Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte, 13, 2024, pp. 63-77, ISSN: 2255-1905
LA IMAGEN ESCULTÓRICA DE LA VIRGEN EN PEDRO
MILLÁN, JORGE FERNÁNDEZ Y SUS RESPECTIVOS
CÍRCULOS. ESTADO DE LA CUESTIÓN, REVISIONES
Y NUEVAS ATRIBUCIONES
FRANCISCO JESÚS FLORES MATUTE
Universidad de Málaga (España)
Fecha de recepción: 14/05/2024
Fecha de aceptación: 12/11/2024
Resumen
El mayor conocimiento que cada vez se tiene sobre la poética, estética y técnica de
escultores del foco sevillano de escultura de finales del s. XV y principios del s. XVI
como Pedro Millán o Jorge Fernández, nos permite atribuir una serie de esculturas de
la Virgen María con el Niño -generalmente localizadas en Andalucía- a estos autores o
sus círculos cercanos, así como matizar o corregir antiguas atribuciones que algunas de
estas imágenes tenían, actualizando y acrecentando con este estudio los catálogos de
ambos artistas. Palabras clave
Pedro Millán; Jorge Fernández; Escultura; Siglo XV; Siglo XVI.
THE SCULPTURAL IMAGE OF THE VIRGIN IN PEDRO MILLAN,
JORGE FERNANDEZ AND THEIR FOLLOWERS. STATE OF THE
MATTER, REVISIONS AND NEW ATTRIBUTIONS
Abstract
The greater knowledge that is increasingly available about the poetics, aesthetics and
technique of sculptors from the Sevillian sculpture focus of the late 15th century and
early 16th century as Pedro Millan or Jorge Fernandez, allows us to attribute a series of
sculptures of the Virgin Mary with the Child -generally located in Andalusia- to these
authors or their close circles, as well as qualify or correct old attributions that some of
these images had, updating and increasing the catalogs of both artists with this study.
Keywords
Pedro Millan; Jorge Fernandez; Sculpture; 15th century; 16th century.
Francisco Jesús Flores Matute
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Introducción
Los estudios de la escultura tardogótica y de transición hacia el Renacimiento realizados en
los últimos años en Andalucía han permitido perfilar con precisión los principales estilemas y
grafismos esticos y morfológicos de escultores tales como Pedro Millán o Jorge Ferndez,
baluartes indudables, junto al borgón Lorenzo Mercadante de Bretaña, del importantísimo
foco de escultura sevillano nacido a mediados del s. XV, precisamente con el enriquecimiento y
edificación de la catedral gótica de dicha ciudad.
Gracias a dichos estudios, se ha podido construir un catálogo coherente de estos autores, si
bien todavía se encuentran abiertos a nuevas inclusiones, como veremos, a través de piezas que,
por su situacn geográfica algo alejada del referido foco no han sido consideradas o, si lo han
sido, podrían proponerse matizaciones o nuevas reatribuciones. Es lo que nos planteamos
ejercer en este artículo, presentando una serie de esculturas marianas hasta la fecha inéditas o
desapercibidas para la historiografía que pueden asignarse, si no a los obradores de los escultores
dichos -esto es: Pedro Millán y Jorge Ferndez- a sus círculos cercanos, debido a la dificultad
que algunas de las referidas piezas, por su estado de conservación actual producto de reformas
e intervenciones durante la Edad Moderna y Contemponea- suponen para una mejor
adscripción a los primeros.
Para ello, dividiremos este artículo en dos epígrafes, en referencia a los dos artífices tratados,
donde desarrollaremos brevemente su biografía y catálogo no completo, pero sí
representativo- para adentrarnos, seguidamente, en la presentación de las nuevas piezas
marianas asignables a ellos y su respectiva argumentación de atribución.
Pedro Millán y su rculo. Atribución de algunas imágenes de la Virgen al mismo
Pedro Millán es un escultor que, partiendo de una influencia de las formas estéticas franco-
flamencas introducidas en Sevilla por Lorenzo Mercadante conseguirá crear obras de una
entidad estética plenamente reconocible gracias a una tamización de dichas formas con el sentir
propio hispano. Del mismo no sabemos nada sobre su procedencia de nacimiento y formacn
temprana, si bien, por lo que podemos intuir en su produccn artística, quis fuera discípulo
de alguno de los seguidores inmediatos de Mercadante. En cualquier caso, es una mera
suposición, ya que Millán también podría tratarse de un artista extranjero que, una vez afianzado
en Sevilla, imbricara en sus piezas ciertos matices propios del gusto escultórico local.
Por algunos documentos de índole personal, se infiere que Millán hubo de nacer en torno a
1450 ó 1455, que se ca dos veces, teniendo tres hijos -que no siguieron su profesión
1
- y que
hacia 1489 debía ser un escultor de buena fama en la ciudad, si bien no es hasta 1506 cuando se
tiene la única constancia documental de un encargo escultórico
2
y prácticamente desaparecido,
como veremos-. No obstante, mucha de su obra conservada se encuentra firmada en lugares
visibles de la pieza por él mismo, lo cual, por otra parte, es indicativo de cómo, a nivel social,
Millán se aleja de la consideracn del escultor como artesano medieval y se muestra orgulloso
de su trabajo y prestigio, lo cual lo acerca al sentir de los artistas del Renacimiento.
