Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte, 13, 2024, pp. 107-123, ISSN: 2255-1905
NUEVAS CONSIDERACIONES ACERCA DE LA
INTERVENCIÓN DE JOSÉ BENITO DE CHURRIGUERA EN
EL ANTIGUO CONVENTO DE SANTO TOMÁS DE MADRID
JOSÉ MANUEL ORTEGA JIMÉNEZ
Universidad de Almería (España)
Fecha de recepción: 09/01/2024
Fecha de aceptación: 03/05/2024
Resumen
En este artículo se examinan varios documentos del Archivo Nacional y el Archivo
Histórico de Protocolos de Madrid sobre los trabajos ejecutados por José Benito de
Churriguera en la capilla mayor y la cúpula de la iglesia del convento dominico de Santo
Tomás (Madrid). Esta intervención se conoce desde el siglo XIX, aunque será en 1929
cuando García Bellido cite la procedencia de los documentos que lo demostraban. En
1975, Virginia Tovar ampliará esta información con nuevas noticias, hecho que debería
haber producido un mayor interés por esta importante edificación dentro de la
comunidad científica. Sin embargo, la documentación no ha sido objeto de estudio,
salvo algunas menciones. Considerando que su análisis puede aportar una nueva
perspectiva a la obra del artífice, y a la historia del conjunto, procedemos a estudiar los
documentos, algunos de ellos no publicados con anterioridad.
Palabras clave
Madrid; José Benito de Churriguera; convento de Santo Tomás; capilla mayor; siglo
XVIII.
NEW CONSIDERATIONS ABOUT THE INTERVENTION OF
JOSÉ BENITO DE CHURRIGUERA IN THE SANTO DOMINGO’S
MONASTERY (MADRID)
Abstract
This article try to analize several documents about the involvement of José Benito de
Churriguera in the church of the monastery of Santo Tomás de Aquino (Madrid). This
work of Churriguera was already known in the 19th. In 1929, García Bellido confirmed
the his intervention giving the signature of certain documents located in the Archivo
Histórico Nacional. However, it will be in 1975 when Virginia Tovar published new
information about this intervention from the Archivo Histórico de Protocolos de
Madrid. Being aware of the importance of this work, some of these documents are going
to be analized in order to provide scientific comunity with new considerations about.
This dominican monastery, one of the most important religious buildings in Madrid,
was part of the court from the 16th century until its demolition in 1876.
Keywords
Madrid; José Benito de Churriguera; Santo Tomás’ monastery; main chapel; 18th.
José Manuel Ortega Jiménez
108
Introducción: algunos apuntes históricos
“A 14 de Agosto vispera del Asumpzion de la Virgen Santissima por la tarde estando para
empezar visperas en el Collejio de S[an]to thomas que llaman de Atocha repentinamente se
encendio fuego por el coro de la Iglesia que hera toda de Madera […] el fuego hera tan violento,
y apresurado que en un instante se apodero de todo el templo y haviendo quedado un hombre
en el Coro pidiendo socorro por una ventana de rejas […] alli se quemo bivo con todo lo
demas de Ymagenes retablos y adornos y en tres oras que duro el fuego no quedaron sino las
paredes abrasadas”.
Así relató el cronista León Pinelo uno de los acontecimientos más horribles acaecidos en
Madrid en 1652
1
. El que era uno de los conventos dominicos con más solera de la Villa del
Manzanares, localizado en la calle de Atocha junto a la Cárcel de Corte, había comenzado a
arder en un mes de agosto que presumía caluroso. En cuestión de horas se esfumaban
muchos de los recuerdos de aquel edificio fundado en el siglo XVI, primero, como vicaría
del monasterio de Nuestra Señora de Atocha, y, a partir de 1583, como monasterio
independiente consagrado a Tomás de Aquino
2
. Recuerdos entre los que se encontraba el
nombre del insigne Juan Bautista Maíno, maestro de pintura del futuro Felipe IV y fraile
dominico que residió en esta institución religiosa
3
. Este desastre puso punto y final a una
etapa que había estado marcada por el patronazgo de Gaspar de Guzmán, conde-duque de
Olivares. En un intento de aumentar su prestigio ante otros nobles y afianzar su posición
como valido de Felipe IV, adquiriría, en 1626, la protección de este convento, su templo y
su colegio
4
. Una institución religiosa que albergaría durante varios años los restos mortales
de su hija María de Guzmán
5
, a la que Lope de Vega denominó la Rosa Blanca en clara
alusión a su nobleza
6
. Su cuerpo se trasladaría definitivamente a la cripta del monasterio
dominico de Loeches tras la muerte del valido en 1645
7
.
Si bien con la protección de este convento el ministro obtuvo réditos a nivel social, esto
conllevaba, asimismo, sendos beneficios económicos a los frailes de la orden, en este caso,
los dominicos. En la escritura de patronazgo de 1626 se estableció que el valido se
comprometía a entregar 4000 ducados anuales para la construcción y mantenimiento del
conjunto, así como para la manutención de los religiosos, una cantidad que años después, en
1633, se reducirá a 2500
8
.
Poco conocemos sobre la intervención del conde-duque en este patronazgo debido, en
parte, a la ausencia de documentación y a la pérdida del patrimonio conventual por los
avatares históricos. Todo apunta a que se hicieron importantes reformas sobre el templo
anterior, cuyas trazas se debían a Juan de Valencia, ejecutándose bajo la protección de la II
1
Anales, historias de Madrid desde el nacimiento de Cristo señor nuestro hasta el año de 1658, siglo XVII, Biblioteca
Nacional de España (BNE), mss/18298, f. 367 r-v.
2
Blanco, 2007: 281.
