Ignacio Gil-Díez Usandizaga
246
Objetivos
La obra gráfica de Luis Palao (1863-1930), pese a la trascendencia de su trabajo en el ámbito
de la ilustración para niños, ha sido poco atendida y, en general, minusvalorada.
Su biografía artística, esencial para entender el sentido y las implicaciones de su producción,
suele presentarse con una importante ausencia de datos y algunos errores notables.
Este artículo busca clarificar gran parte de esta trayectoria, al aportar una mayor precisión
en algunos momentos esenciales de su formación, así como las relaciones con los editores y
medios de comunicación con los que el artista trabajó. Además, al poder contar con originales
que sirvieron para realizar ilustraciones en la editorial Sopena, se analiza el sentido plástico de
las mismas y la orientación estética que determina su resultado final. Biografía y técnica artística
son pues dos objetivos iniciales del presente trabajo.
De la ingente producción de Palao como ilustrador, aquella que el artista aragonés dedicó a
la representación de animales humanizados ocupa el otro gran interés en el presente texto.
Partiendo del origen de este género animalístico en las publicaciones dedicadas a la infancia,
se analiza la influencia foránea más notable de su empleo en España y sus principales
representantes. El análisis se centra en el carácter simbólico de estas imágenes en relación con
los textos que las acompañan. Además, se pretende caracterizar el modo en el que un ilustrador
como Palao, con su bagaje y formación, alcanzó interesantes y exitosos resultados en un género
tan determinado dedicado a un público tan particular.
Querer ser artista
La mayoría de los artistas plásticos cuya formación académica concluyó en las postrimerías
del siglo XIX perseguían triunfar siguiendo un mismo itinerario. Este consistía en darse a
conocer en las exposiciones, a poder ser del ámbito madrileño, obtener una plaza de
pensionado, preferentemente en Roma, y tener un estudio desde el cual trabajar en los géneros
que gozaban de popularidad entre la clientela de su tiempo -el retrato, el paisaje, la pintura de
historia, las escenas de costumbres- y, como novedad, la pintura de tema naturalista que
reflejaba, de un modo edulcorado, la situación de las clases sociales más desprotegidas
fue un escultor formado en las academias de San Carlos
de Valencia y San Fernando de Madrid que, al ser nombrado en 1851 catedrático de escultura
de la de Bellas Artes de Zaragoza y, más tarde, académico en la de San Luis de esa misma
ciudad, unió para siempre su trayectoria vital a la capital aragonesa. Su hermano Carlos Palao
Ortubia (Zaragoza, 1857-Zaragoza, 1934)