Entre sus obras documentadas (ya sea por fuentes textuales o por encontrarse autógrafas),
las s antiguas serían los dos profetas que realizó para la portada del Bautismo, siguiendo la
empresa inconclusa que recayera en Lorenzo Mercadante de dotarla de esculturas, seguida de
su importantísima Virgen del Pilar, realizada en terracota a tamo natural (fig. 1) y presidiendo
la que se la capilla de enterramiento de la familia Pinelo en 1509. Por tanto, la imagen fue
ejecutada con anterioridad, barajándose el o de 1500 o poco después. En 1506 el canónigo
Pedro Pinelo, mayordomo debrica de la catedral, contrata a Miln para hacer 28 estatuas de
1
Hernández, 2014: 269.
2
Pérez-Embid, 1973: 38-40.
La imagen escultórica de la Virgen en Pedro Millán, Jorge Fernández y sus respectivos círculos.
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barro cocido en un plazo de dos meses y medio. La crítica mantiene que dicho contrato hace
referencia a las esculturas destinadas a adornar el cimborrio primitivo del conjunto
metropolitano, que se venda abajo pocos os después. De este ha llegado a nuestros días una
imagen de Santiago el Menor, de poco más de dos metros de altura3.
Entre 1485 y 1503, Miln hubo de realizar tres monumentales conjuntos en terracota: la
Lamentación sobre Cristo muerto, el Entierro de Cristo y Cristo varón de dolores, destinados a dotar el altar
de la capilla de San Laureano de la catedral a favor del racionero Antonio Imperial4. Al o
siguiente, en 1504, habría de ejecutar una serie de medallones y ángeles cemicos vidriados para
la portada del sevillano monasterio de Santa Paula, en colaboración con Niculoso Pisano5.
Finalmente, se conserva un bellísimo San Miguel autógrafo, procedente del convento ecijano
de Santa Florentina y actualmente en la coleccn del Victoria and Albert Museum6, del que no
se puede precisar fecha aproximada de ejecucn. Lo mismo ocurre con otras imágenes que se
le atribuyen con total certeza y seguridad por parte de la historiografía especializada, tales como
la Virgen de la Rosa, realizada en terracota y presidiendo la hornacina de la portada de la parroquia
de Chipiona (Cádiz)7 (fig. 1), la Virgen del Rosario de Écija8 (fig. 1), cuyo Niño Jes presenta
enormes afinidades con el que sostiene la Virgen del Pilar de la catedral sevillana, si bien esta
escultura presenta un discurso dialéctico en general más clásico y tendente al naturalismo que
anuncia el Renacimiento; Santa Inés, tallada en madera y guardada en la clausura del sevillano
convento de nombre honimo9, el Cristo atado a la columna del museo de Bellas Artes de Sevilla,
realizado en terracota y procedente de la parroquia de Santa Ana de dicha ciudad y el del mismo
tipo iconográfico del convento de Santa Cruz el Real de Segovia10 y el Crucificado del Buen Fin de
3 Gestoso, 1884: 23-25.
4 Morón, 1994: 299.
5 Pérez-Embid, 1973: 52, 67-73.
6 Entre medio, perteneció al coleccionista José de Irureta Goyena (Gestoso, 1884: 45).
7 Ceballos, 2011: 163-178.
8 Hernández, 2014: 285. García/Martín, 2018: 115.
9 Pérez-Embid, 1973: 65-67. Hernández, 2014: 286-287.
10 López, 1987: 189-192.
Fig. 1. A) Virgen del Pilar (catedral de Sevilla); B) Virgen de la Rosa (Chipiona); C) Virgen del Rosario (Écija);
D) Virgen de las Huertas (Puebla de los Infantes); E) Virgen de las Nieves (Alanís); F) Virgen del Socorro (Teba);
Pedro Millán y/o su círculo, 1490-1510. Foto/Fuente: Wikipedia, Jes pez Alfonso, María del Valle
Rodríguez Lucena, IAPH y Fototeca de la Universidad de Sevilla.
Francisco Jesús Flores Matute
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la parroquia de Consolación de El Pedroso (Sevilla), que sirve de modelo paradigmático a la
hora de haberle asignado al taller de Millán otros tantos crucificados11.
Por otro lado, de algunos de sus discípulos directos podrían haber salido una serie de
imágenes de desigual afinidad con los modelos más claramente millanescos y entre sí mismas,
lo cual nos indicaría distintas manos. Entre estas, destacamos a la Virgen de las Huertas de la
Puebla de los Infantes (Sevilla) (fig. 1), que llegó a ser asignada a Jorge Fernández Alen pero
que nosotros, como otros autores12, la vemos mucho más cercana a la órbita de Millán, habida
cuenta, no solo del porte general de la escultura, sino también porque la cara de la Virgen
presenta numerosos grafismos propios de la estatuaria de este autor que no poseen las de Jorge
Fernández, como veremos posteriormente (fig. 2). Su Niño Jesús, igualmente, exhibe un
característico peinado cuyo distintivo más señalado son los mechones sobre la frente
conformados por dos guedejas en punta, en forma de “W”, que también repetin los divinos
infantes de las numerosas esculturas marianas que han sido asignadas o que nosotros así lo
haremos- al círculo de Pedro Millán.