3
Ruiz, 2009: 18.
4
Blanco, 2007: 282.
5
Noticias de Madrid desde junio de 1621 hasta noviembre de 1627, siglo XVII, BNE, mss. 2513, f. 137r-v.
6
Cano Turrión, 2005: 63.
7
Sobre la muerte y traslado a Loeches del conde-duque consultar tomo 36 de Pidal/Miraflores/Salva, 1860:
572-574.
8
Escritura de patronazgo del convento de Santo Tomás de Aquino, 6 de enero de 1626, Archivo Histórico de Protocolos
de Madrid (AHPM), prot. f. 1171r. Segunda escritura de patronazgo del convento de Santo Tomás de Aquino, 17 de
noviembre de 1633, AHPM, prot. 2056, f. 711r. Ambos documentos fueron dados a conocer por Herrera,
1990: 165.
Nuevas consideraciones acerca de la intervención de José Benito de Churriguera…
109
marquesa del Valle (1591-1613)
9
. Blanco Mozo señaló la posible actuación de Alonso
Carbonel, arquitecto del valido, en estas nuevas obras
10
. Si nos ceñimos a las palabras de
León Pinelo, esta intervención conllevaría la construcción de una nueva iglesia. El cronista
nos dice que en 1635 “se puso la primera piedra […] asistiendo a este acto su Mag[esta]d”.
Sin aclarar si la causa de esta remodelación fue debida a un incendio o, simplemente, al mal
estado de conservación del inmueble, lo cierto es que se iniciaron obras en la iglesia.
No obstante, y desde nuestro punto de vista, nos resulta inverosímil un derribo total del
templo, máxime si tenemos en cuenta que Olivares había reducido el dinero entregado a la
institución. Por tanto, nos inclinamos a pensar que serían reformas, más o menos profundas,
en los lugares afectados. Reparaciones en las que creemos pudo actuar Carbonel. En todo
caso, las obras del templo no comenzarían antes de 1643 y se alargarían hasta después del
desastroso incendio de 1652
11
. Incendio que, desde nuestro punto de vista, sería la excusa
perfecta para promover la construcción, ahora sí, de una nueva capilla mayor mucho más
ostentosa.
Más allá del aspecto arquitectónico, cabe señalar que Ortega Jiménez planteó la
posibilidad de que el conde-duque de Olivares encargase algunos lienzos a Juan Bautista
Maíno, artífice que, como ya hemos señalado, residía en el convento dominico
12
. De hecho,
el pintor actuó como testigo en la firma de las escrituras de patronazgo, por lo que es posible
que su relación con el valido pudiera remontarse a la época de este último como gentilhombre
del príncipe Felipe. La hipótesis sobre el encargo de pinturas podría reforzarse con las
palabras de Martín Escudero, quien señaló que en 1629 Maíno ejecutó una pintura de Santo
Domingo en Soriano para una de las capillas del capítulo del monasterio, hoy desaparecida
13
.
Afortunadamente, en el Museo del Prado se conserva uno de los varios ejemplares que el
artífice realizó sobre el tema y cuya disposición sería similar a la que se localizaba en el
convento dominico
14
.
Sea como fuere, lo cierto es que el incendio de 1652 destruyó parte de lo que se había
realizado durante el patronazgo del conde-duque de Olivares. Se repitió la historia y el valido
de Felipe IV sufrun nuevo “destierro” que le sepultó, aún más, al olvido. Un olvido que
había comenzado en 1643 con su marcha forzosa de la corte
15
. Era el momento perfecto para
iniciar una nueva etapa en la historia del edificio. Un capítulo distinto donde el protagonismo
no iba a recaer en el promotor sino en los artífices, destacando, entre todos, el arquitecto
José Benito de Churriguera, cuya intervención en la capilla mayor de la iglesia ha pasado de
puntillas por la historiografía contemporánea.
Un breve estado de la cuestión
A pesar de la importante presencia e influencia que José Benito de Churriguera ha tenido
en el devenir artístico español de finales del siglo XVII y parte del XVIII, son pocos los
investigadores que han hecho referencia a su actuación en la capilla mayor de la iglesia del
madrileño convento de Santo Tomás de Aquino. En el caso de mencionarla, a veces sin
9
Barrio, 1984: 519.
10
Blanco, 2007: 281-284.
11
Martínez, 1900: 57.
12
Ortega, 2019: 279-280.
13
Martínez, 1900: 52-53.
14
Varias de estas copias en el tomo 2 del inventario general de pinturas del museo de la Trinidad. VV.AA, 1991:
243.
15
Gaspar de Guzmán fue desterrado de la corte en enero de 1643 y murió en Toro (Zamora) en julio de 1645.
Consultar: Elliott, 1990.
José Manuel Ortega Jiménez
110
nombrar al artífice, ha sido de forma superficial y en el contexto de renovación arquitectónica
que el edificio sufrió tras el incendio de 1652. Esto ha relegado a un segundo plano una
intervención que debe tener un puesto destacado dentro del catálogo de obras de este célebre
artífice. Para entender el contexto del que estamos hablando, antes de proceder a analizar la
documentación referida a la obra, alguna de ella no publicada hasta el momento, nos parece
adecuado realizar un breve estado de la cuestión.
