Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte, 13, 2024, pp. 37-62, ISSN: 2255-1905
“DE OBRA Y PINTURA MODERNA Y ROMANA”.
IDENTIDADES Y EXPERIENCIAS ARTÍSTICAS DE LOS
MAESTROS PINTORES DEL ENTORNO DE LOS MENDOZA EN
LA CASTILLA FINISECULAR DEL CUATROCIENTOS
1
RAÚL ROMERO MEDINA
Universidad Complutense de Madrid (España)
Fecha de recepción: 22/03/2024
Fecha de aceptación: 23/07/2024
Resumen
El presente articulo reflexiona sobre las identidades y las experiencias artísticas de los
maestros pintores que trabajaron en el entorno de la familia Mendoza en una Castilla
finimedieval. Un periodo de gran complejidad donde la biografía de muchos de estos
maestros se encuentra tan desdibujada como su perfil profesional o su vinculación con
unas obras dispares en ámbitos geográficos. Un análisis que, apoyado en nuevas fuentes
documentales o revisitando otras ya conocidas, aporta nueva luz sobre personalidades
tan controvertidas como la del pintor Juan (Rodríguez) de Segovia.
Palabras clave
Mendoza, Castilla, fuentes documentales, Juan Rodríguez de Segovia.
“DE OBRA Y PINTURA MODERNA Y ROMANA”. IDENTITIES
AND ARTISTIC EXPERIENCES OF THE MASTER PAINTERS OF
THE MENDOZA ENVIRONMENT IN FINAL SECULAR CASTILLA
OF THE 15TH CENTURY
Abstract
This paper reflects on the identities and artistic experiences of the master painters who
worked in the environment of the Mendoza family in a late medieval Castile. A period
of great complexity where the biography of many of these masters is as blurred as their
professional profile or their connection with disparate works in geographical areas. An
analysis that, supported by new documentary sources or revisiting other already known
ones, try to clarify on such controversial personalities as that of the painter Juan
(Rodríguez) de Segovia.
Keywords
Mendoza, Castilla, documentary sources, Juan Rodríguez de Segovia.
1
Proyecto PID2021-124239NB-I00-ART financiado por MCIN / https://miradascruzadas.org/
Raúl Romero Medina
38
Introducción
Resulta complicado, cuando no arriesgado, dedicar un arculo a las identidades y a las
experiencias arsticas de los maestros pintores en la temprana Edad Moderna en Castilla,
sobre todo cuando voces tan autorizadas como las del profesor Fernando Marías han
negado recientemente, a propósito del marco temporal de la vida de un prócer como el
cardenal Cisneros (1526/1447-1517), que en esta época existiesen ideas esticas, un
producto de la Ilustración dieciochesca, incluso manifiesta desconfianza en que se
predicaran ideas “no digamos estéticas, sino ni siquiera artísticas”2.
No lo suscribimos sus palabras, a pesar de nuestro tulo anacrónico y pico
sino que ades añadimos que en la diversidad del marco de una Castilla del siglo XV
cabría mejor hablar de decisn, si consideramos el concepto de “red intermedia
acado por Albert Boime3, es decir, entender que una determinada empresa artística
depena de una multitud de pareceres que condicionaban al artista en función del
contexto social en el que, especialmente, el patrón desempeñaba un papel fundamental.
Unos patronos que a veces exhibían ciertos comportamientos extraños hacia artistas
y artesanos como denotan personalidades tan complejas como la del I marqués de Zenete,
Rodrigo Díaz de Vivar y Mendoza, famoso por pcticas tan violentas como obligar al
zapatero Diego Trampillas a tragarse un par de borceges, al quedar descontento de la
calidad de sus productos4. Del mismo modo, por encarcelar al maestro de obras de la
familia un anciano Lorenzo Vázquez de Segovia por el descontento con la marcha
de los trabajos moriscos en su castillo de la Calahorra5.
Y, con ello, de vueltas con Lorenzo zquez.
El 31 de mayo de 1504 los maestros Lorenzo zquez de Segovia y Juan
Rodríguez de Segovia, por entonces vecinos de Guadalajara, firmaban en el albalá
expedido a favor del entallador Francisco de Coca, quien en estos momentos percibía los
honorarios de 30.000 maravedíes por las entalladuras que había hecho en el retablo del
altar mayor de la iglesia de Santa Maa de Medinaceli6. Aunque el promotor de esta
empresa en la citada villa soriana ya había fallecido y actuaban como representantes
sus testamentarios Pedro de Castilla y Álvaro Carrillo de Albornoz para este I duque
de Medinaceli, don Luis de la Cerda y Mendoza (1443-1501), Lorenzo Vázquez de
Segovia (c. 1450-1515) era un viejo conocido, tan lo sea por su implicacn, como
veedor y alarife más que como arquitecto, tanto en las obras de tasación de la muralla
como en el palacio de su villa marquesal de Cogolludo7. Por su parte, la firma de Juan
Rodríguez de Segovia incluida en este albalá no permite dudar de que se trate del mismo
artista de igual rúbrica registrada en 1492 en la documentación de las obras del palacio
del Infantado en Guadalajara, cuando recibe cierta cantidad económica por la pintura que
haa hecho en los alfarjes de los corredores de la casa del duque entre 1484 y 14858
(Fig.1).
2 Marías, 2021: 13.
3 Boime, 1987: 18.
4 Marías/Faus, 1994: 103.
5 Morte, 1997: 95-122. Recientemente Zalama, 2020: 43-66.
6 Archivo Ducal de Medinaceli (ADM), Sección Archivo Histórico, Leg. 187, doc. nº. 3. El documento fue
dado a conocer por Romero Medina, 2009: 357-389.
7 Lo más reciente en Marías, 2017: 215-244 y Romero Medina, 2021.
8 Apéndice documental, doc. nº. 1.
“De obra y pintura moderna y romana”. Identidades y experiencias artísticas de los maestros pintores…
39
Fig. 1. Firma de Juan (Rodríguez de Segovia) en Medinaceli. ADM. Sección Archivo Histórico, Leg.
187, doc. nº. 3.
Raúl Romero Medina
40
En el estado actual del conocimiento no cabe dudar de una colaboración activa entre el
maestro de los Mendoza9 y Juan Rodríguez de Segovia, como por otro lado era frecuente en
la actividad artística del siglo XV. A juzgar por los precios de la maquinaria del retablo de
Medinaceli, lo que nos habla de una obra de cierta envergadura y calidad artística, Lorenzo
Vázquez, en su condición de veedor de las obras de la Casa ducal de Medinaceli, debió contar
con la presencia experta y tasadora de Juan Rodríguez de Segovia en Medinaceli, al menos
en lo tocante a las labores de mazonerías y entalladuras, así como a los trabajos de dorados
y policromías a estas aplicadas. Como en seguida veremos, tras las obras del Infantado y un
breve paso por la guerra de Granada, Rodríguez de Segovia había sido uno de los pintores
implicados en el contrato de 1488 con una flamante doña María de Luna que para recuperar
la memoria paterna encargaba un retablo en la capilla de Santiago de la catedral de Toledo10.
Esta función ha permitido la reciente identificación de Juan Rodríguez de Segovia con el
llamado Maestro de Miraflores, también reconocido bajo la personalidad de Maestro de los
Luna11.
En su condición de veedor de las obras del duque de Medinaceli, y aunque Lorenzo
Vázquez de Segovia también dominaba los trabajos de la madera12 tanto como los de
cantería y frogadebió de echar mano de los servicios de un experto como Rodríguez de
Segovia para aquilatar y tasar la obra ejecutada en el altar mayor de la principal iglesia de
Medinaceli. Sin embargo, la documentación de Medinaceli solo permite relacionar a Juan
Rodríguez de Segovia con la obra de mazonería realizada por los artistas Francisco de Coca
y Francisco Flórez, entalladores que debían de estar muy cercanos a su círculo, no así con las
labores de la obra de “pincel”, como entonces se denominaba en Castilla a la pintura sobre
tabla. De momento, esto nos abre un primer interrogante sobre su condición de pintor de
pincel como pretendemos discutir en este trabajo.
El maestro de obras de los Mendoza tasaba toda la maquinaria completa del retablo,
incluidas las historias o imaginerías de pintura salidas de la mano, nada más y nada menos,
que de un Fernando del Rincón de Figueroa (activo entre 1491 y 1525)13, a la sazón yerno de
Lorenzo Vázquez. Nacido o no en Guadalajara, no pasan desapercibidas las palabras que a
este artista le dedicara Gaspar Gutiérrez de los Ríos cuando en su Memorial sobre la industria y
el artificio (ca. 1596) afirmase que “por ser pintor famosísimo se le dio un hábito de
Santiago”14. Así, este aparece citado junto a otros importantes artistas extranjeros y españoles
de la época de los Reyes Católicos15. Entre ellos, no se cita a Juan Rodríguez de Segovia, pero
tampoco a otros contemporáneos más célebres.