Junto a la pieza puebleña, tenemos otras dos obras, desgraciadamente destruidas en 1936,
que también parecen mostrarse muy cercanas a este escultor, las cuales son la Virgen de las Nieves
de Alas (Sevilla) (fig. 1) y la Virgen del Socorro de Teba (Málaga) (fig. 1). En ambos casos, los
Niños Jesús presentan los dos referidos mechones sobre la frente en forma de “W”, como el de
la Virgen de las Huertas. Por contra, a nuestro parecer tienen un aplomo gotizante mucho más
marcado que la de la Puebla de los Infantes, debido a la talla de sus tejidos con gruesísimos
plegados.
11 Pleguezuelo, 1981: 75-83. Herndez, 2014: 270-282.
12 Herndez, 2014: 285.
Fig. 2. Comparativa de rostros de Santa Inés, Virgen del Pilar, San
Miguel, Santa María la Coronada (San Roque), Santa María de la Victoria
(Málaga) y Virgen de las Huertas (Puebla de los Infantes), Pedro Millán
y/o su círculo, 1488-1510. Foto/Fuente: Francisco Jes Flores Matute,
Victoria and Albert Museum e IAPH.
La imagen escultórica de la Virgen en Pedro Millán, Jorge Fernández y sus respectivos círculos.
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Junto a estas últimas desaparecidas, nosotros emparentamos con el círculo directo de este
escultor a Santa María la Coronada, patrona de San Roque (Cádiz), a Santa María de la Victoria,
patrona de Málaga, a la Virgen de la Aliseda de Cumbres de San Bartolomé (Huelva), a la Virgen
de Gracia de la parroquia de Santiago de Écija (Sevilla) y a la Virgen de los Remedios de la catedral
malacitana.
La primera ha sido muy transformada por ser revestida (o quizás, completa y directamente
vestida) pero deja visibles la cabeza y manos originales, así como su Niño Jes primigenio. La
cabeza, a pesar de tener retalladas las cuencas oculares para colocarle ojos de cristal y el claro
repinte que exhibe, algo burdo, puede compararse con otras piezas de Pedro Millán y su círculo
directo y comprobar las extraordinarias analogías que muestra con estas, como el mentón algo
pronunciado, la nariz gruesa, la boca fina de talla algo esquemática y el peculiar y muy
característico “cuello millanesco”, con los músculos esternocleidomastoideo bien marcados,
pronunciando el hoyuelo en su unión con los pectorales y la masa tubular sobre estos y bajo el
mentón que dan lugar a un cuello de perfil sinuoso y amorcillado (fig. 2). Su Niño Jesús, por
des, muestra el referido peinado con los dos mechones sobre la frente en forma de “W” de
las obras que podrían ser realizadas por los discípulos de Millán, si bien es cierto comprobar
mo la cabeza y la actitud de bendecir con una mano y el orbe en la otra, es cercana a la del
mismo personaje de la catedralicia Virgen del Pilar de Sevilla, en contra de las citadas imágenes
infantiles de sus probables y anónimos discípulos o salidas de su taller, que se muestran en
actitudes más joviales y cercanas con la Virgen.
En cuanto a Santa María de la Victoria (fig. 3), si bien ya era relacionada con la Virgen del Socorro
de Teba (Málaga)13 -por sus evidentes analogías de estilo y formales- había sido correspondida
a Jorge Fernández Alemán o su círculo más inmediato por ser comparada con obras como Santa
Maa la Mayor de Pilas (Sevilla), la Virgen de la Aliseda, patrona de Cumbres de San Bartolomé
(Huelva), atribuidas a este último o la imagen de la Virgen de la escena de la Epifanía del retablo
mayor de la catedral de Sevilla, realizada sin duda por el referido escultor14. Sin embargo, un
análisis s profundo de la escultura, y con los nuevos conocimientos que tenemos hoy a
sobre la obra mariana de Jorge Fernández que veremos seguidamente- nos alejan esta
emblemática obra malagueña de la atribución propuesta y mantenida hasta ahora. Y es que, a
pesar de los retoques que mantiene la imagen, como la retirada parcial del velo que cubría mayor
cantidad de la testa o la encarnadura barroca, podemos comprobar cómo, por ejemplo la cara,
el punto focals claramente característico en la produccn millanesca, presenta una cantidad
nada desdeñable de analogías como para no tener en cuenta la posibilidad de que la Virgen de la
Victoria pertenezca, en efecto y como mínimo, al círculo más cercano y próximo a Pedro Millán.
