Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte, 13, 2024, pp. 402-404, ISSN: 2255-1905
GÓMEZ ROMÁN, Ana María.
E
l Palacio del Conde de Luque en
Granada. Despliegue artístico y nobleza ilustrada. Granada:
Editorial Universidad de Granada, 2024. ISBN: 978-84-338-7107-7
JOSÉ LUIS BOLÍVAR FERNÁNDEZ
Universidad de Granada
El rico y variado patrimonio de la
Universidad de Granada, constituido gracias a
sus cinco siglos de historia, ha sido objeto de
estudio de diferentes publicaciones científicas y
monográficos como Obras maestras del Patrimonio
de la Universidad de Granada (2006), Patrimonio
inmueble de la Universidad de Granada (2007) o
Patrimonio mueble de la Universidad de Granada
(2007). Entre todos los bienes inmuebles que
componen este sugestivo conjunto destaca el
Palacio del Conde de Luque -también
denominado Palacio de las Columnas-, una
construcción afectada por un evidente silencio
historiográfico que ha provocado, en última
instancia, un preocupante desconocimiento de
varios de los aspectos relacionados con ella y
que compete tanto a los protagonistas de su
confección como a su singularidad artística.
Ante esta laguna de conocimiento, la autora de
esta publicación, Ana María Gómez Román, se
arma de valor para abordar esta investigación
tan necesaria y su posterior publicación, la cual
logra disipar cualquier tipo de duda respecto a
la edificación objeto de estudio.
La Dra. Ana María Gómez Román es profesora titular del Departamento de Historia del
Arte de la Universidad de Granada, donde forma parte del grupo de investigación Cultura
Artística y Patrimonio. Sus líneas de investigación se centran en el clientelismo y coleccionismo
artístico, la arquitectura y las artes plásticas en la Edad Moderna y Contemporánea, la
institucionalización de las Artes y mujeres artistas y promotoras. Tal y como evidencian estas
últimas líneas, este monográfico es, por tanto, producto de un arduo estudio caracterizado
por su minuciosidad historiográfica y su dilatada elaboración a lo largo del tiempo. De hecho,
tal y como se apunta en el exordio de este libro, la actual Facultad de Traducción e
Interpretación ya suscitaba un especial interés para su autora durante el desarrollo de su tesis
doctoral El Fomento de las artes en Granada: mecenazgo, coleccionismo y encargo (siglos XVIII y XIX),
dirigida por D. Ignacio Henares Cuéllar, catedrático emérito de Historia del Arte, antiguo
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estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras de Universidad de Granada -cuando su sede
se emplazaba en el Palacio de las Columnas- y autor del brillante prólogo de esta monografía.
Este ejemplar, resultado del estudio de numerosas fuentes primarias rescatadas de
archivos como el Archivo Histórico de la Nobleza de Toledo, el Archivo Histórico Nacional
o el Archivo de la Real Chancillería de Granada -así como de diversas publicaciones
especializadas de carácter historiográfico-, logra poner en valor el monumental inmueble que
da título al volumen, convirtiéndolo en todo un paradigma de la arquitectura contemporánea
en el contexto granadino y andaluz. Compuesto por trece capítulos, estos podrían dividirse,
grosso modo, en tres grandes bloques: una presentación de la familia comitente del palacio a
modo de contexto histórico -primeros cuatro capítulos-, una descripción detallada del
proceso de construcción del inmueble -capítulos del V al X- y, por último, una narración
acerca de la historia del Palacio desde el segundo tercio del s. XVIII hasta la actualidad, a
modo de cierre.