La documentación del retablo de Medinaceli nos confirma que la pintura fue ejecutada en
el taller que Del Rincón tenía en Guadalajara, trasladándose las tablas a Medinaceli para su
ensamblaje. También en la ciudad de los Mendoza residía Lorenzo Vázquez desde donde
9 Romero Medina, 2018: 727-745.
10 Pérez Monzón/Miquel Juan/Martín Gil, 2018.
11 Pérez Monzón/Miquel Juan, 2018: 310.
12 En 1499 tasaba e igualaba cierta madera en las obras del palacio de Cogolludo además de hacer tallas en la
Alhambra de Granada. Romero Medina, 2012: 341-350. Por no señalar su mención en el testamento de don
Pedro González de Mendoza como responsable para la hechura y traza de un retablo para la capilla del colegio
de Santa Cruz de Valladolid “queremos e mandamos que el dicho retablo se faga luego que de las dichas
doscientas mil maravedises e que se faga por la orden que diese Lorenzo Vazquez vecino de esta ciudad de
Guadalajara maestro de nuestras obras e queremos que los entablamentos del dicho retablo sean de talla muy
bien labrada a la antigua e las ymagines sean de media talla para lo cual se busquen en Valladolid e sus comarcas
los mejores maestros que se pudiesen aver”. Álvarez Ancil, 1915: 17.
13 Ramos Gómez, 1998:74-118.
14 Cervelló, 2006: 274.
15 Yarza, 1993. Obra fundamental en la que se propone una valoración crítica del período.
“De obra y pintura moderna y romana”. Identidades y experiencias artísticas de los maestros pintores…
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dirigía su “empresa” y donde cada vez cobra más sentido su condición de alarife con trabajos
de froga y de madera en cubiertas en forma de alfarjes a la morisca o a la castellana que
hoy llamamos “mudéjar”— o de artesonados con introducción de casetones “al romano”.
No debemos de pensar que, aún por encima incluso de la solidaridad y las redes tejidas
por los maestros de la época, el duque de Medinaceli encargara la pintura del retablo a Rincón
simplemente por ser el yerno de su veedor, el mismísimo Lorenzo Vázquez de Segovia.
Teniendo en cuenta que el retablo se disponía en el lugar en el que don Luis de la Cerda
quería ubicar su capilla funeraria, la cabecera mayor del templo de Santa María de Medinaceli,
esta importante decisión le habría permitido también encargar las obras a una personalidad
como la del Maestro de Miraflores, cuya localización y fechas de vida están fuertemente
ligados a los Reyes Católicos. Sin embargo, por razones que nunca sabremos eligió el taller
de Rincón de Figueroa.
Dicho lo cual, no es fácil de encajar que un Juan Rodriguez de Segovia fuese el Maestro
de Miraflores con una trayectoria más que reconocida en los inicios del siglo XVI, con un
supuesto taller pictórico en Guadalajara o en Burgos, y que accediera solamente a tasar
mazonerías y no se implicase en el aprecio de las tablas de Rincón de Figueroa. ¿Permitió el
Maestro de Miraflores este agravio?
Dado que Lorenzo Vázquez y Juan Rodríguez de Segovia eran vecinos de Guadalajara las
relaciones artísticas debieron ser frecuentes, siendo este último si no artífice de soluciones en
madera, sí pintor y dorador de las carpinterías de lo blanco o de las mazonerías de retablos.
Era común, por otro lado, que estas decoraciones se encargaran a destacados maestros. A
pesar de su condición de pintor, como se le cita en los contratos de Guadalajara y de El Real
de Manzanares, es ajeno a otros artistas documentados en la sede Primada, cuyos nombres
se asientan en la documentación de la Obra y Fábrica de la catedral de Toledo.
En cualquier caso, en mi modesta opinión, esta colaboración plantea cierta incertidumbre
cuando no desazón por el hecho de que si Juan Rodríguez de Segovia era en esos
momentos uno de los colaboradores del taller de Vázquez de Segovia no parece que encaje
en la personalidad del llamado Maestro de Miraflores, un fino pintor de pincel que habría
pintado “según las gentiles ordenanças del arte nuevo”16, es decir, lo que los castellanos de la
época identificaban con una estética extranjera, definida por la historiografía como
flamenca17, a pesar de que también podría obedecer a una geografía septentrional más
germánica que borgoñona18.
En el estado actual del conocimiento conviene ser cautos y reservar el intento de trazar
biografías, más o menos completas, o atribuir nombres, para aquellas figuras cuya trayectoria
pueda ser suficientemente respaldada por las fuentes documentales. Y, con ello, queremos
incidir en dos cuestiones nodales sobre los que pivotará nuestro acercamiento a los maestros
pintores del entorno de los Mendoza en una Castilla finisecular del cuatrocientos: las
experiencias artísticas y las identidades de los maestros pintores en relación con sus trabajos
documentados.
Por otro lado, el objeto de esta investigación es discutir sin intenciones polémicas y
más respetuosamente dialogales la figura de un artista como Juan Rodríguez de Segovia.
En definitiva, de una personalidad anclada en el mundo social y cultural de la Baja Edad
16 Comentario a esta cuestión en Marías, 1989: 266-267.
17 Silva Maroto, 1990: 645-677.
18 Como muy acertadamente apunta Joan Molina para un Jorge Inglés al servicio de la familia Mendoza. Molina
Figuera, 2022: 90.
Raúl Romero Medina
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Media, un período en el que el oficio artístico de pintor podía asumir diversos significados,
generalmente distinguibles por el contexto. Un contexto que debe apoyarse en fuentes
documentales como los contratos de obra a veces salpicados de fórmulas que atañen a la
ciencia del derecho y que versan de normas jurídicas que enuncian un metalenguaje.
Todo esto nos lleva al nudo principal del problema que debe ser analizado con suma
cautela para hacer de la historia del arte una ciencia con una actividad argumentativa que
huya de conjeturas especulares. No obstante, cabe apuntar que mientras que la ambigüedad
es una dificultad que afecta, básicamente, a las palabras, siendo relativamente fácil de
solucionar, la vaguedad es un defecto endémico del lenguaje y tanto más grave en cuanto que
afecta a los conceptos. Unos conceptos que en forma de léxico artístico quedaban atrapados
en unos contratos a veces conservados de forma parcial cuyo significado se debe
determinar estableciendo su intensión y su extensión. Dicho de otro modo, los términos
artísticos que se utilizaban en los contratos de la época eran suficientemente conocidos por
parte de patronos y artistas porque formaban parte de un lenguaje natural y no artificial. Por
tanto, constituían en un lenguaje natural tecnificado cuya definición estaba tan pensada
que evitaba en toda regla posibles imprecisiones. Podemos decir sin temor a equivocarnos
que tanto escribanos, como artistas, como clientes y patronos, dominaban el medio de
comunicación artística y sus intenciones quedaban plasmadas en términos conocidos en el
lenguaje natural de la época bajomedieval.
Por tanto, estamos convencidos de que, haciendo una historia del arte percibida, en la
medida en que las limitaciones la hacen posible, desde la realidad del momento, y no desde
la construcción de una historiografía programada desde una superestructura, permite aportar
valor o dilucidar experiencias e identidades como las del maestro Juan Rodríguez de Segovia.
De la Guadalajara del Infantado a la casa de la Reina en la catedral de Toledo
En torno a 1480 el II duque del Infantado, don Íñigo López de Mendoza (1438-1500),
iniciaba en Guadalajara una de las empresas artísticas civiles más importantes en el paisaje
geográfico de la monarquía de los Reyes Católicos: el palacio del Infantado19. No es el
momento ahora de detenerse sobre esta fábrica de cantería levantada según las trazas del
maestro francés Juan Guas20 y del brabanzón Egas Coeman, junto a sus colaboradores, cuyas
cronologías para la fachada y el patio respecto a la finalización de las obras deben ser llevadas
hacia la década de 1490 (Fig. 2).
En este ajuste de las cronologías se evidencia que a medida que se iban cerrando los
corredores del patio se trabajaba en paralelo con la solución de alfarjes, dado que al caer
directamente sobre el muro hacían de contrarresto a la pesadez de las estructuras de cantería.
Así, el patio no debió cerrarse en torno a 1483, sino más bien, en 1493 y es entre 1484 y 1485
cuando la documentación de forma indirecta menciona al maestro Juan Rodríguez de
Segovia. De manera concreta en un pago de 11 de abril de 1492 cuando se cita su labor de
pintura y dorado sobre los alfarjes de estos corredores21. Volveremos sobre este asunto nodal
y sobre la personalidad de Juan Rodríguez de Segovia enseguida.
