Adrián Panadero Luna
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Nuevas aportaciones: conversaciones con Paloma de la Cruz
Teniendo en cuenta que nos encontramos ante una artista emergente, no es de extrañar
la escasa bibliografía existente con respecto a su producción. Es por ello que consideramos
necesario contactar con ella para realizar una entrevista personal; con la información
extraída de la misma, se pretende contribuir al crecimiento del material bibliográfico
riguroso relativo a su figura. De este modo, ha sido posible aportar algunos datos inéditos
acerca de su obra, sus procesos creativos, los materiales que utiliza o el porqué del
predominio de determinada gama cromática, entre otras cuestiones.
La pertinente conversación, que tuvo lugar el 7 de febrero de 2022, comienza indagando
en el origen del vínculo entre la artista y la disciplina cerámica. De la Cruz expresa que
“todos tenemos una relación especial con el barro”, remontándose a esa toma de contacto
infantil y primaria en la que “nos manchamos las manos con él” por primera vez. Desde
que su interés artístico floreció, su producción se ha encontrado siempre estrechamente
vinculada a la corporalidad y sus posibilidades, unas ideas que, para ella, no encontraban
su nicho en la pintura; ello no es de extrañar, pues reflexionar acerca de algo tridimensional
y tangible como es el cuerpo humano encuentra un abanico de infinitas posibilidades en
procesos creativos que puedan ser ejecutados en tres dimensiones. Fue a raíz de su
asistencia a clases de escultura cerámica cuando, al tener oportunidad de trabajar
directamente con la tierra, se dio cuenta de que podía “cortar, manosear, amasar, manchar
y modelar” para la elaboración de sus piezas. Mediante el descubrimiento de ese íntimo
vínculo, comienza a sentir la pulsión de desarrollar un código propio y personal con la
cerámica, preguntándose “¿hay algo más parecido al cuerpo, a la carne, que el barro?”.
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Al mencionar la gama cromática que impregna su obra, la artista afirma
instantáneamente que esta no es en absoluto fortuita. Para ella, el color (morado-rosa-rojo)
remite a la piel, propia y ajena, trascendiendo así la mera elección estética para convertirse
en un elemento narrativo, autónomo en sí mismo. Se trata de tonalidades que, además de
evocar a la corporalidad, nos dirigen directamente hacia una exploración de las emociones
y vivencias que habitan intrínsecas en la carne. Además, añade que “son los más vinculados
a un imaginario textil perteneciente a la lencería y al encaje en el que me inspiro, haciendo,
por tanto, que se genere una nueva epidermis de esmalte que recubra al barro pero que
deje entrever su crudeza”.
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Si bien en algunos de sus proyectos pueden encontrarse inspiraciones directas como,
por ejemplo, el ya mencionado Marcel Duchamp con su Objeto-Dardo, Paloma destaca como
a una de sus máximas referencias a la artista Adriana Varejao (1964), considerándose
“enamorada de su obra”. Acerca de ella, pone en valor el modo en el que bebe de la
tradición cerámica y de la azulejería portuguesa para el desarrollo de su pintura. Destaca
también en el imaginario de sus referentes Dalila Gonzalves (1982), de la cual señala
especialmente una intervención urbanística en la que cubre piedras de la calle con azulejos
cerámicos adaptados a su forma.
Con respecto a su proceso creativo, el primer paso a seguir se encuentra íntimamente
ligado a la concepción del espacio. De la Cruz afirma que “trabajar con la idea de cuerpo
arquitectónico hace indispensable el hecho de pensar en el lugar, en cómo van a funcionar
las piezas en ese espacio, en el recorrido que va a hacer el cuerpo del espectador cuando se
enfrente a ellas”.
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Para ella, el espacio determina el discurso, por lo que, si se mantiene la
esencia del mismo, aunque la pieza se traslade a otro escenario, es ella “la que contextualiza
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Entrevista personal realizada a Paloma de la Cruz el día 07/02/2022.
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Entrevista personal realizada a Paloma de la Cruz el día 07/02/2022.
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Entrevista personal realizada a Paloma de la Cruz el día 07/02/2022.