La doctora Gómez Román inicia esta publicación presentándonos la ascendencia de
Cristóbal Fernández de Córdoba -VII conde de Luque-, introduciéndonos una cuestión que
parece marcar tanto el hilo narrativo del volumen como la vida del protagonista: la obtención
de la grandeza de España. No obstante, es en el capítulo II donde conocemos profundamente
la ascendencia directa de Cristóbal, su padre -VI Conde de Luque-: un aristócrata de
personalidad extrema con un gran gusto por el lenguaje artístico barroco, que decidió abrazar
la religión tras la muerte de su segunda esposa y su falta de independencia económica. Debido
a las peculiares características vitales de su progenitor, el VII Conde de Luque fue criado y
atendido por su abuelo en Algarinejo, lo que derivó en una educación mucho más limitada
que la del resto de jóvenes de su misma condición y residentes en Granada. Sin embargo, y
tal como evidencia la autora en el capítulo III, Cristóbal Fernández de Córdoba logró
sobreponerse a estas dificultades gracias a su interés por la lectura, un afán de mantenerse
informado de los eventos de mayor actualidad y un gusto por los lenguajes artísticos de corte
más moderno y contemporáneo que los estilados en Granada, fruto de su asistencia a la
proclamación de Carlos IV en San Roque -evento decorado según el nuevo gusto neoclásico-
y de su estancia en Madrid en 1794, donde pudo apreciar las nuevas construcciones de
lenguaje clasicista.
Así, enmarcada en una Granada donde aún predomina el gusto por lo Barroco y el nuevo
conde se encuentra en medio de una búsqueda personal de auto exaltación, la autora
desarrolla de forma cronológica la construcción del inmueble, la cual divide en tres grandes
etapas desarrolladas tras un proyecto inicial propuesto por Francisco Cano Triguero en 1802,
que no terminó de agradar al conde: un periodo inicial comandado por el granadino Manuel
Naranjo Mellado (1803-1808) e interrumpido por la Guerra de Independencia; un segundo
periodo cuyas obras estuvieron encabezadas por Francisco Quintillán Lois -arquitecto de la
familia- (1814-1815) y una etapa de culminación dirigida por Francisco Romero (1816-1817),
siendo todas ellas supervisadas y guiadas según las directrices del comitente de la edificación.
Aunque para el año 1817 el palacio ya se alzaba en todo su esplendor dentro del entramado
urbano del granadino barrio de la Magdalena, la Dra. Gómez Román da un paso más allá y
cierra la segunda parte de esta publicación aportándonos datos acerca de los últimos detalles
que convirtieron el inmueble en un verdadero hogar para sus habitantes: el transporte de los
muebles familiares, la confección del jardín según los gustos de la tercera esposa del conde y
la decoración del interior.
Los últimos compases de esta publicación nos acercan a la historia más reciente del
edificio y su metamorfosis en la facultad que conocemos a día de hoy en pleno centro de la
ciudad, solo posible a través de una serie de intervenciones que alteraron su fisionomía, tal y
como evidencia el cerramiento de su patio en forma de U mediante una tapia -anteriormente
abierto a la vega granadina- o el añadido de una biblioteca en el ala derecha del inmueble.
En resumen, a través de este monográfico, su autora logra desarrollar dos historias
paralelas entrelazadas entre que, tristemente, se han encontrado sumidas en un largo letargo
dentro de la memoria de los granadinos y granadinas. Por un lado, la de un inmueble
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proyectado para convertirse en un signo de poder, eliminando cualquier atisbo de duda
respecto a las ausencias formativas del conde y que, a su vez, lo avalara como un hombre
instruido, cualificado y de una visión cosmopolita y urbana, obtenida gracias a la lectura de
obras como Las reglas de los cinco órdenes de arquitectura de Vignola. Y, por otro, la historia de una
familia aristocrática de ideales vanguardistas totalmente alejados de los del resto de familias
nobles residentes en Granada, de corte mucho más tradicional. Es importante remarcar el
término de familia, puesto que a través de este volumen la autora no solo logra realizar un
estudio exhaustivo del cabeza de familia durante la construcción del palacio, sino también de
sus dos últimas esposas: María del Carmen Rojas y Narváez y Micaela Díez de Tejada, dos
figuras totalmente esenciales que actúan desde su papel de género para colaborar en la
proyección del edificio. La primera de ellas destaca por ser una de las impulsoras del inmueble
-ya que sus nupcias con el conde inspirarían a este a construir un palacio para su linaje- y, la
segunda, por ser la artífice del jardín de la edificación, un área dispuesta como un verdadero
paraíso terrenal con tintes pintorescos que actuaba como reflejo de las grandezas de la casa
solariega.