La documentación de fábrica es más generosa para el período que oscila entre 1493 y
1497, donde se registran cien contratos de obra22. Entre estos se documenta la presencia de
un conjunto importante de artistas que van a intervenir en la decoración de las diferentes sa-
19 Layna, 1941.
20 Sobre el clásico artículo de Azcárate, 1950: 255-256 han vuelto Romero Medina/Marías, 2023:
https://doi.org/10.15304/quintana.22.9029
21 Véase Apéndice documental, doc. nº. 1.
22 Layna, 1941: 85-104. Solo ofrece quince transcritos.
“De obra y pintura moderna y romana”. Identidades y experiencias artísticas de los maestros pintores…
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Fig. 2. Firma de Juan (Rodríguez de Segovia) en Guadalajara. AHNob. Sección Osuna, Sección
Osuna_ C_2334_D_0001.
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las de aparato articuladas en torno a los corredores bajos y altos del palacio. Dado que el II
duque había construido una casa más para la ostentación que para la utilidad al decir del
doctor Münzer el episodio de los maestros que están vinculados con las carpinterías de lo
blanco, algunas de las cuales se trajeron de Toledo y de Lupiana, resulta fascinante.
Al frente de estas labores se localiza a un Lorenzo de Trillo, con una condición más de
alarife que otra cosa, que tiene capacidad para dibujar y dar modelos de talla en madera o un
Mohammad Atuxabi (Ataxabí o Azajabí) que en su condición de alarife moro actúa como
veedor de las obras del duque. Además de los carpinteros, muchos de ellos procedentes de
Toledo donde se realizaban estas cubriciones moriscas o a la castellana que hoy
llamaríamos erróneamente “mudéjares” que son los que están montando complicadas
soluciones en cubiertas como la de la sala de Linajes, la de la Linterna o la de Salvajes, por
cuanto fueron adaptadas a soluciones anteriores que fueron reaprovechadas. Por último,
entre la nómina de profesionales destacan los batidores de oro y brillaba de tal suerte el
oro de sus techumbres que suspendía el ánimo, al decir de Münzer y los mazoneros,
algunos como el moro Mohammad Sillero que se dedicó a labores de enlenzados para
aparejar las cubiertas.
Pero, sin duda, el colectivo que más nos interesa para el tema que estamos tratando es el
de los pintores por su directa implicación en la decoración de estas soluciones en madera. La
documentación nos arroja nombres de personalidades como las de Luis de Ribera, Diego de
Ribera, Pedro de Zamora, Antón o Antonio Gómez o el batidor Luis de Acevedo23. Como
se deduce por los contratos que hemos podido analizar, estos maestros castellanos
funcionaban con lazos de solidaridad entre ellos y actuaban de mancomún en la mayor parte
de las obras documentadas.
Apenas conocemos datos sobre unas biografías artísticas que debieron experimentar gran
movilidad debido a la alta demanda de obras de esta naturaleza, sobre todo en el entorno de
Toledo y su área de influencia. Muchos de ellos aplicaron decoración moderna lo que
Vasari definiría en 1568 como gótica y morisca, así como esos primeros elementos
decorativos “al romano” que debieron circular por Castilla en forma de cuadernos de dibujos
o grabados. En cualquier caso, no tenemos datos para afirmar que estos pintores tuviesen
talleres consagrados a trabajos de pincel, por lo que se deben más bien considerar como
maestros pintores especializados en aplicar las decoraciones pictóricas en cubriciones de
madera o en mazonerías de retablo. Alguno de ellos tuvo también la condición de mazonero,
de hecho, Antón Gómez fue uno de los que supervisó los trabajos de aparejo que
Mohammad Sillero realizó en la cubierta de la sala de la Linterna, hacia 1494, coincidiendo
con el momento en el que el II duque del Infantado hizo traer desde Toledo este
enmaderamiento24.
Si echamos un vistazo a los contratos registrados podemos obtener ciertos datos relativos
a las experiencias artísticas que estos maestros tuvieron en las estancias del palacio del
Infantado. Las decoraciones de estas cuadras debieron de ser relativamente suntuosas, con
solado de azulejería, decoraciones en yeso, pero donde la mayor parte de los gastos se
destinan es al pago de los pintores, labores documentadas en el primer semestre de 1496.
El 28 de enero de 1496, Luis de Ribera, pintor, se comprometía con la duquesa del
Infantado, doña María de Luna, la hija del que fue poderoso valido de Juan II, a dorar y a
pintar ciertos paños de la cámara de Santiago, estancia situada en el ala Este de los corredores
bajos del palacio. Se conoce por el documento contractual que estos paños se debían decorar
con motivos de lazo y que llevaban entalladuras de florones y “escorzones” que el maestro
23 Layna, 1941: 105-108.
24 Archivo Histórico de la Nobleza (AHNob), Sección Osuna_C_2334_D_0001.
“De obra y pintura moderna y romana”. Identidades y experiencias artísticas de los maestros pintores…
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estaba obligado a dorar. Muy significativo resulta la descripción del alicer elemento
decorativo en madera que formando parte del arrocabe ocultaba la unión de la armadura con
el muro porque recorría la cuadra en redondo con una inscripción de letras doradas y en
sus tajos el maestro tenía que pintarlos de color a elección de la comitente.
El 9 de junio de 1496, los pintores Diego de Ribera y Pedro de Zamora se comprometían
con la duquesa María de Luna para trabajar en unas cuadras situadas en el ala Este del palacio,
concretamente en la que doblaba la llamada como cámara de Santiago de los corredores altos.
El contrato señalaba que los trabajos consistían en pintar una cubierta de lazo y su alicer
siguiendo el diseño de una muestra que proporcionó Diego de Ribera. No conocemos el
diseño, pero lo que sí se especifica es la necesidad de pintar los escudos de Mendoza y Luna
tallados en piedra se ven a lo largo de los corredores del patio y la obligación de que la
comitente decidiera los colores. En cuanto al alfarje, este debía seguir el modelo pintado en
la cuadra situada antes del oratorio. Los maestros recibieron el dinero de la mano de
Mohammad Atujabi, veedor de la obra.
El 23 de agosto de 1496, Antón Gómez se comprometía a pintar la cubierta de la sala de
los Albahares, un alfarje de cinta y saetino con decoración de menado y verdugos, “siendo
obligado de lo pintar de la obra y pintura romana segúnd que su sennoría más le agradare”25
utilizando, además, los colores de la ordenanza que el duque mandase. Su trabajo se
completaba con la decoración del alicer del que no se especifica ni modelo ni fuente.
En fechas similares a las que se trabajan en el palacio del Infantado están documentados
unos pintores que intervienen en la casa de la reina Isabel I en la catedral de Toledo26. Como
estudiaron Marías y Pereda, la monarca se hacía construir un palacio compuesto de cuadra y
sala grandes artesonadas, cámaras con chimeneas y yeserías y retretes, puertas con marcos de
yeso, camas y suelos de azulejería y con decoraciones de pinturas murales no figurativas. La
pintura de historia con decoración al fresco se reservó para la escalera claustral, en que
pintaron Juan de Borgoña y Alvar Pérez de Villoldo, y en una supuesta capilla, más bien
tribuna, que daba al interior de la catedral27.
En la vasta serie de pagos de la Obra y Fábrica de la catedral de Toledo desde 1497 a 1500
se documenta en estas labores a un Juan de Borgoña y a sus colaboradores: Alvar Pérez de
Villoldo, Alonso de Becerril, Juan de Toledo, Andrés Gutiérrez, Luis de Medina y Diego
López28. Así, exceptuando a Juan de Borgoña y Alvar Pérez de Villoldo como pintores de
“historias”, el resto de los pintores se dedicó más bien al trabajo de pinturas de aplicación a
maderas y a decoraciones de menor envergadura.
Así, Alonso de Becerril y Juan de Toledo decoraron la cuadra de los artesones, donde Luis
de Medina se hizo cargo de pintar una vara del alicer y Juan de Pedraza tuvo a cargo de pintar
dos celosías y una puerta. En la sala grande encima de la claustra, Diego López hizo unos
letreros “de letras”, de los que dio muestra, que debe de ponerse en relación con alguna
inscripción que corría alrededor del alicer del arrocabe. En mi opinión, la pintura de los
corredores de “encima de la claustra” a la que alude la documentación debe de ponerse en
relación con las decoraciones en las soluciones de cubiertas y alfarjes en las que intervienen
Luis de Medina, Andrés Gutiérrez y otros compañeros. La documentación no da pie a pensar
que se tratase de pinturas al fresco no figurativas sobre los muros. Del mismo modo que los
trabajos de la tribuna de la reina en la que se documentan a un Alonso de Becerril, Luis de
25 AHNob, Sección Osuna_C_2334_D_0001.
26 Marías/Pereda, 2007: 215-230.
27 Los datos documentales en Marías, 2004: 220-221.
28 Marías/Pereda, 2004: 153.
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Medina y Diego López, que son definidos como trabajos menores. Otras cámaras y
recámaras son decoradas y doradas por los mismos pintores.
