueza que ofrece la consulta documental hemos podido
registrar otras variantes de la mesa como la arriñonada, cuyo tablero con forma de riñón fue
creado en la época de Luis XV para el soporte de objetos, decoro de estancias u otras
funciones. La esquinera/rinconera o “trianguladacomo su nombre indica, se adaptaba a la pared
y quedaba encajada aprovechando el espacio, con tablero de madera o piedra, acabados con
motivos decorativos y jaspeados. Su función era servir de apoyo de objetos (relojes,
papeleras, “esculturillas”, urnas, velones, candeleros y candelabros). De éstas se recoge un
4% de las piezas registradas en los inventarios al igual que el porcentaje de las mesas con
tablero desmontable o “de doblar”.
La veladora fue un modelo de pequeño tamaño con tablero sobre pie central de soporte.,
de las que se confirma un 2%, que hacen unas 8 veladoras en las salas principales o de recibo,
aunque era fácilmente trasportable a otros espacios.
La mesa cajonera permanece durante la centuria en varios tamaños. En sus cajones se
guardaban las piezas de valor, medallas, cadenas, monedas, relojes, libros, sortijas, cruces o
rosarios. De las piezas conservadas se conserva una interesante cajonera en madera tallada
bajo custodia del Patronato de la Alhambra y Generalife (fig.12). Se trata de una mesa con
cajonera en madera de álamo negro con madera de caoba y añadidos en latón. Esta mesa
escritorio de madera está constituida por un tablero de forma rectangular con faldones que
apoya sobre cuatro patas en estípite calzadas en los extremos de madera. El tablero está
constituido por una serie de piezas de madera de limoncillo dispuestas oblicuamente a contra
veta formando en el centro la figura de un cuadrado dispuesto en forma de rombo que queda
enmarcado por un filete de madera de caoba. Presenta un cajón en el faldón y los remates de
las patas se adornaban con una placa de latón repujado con motivos vegetales, en este caso
Fig. 12. Mesa escritorio de madera de álamo negro caoba y
limoncillo con latón. Estilo Carlos IV, 1800, Dimensiones 80,7 cm
de alto x 94,5 cm de longitud x 57 cm de ancho. Inventario:
CA000031. Patronato de la Alhambra y Generalife.
Un objeto con múltiples funciones: vivencias en torno a la mesa granadina en el siglo XVIII
167
una flor de seis pétalos con los extremos vueltos hacia dentro. Unos listeles de madera
marcaban la separación de las partes que, en las esquinas encuadraban los faldones de la
mesa. La mesa fue adquirida por Eduardo González el 31 de diciembre de 1954.
De las cajoneras, en la documentación se han registrado un 8 % del total de 415 mesas,
con algunos ejemplos en la casa de Margarita Carrera con “dos mesas cajoneras de madera
de pino con gavetas”, Cristóbal Manzano con “dos de nogal”
51
, Manuela Martín la Chica y
Juan García
52
con “cuatro mesas de nogal y dos cajoneras con su llave y cerradura”; Dionisia
García Llorente Partiz y Manuel Martínez contaban con una “mesa redonda envejecida con
dos cajones, una más grande en dorado con su bufete chapado en azul y dorado con tres
cajones y cerradura donde guardaban objetos de valor y una escultura del niño de la Pasión
con adornos” y otra “mesica de pino con su cajón, cerradura y llave” en el que guardaba
algunas cruces y medallas de la Virgen
53
.
El bufete era una mesa que podía llevar o no cajonera y portátil. Se confirma la presencia
de esta pieza como soporte de otros muebles más complejos como el escaparate o el
escritorio. Desde el siglo XVII se aprecia un notable aumento de este modelo con tableros
jaspeados, marmóreos, calados o en marquetería de influencia italiana
54
. Según el Diccionario
de Autoridades es la, “mesa grande, o al menos mediana y portátil, que regularmente se hace
de madera o piedra, más o menos preciosa, y consta de una tabla u dos juntas que se sostienen
en pies de la misma, u otro material. Sirve para estudiar, para escribir, para comer y para otros
muchos y diversos usos”.
Su función como mesa de arrimo, con patas torneadas tirantes o fiadores, perduró durante
la centuria. Según Rodríguez Bernis: “descansan sobre un mínimo de cuatro patas,
ensambladas bien directamente sobre el tablero, o en la cintura […] o bien en dos peinazos
laterales que, a su vez, se ensamblan a cola de milano en sendas ranuras cajeadas en el grosor
del tablero”
55
.
Para Aguiló era el principal mueble de soporte, por su versatilidad y utilidad
56
aunque
también se consideraba un mueble de cierto lujo. En el Setecientos granadino predomina la
fabricación de estos bufetes en madera de pino, junto al nogal, la caoba o el ébano, con
motivos decorativos, vegetales, florales y roleos.