El vanguardismo de los ideales e ideas de esta familia no solo quedó evidenciado por el
lenguaje arquitectónico de su palacio, sino también por la ubicación de la residencia -en pleno
barrio liberal de la Magdalena-, su preferencia por relacionarse con la emergente burguesía
de la ciudad y episodios anecdóticos que la Dra. Gómez Román reseña a lo largo del ejemplar,
como pueden ser sus encuentros con el escritor norteamericano Washington Irving en la
ciudad palatina de la Alhambra. Este espíritu progresista granjeó varios problemas al Conde
de Luque, tildado de afrancesado por su apoyo al régimen napoleónico e identificado como
colaborador de los franceses durante el extraño caso de Audinot. Por ello, el conde y su
tercera esposa encontraron en Málaga una alternativa donde podían entablar relación con la
alta burguesía y donde no haber logrado obtener la grandeza de España no suponía una
derrota tan flagrante como en una Granada aún anclada al Antiguo Régimen.
Aunque el recuerdo del VII conde de Luque, Cristóbal Fernández de Córdoba, comenzó
a desdibujarse tras su fallecimiento el 27 de abril de 1833, su legado ha pervivido hasta la
actualidad gracias a un inmueble que encarna los primeros pasos de la arquitectura
contemporánea en la ciudad de Granada, ahora visto desde un nuevo prisma gracias a la
aportación que supone esta nueva publicación, la cual la carga de significado y nos recuerda
su singularidad histórica, artística y cultural.
Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte, 13, 2024, pp. 405-407, ISSN: 2255-1905
MAZZONI, Stefano: Europa in festa. Lo spettacolo dal
Cinquecento all’Ottocento. Firenze, Polistampa, 2024, ISBN:
978-88-596-2143-0
GIANLUCA STEFANI
Universitá degli Studi di Firenze (Italia)
Publicación póstuma y corolario de una
actividad plurianual de estudios e investigaciones
constantes, este libro es el último tributo de
Stefano Mazzoni a la historia del espectáculo (o
mejor dicho a la historia tout court), es un fresco
sobre la actividad teatral de la Europa en fiesta,
que reúne y consagra experiencias y existencias
de hombres y de sucesos lúdicos, a través de un
vívido y minucioso relato, de una sucesión casi
vertiginosa de información, organizada de
manera clara y bien documentada a lo largo de
las setecientas sesenta y ocho páginas del texto y
de sus ciento treinta y seis imágenes en color y
en blanco y negro.
Este volumen es una especie de grand tour
realizado en pequeñas y grandes etapas, viajando
a través de arduos senderos que se dibujan a lo
largo y a lo ancho del Viejo Continente, desde
los límites occidentales más extremos de la
Península Ibérica, hasta las fronteras orientales
de la Rusia Zarista, llegando incluso a rozar las
tierras de ultramar ya en los inicios del siglo XIX
(con el episodio no secundario de Lorenzo Da
Ponte en Nueva York). Se trata de un libro que aspira, con perfecta convicción y
autoconsciencia, a ser una obra de referencia de larga duración, privilegiando la óptica
contextual de tipo comparativo y global tantas veces utilizada por su autor, recientemente
desaparecido: el que fuera alumno ideal de Bloch, Braudel o Duby, y discípulo directo de
Ludovico Zorzi, pero también un “maestro”, cuyo extenso magisterio y rigurosa labor
investigadora le llevó a ser uno de los máximos especialistas de la historia teatral de la Edad
Moderna (y no sólo).
Armado de potente metodología, Mazzoni la enuncia en su Prologo ed Epilogo (unidos en
cortocircuito) para luego ponerla a prueba una y otra vez sin «griglie […] universali
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preventive», en «perimetrali esempi» (p. 10) de su tratado. La atención a las relaciones entre
comitentes, artistas y espectadores, además de la necesidad de conectar los contextos de
producción, realización y disfrute, son aspectos que se conjugan en el texto, respondiendo al
deseo de transmitir una lectura global del acontecimiento teatral y a la convicción (compartida
con Siro Ferrone) de que el espectáculo es el resultado de una conciliación de todas las
fuerzas alineadas en un espacio y un tiempo determinados. Este es el credo que el autor
condensa en las páginas de su libro, convirtiéndolo en una especie de manifiesto, no privado,
de vis polémica contra el «presentismo» (p. 44) y los gender studies usados por parte de cierta
historiografía puesta de moda.