Dicho lo cual, la documentación29 hace una distinción entre pintores como Juan de
Borgoña y Pérez de Villoldo que realizan pinturas de “historias” a los que luego se les
conoce una trayectoria como pintores de pincel y el resto de los artistas que realizan
decoraciones y dorados sobre lo que parecen soluciones de maderas en cámaras, recamaras,
retretres o corredores. Incluso algunos de estos pintores trabajan con soluciones de madera,
como Diego López que puso una puerta en la primera sala que iba a dar a la sala grande, es
decir, la mencionada de los artesones.
Estas decoraciones en forma de soluciones modernas, moriscas o “al romano” eran
realizadas por maestros pintores especializados cuyas personalidades, en el palacio del
Infantado, en la casa de la Reina en Toledo, en la Hospedería del monasterio de Guadalupe,
en el palacio de Cogolludo o en las casas del Cardenal Mendoza en Guadalajara, reflejan unas
experiencias artísticas de tradición castellana sobre madera.
Y de nuevo, Juan Rodríguez de Segovia, decorando estas estructuras en los corredores
altos y bajos del palacio del Infantado, entre 1484 y 1485.
Juan Rodríguez de Segovia en Guadalajara, Granada, Toledo y Medinaceli
¿Qué conocemos de este maestro? El primer dato que hasta el momento tenemos de Juan
Rodríguez de Segovia lo sitúa como pintor en la obra del palacio del Infantado, entre el 20
de abril de 1484 y el 12 de diciembre de 1485. En 1486 el pintor “estuvo en la Vega cuando
fue con su sennoría a Loxa”30. ¿Qué motivó el desplazamiento?
En un primer momento cabría pensar que el artista acudiera a Granada para cumplir su
función como pintor, en el caso de considerarlo como autor de obras de pincel como por
áquel tiempo se llamaba a la pintura sobre tabla y vincularlo con la personalidad del
Maestro de los Luna, como propuso Gudiol31, o del Maestro de Miraflores con el que
recientemente se le ha relacionado32. Como muy acertadamente ha propuesto Pérez Monzón,
se tiene constancia de la existencia de talleres que se especializaron en vistas de ciudades
algunas de las cuales sirvieron como referentes casi arqueológicos para otras escenas,
generalmente de temática religiosa33. En este sentido, el recordado profesor Juan Carlos Ruiz
Souza alcanzó a ver en uno de los fondos de las pinturas de Juan de Flandes (La Crucifixión)
las vistas del palacio de la Alhambra34.
Después de producida la conquista militar de Málaga (1487), la reina envió a dos pintores,
Diego Sánchez y Antón Sánchez de Guadalupe, “que estovieron en el real pintando a
Málaga”, los cuales recibieron tres mil maredíes por la ida y la vuelta a su casa35. En mi
opinión, semejantes honorarios sólo pueden relacionarse con los gastos de un viaje para
tomar apuntes parciales que luego podían reproducir en vistas específicas o como elementos
ideales en el interior de un paisaje mayor.
29 Se ha revisado la documentación original en Archivo de la Catedral de Toledo (ACT), Obra y Fábrica, Libro
793 (1497); Libro 794 (1498-1499); Libro 795 (1500) y Libro 796 (1500-1501).
30 Véase Apéndice documental, doc. nº. 1.
31 Gudiol, 1955: 337.
32 Pérez Monzón/Miquel Juan, 2018: 310.
33 Donde advierte la representación de la silueta de la catedral de Sigüenza en las pinturas del arcosolio de
Martín Vázquez de Arce. Pérez Monzón, 2016: 286-307.
34 Ruiz Souza, 2013: 753-767 y Ruiz Souza, 2018: 761-775. Ahora véase Pérez Monzón, 2023: 357-376.
35 Benito Ruano, 1996: 66.
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Pero no es el único testimonio. De hecho, los Reyes Católicos enviaron a la corte
portuguesa en 1491, coincidiendo con la desdichada muerte del príncipe don Alonso de
Portugal, un lienzo con una temprana representación de Santa Fe de claros motivos
propagandísticos. Las cuentas del tesorero de la reina Gonzalo de Baeza así lo recogen: “por
una nomina de su Alteza, firmada y asentada, fecha 13-VIII del [dijcho año [1491] (...): Que
costo pintar la villa de Santa Fe para enbiar a Portogal, 1.500 mrs., con el lienço en que se
pinto”36.
Aún conociendo la existencia de estas prácticas, no creo que este fuera el caso que
motivara el viaje a la Vega de Granada de Juan de Segovia. Allí en Loja se debió de armar el
Real, una ciudad de tiendas refulgente de oro, púrpura y azur, adornada con banderas y
pendones, en la que se necesitaba la presencia de buenos mazoneros como Rodríguez de
Segovia. En mi opinión, Juan de Segovia acudió a El Real para hacer trabajos de mazonería
y carpintería. No por casualidad en la representación de El Real de la Vega de la sillería del
coro bajo de la catedral de Toledo obra promovida por el Cardenal Mendoza a partir de
1499 con el concurso del entallador Rodrigo Alemán además de las tiendas de los reyes se
visualiza una construcción en madera, una especie de columna o torre muy esbelta, que
García y Orihuela37 han identificado, gracias al testimonio de Pedro Mártir de Anglería38,
como una torre vigía que utilizaron los Reyes Católicos en su parte inferior como tienda de
mando. Ello testimonia que pudieron existir estructuras parecidas que sólo podían levantar
maestros con destreza en los trabajos de madera.
En 1488 reaparece en la documentación junto a Sancho de Zamora y a Pedro Gumiel en
su condición de pintor para la ejecución de un retablo para la capilla en memoria de don
Álvaro de Luna y la condesa de Montalbán en la catedral de Toledo, aspecto sobre el que
abundaremos.
El 11 de abril de 1492 comparece ante un tal Pedro Luis para aportar cartas de pago sobre
la obra ejecutada años atrás en el palacio del Infantado. Desde esa fecha no volvemos a tener
más noticias documentales hasta el 16 de marzo de 1497 cuando figura como vecino de
Guadalajara, en la collación de Santo Tomé39 y allí, según recientes aportaciones, se le cita en
1503 como mayordomo de la parroquia40 si bien cabría la duda porque no se le cita como
pintor. Finalmente, en 1504 aparece en Medinaceli colaborando con Lorenzo Vázquez de
Segovia en la tasación y obra del retablo de la capilla mayor de la iglesia de Santa María de
Medinaceli. Si bien no se le cita como pintor, no cabe dudar que es el Juan de Segovia que
firma en el palacio del Infantado ya que las rúbricas son coincidentes.
Con estos datos reales documentados: Guadalajara (1484-1485), Loja (1486), Toledo
(1488) aunque el contrato se firma en El Real de Manzanares Guadalajara (1491; 1497
y ¿1503?) y Medinaceli (1504) y con una labor más relacionada con entalladuras, mazonerías
de retablos o pinturas y dorados ¿Cómo es posible que la historiografía le haya atribuido una
personalidad artística tan destacada y un importante conjunto de tablas de pincel bajo las
personalidades del Maestro de los Luna o del Maestro de Miraflores?
36 De la Torre/Alsina, 1955: 405-406.
37 García Pulido/Orihuela Uzal, 2004: 247-266.
38 En una carta de 31 de octubre de 1491 dirigida al cardenal Antonio María Sforza Visconti: “En el
campamento, entre las tiendas reales, levantóse una torre de madera, creo que de tres cuerpos, como aposento
de los Reyes, desde la cual se dominaba en toda su extensión la llanura”. Peinado Santaella, 1995: 68.
39 Archivo Histórico Provincial de Guadalajara (AHPGU), Protocolo 10, fol. 41. Escritura de 16 de marzo de
1497 protocolizada en 1531 ante Alonso Carranza.
40 Ramos Gómez, 2021: 46.
Raúl Romero Medina
48
Juan Rodríguez de Segovia ¿Maestro de los Luna?