Ciertamente, si relacionamos su cara con las de obras de este escultor como la Virgen del Pilar
de la catedral sevillana, la Santa Is del convento homónimo de dicha ciudad o el San Miguel del
Victoria and Albert Museum, así como con la anteriormente referida Santa Maa la Coronada de
San Roque o la Virgen de las Huertas, podemos ver las extraordinarias concomitancias formales y
morfológicas presentes: boca, nariz, arqueamiento de las cejas, la distribución proporcional de
los volúmenes anatómicos, el identitario “cuello millanesco”, etc. (fig. 2). Igualmente, el cuerpo
presenta unos pliegues caractesticos en distribución y forma de la órbita de este artífice, si bien
s redondeados, desconocemos si precisamente por ser una pieza más cercana al incipiente
naturalismo renacentista o por haber sido suavizados en reformas posteriores de la Edad
Moderna. De entre estos, dignos de destacar son la distribución de los pliegues textiles en el
bajo de la nica, cayendo a plomo o las del escote, pues se aprecia bien la similitud de estos con
los de la sevillana Virgen del Pilar. Por desgracia, la primigenia imagen del Niño Jesús se perd
13 Villanueva, 2008: 527.
14 Romero, 2006: 512-513. Sánchez, 2021: 13.
Francisco Jesús Flores Matute
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en las numerosas reformas visuales y esticas que el conjunto escultórico padeció durante los
siglos XVI al XIX, la cual nos abría aportado más información sobre la paternidad artística de
la efigie.
Esta imagen es, además, de las pocas aquí estudiadas que puede fecharse en un tramo muy
concreto, específicamente entre 1488 -poco después de la conquista de la ciudad de Málaga por
parte de los Reyes Católicos en agosto de 1487- y 1493, año este último en el que se menciona
la efectiva existencia de la Virgen en dos documentos. El primero es una Real Cédula de los
Reyes Calicos al corregidor de Málaga, el bachiller Juan Alonso Serrano, firmado en Barcelona
el 25 de mayo de 1493. En este se menciona la presencia de “la ermita de Santa María de la
Victoria, de que le hicimos merced (los reyes al referido corregidor)”15.
El segundo documento es otra Real dula de los monarcas, en esta ocasión firmada en
Zaragoza el 30 de septiembre de 1493 y donde también se reitera la existencia de la “Casa de
Santa María de la Victoria, que en esa ciudad (Málaga) le mandamos diputar para comienzo de
su Orden (se refieren a la de los mínimos al frente de fray Bernal Boyl)”16. Por último, el mínimo
fray Lucas de Montoya, en su Crónica General de la Orden de los mínimos (1619), recoge el dato,
entre otros orígenes de la imagen s legendarios que ciertos, de que la misma fue mandada
hacer por los Reyes Católicos17 presumiblemente como exvoto por la conquista de la ciudad,
15 Montoya, 1616, Lib. 1: 404-405.
16 Montoya, 1616, Lib. 1: 406.
17 Montoya, 1616, Lib. 1: 401. Sánchez, 2021: 10. Aprovechamos para agradecer enormemente al Dr. Juan Antonio
Sánchez López el habernos puesto en conocimiento esta obra.
Fig. 3. Santa María de la
Victoria, rculo de Pedro Millán,
1488-1493, santuario honimo,
laga. Foto: Francisco Jesús
Flores Matute.
Fig. 4. Virgen de Gracia, círculo
de Pedro Millán, ca. 1500,
parroquia de Santiago, Écija. Foto:
María del Valle Rodríguez Lucena.
Fig. 5. Virgen de los Remedios,
rculo de Pedro Millán, 1490-
1510, catedral, laga. Foto:
Francisco Jesús Flores Matute.
La imagen escultórica de la Virgen en Pedro Millán, Jorge Fernández y sus respectivos círculos.
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de ahí que le erigieran su ermita donde situaron su campamento- lo cual cercioraría la realización
de la Virgen justo desps de la toma delaga y no antes, tal y como otras procedencias más
legendarias plantearían como que fue un regalo del emperador Maximiliano a los monarcas
españoles o que acompañaba a los ejércitos reales durante la campaña de conquista del Reino
de Granada18-.
Muy parecida a Santa María de la Victoria, aunque de forma más burda y esteriotipada, por
lo que consideramos a la primera como el modelo primerizo y paradigmático, localizamos a
la anteriormente referida Virgen de la Aliseda de Cumbres de San Bartolomé, atribuida en el
pasado igualmente a Jorge Fernández19. Asimismo, más próxima formal y estéticamente a la
malagueña, según nuestro parecer, se encuentra la Virgen de Gracia de la parroquia de Santiago
de Écija, acertadamente asignada al círculo de Millán y fechada en torno al año 150020 (fig.
4).
Finalmente, de la Virgen de los Remedios de la catedral de Málaga (fig. 5) podemos destacar
el canon proporcional alargado de todo su cuerpo, muy propio de Millán, como podemos
comprobar en su Virgen del Pilar sevillana, de la Rosa de Chipiona o la del Rosario de Écija.