Debemos trasladarnos a finales del siglo XVIII, exactamente a 1776. Este año se publica
el tomo V del Viage de España, escrito por Antonio Ponz. Esta colección, esencial para los
historiadores, ha servido para conocer parte del patrimonio religioso desaparecido en los
distintos avatares históricos que tuvieron lugar en España durante los siglos XIX y XX. Pues
bien, al hablar del convento de Santo Tomás, el autor obvia el nombre de Churriguera,
creemos que conscientemente, y define la iglesia como “espaciosa, y de buena planta; pero
sus adornos de muy mal gusto”
16
. Ponz era tendente a “aminorar” la participación de los
Churriguera en las obras de la corte, atribuyéndolas a otros artífices seguidores de las
tendencias dieciochescas castellanas
17
. Esta última frase se debe poner en el contexto de una
negación absoluta por las formas caprichosas del Barroco, coyuntura promovida por la Real
Academia de San Fernando
18
.
Este rechazo por el mundo barroco vuelva a materializarse en la obra del historiador Ceán
Bermúdez, fiel defensor de los valores que transmitía el arte neoclásico
19
. En 1800 publica el
Diccionario Histórico de los más Ilustres Profesores de las Bellas Artes en España donde cita, de manera
muy superficial, la intervención en la cúpula de la iglesia conventual de Santo Tomás de
Jerónimo y Nicolás de Churriguera, hijos de José Benito
20
. Sin embargo, no hace referencia
a la decoración de la iglesia y tampoco menciona la obra de la capilla mayor.
Unas décadas después, en 1829, Ceán Bermúdez edita las Noticias de los Arquitectos y
Arquitectura de España desde su restauracion, un trabajo de Eugenio Llaguno que el primero
ampliará con nuevas notas. Precisamente, es en esas adiciones al texto original donde
menciona el trabajo de José Benito en la capilla mayor -tomo IV-. Pero además, aporta un
dato interesante, ya que señala que “siguió desde el basamento hasta los arranques de los
arcos de la capilla mayor de la de Sto. Tomás, que había trazado D. Manuel de Torija”
21
.
Aparece por primera vez el nombre de este alarife como tracista de la obra que estamos
estudiando. Un alarife que intervino en numerosas iglesias de la Villa de Madrid hasta su
muerte en 1725
22
, y cuya familia ostentaba un destacado lugar como maestros de obras
23
. Es
posible que la mala salud de Torija conllevase la contratación de Churriguera con el objetivo
de rematar la obra.
En 1896 nos encontramos con un punto de inflexión en la historiografía moderna sobre
el “churriguerismo”, entendido este adjetivo como un gentilicio del estilo barroco ornamental
o decorativo. Danvila Jaldero publica un artículo que defiende la estética de las obras de José
Benito y su familia. Del mismo modo, no está de acuerdo en señalar a los Churriguera como
16
Ponz, 1776: 76.
17
De Tena, 2019: 43.
18
García, 1998: 38.
19
Para conocer más acerca de este tema consultar: Serrera, 1990: 135-159.
20
Ceán, 1800: 330.
21
Llaguno/Ceán, 1829: 105.
22
Fernández, 1995:124.
23
Blasco, 2013: 341.
Nuevas consideraciones acerca de la intervención de José Benito de Churriguera…
111
creadores de un estilo, alegando que la caprichosa decoración y teatralidad de las formas que
impregnaban sus arquitecturas y retablos bebía de otros artistas como Bernini o Borromini
24
.
Una defensa de lo “churriguerista” que se vio reforzada en 1900. En este año Francisco
Viñals publica la historia del convento que Martínez Escudero escribió a finales del siglo
XVIII. Se trata de una obra de gran valor para los estudiosos, en tanto que el autor profesó
como fraile en dicha institución y tenía acceso a las fuentes primarias. Su importancia radica,
además, en que nos encontramos con la primera mención expresa sobre la obra de la capilla
mayor de la iglesia. Sin embargo, una vez más, se elide el nombre de José Benito de
Churriguera. Nos dice que en 1721 el prior Tomás Lezcano “dio orden de que se derribasen
unas casillas, donde esta aora la Capilla maior y se comenzaron á abrir las zanjas para los
cimientos”. Especifica, además, que este espacio es nuevo y que “no huvo Capilla maior
hasta este presente siglo [XVIII]”
25
.
La participación de Churriguera en las obras de la capilla mayor fue, finalmente,
corroborada por García Bellido en 1929 en un estudio que devolvió a la luz la figura del
artífice. El historiador publicó, por primera vez, la signatura de los documentos que probaban
la intervención del arquitecto en el convento de Santo Tomás, localizados en el Archivo
Histórico Nacional
26
. Parecía probable que este descubrimiento pudiera conllevar
investigaciones originales sobre el tema y, por ende, nuevos descubrimientos. La realidad fue
algo distinta y, en 1946, sale a la luz el trabajo de Tamayo sobre las iglesias barrocas
madrileñas en el que se alude la obra de la capilla mayor de Santo Tomás, aunque de forma
superficial y basándose en los escritos de Ceán
27
. Algo similar podemos apreciar en el libro
de José Selva de 1963 en el que que aborda el arte en España de los Borbones
28
. Dos años
antes a esta última obra, en 1961, Bonet Correa publicó su interesante y novedoso estudio
sobre las iglesias madrileñas del siglo XVII. Sin embargo, el autor no hace referencia a la
intervención de José Benito de Churriguera en la capilla mayor de Santo Tomás. Si bien este
artífice comenzará las obras en la segunda década del XVIII, quedando fuera del marco
cronológico de este estudio, también es cierto que en el mismo se mencionan las reformas y
modificaciones de varias iglesias a lo largo de ese último siglo
29
.
Considerado un hito en el estudio del linaje de los Churriguera, el libro de Alfonso
Rodríguez G. de Ceballos, publicado en 1971, marcó un antes y un después en la
historiografía moderna. Por esta razón, es una investigación esencial para todos aquellos que
pretenden acercarse a la trayectoria artística de esta insigne familia. Dicho esto y, a pesar de
la referencia a José Benito y a sus hijos como autores de la fachada de la iglesia conventual,
nada indica sobre la participación del primero en la capilla mayor
30
.