La primera vez que se le cita por parte de la historiografía es en La descripción histórica del
Obispado de Osma, escrita en 1788 por Juan Loperráez Corvalán (1736-1804), un historiador
y clérigo español que fue canónigo de las catedrales de Cuenca y Osma. Al referirse a la
muerte del obispo Juan de Cerezuela, hermano de la madre del condestable Álvaro de Luna,
señala cómo fue enterrado en la catedral Primada al lado del evangelio de la capilla de
Santiago, que funsu hermano el Condestable”. Al mencionar la cercanía del entierro a
la capilla de Santiago el autor comenta la autoría material de los contratos del retablo y del
sepulcro alinstalados41, aunque por error se entiende como una clara errata porque
afirma que los vio asienta mal la fecha del contrato del retablo 1448 (frente a 1488) no
así con la del sepulcro que data en 148942. Es aquí donde menciona a Juan de Segovia junto
a Sancho de Zamora y Pedro Gumiel como artístas que ejecutan el retablo de la capilla de
Santiago de la catedral de Toledo por orden de doña María de Luna (Fig. 3).
Estos datos son los que recoge Ceán Bermúdez cuando realiza la biografía de los artistas
Juan de Segovia43 y Sancho de Zamora44, calcando el error en la fecha de ejecución del
retablo de 1448, aunque los cita claramente como escultores y vecinos de Guadalajara. Del
41 “La misma señora (María de Luna) costeó en la dicha capilla los sepulcros y estatuas de alabastro, donde esn
sus padres, porque los que habían costeado viviendo, se desaparecieron con la desgracia de don Álvaro: lo hizo
todo Pablo Ortiz, estatuario, en precio de mil maravedíes […]”. Loperráez Corvalán, 1788: 339 y nota 3.
42 Loperráez Corvalán, 1788: 339.
43 Ceán Bermúdez, 1800: 362, en el tomo IV. Lo cita como escultor y vecino de Guadalajara por los años de
1448.
44 “Escultor y vecino de Gudalaxara. Trabajó con Juan de Segovia y Pedro Gumiel en retablo principal de la
capilla de Santiago en la catedral de Toledo por el precio de 105 mil maravedís. Costeó esta obra y la mandó
hacer María de Luna, hija de Álvaro de Luna y de su segunda muger Juana Pimentel, duquesa del
Infantado, cuyos huesos descansan en esa capilla. Los citados profesores (sic) otorgaron su escritura de
obligación en la villa de Manzanares donde se hallaba la Dª María en 21 de diciembre de 1448 ante el escribano
Fernand Sanz. Loperr. Descrip. del obisp. de Osm.». Ceán Bermúdez, 1800: 24 en el tomo VI.
Fig. 3. Fachada del palacio del Infantado, Juan Guas y Egas
Cueman c.1490, Guadalajara. Fotografía cortesía de F. Maas.
“De obra y pintura moderna y romana”. Identidades y experiencias artísticas de los maestros pintores…
49
mismo modo, los compendia Sixto Ramón Parro, aunque corrige el error de datación45. Sin
embargo, este dato erneo fue el que sembla duda en Cruzada Villamil hasta el punto
de considerar que no sería el existente el retablo documentado46; situación que desmintió
González Palencia con la publicación del contrato, aunque sin entrar en más detalles que
el de aclarar definitivamente la errata de Loperez47.
Habría que esperar a Gudiol para que atribuyera, con una identificación un tanto
forzada, a Juan de Segovia las pinturas del ático y el banco del retablo Luna,
fundamentándose en su relación contractual con el II duque del Infantado, marido de
María de Luna promotora de la capilla. El resto de pinturas, de mayor calidad, las consideró
obra de la mano de Sancho de Zamora48. Por su parte, Post matiza y prefiere hablar de
Maestro de los Luna, para el autor de las tablas menores y otras pinturas dispersas
procedentes de la Alcarria, y de Maestro de San Ildefonso, para las tablas principales del
retablo Luna y algunas tablas del entorno de Valladolid49. El propio Post ya había creado
en 1933 el nombre de Maestro de los Luna para refirse a un pintor castellano de finales del
siglo XV a quien le atribuye obras en el entorno de una amplia zona geográfica que
abarcaría Toledo, Guadalajara, Sigüenza, Alcalá de Henares y el Sur de Soria y Segovia50.
Fernando Collar de Cáceres, al tratar al Maestro de los Luna y su relación con el retablo
de El Muyo, retoma la hipótesis de Gudiol para recalcar la personalidad de Juan de Segovia
y de Sancho de Zamora apoyándose en el carácter gentilicio del apellido de ambos artistas.
Para él el estilo de Sancho de Zamora entroca con la producción del pintor Fernando
Gallego, salmantino activo en Zamora, con obras suyas en Valladolid (Maestro de San
Ildefonso) y Toledo. Por su parte, el arte de Juan de Segovia denota la influencia de su
formación en Guadalajara en el rculo del también pintor Jorge Inglés y de un anónimo
Maestro de Sopetrán y le atribuye procedencia segoviana y una posible participación en el
retablo de El Muyo51.
Para Pérez Monzón y Miquel Juan el Maestro de los Luna sería Sancho de Zamora por
su papel preponderante en el contrato del retablo que encarga doña María de Luna,
haciéndole autor de la predela y la tabla de la calle central52.En mi opinión no hay datos
documentales que nos permitan identificar a un Sancho de Zamora, como proponen Pérez
y Miquel, con un Maestro de los Luna53.
45 “Es fundación del célebre Maestre…y gran Condestable de Castilla D. Álvaro de Luna, que en el año de
1435, cuando estaba en el apogeo de su prosperidad compró la [capilla] de Santo Tomás y levantó este magnífico
edificio en el sitio que aquélla y otros terrenos más ocupaban, destinándola para su enterramiento, y tocando a
su mujer, la condesa Doña Juana Pimentel, la suerte de rematarla. El retablo es obra de los artistas Sancho de
Zamora, Juan de Segovia, Pedro Gumiel, que le hicieron, en 1489, por cantidad de 105.000 maravedíes (que en
nuestra presente moneda hacen 5812 rs. 2mrs.), que les pagó Doña María de Luna, hija de D. Álvaro por cuyo
encargo lo ejecutaron”. Ramón Parro, 1978: 372 y ss el tomo I.
46 Cruzada Villamil, 1867: 73-82.
47 González Palencia, 1929: 109-122.
48 Gudiol, 1955: 337.
49 Post, 1947: 805 en el tomo IX.
50 Aunque para Silva Maroto si este autor había trabajado más para los Mendoza que para los Luna sería mejor
denominarle maestro de los Mendoza. Lo ratifica en varias publicaciones siendo la última Silva Maroto, 2007:
298-334.
51 Collar de Cáceres, 1986: 372-378.
52 Pérez Monzón/Miquel Juan, 2018: 302-318.
53 Junto a su participación en el retablo de la capilla de Santiago de la catedral de Toledo en 1488, son escasos
los datos documentales que se conocen. En 1494 y 1495 se le cita en relación con la hechura de dos retablos
Raúl Romero Medina
50
Por último, tampoco parecen casar los datos documentales conocidos de Juan Rodríguez
de Segovia aún considerando su participación como pintor en el retablo de la capilla de
Santiago de la catedral de Toledo para identificarlo como el autor de toda la secuencia
lógica de obras que recoge recientemente Gomez Ramos atribuídas por la historiografía al
Maestro de los Luna54 (Fig. 4).
en las parroquias de Santa Eulalia de Chiloeches y Santa María de La Celada, en la provincia de
Guadalajara. En el Libro de Fábrica no se le cita como pintor y las cantidades que percibe, en mi opinión,
aun cuando no se puede dudar de su participación en estas maquinarias, son tan escasas que cabría
cuestionar su intervención como pintor y ponerlo más en relación con las labores de mazonería del retablo.
Berg Sobré, 1989: 327 y recientemente transcrito en Ramos Gómez, 2021: 44.
54 Ramos Gómez, 2021: 26-43. El retablo mayor de San Cornelio y San Cipriano de la iglesia parroquial de
El Muyo (Segovia); Las Tablas de San Ginés de Guadalajara; Las tablas de La Lamentación y La Virgen de la
Leche del Museo Nacional del Prado; Virgen con el Niño o Virgen del Presagio de la iglesia parroquial de Santiago
Apóstol de Cuerva (Toledo); Virgen con el Niño puesta en venta en NY; Virgen de la Leche del Ayuntamiento
de Alcalá de Henares; San Antonio de Padua y San Francisco de Asís recibiendo los estigmas, Museo de Bellas
Artes de Bilbao; Fragmento de la Piedad, colección Gorostiza de Bilbao; Cristo resucitado entre san Pedro, san
Pablo y dos ángeles, procedente de la colección Gorostiza y puesta en venta en 2019; Retablo de Santa Ana en
la colegiata de Santa María del Mercado de Berlanga de Duero; Tablas de San Juan Evangelistas y Santiago el
Mayor de la iglesia parroquial de Braojos de la Sierra (Madrid); Tabla de Los Preparativos a la Crucifixión del
sepulcro de don Martín Vázquez de Arce en la capilla de San Juan Bautista y Santa Catalina de la catedral
de Sigüenza; Tríptico de Cristo a la columna de procedencia del Museo del Prado en el Museo de Santa Cruz
de Toledo; Cristo Varón de Dolores entre San Agustín y San Sebastián; La Aparición de Cristo resucitado a su madre
de la Národní Galerie (Praga,República Checa); Virgen con el Niño, en el Princeton Art Museum; Una tabla
con San Antonio de Padua y donante depositada en el Museo de Santa Cruz de Toledo; Descendimiento del
Museo de Estrasburgo en Francia; David y Balaam de la colección A. Popo de París; Salvator Mundi entre
ángeles, en 1935 en la colección Mateu y Lamentación sobre el cuerpo de Cristo que pertenecía en 1947 a la
colección de Manrique Mariscal de Gante (Burgos).