Como en estas tres, también muestra sus zapatos, si bien sus ropajes, con los característicos
pliegues rotundos y pesados, son bastante más aproximados a los de la imagen ecijana que a
los de las otras esculturas marianas de Millán, incluidas las realizadas previsiblemente por sus
discípulos o su taller como la del Socorro de Teba o la de las Nieves de Alanís. Por lo demás,
muestran una ejecución más esmerada y estudiada en su dibujo que la que presenta, por
ejemplo, la Virgen de las Huertas de La Puebla de los Infantes (Sevilla). Su Niño Jesús, por otro
lado, posee un cuerpo excesivamente rotundo y un trazado de sus pliegues burdo y simple.
La cara del infante, sin embargo, es parecida a la del análogo de la Virgen del Pilar de Sevilla,
si bien no posee el mismo tipo de peinado que este ni que los otros Niños Jesús del círculo
cercano de Millán, con el comentado característico mechón en forma de “W” sobre la frente
de estos.
En cuanto a la cabeza de la propia Virgen, parece guardar similitudes con la del Rosario de
Écija, si bien ha sido bastante retallada en el s. XVIII, incluido su pelo, excepción hecha de
dos largas guedejas que caen por detrás de los hombros y perfilan la silueta de la imagen (que
es plana por detrás). Por lo demás, los referidos mechones se muestran muy parecidos en su
dibujo sinuoso a los que presenta enmarcando el rostro de Santa María de la Victoria, de la
misma ciudad.
Por último, cabe la posibilidad de que esta imagen se tratara de la escultura mariana con
igual advocación que se veneraba en la parroquia de los Santos Mártires de Málaga y que
pertenecía al patrimonio de la familia Bastardo de Cisneros, la cual aseguraba reiteradamente
a lo largo de los siglos, que fue un regalo de los Reyes Católicos a su ascendiente, el capitán
Hernán González Bastardo de Escandón21. Habría llegado a la catedral a finales de la primera
mitad del s. XIX, a través del racionero de dicho templo, José Bastardo de Cisneros y
Melgarejo, hermano de Francisco, propietario de la Virgen por ser el titular del mayorazgo
familiar, heredándola al romperse la referida dignidad de primogenitura por morir este último
18 Montoya, 1616, Lib. 1: 401.
19 González/Carrasco, 1981: 425-426.
20 Hernández, 2014: 286.
21 Reder Gadow, 2007: 52-53. Igualmente se menciona dicho dato en: Archivo Díaz de Escovar (ADE), caja
135, Novena sacratísima a la Gloria de la misma Gloria…, Málaga, Imprenta de la dignidad episcopal de la Santa
Yglesia Catedral, en la Plaza, 1754, pp. 36-40. Asimismo en el testamento del último titular del mayorazgo de
la familia, Francisco Bastardo de Cisneros y Melgarejo: Archivo Histórico Provincial de laga (AHPM), leg.
3703, ff. 548r-552v.
Francisco Jesús Flores Matute
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sin descendencia22 y de ahí, la habría depositado el eclesiástico en el principal templo de la
ciudad.
Jorge Fernández. Nuevas esculturas de la virgen atribuibles a su quehacer
Es este autor uno de los más importantes en el panorama escultórico de finales del s. XV
y principios del XVI de Andalucía, tanto por la calidad de su producción como por ser el eje
de transición entre la estética del gótico final y las incipientes novedades del renacimiento
italiano. Es decir, nos encontramos con un escultor que, trabajando desde una óptica
flamenca, introduce de forma más visible las nuevas pautas estéticas italianas de raíz clasicista.
Sin embargo, hasta hace muy poco, tanto su vida como su producción artística no se
encontraban muy estudiadas ni investigadas, más allá de conocer algunos datos, así como
unas pocas obras entre las que se incluía su más famosa empresa, como fue su participación
escultórica en la construcción del retablo mayor de la catedral de Sevilla.
Fue un escultor que comenzó trabajando en Córdoba, donde casaría con Constanza de
Heredia en 1504. Al año siguiente llegaría a Sevilla con la intención de gestionar su referida
participación en el retablo, si bien seguiría atendiendo el mercado cordobés hasta su mudanza
definitiva a la segunda ciudad el 26 de enero de 1508, donde permanecerá hasta su muerte
en 1535. Con su esposa llegaría a tener siete hijos, dos mujeres y cinco varones, de los cuales
algunos de ellos seguirían su oficio, descollando de entre todos, Pedro de Heredia, el cual
finalizará las alas del mencionado retablo catedralicio y exportará obras a las Indias23.
Igualmente, residiría temporalmente en Granada con ocasión de realizar las esculturas de las
portadas pétreas de la Capilla Real24 (fig. 6).
22 Agradecemos este dato al investigador Juan Cristóbal Jurado Vela, el cual publicará próximamente un libro
con la historia de esta importante familia malagueña.
