, aunque con un uso generalmente aplicado a la
autoconstrucción de viviendas de reducidas dimensiones, con carácter normalmente
temporal y apreciadas por su bajo coste, útiles en momentos de crisis económicas y/o
dificultades de financiación hipotecaria.
Ya en el tercer milenio, y paradójicamente pese a sus avances, existe cierta dificultad física
y conceptual a la hora de darle a la paja una longevidad y valor intrínseco que la haga óptima,
entre otras razones porque en poco se asemejan las demandas actuales de la arquitectura a
las de cualquier periodo pretérito. No obstante, la paja no tiene por qué ser opacada en sus
usos, por más que existan materiales alternativos que puedan ofrecer un resultado igual o
más eficaz. Además, es difícil que pueda encontrarse alguno que compita con ella en términos
de accesibilidad, pues está disponible en todos los rincones del planeta en los que se practica
la agricultura. Así las cosas, entre los objetivos pretendidos por este texto destacarían la
reivindicación de compuestos tradicionales como la paja en el contexto internacional de la
arquitectura actual; la confirmación de sus valores técnicos (energéticos, higroscópicos,
ecológicos, de sostenibilidad, biodegradación, capacidad de aislamiento, accesibilidad,
transpirabilidad, facilidad de uso, flexibilidad, resistencia, durabilidad…), que los hacen
equiparables o, incluso, superiores a otros materiales de construcción más extendidos en el
siglo XXI y, por último, la percepción invariable de la paja como componente expresivo,
emocional y sensorial que, si bien conocida desde antiguo, es revisitada en nuestro tiempo
con el afán tanto de hacer reverdecer las tradiciones vernáculas y de actualizar en el tercer
milenio los valores ancestrales de su empleo constructivo como de conectar estos valores
con un presente tecnificado y globalizado.
Métodos y criterios de selección
Visto con perspectiva historiográfica, resulta paradójico que en el siglo XXI se considere
rupturista un edificio construido con paja y que esta sea patrocinada como ejemplo de
compuesto poco convencional. Sí es factible categorizar estas iniciativas como exponentes
de una nueva arquitectura vernácula, mas referenciarlas como epítome de constructiva radical
resulta, cuando menos, sorprendente. Sin embargo, de esa excepcionalidad, de su falta de
reiteración o frecuencia da cuenta la abundancia de ejemplos temporales, efímeros. Por su
morfología, tamaño y presencia, o por todo ello al mismo tiempo, son presentados por sus
autores como posibilidad antes que como realidad, con el objetivo de abrir vías de
experimentación que puedan (o no) fructificar en el futuro. No en vano, son constantes en