Fig. 4. Capilla de Santiago o de don Álvaro de Luna, con retablos y sepulcros, 1488-1489.
Catedral de Toledo. Wikimedia commons.
“De obra y pintura moderna y romana”. Identidades y experiencias artísticas de los maestros pintores…
51
¿Y el Maestro de Miraflores?
Bajo la personalidad del Maestro de
Miraflores55 se esconde hoy un escurridizo pintor
autor de seis tablas de un retablo de La vida de El
Bautista procedentes de la cartuja de Miraflores en
Burgos, conservadas en el Museo del Prado56 (Fig.
5).
El historiador Gudiol57 tras corregir la
hipótesis de Chandler R. Post puso en paralelo
las tablas de Miraflores con las sargas de San
Jerónimo y Santa Paula procedentes del
monasterio de El Parral y por ello le denomina
Maestro de Segovia, si bien Lafuente Ferrari y
posteriormente Can Aznar lo rebautizó como
Maestro de Miraflores58. A esta personalidad le
atribuun calogo reducido de obras como la
tabla del Santiago entronizado hoy en el Museo de
Pontevedra con procedencia del Parral y
propiedad del Museo del Prado las tablas de la
vida de San Lorenzo, hoy en el Museo de Bellas Artes
de Valencia, y el San Jerónimo en su estudio de la
colecciónzaro Galdiano, todo con un supuesto
origen en el Parral. A ello habría que sumar un
Descendimiento del Museo del Prado (inv. 1298) que
procede de Zamora y que es una copia evidente de
un original flamenco59.
La problemática denominacn del autor de las tablas de Miraflores como Maestro de
Segovia fue recalcada por Padrón Mérida, si bien su al catálogo dos tablas de carácter
narrativo de la serie de San Buenaventura San Buenaventura y La embajada cardenalicia y San
Buenaventura en oración) y otra diferente de colección particular de San Buenaventura y el Árbol de la
vida Letánico60. Del mismo modo, ponía en entredicho la atribución del San Fabián y San Sebastián,
del San Miguel y del San Juan Bautista del Museo Lázaro Galdiano.
55 Personalidad que no tenía nada que ver con el Juan Flamenco hoy Juan de Flandes, el pintor de Isabel I
de Castilla autor del desmembrado tríptico del Bautismo de Cristo cuya tabla central se conserva en la colección
Abelló de Madrid.
56 La predicacn de san Juan Bautista; La decapitación de san Juan Bautista; El Bautismo de Cristo; La Visitación; El
Nacimiento de san Juan Bautista y la detención de san Juan Bautista.
https://www.museodelprado.es/coleccion/artista/segovia-juan-de/f0c1851a-3ba9-4796-a296-
4b1b7f281142 (Consultado el 3 de febrero de 2024)
57 Gudiol, 1955: 351-352.
58 Conside sólo como obra del Maestro de Miraflores las tablas del Museo Nacional del Prado, el Santiago
peregrino sedente y El Martirio de San Lorenzo del Instituto Valencia de Don Juan y el Cristo ante Pilato del Museo
zaro Galdiano. Así, puso de relieve una conexn estilística con Petrus Christus y dudó de la atribución del
San Antonio de Padua y San Bernardino de Siena como había sido sugerida por Post años atrás. Camón Aznar,
1966: 605-607.
59 Collar de ceres, 2017: 34.
60 Padrón Mérida, 1986: 379-384.
Fig. 5. La predicación de San Juan Bautista, Maestro
de Miraflores, c. 1490-1500, cnica mixta sobre tabla,
113 x 70 cm. Museo Nacional del Prado. (P000707)
Raúl Romero Medina
52
La atribución de Díaz Padrón y Torné de la tabla del Museo del Prado La Virgen de los
Reyes Católicos (P.1260) al Maestro de Miraflores ha sido refutada y se considera hoy en día
obra del Maestro de la Virgen de los Reyes Católicos61. En 2017 Collar de Cáceres le atribuyó
un Salvator Mundi conservado en la sacristía de la parroquial de Lagartera en Toledo62.
¿Quién se esconde bajo la personalidad del llamado Maestro de Miraflores? La entonces
jefe del Departamento de Pintura Flamenca y Escuelas del Norte (1400-1600) y Pintura
Española (1100-1500) del Museo del Prado, ha reducido considerablemente el catálogo del
Maestro de Miraflores para diferenciarlo de todo lo que se le puede atribuir al Maestro de
Segovia. Así, junto a las tablas aludidas de Miraflores le suma el Santiago peregrino sedente
también en el Museo del Prado considerándolo de un momento más avanzado, las tablas
del Museo de Bellas Artes de Valencia y la Virgen con el niño de colección particular
estadounidense en la fase más madura de su estilo63. Según esta historiadora su trayectoria lo
vincula en algún momento al foco burgalés, al menos, entre 1490 y 1500, fechas en las que
se han datado las tablas procedentes de la cartuja de Miraflores. De acuerdo con Silva Maroto,
“el estilo de este maestro destaca por la simplificación de volúmenes, por el control que
mantiene sobre la composición y el modo en que representa a sus personajes, de formas
esbeltas y desproporcionadas, sumidos en sus pensamientos, como ensimismados, que le
ponen en conexión con el arte de Petrus Christus y, en mayor medida aún, con el de Dirk
Bouts”64.
En fechas recientes, Pérez Monzón y Miquel Juan señalan que cabría una identificación
de Juan Juan Rodríguez de Segovia con el Maestro de Miraflores, considerandolo como el
pintor secundario que hizo varias efigies en las calles centrales del retablo de la capilla de don
Álvaro de Luna en la catedral de Toledo65. Sin embargo, los datos documentales no permiten
situar de momento a Juan Rodríguez de Segovia con taller en Burgos, entre 1490 y 1500, con
lo que no podría ser identificado como el autor de la tablas de la cartuja de Miraflores de
Burgos y, por tanto, condiderarlo detrás de la personalidad del Maestro de Miraflores.
La personalidad artística de los pintores del entorno de los Mendoza
El contrato de 1488 del retablo para la capilla fúnebre de don Álvaro de Luna y su mujer
la condesa de Montalbán, nos enlaza con el nudo del problema que no es otro que la
personalidad artística de Juan Rodríguez de Segovia.
Cuando Loperráez cita a los maestros que aparecen en el contrato los registra como Pedro
Gumiel, escultor, vecino de Alcalá, Juan de Segovia, escultor, vecino de Guadalajara, y
Sancho de Zamora, escultor, vecino de Guadalajara66. No sabemos si el historiador pudo
tener otros datos porque si consultó la escritura notarial no hay que dudarlo porque lo
afirma esta no cita el oficio de los maestros. De hecho, Ceán Bermúdez no duda de que
su oficio era el de escultores67.
Efectivamente, Villamil se plantea si el retablo que es en su gran parte una obra de
pintura ¿cómo parece ser hecho por tres escultores y por ningún pintor?68 En este sentido,
61 Collar de Cáceres, 2017: 372-378.
62 Díaz Padrón/Torné, 1986: 5-12.
63 Silva Maroto, 1990: 645-667.
64 Silva Maroto, 1990: 645-667.
65 Pérez Monzón/Miquel Juan, 2018: 310.
66 Loperráez Corvalán, 1778: 339, nota. 3.
67 Ceán Bermúdez, 1800: tomo IV, 362 y Ceán Bermúdez, 1800: tomo VI, 24.
68 Cruzada Villamil, 1867: 75-76.
“De obra y pintura moderna y romana”. Identidades y experiencias artísticas de los maestros pintores…
53
habría que esperar siglo y medio después para que dos historiadoras, apoyadas por un
proyecto de investigación, se plantearan de nuevo la problemática de esta autoa.