23 Hernández, 2014: 235-237.
24 Palomero, 2013: 41.
Fig. 6. A) San Juan Evangelista (detalle de la portada de la Capilla Real de Granada); B) Virgen de la Bella
(Lepe); C) Virgen de la Antigua (Santa Olalla del Cala); D) Virgen del Pino (Gran Canaria); E) Virgen de los Reyes
(Osuna); Jorge Fernández, 1503-1535. Foto/Fuente: Francisco Jes Flores Matute, Archivo de la
Hermandad de la Virgen de la Bella, Archivos del Ayuntamiento de Santa Olalla del Cala y del Ayuntamiento
de Teror.
La imagen escultórica de la Virgen en Pedro Millán, Jorge Fernández y sus respectivos círculos.
71
Entre sus diversas obras documentadas, solo conservamos en la actualidad parte del
Nacimiento para el monasterio de Santo Domingo de Écija (del que solo ha perdurado la
imagen de San José), contratado el 22 de septiembre de 151325, un Calvario para la parroquia
de San Felipe de Carmona, del que actualmente resta el crucificado, realizado en 152126 y los
consabidos relieves escultóricos del retablo mayor de la catedral de Sevilla, cuya ejecución
por su parte comenzará en 1508 y se prolongará hasta 152527.
Gracias a estas obras se le han podido atribuir acertadamente, en los últimos años, diversas
imágenes repartidas por Andalucía y las Canarias, de entre las que destacamos el Calvario
completo existente en la sacristía de la parroquia de Ntra. Sra. de la Oliva de Lebrija28, las
obras escultóricas del retablo mayor de la parroquia de San Juan Bautista de Marchena29,
algunos crucificados como el del convento de la Inmaculada Concepción de Jaén30, el de la
capilla de San Pablo de la catedral de Sevilla o el Cristo de la Antigua en Espera (Cádiz), entre
los más destacables de una serie mayor31; la Virgen de la Bella de Lepe (Huelva) (fig. 6) si bien
ha sido muy retocada a lo largo de los siglos, sobre todo en lo que concierne al rostro-32,
Santa María la Mayor de Pilas (Sevilla), la Virgen de la Antigua de Santa Olalla del Cala (Huelva)
(fig. 6) o la denominada como Virgen Porterita del convento de la Encarnación de Sevilla33;
asimismo la Virgen del Pino, patrona de Gran Canaria34 (fig. 6), la Virgen de Betancuria de
Fuerteventura o la Virgen de los Reyes en la colegiata de Osuna35 (fig. 6).
En lo concerniente a las imágenes marianas, podemos comprobar que, si bien comparten
todas ellas numerosas características comunes, existe cierta disparidad cualitativa entre las
mismas, que se explica por ser producidas por el taller, con mayor o menor dirección del
maestro, esto es, el propio Jorge Fernández. Y es que, ciertamente, el que este se encargara
de realizar una empresa tan ardua como el equipamiento escultórico del colosal retablo mayor
de la catedral sevillana obligaba a tener un gran obrador a su cargo, conformado por
numerosos oficiales y aprendices que, no obstante, seguirían las directrices estilísticas
marcadas por el titular del obrador. Por ello, tenemos obras que, si claramente pueden tenerse
como salidas de la mano de Jorge Fernández o, como mínimo, con gran participación suya,
tales como los referidos crucificados o la Santa María la Mayor de Pilas, por ejemplo, otras
deben adjudicarse como procedentes de su taller o de su círculo cercano, caso de la Virgen
Porterita del convento de la Encarnación de Sevilla o la Virgen de los Reyes de la colegiata de
Osuna, entre otras.
En cualquier caso, dichas características estilísticas en toda obra asignable a la labor, taller
o círculo cercano de Jorge Fernández son, por un lado, la realización de pliegues en los
textiles que visten sus imágenes de apariencia blanda, maleable y cercanas a lo naturalista, en
contraste con los pliegues ejecutados por artistas inmediatamente predecesores suyos, tales
como Millán, que componían unos dibujos más pesados, profundos y numerosos de los
susodichos, como viéramos. Por otro, el gusto por unos contrappostos quebrados, donde, desde
25 Aguilar, 2005: 107-114.
26 De la Villa/ Mira, 1993: 7-13.
27 De la Villa/ Mira, 1993: 7.
28 Hernández, 2014: 242-244.
29 Hernández, 2014: 246-250.
30 Domínguez/ Linares, 2003: 111-124.
31 Hernández, 2014: 255-258. Roda, 2021: 73-79.
32 González, 1991: 358-359.
33 Hernández, 2014: 261-262.
34 Herrera, 2008: 299.
35 Herrera, 2014: 323-331.
Francisco Jesús Flores Matute
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la cadera, las piernas parecen adelantarse y la espalda echarse hacia atrás en dirección
contraria, arqueando el cuerpo. Esta es una particularidad que, sobre todo, se aprecia bien en
esculturas suyas en posición erguida, tales como las referidas Virgen del Pino o la Virgen de la
Antigua.