Debemos esperar hasta 1975 para que, finalmente, la doctora Tovar Martín vuelva a hacer
referencia a los documentos que había proporcionado años antes García Bellido. La autora
aporta algunos datos extraídos de los mismos, aunque sin profundizar en su contenido.
Asimismo, a los documentos del Archivo Histórico Nacional, sumó algunos nuevos del
Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Sin duda, nos encontramos con un trabajo clave
para el estudio de la arquitectura madrileña del siglo XVII, fecha, esta última, que
condicionaría el breve análisis de los documentos por quedar fuera de los límites de su
24
Danvila, 1896: 21-22.
25
Martínez, 1900: 66.
26
García, 1929: 139.
27
Tamayo, 1946: 196.
28
Selva, 1963: 20.
29
Bonet, 1961.
30
Rodríguez, 1971: 42.
José Manuel Ortega Jiménez
112
investigación
31
. En 1992 la doctora Urdiales Gutiérrez transcribe en su tesis doctoral sobre
los arquitectos de la corte en el siglo XVIII, el contrato de José Benito de Churriguera para
las obras en el convento de Santo Tomás
32
. Un trabajo esencial que permite conocer, de
forma precisa, la nómina de arquitectos que trabajaban en la Villa del Manzanares en un siglo
en el que el llamado barroco ornamental compartía escenario con las nuevas formas
cortesanas que venían de la mano de los Borbones. No obstante, y debido a la gran cantidad
de documentación manejada por la autora, no profundiza en el análisis del documento.
Ya en el siglo XXI, en 2014, el doctor González Santos dio a conocer un impreso, escrito
por fray Manuel José de Medrano (1718), en el que se aportaba el nombre de José Benito
como autor de la sillería del coro del convento (1688-1691)
33
. Con esto, podemos afirmar
que la relación de nuestro protagonista con esta institución religiosa debe adelantarse varias
décadas a la edificación de la capilla mayor. Hemos de decir que, por estos años, el mayor de
los Churriguera no era desconocido, ya que en 1689 fue el encargado de trazar el túmulo de
la reina María Luisa de Orleans, un verdadero escaparate social en el que darse a conocer
34
.
Asimismo, alude a la intervención de José Benito y sus hijos en la capilla mayor de Santo
Tomás, hecho que ha permitido que esta obra no caiga en el olvido.
Una vez realizado este pequeño estado de la cuestión, y habiendo apreciado la carencia de
estudios y menciones sobre el tema, es nuestro objetivo rescatar la intervención de José
Benito de Churriguera en la capilla mayor del convento dominico de Santo Tomás de Aquino
(Madrid). Del mismo modo, no podemos obviar el papel que tuvo Manuel de Torija como
tracista de este espacio, aunque, es seguro que José Benito llevó a cabo cambios estructurales
para adaptarlo a su gusto.
Los documentos objeto de análisis se localizan en el Archivo Histórico Nacional y el
Archivo Histórico de Protocolos de Madrid. Todos contienen información sobre las
reformas arquitectónicas realizadas en el convento dominico durante el siglo XVIII. Si bien,
como ya hemos señalado, algunos de ellos fueron publicados por García Bellido y Tovar
Martín, creemos que, dada su importancia, deben ser analizados de forma pormenorizada
para extraer nuevas consideraciones. De esta manera, se destacarán algunos datos que
creemos importantes para, así, poner en valor esta intervención dentro del catálogo de obras
de José Benito de Churriguera.
La obra a través de los documentos
“Prendieron las llamas por la espalda del Órgano, y, como toda la Iglesia era de poco
fuste, y el techo estaba adornado de lienzos pintados fueronse aumentando las llamas,
y en breve tiempo se abrasó toda, y mucha parte del pequeño convento”
35
.
Como ya hemos mencionado, un fatídico día de agosto de 1652 la tarde se volvió noche
en la Villa de Madrid al producirse un incendio en la iglesia del convento dominico de Santo
Tomás de Aquino. Es en este contexto en el que debemos fijar la contratación de Manuel de
Torija y, posteriormente, la de José Benito de Churriguera
36
. A partir de 1721, siendo prior
Tomás Lezcano, se dio licencia para construir la nueva capilla mayor del templo. El autor de
sus trazas y primer arquitecto fue Manuel de Torija, sobrino de Juan de Torija. Este último,
31
Tovar, 1975: 312-313.
32
Urdiales, 1992: 1505-1509.
33
González, 2014: 45.
34
Blasco, 2013: 132-133. Sobre el catafalco de María Luisa de Orleans se ha investigado mucho desde una
perspectiva general -barroco efímero y estudios de los Churriguera- y desde la obra en particular. Entre otros
estudios véase Rodríguez, 1971: 42. Zapata, 1999: 252. Mínguez, 2019: 242. Revenga/Cejas, 2021: 90-101.
35
Martínez, 1900: 57.
36
Martínez, 1900: 66.
Nuevas consideraciones acerca de la intervención de José Benito de Churriguera…
113
arquitecto y alarife de la capital, publicó en 1661 un tratado sobre las ordenanzas de la Villa
de Madrid (1661) que utilizó para publicitar su trayectoria y la importancia de su profesión37.
Se trataba, por tanto, de una familia destacada de alarifes de finales del XVII.