Así las cosas, Pérez Monzón y Miquel Juan reconocen que el contrato registra notables
“demasías” sic. dado que la entrecomillan en alusión a la mazonea del retablo
“copiosas en mero e inusuales en su planteamiento temático. De hecho, comparan
este contrato con otros similares de la corona de Aran donde lo relativo a la mazonea
adquiere una dimensión s técnica y donde se advierte un mayor desarrollo
iconogfico69. Sorprendidas por esa cualidad quasi arquitectónica escudriñan los términos
y el léxico que en él aparecen y quieren ver la mano de un maestro versado en la geometa,
atribuyendo después en un amplio discurso argumentativo la obra al maestro Juan Guas,
que ellas relacionan erróneamente con Juan de Córdoba, el alcaide de Manzanares, que
figura entre los testigos del contrato70.
En mi opinn la complejidad léxica de los conceptos que aparecen en la concepcn
de la mazonería de este retablo es similar a la que se registra en los documentos en los que
se contratan las mazonerías de las cubiertas del palacio del Infantado. Evidentemente no
debe de sorprendernos que muchos de estos términos se asimilen con el arte de la cantería
pues, como nos recuerda Begoña Alonso, la arquitectura en estos momentos estaba por
encima de la escultura, entendida esta como ornamentación esculrica71. La diferencia
entre canteros y entalladores, lo que para Giorgio Vasari serían arquitectos y escultores,
quedaba delimitada por las jerarquías de los talleres. Como era frecuente, los canteros
daban la forma (generalmente a tras de plantillas y muestras) encargando la realización
material a mazoneros e imagineros. En el palacio del Infantado esto se ve a la perfección
en las labores del patio con diseño de Juan Guas y entalladuras de Egas Coeman.
En el contrato del retablo Luna aparecen rminos tales como “entablamento con una
copada, chambranas, claraboyas, archentea, verdugos enroscados” que pueden presentar
la misma complejidad que los utilizados con los entalladores que iban a realizar la cubierta
de mazonería de la cuadra de los Linajes algebre, claraboyas, chancharrias, florones,
verdugo entorchado”. De hecho, Miguel Sánchez y Bartolo Gara eran unos buenos
maestros mazoneros que iban a realizar las entalladuras siguiendo la muestra “que debuxó
Loreo de Trillo en un papel la qual llevan firmada de su nombre72.
Una lectura atenta al contrato del retablo de la capilla de Santiago evidencia el peso que
en el mismo tea la obra de entalladuras y mazonería que no debe quedarlo relegada a
la responsabilidad de Pedro Gumiel, sino que debe ser relacionada tambn con los
trabajos de Sancho de Zamora y Juan Rodríguez de Segovia en cualquier caso,
desligados de cualquier relación con el Maestro de los Luna o del Maestro de Miraflores,
respectivamente. Además, es evidente que estos artistas debieron tener una cierta
participación en las tablas de “historias” no debndose descartar la posibilidad de un
Gumiel pintor, como luego veremos. No obstante, la cantidad ecomica por la que se
contrata el retablo, 105.000 maravedíes, resultaa escasa e insuficiente para toda una obra
de compleja mazonería y de tablas de gran calidad73.
69 Pérez Monzón/Miquel Juan, 2018: 303.
70 Pérez Monzón/Miquel Juan, 2018: 304 y 306 y corrigiendo Romero Medina/Marías, 2023: 1-31.
71 Alonso Ruiz, 2005: 707-728.
72 AHNob, Sección Osuna_C_2334_D_0001.
73 En el retablo de Medinaceli en el que participó Juan de Segovia, las labores de mazonería ascendieron a un
total de 181.552 maravedís frente a los 220.000 maravedís que se pagaron a Hernando Rincón de Figueroa por
las pinturas. Romero Medina 2009: 357-390. A pesar de los intentos acertados de Redondo Parés, 2018: 461.479.
Raúl Romero Medina
54
Como ya advirtiera Fernando Maas la alusión en el contrato a la “ymaginea de pinsel
de muy gentiles ordenanças [del arte] nueva e de muy finas colores albrados a olio de
gentiles carmees tras floreanos acidentales e de gentiles autos e contenençias e graçiosos
rostros e extranjeros”, alude al estilo ars nova74 lo que la historiografía ha llamado
posteriormente como flamenco, sin duda borgoñón o septentrional, con un adiós a lo
hispanoflamenco al decir de Molina75.
Este fragmento es utilizado por Silva Maroto para argumentar que la promotora, la
duquesa María de Luna, exigió condiciones espeficas a unos pintores castellanos que
dean de responder a una supuesta pulsión personal por la pintura nórdica o “flamenca”.
Del mismo modo, asocia el concepto de lo “moderno o del arte nuevo más bien como
relata el contrato con los modelos que los artistas castellanos pudieron tomar de los
Países Bajos como evidentemente hizo el maestro de los Luna, que se inspiró en la
Madonna Durán de Weyden (Museo del Prado, Madrid) para la Virgen con el No y
ángeles”,76 es decir, para la Virgen de la Leche conservada en el Museo del Prado [P001289]
(Fig.6).
Resulta complicado encajar que pintores castellanos como Juan Rodríguez de Segovia
o Sancho de Zamora, por no hablar de Pedro Gumiel, desligados de la produccn del
Maestro de los Luna o del Maestro de Miraflores, fuesen capaces de tener estas altas dotes
con el pincel. Es una realidad que el contrato no nos permite delimitar qué hizo qun y
de hecho el propio Matias Weniger, apoyándose en el dibujo subyacente, ha apuntado la
posibilidad de la presencia y mano de un jovencísimo Michel Sittow77 en los paneles de
San Juan Evangelista, Santa Isabel y qui también de San Juan Bautista78 (Fig. 7). Esta
hitesis viene a complicar aún más el asunto teniendo en cuenta que este pintor no se
cita en el contrato y abria la posibilidad para pensar que las tablas pudieron ser
encargadas fuera del contrato, que, si bien menciona a la imaginea de historias, se explaya
s en las labores de mazonería.
En los análisis técnicos sobre la madera del retablo Luna realizados por Ana Carrasson
esta autora manifiesta observar un desfase entre los campos dorados de las tablas y la
pintura de las escenas que no deben vincularse con posibles desperfectos. Aunque plantea
la hipótesis de que hubiese aprendices u oficiales poco duchos, muy acertadamente apunta
a una descoordinacn entre pintores y doradores debida, quizá, a que los trabajos se
hubiesen hecho en diferentes talleres79.
En mi opinn, es la prueba científica que parece desvincular los trabajos de pintura,
dorado y bruñido sobre las mazonerías que se describen en el contrato de la labor de
pincel de algunas de las tablas realizadas por la mano de los pintores especializados que
aplicaron las “gentiles ordenaas [del arte] nueva”.
74 Marías, 1989: 266.
75 Molina Figuera, 2022: 71-95.
76 Silva Maroto, 2007: 299-334.
77 Recientemente sobre Sittow, Rojewski, 2023: 15-36.
78 Weniger, 2018: 481-500.
79 Carrassón, 2018: 353-368 y haciendo hincapié en esta casuística Kroustallis, 2018: 420-435.
“De obra y pintura moderna y romana”. Identidades y experiencias artísticas de los maestros pintores…
55
Si los datos de Juan Rodríguez de Segovia y Sancho de Zamora son escasos, no lo son tanto
para un honrrado Pedro de Gumiel (c.1460-1518), personaje de la confianza del Cardenal
Francisco de Cisneros80, aunque de escurridiza trayectoria. Mitificado arquitecto del cardenal
Cisneros81, sus inicios en el entorno de un Mendoza al servicio del cardenal don Pedro lo sitúan
junto al ya aludido pintor Diego de Ribera que trabaja en la pintura de las cubiertas del palacio
del Infantado entre el 17 de abril y el 22 de mayo de 1487 en las labores pictóricas de la
“recámara junto a la camara de las abocase(r)as”82 en las casas de don Pedro en Guadalajara, en
la collación de Santa María. Desde antes de octubre de 1492 a abril de 1493 se vincula con la
pintura de la librería del colegio de Santa Cruz en Valladolid83, probablemente con las labores
80 Castillo Oreja, 1980.
81 Marías, 2003: 187-204.
82 Archivo de la Diputación Provincial de Toledo (ADPT). Libro del Hospital. H-263.La cita en el f. 40 vº. “A
Ribera e Pedro Gomiel pintores çinco myll maravedíes para cumplimyento de los VII U D maravedís que ovieron
de aver por la obra e pintura que fisieron en la recamara junto con la cámara de las abocaseas por çedula de Juan
de Morales fecha a XXII de mayor de LXXXVII annos”.