Pero, sin duda, la característica estilística más identitaria de Jorge Fernández y su taller se
encuentra en la cabeza de sus imágenes. Esta presenta una proporción algo cuadrada y ancha,
cuya sensación se acrecienta desde los pómulos hasta la amplia frente. Los labios suelen ser
finos, insinuando tenues sonrisas, nariz gruesa, cejas arqueadas con un arco superciliar
levemente prominente y ojos almendrados de caída oblicua. Los cabellos, en las esculturas
femeninas, frecuentemente se peinan con raya central, cayendo sobre los hombros dos largas
guedejas de dibujo ondulante de claroscuros gruesos y el cuello se muestra bien
proporcionado y construido formalmente de manera naturalista. En las imágenes marianas,
además, este último se viste con túnica escotada de abertura cuadrada en el que sobresale la
camisa interior de boca redondeada hasta la base del susodicho cuello, como corresponde a
la moda femenina de las primeras décadas del s. XVI.
Por último, las esculturas del Niños Jesús, aunque parecidos fisonómicamente a los del
círculo de Millán –incluido el característico mechón en forma de “W” sobre la frente-,
ciertamente muestran unas actitudes más libres y naturales, que son acrecentadas por sus
atavíos de dibujo diáfano y pliegues blandos o, directamente, por la ausencia del mismo,
mostrando la anatomía infantil algo que, hasta la presente, no parece propio en las obras de
Millán o su círculo-.
Gracias a estas marcadas particularidades estilísticas, es por lo que rechazábamos
atribuciones de algunas imágenes, que asignamos al círculo de Pedro Millán ya vistas- en
contra de las que ostentaban a favor de Jorge Fernández, ya que sus características se
muestran más cercanas al primero que al segundo. Ídem ocurre con otras tantas esculturas
marianas que le fueron adscritas en el pasado y cuyas peculiaridades fisonómicas rechazarían
o matizarían en la actualidad dicha atribución, como es el caso de la famosa Virgen del Rocío
de Almonte36, que aunque parece ser una obra del s. XV según deja entrever lo único visible
por parte de su hermandad de su estado primigenio, como es la cara- no comparte ciertos
rasgos característicos propios del obrador de Jorge Fernández, caso de la proporción de la
36 González, 2016: 307-310.
Fig. 7. A) Virgen con el Niño, Jorge
Fernández (atrib.), 1520-1535, catedral
de san Juan Bautista, Badajoz; B) Virgen
de las Virtudes, Jorge Fernández (atrib.),
1520-1535, parroquia de San Miguel,
Jabugo. Foto/Fuente: José Antonio
Ramos Rubio y Fototeca de la
Universidad de Sevilla.
La imagen escultórica de la Virgen en Pedro Millán, Jorge Fernández y sus respectivos círculos.
73
cabeza o la talla de los ojos y boca. Antes bien, pareciera ser una obra intervenida por
escultores algo posteriores a este. Sin embargo, la inaccesibilidad a la taumatúrgica imagen
por parte de sus propietarios y gestores, impide divagar mucho más al respecto de la
verdadera filiación, datación y hasta tipo iconográfico conceptual primigenio de la escultura.
Hay imágenes, por el contrario, que debido a que presentan muchas de las características
propias del obrador de Jorge Fernández, podrían ser asignadas a este o su círculo, como es
el caso de una Virgen con el Niño, inédita hasta la presente en el catálogo de este autor (fig. 7),
venerada en la catedral de San Juan Bautista de Badajoz37, muy parecida a la canaria Virgen de
Betancuria en cuanto a la disposición del manto y la conformación de los pliegues de la túnica,
así como disposición del Niño Jesús y la actitud de darle un fruto de la Madre. También la
Virgen de las Virtudes, que se venera en una hornacina del retablo mayor de la parroquia de
San Miguel de Jabugo (Huelva) (fig. 7) podría haber sido realizada por el taller de este
escultor, exhibiendo un cuerpo muy parecido al de la Virgen del Pino de Gran Canaria o a la
de la Virgen con el Niño de la catedral pacense, así como rostro, dibujo y volumetría de los
paños se muestran coherentes con las características de Jorge Fernández.
Asimismo, la Virgen de la Encarnación del convento de Madre de Dios de Carmona
manifiesta grafismos tan propios del taller como la cara ancha, los arcos superciliares
levemente acusados y los ojos almendrados de caída oblicua, pareciéndose enormemente a
la canaria Virgen del Pino o la ursaonense Virgen de los Reyes (fig. 8).
Finalmente, nos encontramos con la tristemente desaparecida Virgen de Consolación de
Doña Mencía (Córdoba) (fig. 9), destruida por un incendio de la parroquia que presidía en
1932, que arrasó asimismo el templo. De la única fotografía que se conserva del que fue
retablo mayor, podemos observar cómo era, en general, la referida escultura y, si bien nos es
imposible ahondar en los detalles con la nitidez deseada, nos aporta la suficiente
información formal al respecto como para poder atribuirla al obrador de Jorge Fernández
pues, en efecto, presenta los particulares pliegues blandos y algo sueltos en su manto, el
consabido y también notorio arqueamiento de su cuerpo, como los que tiene la Virgen del
Pino de Gran Canaria o la Virgen de la Antigua de Santa Olalla del Cala y sostiene al Niño Jesús
de igual manera a como lo hacen dichas imágenes o, también, la Virgen de los Reyes de Osuna
(Sevilla). El Niño, por su parte, parece tener una postura parecida a la de la Virgen gran
canaria y en cuanto a la cabeza de la Madre, se aprecian los aludidos rasgos particulares del
37 Anteriormente fue atribuida a un taller sevillano, pero sin ahondar en su probable filiación o autoría: Ramos,
2016: 131.