Las noticias más tempranas que tenemos sobre la intervención de Manuel de Torija en el
convento de Santo Tomás datan de 1715. Entre los primeros trabajos que ejecutó estaba la
construcción del “Passadizo que sale a la calle de la conzepcion”, actual calle de la
Concepción Jerónima, por la que recibió 2500 reales38. Siguiendo la costumbre de la época,
estas estructuras comunicaban un espacio religioso con otro, normalmente profano, como
podía ser un palacio39. Sin embargo, revisando numerosos planos históricos, no hemos
localizado dicha estructura, por lo que, creemos, es probable que no se ejecutara. Para
comprobar esto podemos observar el parcelario de Carlos Ibáñez, fechado entre 1872-1874,
y en el que no se representa dicho pasadizo (101)40.
Paralelamente al encargo de esta fábrica, recibiría otros 7000 reales por los arreglos en la
portería del convento como un nuevo encamonado, suelo “de bobedillas de madera” y un
tabique. A través del documento se puede saber que no se trata de una obra mayor, sino, más
bien, de pequeñas intervenciones para mejorar el espacio anterior. En ese monto se incluían
las rejas “de la celda alta que esta en la fachada y las dos Rexillas de la baxa”. Todas ellas
37 Tovar, 1983: 54. Blasco, 2013: 44.
38 Pagos realizados por las obras que ejecutó Manuel de Torija en el convento madrileño de Santo Tomás de Aquino, 1715, Clero
Secular-Regular, legajo. 3926, s/f, Archivo Histórico Nacional (AHN), Madrid. Documento dado a conocer
por Tovar, 1975: 311-313. Nos gustaría señalar que en el libro hay una pequeña errata en la fecha, ya que se
escribe 1615 en lugar de 1715.
39 Cómez, 1988: 14.
40 Puede consultarse en BNE, MV/13.
Fig. 1. Parcelario de Carlos Ibáñez, 1872-1874, Madrid. Disponible en Biblioteca Digital Hispánica,
http://bdh-rd.bne.es/viewer.vm?id=0000000790.
José Manuel Ortega Jiménez
114
tendrían las armas del convento, blasones por lo que se pagaron al cerrajero y al pintor otros
100 reales41. Desafortunadamente carecemos de grabados y fotografías del interior del
convento, por lo que es imposible apreciar el resultado.
Durante los seis años siguientes, Torija intervendría en la reparación de las bóvedas de la
sacristía y de la librería. Como curiosidad, es posible que en este último espacio todavía
estuviesen depositados parte de los libros que la condesa-duquesa de Olivares, Inés de
Zúñiga, había donado al convento tras la muerte de su marido en 1645. Recordemos que
Gaspar de Guzmán poseía una de las bibliotecas más importantes del siglo XVII, formada
por más de 4000 ejemplares entre los que se encontraban libros de historia, literatura,
derecho, teología, matemáticas y arte42.
No sería hasta 1721 cuando, como se dijo anteriormente, se da licencia a Manuel de Torija
para ejecutar la fábrica de la nueva capilla mayor que se construiría sobre la “callejuela de
s[an]to thomas (alias) del Verdugo”43. Dice Martínez Escudero que se tuvieron que demoler
las casas colindantes para ejecutar las zanjas44. Debemos tener en cuenta que, según el legajo
del Archivo Histórico Nacional, este espacio tendría “cinco pies de mas de ancho en sitio de
Ciento cinquenta pies de largo que hacen setecientos y ochenta y cinco pies quadrados que
sirven de gran conbeniencia al publico”. Para marzo de 1723 solo se habían llevado a cabo
“los cimientos hasta el pie” y se esperaba que Torija culminase la obra “desde el piso de
d[i]cha Iglesia hasta el remate […] con Pilastras, Muros, medias Pilastras, entre calles
capiteles, y cornisas”45. Sin embargo, en 1724, Torija cesó su colaboración con el convento
de Santo Tomás por causas que se desconocen. Tovar Martín apunta que esta interrupción
pudo deberse a la mala salud del artífice, que morirá en 1725 en la corte46. No podemos
descartar, asimismo, posibles desavenencias con la institución religiosa. Decimos esto
porque, a través de un documento fechado el 30 de octubre de 1724, el alarife reclamaba
8500 reales que aún no se le habían entregado por las obras ejecutadas47. Sea como fuere, lo
cierto es que para febrero de 1724, Churriguera ya estaba trabajando en el templo del
convento.
Si bien todo apunta a que el nuevo arquitecto se comprometió a seguir las trazas de Torija,
pues no hemos encontrado documento que así lo niegue, creemos que Churriguera aportaría
su visión personal a la fábrica. Por estos años, José Benito de Churriguera ya era un
consolidado artista. Una de sus intervenciones principales se la encomendó Juan de
Goyeneche al encargarle la construcción de la ciudad industrial de Nuevo Baztán (1709-
1722), un proyecto urbanístico al este de la actual Comunidad de Madrid a quien la doctora
Blasco Esquivias ha dedicado importantes y fructíferas investigaciones48.
El contrato de obra entre el convento y José Benito se firel 4 de mayo de 1724 ante
el escribano Leonardo Antonio de Legaldia. Actuaron como testigos sus tres hijos: Matías,
41 Pagos realizados por las obras que ejecutó Manuel de Torija y otros artífices en el convento madrileño de Santo Tomás de
Aquino, 1715, Clero Secular-Regular, legajo. 3926, s/f, AHN, Madrid. Documento dado a conocer por Tovar,
1975: 311-313.
42 Sobre la biblioteca del conde-duque de Olivares véase: Marañón, 1935: 677-692.
43 Licencia para la construcción de la nueva capilla mayor de la iglesia del convento de Santo Tomás, diciembre de 1721, Clero
Secular-Regular, legajo. 3926, s/f, AHN, Madrid. Documento dado a conocer por Tovar, 1975: 311-313.