Para este tipo de muebles era frecuente la práctica imitativa, imprimaban los objetos de
una apariencia suntuosa, sin suponer un alto coste. Los cubrían de telas sobre las que
disponían relojes, cajitas, urnas, escritorios o papeleras.
Según la documentación analizada, se ha recopilado un 12% del total de las piezas, con
49 ejemplares en los interiores granadinos. Por su facilidad de transporte se adaptaban a
cualquier estancia de la casa. Ha sido un mueble muy generalizado en la sociedad granadina,
con algunos modelos en la casa de Jesús María y Josefa (1723), residentes en una casa en la
51
APNGr, Cristóbal Manzano. Inventario Justipreciado de sus bienes muebles, G- 1214, fol. 11, 4 de marzo
de 1760.
52
APNGr, Manuela Martín de la Chica. Inventario justipreciado de bienes, G-1214, 25 de febrero de 1765, fol.
62.
53
APNGr, Dionisia García Llorente Partiz y sus bienes, G- D. José Zayas Fernández de Córdoba, (Tomo
Único), 12 de julio de 1782, fols. 959- 1355.
54
Sofía Rodríguez Bernís, 2006: 69.
55
Ibídem
56
Aguiló Alonso, 1995: 73.
Marta Criado Enguix
168
Parroquia del Sagrario
57
, donde tenían dos bufetes de madera “uno de ébano y el otro en
marfil”
58
; otros en la de José Antonio Ortiz (1725), con un “bufete de nogal con herraje y otro
bufetico de nogal con gavetas y estantes de pinopara los libros
59
; en el mismo año, Ana Jiménez
contaba otros tres de nogal, sobre el que colocaba objetos personales, cajas de plata y un joyero
60
.
Francisca Correa Vílchez con “dos bufeticos de caoba de mediano” y otro de nogal de vara y
media de largo y otro “de pino con pies torneados y un herraje”
61
. Jacinto Páez tenía otros dos
de caoba con herrajes y pies torneados y un bufete de caoba y varios retoques y añadidos en
metal
62
.
Manuela Martín la Chica tea “uno de nogal con herrajes y pies labrados”
63
y otros “con
cajones de pino y gaveta
64
o María Mendoza albergaba “uno de caoba y nogal y otro chapado
en azul y dorado
65
.
En estos espacios, todo iba en la sintoa de exhibir y ostentar. Jugaban con el mobiliario,
los objetos y los tejidos (tapices de temas figurativos, colgaduras o alfombras que alhajaban los
espacios) que alternaban los temas decorativos con composiciones entre la tradición y la
novedad.
Mesas para el “bienestar”, el ocio y el aseo
Otro modelo que propició la búsqueda constante del bienestar, era la mesa brasero. Se trata
de un artefacto que alcanzó gran protagonismo en el ámbito dostico del siglo XVIII
granadino. Tipología que estaba ligada a la cultura de la conversacn y a las nuevas fórmulas de
sociabilidad, pero también invitaba a la reunn y a la búsqueda de la comodidad. Ambientaba
y caldeaba el interior mientras se comía o conversaban pues formaba parte del transcurrir
cotidiano y facilitaba el bienestar en espacios propicios a largas veladas, degustando bebidas
calientes como el chocolate, el café o el té. Su presencia en los interiores mostraba la incipiente
mejora del confort que se fue consolidando en el ámbito doméstico
66
.
Estas mesas brasero tenían un marcado carácter estacional por su mayor utilidad en los
periodos de invierno. En lo que refiere al brasero en , la mayoa estaban fabricados en azófar
o latón, aunque también los había de cobre con soportes, cajas de madera, apliques oadidos
vegetales. En el caso granadino, se ha registrado un 20% del total de los casos lo que hace un
total de 83 piezas en estancias como la cocina o la sala de estar. En la casa de Jo Antonio Ortiz
Salinas
67
haa una mesa brasero redonda en la cocina junto a otras como en la de Cristóbal
Manzano
68
o Margarita Carrera
69
.
57
APNGr, Inventario justipreciado de Jesús María y Josefa, G-1078, 1723, fols. ND (Numeración desconocida).
58
APNGr, Inventario Justipreciado de las casas que quedaron por el fallecimiento de Francisco Lorenzo de Guzmán, G-
1185, 27 de mayo de 1754, fol. 451.
59
APNGr, Inventario de bienes de Jo Antonio Ortiz Salinas, G-1072, 29 de noviembre de 1725, fol. 1295.