83 “Nos el cardenal despaña arçobispo de Toledo, obispo de sigüença etc por quanto nos mandamos yr a vos
Pedro de Gumiel e ciertos oficiales vuestros a pintar la libreria de nro. collegio de Santa Cruz de Valladolid Et por
agora dicha villa de Valladolid diz que se va dañando la pestilencia e vos sería peligroso andar por ella en yr a
dormir fuera del dicho nuestro collegio. porque durante el tiempo que en la dicha villa estoviedes pintando la
dicha librería vos e los dichos vros oficiales que agora tenys o a la sazon touierdes para la dicha pintura podades
dormir dentro en el dicho nro collegio no obstante la constitucion del dicho nro collegio que en contrario de lo
susodicho sea con la qual por esta vez dispensamos quedando para adelante en su fuerça e vigor fecho en barçelona
treynta dias de octubre de noeunta e dos anos El Cardenal (rubricado) Por mandado del Rmo S. Cardenal D. Muros
secretario (rubricado)”. Rivera Manescau, 1917: 377-380.
Fig. 6. La Virgen de la leche, Maestro de
los Luna, c. 1490, técnica mixta sobre
tabla, 112 x 71 cm. Museo Nacional del
Prado. (P001289)
Raúl Romero Medina
56
de cubriciones y con la composición de los estantes en sí. Posteriores trabajos para el cardenal
Cisneros lo relacionan con la pintura en las casas arzobispales de Alcalá de Henares o con el
retablo de la Veracruz de la misma ciudad, todo ello en 1492.
¿Por qué excluir al honrado Gumiel y relegarlo a simple autor de las mazonerías del retablo
Luna? ¿Por qué un Maestro de Miraflores como Juan de Segovia y un Maestro de los Luna
como Sancho de Zamora? ¿Y un Michel Sittow pintor de la reina Isabel I? En mi opinión, los
análisis cnicos a través de reflectografías y microfotograas que aportan Pérez y Miquel lo que
demuestran para el retablo Luna es una obra de taller con el concurso de varios maestros y así
estas investigadoras entienden la ejecución de las tablas.
La ciencia experimental no debe caminar de espaldas a las humanidades, una forma de hacer
ciencia, y la historia del arte con sus fuentes y documentos tiene un poderoso caudal para apoyar
y esclarecer los alisis técnicos. La complejidad de un siglo XV donde sus artistas no pueden
ser clasificados en las categorías canónicas definidas por G. Vasari, nos invita a ser críticos con
los discursos de nuestra disciplina. En un siglo como el cuatrocientos en Castilla, donde ni
siquiera se predicaban ideas artísticas, conviene revisitar las fuentes originales para comprender
mo funcionaban los patronos y el medio artístico, más al de caer en discursos formalistas
que atribuyan obras o renombren a los artistas cuando no existen documentos que así lo avalen.
A modo de conclusión: el problema sigue sin resolverse
En 1992 ya señalaba J. Brown que, aunque Michel Sittow y Juan de Flandes fueron los
pintores más refinados de la corte de Isabel I, su producción supuso una nima parte, pues la
mayoría de las obras conservadas estuvo en manos de artistas españoles84. Unos artistas hispanos
que no frecuentaron el género del retrato y que centraron su producción en los retablos que se
ejecutaban de forma colectiva, en los que el maestro se limitaba a dibujar las composiciones
delegando la mayor parte de su realización en los ayudantes del taller.
Mientras la investigación científica no permita avanzar en el conocimiento es s prudente
seguir profundizando en las figuras de Pedro Gumiel, Sancho de Zamora o Juan Rodríguez de
Segovia sin atribuirles otras personalidades. De hecho, detrás del Maestro de Miraflores o del
Maestro de los Luna, como un poco antes del Maestro de Sopetrán, se esconden artistas que
hoy en día no han sido aún documentados. A pesar de que los estudios científicos realizados
sobre las tablas que se les atribuyen, en dibujos subyacentes, líneas o trazos, permitan elucubrar
con paralelismos, no disponemos de contratos s bien de traslados posteriores y parciales
que justifiquen autorías, más allá deltulo de pintor con el que seadorna” a muchos de ellos.
En un mundo como el del siglo XV, los oficios artísticos no pueden entenderse como
categorías definidas como lo pretendió Vasari y como el Romanticismo lo ponderó pues
los maestros trabajaban siguiendo los usos y las costumbres basadas en la tradición castellana.
Unas costumbres que hacían que un determinado oficio integrara diversas artes, no es de
extrañar, por tanto, que un maestro incorporarse las artes de la cantería y de la carpintería o de
esta última y de la pintura. Incluso, todavía en 1518, nos encontramos estas indefiniciones, no
tanto en un Juan de Borgoña como encargado de pintar los escudos del coro de la catedral de
Barcelona de los caballeros que iban a ser distinguidos con la imposición del Toisón de Oro,
sino más bien con un arquitecto como Antoni Carbonell (c. 1477-1558) a las órdenes de un
italianizado Bartolomé Ordoñez aplicando entalladuras platerescas en el mismo coro catalán85.
Esta versatilidad es la que muestran un Pedro Gumiel, mitificado arquitecto del Cardenal
Cisneros, honrado personaje, vinculado a obras pictóricas o un Lorenzo Vázquez de Segovia,
alarife en obras de froga y madera. Una realidad frecuente en el ámbito hispano que no aplica a
84 Brown, 1992: 122.
85 Carbonell i Buades, 2000:117-147.
“De obra y pintura moderna y romana”. Identidades y experiencias artísticas de los maestros pintores…
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artistas extranjeros, pues Juan de Borgoña, Juan de Flandes o Michel Sittow sólo se vinculan al
oficio de pintor.
En mi opinión, no parece factible que el Juan Rodríguez de Segovia, con residencia y taller
en Guadalajara, fuese el Maestro de Miraflores con taller en Burgos, no hay ningún documento
ni testimonio histórico que lo justifique. Lo mismo ocurre con el Sancho de Zamora como
Maestro de los Luna. La presencia de Gumiel, Zamora y Rodríguez de Segovia en el retablo de
la capilla de Santiago de la catedral de Toledo documentados en un contrato parcial objeto
de un traslado posterior no permite avanzar mucho s, por lo que el problema sigue sin
resolverse.
Raúl Romero Medina
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Anexo
Documento 1
1492, abril, 11.- Guadalajara. Cuenta que se hizo con el maestro Juan Rodríguez de Segovia por la labor
de pintura y dorado que hizo en los corredores altos y bajos del palacio del Infantado. AHNob. Sección
Osuna_C_2334_D_0001.
(Cruz)
Cuenta de Juan Rodríguez de Segovia
(calderón) Por los tres corredores altos y baxos. CC U
(calderón) Por dorar botoncillos. XIIII U
(calderón) Para lo acresçentado. XXIII U
CCXXXVII U
(calderón) Para depósito de la moneda forera. C U
(calderón) En Alonso Sánchez. XXX U
(calderón) En Fernando de Castro. XX U
(calderón) Que le pago al tesorero. LXXXV U DCCCCXXXVII
(calderón) En los botoncillos. IIII U
CCXXXIX U DCCCCXXXVII
De los dos libramientos que se testaron los maravedís de pago LXXXV U
DCCCCXXXVII
(Cruz)
En honze días de abril de noventa annos y dos annos en presençia de Pero Luys
hizieron cuenta el thesorero Diego Françés et Juan Rodríguez de Segovya de los
maravedís que el dicho Juan de Segovya avýa reçibido para la pyntura de los corredores
altos y baxos de las casas de su sennoría con lo acreçentado desde veynte días de abril
del anno de ochenta y quatro hasta dose de disiembre de ochenta y çinco annos con
diez myll maravedís que resçibió de la muger del dicho thesorero estando en la Vega
quando fue con su sennoría a Loxa ochenta y çinco myll y nueveçientos y treynta y
syete maravedís va entre renglones o diz avya resçebido no le enpezca.
Es la quntýa ochenta e çinco myll e nueveçientos e treynta y siete maravedís y lleve yo
el dicho Juan Rodríguez tres medios plygos de que tenýa dados cartas de pago en ellos
de estos mysmos maravedís e más dos libramyentos que no valía nada las cartas de
pago de ellos porque aquellos están en los mysmos medios plygos contados y llevo los
dichos medyos plygos para Reneallos.
Juan Rodríguez de Segovia. (rúbrica) Por testigo Pero Luys. (rúbrica)
En esta cuenta de suso no se cargaron a Juan Rodríguez quatro myll maravedís que el
thesorero le cargaba porque dize que su sennoría se los avía mandado descontar de su
cuenta de lo que avía de aver para la dicha pyntura e el dicho Juan Rodríguez dixo que
no los reçebiría en cuenta ni daría carta de pago de ellos, queda esto para que su
sennoría mande en ello lo que fuere su serviçio.
“De obra y pintura moderna y romana”. Identidades y experiencias artísticas de los maestros pintores…
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