44 Martínez, 1900: 66.
45 Obligación de Manuel de Torija con el convento de Santo Tomás de Aquino, 3 de marzo de 1723, AHPM, prot. 13586,
ff. 379r-380r. Documento dado a conocer por Tovar, 1975: 311-313.
46 Tovar, 1975: 312. Fernández, 1995: 124.
47 Manuel de Torija reclama el dinero que se le debe por las obras en el convento de Santo Tomás, octubre de 1724, Clero
Secular-Regular, legajo. 3926, s/f, AHN, Madrid. Documento dado a conocer por Tovar, 1975: 311-313.
48 Blasco, 2019.
Nuevas consideraciones acerca de la intervención de José Benito de Churriguera…
115
Nicolas y Jerónimo de Churriguera, estos dos últimos implicados en la construcción de la
capilla y su cúpula, como veremos más adelante49. Meses antes, en febrero de ese mismo año,
el artista madrileño ya había entregado al convento la madera “para la obra de la Capilla
Maior […] asi para su media Naranja Como para suelo”. Unas vigas que debían ser “de buena
calidad Limpias y no bravas y con demarcados” 50. Toda la madera se tenía que depositar en
el cobertizo que se había construido en el claustro del convento donde se guardaban,
asimismo, más de 4700 tejas.
En el documento aparece reflejado que Churriguera debe “executar, y perfe[c]cionar la
rreferida fabrica en la misma conform[id]a[d] y devajo de las Calidades Condiz[ion]es y
Prezios que se le havian propuesto y Capitulado con el d[ic]ho Manuel Torija”.
Confirmamos, una vez más que, según lo expresado en las condiciones, José Benito trabajó
sobre lo anteriormente acordado, aunque no descartamos ciertos cambios adaptados al gusto
del nuevo arquitecto. La obra incluía la cúpula del crucero, “los tres arcos torales, las quatro
pechinas y las ocho enjutas”, y las “paredes que Zierran el crucero y la Capilla maior hasta
enrrasar e igualar la Cornisa que va jugando por la p[ar]te exterior”. Se trataba de un trabajo
complejo y, así, se hace constar en el contrato que califica la intervención como “la mas
Difizil y Peligrosa” al tener que soportar “todo el peso y Union del edifiçio”. Como
curiosidad, y antes de proceder a la formalización del contrato, el 1 de mayo se realizó una
junta en la celda prioral del convento para debatir las cláusulas que, tres días después, firmaría
José Benito de Churriguera. Cabe destacar que las condiciones que contiene son superficiales
y no profundizan en aspectos técnicos, elemento que nos lleva a suponer que respetó la
esencia de lo acordado con Torija.
Entre los requisitos más destacados, se exige que los materiales sean de buena calidad y
las mezclas siempre sean de “tres con dos partes”. En un documento posterior, firmado en
julio de 1724 y localizado en el Archivo Histórico Nacional, se añade que es el convento el
encargado de entregar los materiales que la construcción demandase, así como de proveer de
andamios y cimbras, todos ellos entregados a “pie de obra”51. Por el contrario, sería
Churriguera quien debía “poner todos los instrumentos y erramientas necessarias para la
execucion de la referida obra quedando de la del convento el gratificarle por su assistenzia y
direcion segun su Abilidad y trabaxo”. Para que todo se cumpliera según lo dispuesto, José
Benito de Churriguera nombraría varias personas que se cercioraran de ello.
Se establece que José Benito de Churriguera recibiría un total de 15000 reales en “moneda
corriente” que se repartirían mensualmente “comenzando desde esta dicha fecha”. Sin
embargo, el monto mensual dependería del avance de las obras que debán estar acabadas en
un tiempo de cuatro años. De este modo, por cada “pie quadrado Cubico de Arcos Pechinas
enjutas […] se le ha de dar y Pagar […] tres reales” y “por cada pie Cubico de las Paredes de
Cabezero y Capilla m[ay]or […] dos reales”. A medida que avanzasen los trabajos, el
convento podría llevar a cabo las “medidas de la obra” que creyese oportunas con el objetivo
de comprobar la calidad de la misma.
49 Obligaciones y contrata de José Benito de Churriguera en la iglesia del convento de Santo Tomás de Aquino, mayo de 1724,
protocolo. 13586, ff. 764r-767r. Documento transcrito en Urdiales, 1992: 1505-1509.
50 Contrato con José Benito de Churriguera de la madera referente a la obra de la capilla mayor de la iglesia del convento madrileño
de Santo Tomás de Aquino, febrero de 1724, Clero Secular-Regular, legajo. 3926, s/f, AHN, Madrid.
51 Contrato con José Benito de Churriguera para ejecutar los trabajos de albañilería de la cúpula de la iglesia del convento madrileño
de Santo Tomás de Aquino, julio de 1724, Clero Secular-Regular, legajo. 3926, s/f, AHN, Madrid. Las mismas
condiciones se firman en el siguiente documento: julio de 1724, protocolo. 13586, f. 820r-v. Este último
documento dado a conocer por Tovar, 1975: 313.
José Manuel Ortega Jiménez
116
Durante los meses siguientes todo marchaba con celeridad y se desarrollaba según lo
previsto. A comienzos de julio de 1724, se pagó a Pedro del Valle la cantidad de 17204 reales
por los trabajos de cantería, los cuales se ejecutarían en paralelo con los de albañilería. Tan
solo un mes después, en agosto, se transportarían al convento numerosas partidas de arena
para argamasa, extraída de la zona del Puente de Toledo, y por las que se efectuaron algo
más de 1300 reales52. Es importante apuntar que los pagos a los trabajadores de la obra
corrían a cargo de las cuentas del monasterio. Por el momento, y más allá de los señalados,
no hemos localizado referencias a estos abonos. Estos documentos no solo nos aportarían
nuevos datos sobre las obras acometidas en el conjunto religioso, sino que, además,
podríamos añadir nuevos nombres a la nómina de artífices que trabajaron en él.