60
APNGr, G-1185, Ana Jiménez. Su dote contra Jacinto de Piña Ladn de Guevara, 22 de mayo de 1755, 4, fols. 182.
61
APNGr, Francisca Correa Vílchez. Su dote y arras contra Mathias Peregrina, G-1185, 22 de mayo de 1755, nº 4, fol.
436.
62
APNGr, Jacinto Páez. Inventario justipreciado de sus bienes, G-1185, 23 de mayo de 1754, nº 4, fols. 390/ APNGr,
Francisca Correa Vílchez. Su dote y arras contra Mathias Peregrina, G-1185, 22 de mayo de 1755, nº 4, fol. 432.
63
APNGr, Manuela Martín de la Chica. Inventario justipreciado de bienes, G-1214, 25 de febrero de 1765, fol. 62.
64
APNGr, Juan Pedro de Acosta Portero de mara. Inventario Justipreciado a sus bienes, G-1214, 26 de mayo de 1761,
fol. 571.
65
APNGr, María Mendoza. Descripción de sus bienes, G- D. José Zayas Ferndez de Córdoba, (Tomo Único), 7 de
enero de 1790, fol. 13.
66
Bartolo Bartolo, 2012:196.
67
APNGr, Inventario de bienes de José Antonio Ortiz Salinas, G-1072, 29 de noviembre de 1725, fol. 1295.
68
APNGr, Inventario Justipreciado de sus bienes muebles.
69
APNGr, Margarita Carrera. Su dote y arras, G-1185, 22 de mayo de 1754, fol. 690, G- 1214, fol. 11, 4 de marzo de
1760, Cristóbal Manzano.
Un objeto con múltiples funciones: vivencias en torno a la mesa granadina en el siglo XVIII
169
Para el ocio, se confirma la presencia de otras variantes como la mesa de juego, de “chaquete”
o ajedrez, con tablero de marquetería en damero, otras para juegos de naipes, de billar o “de
trucos” de forma rectangular.
Para el aseo, se documenta la existencia de otro tipo de mesas. Aunque en el espacio
dostico, aún no haa implementada un área para el baño, la higiene y limpieza personal se
practicaba en los dormitorios o en la antesala de las alcobas. En los inventarios no aparece una
sala específica como tal, pero la presencia del tocador (galicismo introducido en la España del
siglo XVIII que también se relacionó con la habitacn para el personal que trabajaba en la casa),
boudoir o toilette
70
; tipo de mesa que servía para el arreglo o acicalamiento personal, conocido
como el tocador. Sobre éste se aseaban, arreglaban, cortaban el pelo, lavaban y perfumaban.
Según Curiel, esta tipología estaba formado por “una silla, una mesa cubierta con una tela
fina y un espejo
71
. Lo consideraba un mueble de cierto “lujo y ostentación donde se llevaba a
cabo el diario arreglo personal, se cortaban el pelo, lavaban, perfumaban y acicalaban”
72
. Los
analistas lo consideraban un bien de “lujo (..), que reflejaba el estatus social y económico de su
propietario”
73
.
En los inventarios se recopilado un 5%, lo que se contabiliza con 21 piezas registradas. Esta
pieza estaba formada por una mesa con espejo, cajas para perfumes, unentos y utensilios para
el aseo o el peinado. Si el escribano pormenorizaba las estancias, solía ubicarlo en el dormitorio
como el de Dionisia García Llorente Partiz que tenía un “tocador de moda con su mesa, en
charol encarnado, espejo encima del tocador con marco de dos tercios de largo y una vara de
ancho”; María Mendoza tea otro de “nogal con espejo, piezas de plata y bronce dorado”
74
.
Paula Salgado, mujer de Juan Pedro de Acosta Fajardo, tea otro con “espejo y cajas pequeñas
para verter objetos
75
.
Para el aseo también utilizaban palanganas, peinadores y espejos exentos o integrados que
almacenaban en los receptáculos del mueble: cajas, arquillas y cofrecillos para los aderezos, joyas,
perfumes y transportaban los aguamaniles, las bañeras, las bateas, las jofainas y los lebrillos.
Para concluir con este apartado dedicado a las distintas variantes de la mesa que ocupaba el
espacio doméstico granadino en el siglo XVIII, se ha elaborado un gráfico (fig.13) de forma
minuciosa donde se han ido insertado cada una de las piezas con su correspondiente porcentaje
y el desglose total de las 415 registradas:
Según la interpretacn del gráfico, la documentación notarial nos permite trazar una
evolución de las estrategias de representacn que van desde la acumulación de las piezas aporta
un sentido del lujo fundamentado en la variedad y modernidad de las mismas. Los documentos
analizados del siglo XVIII nos enfrentan a la distribucn del espacio doméstico granadino
donde la densidad de los muebles registrados y la variedad que presentaban era, hasta el
momento, desconocida. La consulta documental nos brinda un sinfín de posibilidades en el
conocimiento, sobre el espacio domestico del pasado. Según los datos consultados de un total
de 300 documentos se han contabilizado 415 tipologías documentadas de la mesa dostica en
sus espacios cuyo mayor porcentaje lo alcanza la mesa-escritorio con un 22% del total, esto es
70
Ordóñez Poded, 2016: 250.