Fig. 8. Comparativa de rostros de la Virgen del Pino (Gran Canaria), Virgen
de la Encarnación (Carmona) y Virgen de los Reyes (Osuna), Jorge Fernández
(atrib.), 1510-1535. Foto/Fuente: Archivo del Ayuntamiento de Teror y
Francisco Jesús Flores Matute.
Francisco Jesús Flores Matute
74
taller (proporción de la cabeza, nariz, ojos oblicuos) e, igualmente, también se percibe el
característico talle de la túnica con abertura cuadrada del que aflora la camisa interior, como
es habitual en todas las obras marianas de Jorge Fernández, su obrador o su círculo cercano.
Por último, tenemos los casos de la también desaparecida Virgen de la Granada de
Cantillana (Sevilla), que por la fisonomía y estética que mostraba, podría asignarse al círculo
cercano de Jorge Fernández que no al propio maestro o su taller-38, así como el de una
Virgen con el Niño en la parroquia de Villarrodrigo (Jaén) que también es asignable al referido
círculo del escultor sevillano y que se muestra, a su vez, próxima a la imagen cantillanera (fig.
10), al punto de ambas poseer la particular cofia sobre sus cabezas o resolver el manto de
forma parecida, por lo que quizás salieran del mismo obrador, deudor, como decimos, de las
formas estéticas y estilísticas de Jorge Fernández.
38 Algo ya apuntado en Herrera, 2014: 322 y 330.
Fig. 10. Virgen de la Granada
(desaparecida) y Virgen con el Niño, 1530-
1540, círculo de Jorge Fernández (atrib.),
parroquias de Ntra. Sra. de la Asunción y de
San Bartolomé, Cantillana y Villarrodrigo.
Foto/Fuente: Fototeca de la Universidad
de Sevilla y Jesús Molina Gimeno.
La imagen escultórica de la Virgen en Pedro Millán, Jorge Fernández y sus respectivos círculos.
75
Conclusiones
Como hemos visto en este artículo y, como decíamos en la introducción del mismo, un
mayor conocimiento sobre la obra de Pedro Millán y Jorge Fernández -y, por tanto, de sus
características más prominentes e identitarias- nos han permitido asignarles una serie de
esculturas marianas de dudosa o actualmente discutible asignación por cuanto necesitaban
ser revisadas sus antiguas atribuciones- o que, simple y llanamente, no habían sido aún
consideradas por la historiografía especializada ya fuera por desconocimiento de su
existencia o por lejanía de estas obras con respecto al foco del que parten estos escultores,
esto es: Sevilla y las provincias que abarcan su antiguo reino: Huelva y Cádiz-.
De este modo, no solo aumentamos el posible catálogo de ambos artífices y sus círculos
cercanos, sino que también constatamos el alcance e influencia que los dos artistas y sus
seguidores directos tuvieron en su momento por gran parte de Andalucía, incluida la zona
oriental (Málaga con Millán-, Granada y Jaén con Jorge Fernández-), que ha sido la parte
menos tenida en consideración por la historiografía especializada en estos autores.
Asimismo, vistas todas estas esculturas marianas, es interesante apuntar la posibilidad de
que algunas de ellas fueran realizadas por artistas itinerantes que tuvieran la fortuna de
trabajar indistintamente tanto para un prestigioso Pedro Millán como para un joven pero de
creciente fama Jorge Fernández, desde la última década de 1490, embebiéndose de los
principales estilemas de ambos. Y es que, aunque en este estudio hemos adjudicado ciertas
imágenes a un círculo u otro de ambos artistas, atendiendo a la mayor proximidad estética y
formal de las obras a cada uno de ellos, no es menos cierto que en algunas pocas piezas
asignables, por el momento, al círculo de Millán, percibimos destellos de ciertas
características formales que podrían identificarse con lo que posteriormente conocemos
como obras salidas del taller de Jorge Fernández, lo cual nos indicaría la hipótesis planteada
de ser realizadas por artistas formados por Millán (o seguidores muy cercanos de su estilo)
que luego colaborarían con Jorge Fernández en Córdoba o ya en Sevilla.
A buen seguro, en fin, posteriores estudios afianzarán el conocimiento que tenemos sobre
estos importantes escultores andaluces, terminando así, de apuntalar o desmentir estas
atribuciones así como la hipótesis aquí planteada como conclusión del análisis general de las
producciones marianas existentes de ambos artistas y sus respectivos círculos, cuyos
anónimos miembros, en algunos excepcionales casos, podrían considerarse seguidores de
ambos artistas del último gótico andaluz.
Francisco Jesús Flores Matute
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