No obstante, una vez más, la desgracia volvería a hacer acto de presencia en la fábrica. En
marzo de 1725 muere José Benito de Churriguera, haciéndose cargo de la obra sus hijos
Jerónimo y Nicolás53. De ellos será la exuberante fachada de la iglesia conventual, con
decoración típicamente asociada al barroco ornamental (fig. 2). José Benito había dejado la
fábrica de la capilla y su cúpula en un estado muy avanzado, ya que Virginia Tovar nos señala
que, para noviembre de 1725, estaba prácticamente terminada54. Prueba de ello es que, en
septiembre de ese año, el maestro Pedro López estaba trabajando “el plomo que se va
labrando para la Capilla Mayor”55.
52 Pagos por las partidas de arena para la obra de la capilla mayor de la iglesia del convento de Santo Tomás de Aquino, agosto
de 1724, Clero Secular-Regular, legajo. 3926, s/f, AHN, Madrid. En el documento se señala, asimismo, que
tardaron más de tres semanas en extraer la arena con galeras.
53 Rodríguez, 1971: 42.
54 Tovar, 1975: 313.
55 El maestro de plomo Pedro López recibe una cantidad de dinero por los trabajos de plomo en la capilla mayor de la iglesia del
convento de Santo Tomás de Aquino, julio-septiembre de 1725, Clero Secular-Regular, legajo. 3926, s/f, AHN,
Madrid.
Fig. 2. Fotografía de la fachada de la iglesia del convento de Santo Tomás de
Aquino, 1875-1876, Madrid. Foto: J. Laurent. Disponible en Biblioteca Digital.
Nuevas consideraciones acerca de la intervención de José Benito de Churriguera…
117
Poco tiempo disfrutaron los frailes y feligreses de la nueva fábrica. En abril de 1726 la cúpula
se derrumbó durante el oficio religioso, provocando la muerte de casi un centenar de personas56.
Debemos poner atención en la rapidez de la ejecución de las obras, acabadas en apenas un año
y medio. Atendiendo a esto último, es posible que la estructura no fuese bien ejecutada, aunque
esto no deja de ser una hipótesis, ya que no se han encontrado las causas que produjeron el
colapso. Lo que sí podemos imaginar es el descrédito que este suceso supuso para una familia
de renombre en el ámbito artístico madrileño de la primera mitad del siglo XVIII. Es seguro
que los hijos de José Benito asumieron los cargos de reparacn, algo habitual en estos casos57.
Indicamos esto porque en el contrato de obra se señala que, una vez “cargado el ochavo y
media naranja se rreconociere algun Vicio quiebra o rruina maior o menor […] por tiempo y
espacio de quatro años, ha de ir de quenta y rriesgo del d[ic]ho d[o]n Joseph de Churriguera el
rreparar los daños q[ue] binieren”58. Ades, ambos vástagos estuvieron presentes en la firma
del contrato como testigos, por lo que conocían a la perfección las cláusulas que se asumían al
emprender la obra. Sin apenas descanso se debía levantar otra cúpula y arreglar los numerosos
desperfectos, aunque ahora sin contar con la
participación de Nicolás y Jerónimo. Una nueva
estructura, realizada por Gabriel Valenciano, cerraría
el crucero de la iglesia en 173559. Se trataba de un
arquitecto del rculo de Pedro de Ribera y, por tanto,
afín al estilo de los Churriguera60.
Esto último nos hace pensar que el resultado final
de la pula no debió de variar mucho respecto a la
realizada por Jo Benito y sus hijos que,
recordemos, a su vez siguieron las directrices
marcadas por Juan de Torija. Se conserva una
fotograa realizada en 1856 por el fotógrafo francés
Carpentier en la que se aprecia que se trataba de una
pula achapitelada que cubría el espacio del
crucero61. El exterior estaba formado por un chapitel
empizarrado de tres cuerpos, el primero de ellos
cuadrado con pequeñas buhardas alrededor de los
faldones bajos. Sobre este, una linterna con
superficies cóncavas, cuyo principal cometido era el
de proporcionar luz al templo62.
Finalmente, se remataba con un pináculo sobre el
que se sobreponía una esfera y una cruz, esta última
a modo de veleta.
56 Marnez, 1900: 66.
57 Gil, 2015: 157.
58 Obligaciones y contrata de José Benito de Churriguera en la iglesia del convento de Santo Tomás de Aquino , mayo de
1724, AHPM, prot. 13586, f. 765r.
59 Gonlez, 2014: 58.
60 Tovar/Marín, 2009: 59. Debemos apuntar que, aunque Valenciano muere en 1733, dirige los trabajos de
la cúpula desde el momento de su derrumbe. Por tanto, debe considerarse el autor de esta nueva estructura.
Urdiales, 1992: 119.
61 Fotograa publicada en nchez/Rivero, 2011: 47-91.
62 Estepa, 2015: 405. Como el autor señala, los objetivos de las cúpulas achapiteladas eran el de cubrir un
espacio y proporcionar luz en el interior de la iglesia.
Fig. 3. Fotografía de la iglesia de Santo Tos
de Aquino, 1875-1876, Madrid. Foto: J. Laurent.