71
Ibídem, 100 y 101.
72
Curiel, 2005/Edith Moreyra, 2009: 122-144.
73
Piera Miquel, 2009: 93-117.
74
APNGr, María Mendoza. Descripción de sus bienes, G- D. José Zayas Fernández de Córdoba, (Tomo Único), 7
de enero de 1790, fol. 15.
75
APNGr, G-1214, Juan Pedro de Acosta Portero de Cámara de la Real Chancillería de Granada. Inventario
Justipreciado a sus bienes, 26 de mayo de 1761, fol. 571,
Marta Criado Enguix
170
unas 92 piezas frente a la mesa esquinera, la veladora, la de “doblar” o la “arrimaderaque, por
su nima aparicn registran el menor porcentaje. Todo ello coincide con la era de la
sociabilidad que triunfó en el periodo ilustrado granadino, donde la reunión, lo compartido, el
confort y la conversación estaban al servicio de la vida cotidiana en el espacio doméstico.
Una visión particular
A la vista de la documentación que precede, retomamos a la cuestión inicial sobre la historia
de lo cotidiano que, en este caso, se sumerge en el mobiliario dostico facilitando una posible
reconstrucción del interior en la casa granadina del siglo XVIII. Las trayectorias vitales se
materializan en la práctica y en los objetos que, a su vez, adquieren un valor emocional
76
.
Para Germaná contienen “una serie de valores estéticos y expresaban de manera directa los
datos sobre la cultura, el modo de vida y la manera de pensar de las sociedades que lo
producen
77
. Esto es la simbolización dinámica que relaciona al ser humano con el objeto.
Como ya se ha indicado en párrafos precedentes, se han ido presentando las consideraciones
esenciales sobre las tipologías de la mesa doméstica adaptadas a sus estancias y desvelando su
valor como un signo de carácter puramente social. Intentar traspasar el umbral de la vivienda se
enfrenta a la complejidad de las fuentes, parquedad o silencio de los documentos. Sin embargo,
el caudal de información y disponibilidad que ofrecen sus legajos se perfila en un modelo de
investigación paradigmático de múltiples dimensiones. Por supuesto, hay que contar con la
sencillez o poco rigor de las descripciones que, en tantas ocasiones ha dificultado la tarea del
historiador en la identificacn de ciertas tipologías, modas y, sobre todo, en la labor de descifrar
el arcaísmo terminológico de la época. En esta documentación, parca en aclaraciones, no se
especifica la función de las piezas, ni el significado o carga simbólica que adoptaban. No
obstante, con el manejo entrecruzado y complementado de otros soportes fundamentado en la
formación y especialización de otras disciplinas hemos podido reconstruir un espacio lleno de
vida.
Aunque sea desmedido considerar cada uno de los cambios que se han efectuado en la casa,
se detecta, en términos generales, aumento de enseres y mobiliario en los espacios domésticos
granadinos del Setecientos. La presencia de objetos domésticos emerge con especial fuerza en
el mobiliario para servir de impulso a las estrategias de representación de la época y en una era
en la que la sociabilidad iba ganando terreno Este emergente sentido del lujo acompañado de la
profusa utilizacn de las técnicas imitativas afectó notablemente a la configuracn de las
estancias, donde el espacio no sólo quedó fragmentado en aquellas compartidas para el
almuerzo, reunión o recibimiento, sino que comenzaron a consolidarse las más privadas donde
prima la intimidad.
Con el paso de la centuria, la documentación notarial delata una desmesurada presencia de
tipos de mesa doméstica, dato revelador en un periodo de transición inmerso de novedades que
quedaron plasmadas en la distribución del interior. Sin embargo, salvo algunas excepciones y
desde una mirada más amplia, persisten los materiales o las formas constructivas bajo el dominio
de una vertiente más tradicional que coexistía con los nuevos avances. Aunque más importante
que las propias invenciones cnicas eran los cambios en la organización del interior, no cela
squeda del confort para implantarse definitivamente en un espacio de mayor privacidad.
76
Díez Jorge, 2023.
77
Germaná Róquez, 2008, 189.
Un objeto con múltiples funciones: vivencias en torno a la mesa granadina en el siglo XVIII
171
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