Disponible en Biblioteca Digital Hispánica,
http://bdhrd.bne.es/viewer.vm?id=0000064781
José Manuel Ortega Jiménez
118
Esta descripción dista mucho de la imagen que podemos ver en la fotografía de J. Laurent
de 1875-1876. En ella apreciamos la última cúpula que se levantaría tras el incendio de 1872,
con una forma muy alejada a la descrita anteriormente (fig. 3). Asimismo, en la misma fotografía
distinguimos modificaciones en uno de los laterales del crucero. Mientras que en la de Carpentier
se aprecia un vano cuadrado bajo el frontón triangular, en la imagen de Laurent, este se ha
sustituido por tres semicirculares.
Interior de la iglesia que conocemos gracias a un grabado de 1856 que se realizó con ocasión
de la “declaracion dogmatica del Misterio de la Purisima Concepcion de Maria Santissima”. A
través del mismo sabemos que se trataba de una iglesia de cruz latina delimitada en distintos
tramos articulados por sendos arcos de medio punto que daban paso a las capillas laterales.
Entre los mismos se disponían pilastras de orden corintio sobre las que descansaba un
entablamento plano que recorría todo el perímetro del templo. Como era habitual en las iglesias
madrileñas, la nave principal se cubre con una bóveda de cañón con lunetos y escenas pictóricas.
Se aprecia que la pula se apoyaba sobre pechinas con decoración pictórica y, sobre estas, un
entablamento decorado con nsulas. El tambor cuenta con ventanas entre pilastras dóricas
que se decoran con molduras de yeso con formas vegetales. Formas en las que se aprecian las
reminiscencias decorativas propias de los Churriguera, al igual que los machones con capiteles
corintios y sus frentes empilastrados que enmarcan el crucero, o las ménsulas que se disponen
en los cimacios de los mismos (fig. 5).
Fig. 4. Grabado del interior de la iglesia
de Santo Tomás de Aquino, 1872, Madrid.
Ilustración de Madrid.
Fig. 5. grabado del interior de la iglesia de
Santo Tomás de Aquino, 1857, Madrid.
Estampa: Vicente Urrabieta. Disponible en
Biblioteca Digital Hispánica, http://bdh-
rd.bne.es/viewer.vm?id=0000067011.
Nuevas consideraciones acerca de la intervención de José Benito de Churriguera…
119
De nuevo nos gustaría remarcar que la proyección de la cúpula -la de Gabriel Valenciano
(1726)- no debió de variar la disposición del interior llevada a cabo durante la época de
Churriguera, ya que nada se indica de grandes destrozos en la capilla mayor. Dicho esto, si
nos fijamos en la iglesia madrileña de San Cayetano, podremos observar ciertas similitudes
con el crucero y la cúpula de Santo Tomás (fig. 6). Debemos partir de la base de que se trata
de obras coetáneas y asociadas a la misma escuela del “barroco ornamental” y, por tanto,
comparten características comunes. Sin embargo, más allá de esto, se ha venido asociando la
intervención de José Benito de Churriguera en el templo de San Cayetano, por lo que sería
normal una similitud en las formas de los dos templos. De hecho, Elías Tormo atribuyó al
artista madrileño las trazas y la portada, denominándola como “su obra maestra”63. No
obstante, a día de hoy se apuesta por la intervención de José Benito junto a otros importantes
arquitectos de la época, entre los que sobresalen Pedro de Ribera y Francisco Moradillo64.
En todo caso, creemos que esto permitiría sustentar la hipótesis de que Gabriel Valenciano
siguió los planes marcados por José Benito de Churriguera a la hora de proyectar el interior
de la cúpula achapitelada.
Es curioso como la historia del convento no se puede desligar de los trágicos sucesos que
acontecieron a lo largo de los siglos. Desastres que permitieron variar el conjunto religioso
en numerosas ocasiones. Pero estos fatídicos acontecimientos no solo remodelaron la
estructura del edificio original, sino que, además, disminuyeron de forma drástica sus bienes
muebles. Tras el incendio de 1872 Benito Pérez Galdós nos dice que se perdieron “sus
magníficos retablos, sus cuadros, sus frescos y sus esculturas”. A pesar de esto, las ganas de
recuperar el templo llevó a que se plantease “el problema de la reedificación, y à juzgar por
la diligencia con que algunas personas lo han tomado, es posible que Santo Tomás vuelva a
63 Tormo, 1927: 59, hace referencia en el tomo I.
64 Bonet, 1990: 62. Actualmente no se puede asegurar con certeza la intervención de Churriguera en la iglesia.
Para conocer mejor la personalidad y la obra de Pedro de Ribera consultar Verdú, 1993.
Fig. 6. Iglesia de San Millán y San Cayetano, siglo XVIII, Madrid. Foto: autor.
José Manuel Ortega Jiménez
120
existir”65. La realidad fue muy distinta, pues el estado en el que había quedado el templo hacía
imposible cualquier restauración66. El conjunto religioso terminaría demoliéndose en 187667.
Sobre el lugar que ocupó Santo Tomás se construyó la iglesia neogótica de Santa Cruz, un
templo cuya torre se hace visible en la castiza plaza de la Provincia y que sepulpara siempre
el recuerdo del que había sido uno de los conventos más importantes del Madrid de la Edad
Moderna (fig. 7)68.
65 Pérez, 1872: 123.
66 A pesar del estado, se procedió a reconstruir la cúpula. Por tanto, la decisión de su derribo no fue tomada de
forma precipitada.
67 González, 20014: 55.
68 En el Parcelario de Carlos Ibáñez (fig.1) se ha señalado el emplazamiento del antiguo convento, a escasos
metros de la Plaza Mayor.
Fig. 7. Iglesia de Santa Cruz, siglo XX, Madrid. Foto: autor.
Nuevas consideraciones acerca de la intervención de José Benito de Churriguera…
121
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