Éste es el equipaje metodológico que Mazzoni se propuso ofrecer al lector antes de
conducirlo y hacerle transitar por el tiempo y el espacio de historias que dialogan con la
Historia, por los microacontecimientos que hay que entrelazar con los grandes
acontecimientos dinásticos, por “periferias” indisolublemente entretejidas con los mayores
centros de diversión y de poder de la vieja Europa. La pasión por la microhistoria sostiene la
consciente elección y narración del autor, alineando los viajes de los grandes intérpretes de
la política y del espectáculo en el tablero internacional con los peregrinajes, no menos
importantes, del tabaco y del chocolate intercambiados con gran satisfacción entre Carlo
Broschi llamado Farinelli (desde Espaňa) y su “gemelo” Metastasio (aposentado en la corte
de Viena, cap. II). A su vez el amor por los detalles, como seňal de presencia divina, postulado
en su tiempo por Flaubert, motiva la mención de pormenores aparentemente secundarios -
pero que no lo son- en el desarrollo del relato como los «occhi cerulei» de Maria Luisa
Gabriella de Savoia (p. 58), el insomnio del viajero Giovanni Francesco Gemelli Careri «per
l’ululare dei cani sulle montagne di Trebisonda» (p. 59), las costumbres que conciernen el
almuerzo de los parisinos en los años Ochenta del siglo XVIII en la época de Goldoni (pp.
561-562) o el odio de Elisabetta Farnese, esposa de Felipe V, por la «cucina spagnola» aunque
«godeva di ottimo appetito» (pp. 147-148).
Ante la praxis de la narración ensayística tradicional, Mazzoni evita cualquier tipo de
previsible jerarquización de las informaciones, poniendo en el mismo plano hechos que a
primera vista parecen menores y acontecimientos históricamente cruciales, y relegando las
notas a pie de página a la función casi exclusiva de soporte bibliográfico (por otra parte, rico
y generosísimo). Un modelo elegido de modo consiente para, por un lado, evitar la dispersión
de datos importantes insertándolos en el tejido principal del texto, ofreciéndoles igual
dignidad de lectura; y, por otro, permitir la transformación de las notas al pie de página en
reales repertorios bibliográficos que pueden ser consultados según necesidad, siguiendo el
rastro de guías ilustres pero que han quedado anticuadas, con la exigencia de ser puestas al
día sobre temas y problemas de Teatro, como la publicada por Fabrizio Cruciani y Nicola
Savarese con Garzanti en el lejano 1991.
En modo análogo Stefano Mazzoni vierte en su libro un ideal y enciclopédico cuadro
sinóptico de acontecimientos cronológicamente emparejados pero distantes en el espacio,
entretejiendo este todo en un relato no lineal, a momentos incluso desestabilizador y
ciertamente sorprendente, en el que se acomodan uno junto a otro, sin solución de
continuidad, la actividad de Ferdinando Bibiena en la corte de Carlos III de Hasburgo, la
marcha hacia Inglaterra de Sebastiano Ricci, la entrada de la Virgen de la Impruneta en la
Florencia del enfermo gran príncipe Ferdinando de’ Medici, el triunfo del Rinaldo de Händel
puesto en escena en el Queen’s Theatre de Haymarket en Londres. Y demostrando que, sin
embargo, los hilos que vinculan todos estos acontecimientos, invisibles y nunca explicitados,
existen y están bien sujetos, más allá de la concomitancia cronológica (en el caso específico
el año de gracia 1711): Ferdinando Bibiena y Sebastiano Ricci movieron juntos sus primeros
pasos, en Parma, bajo el mando de Ranuccio II hacia las postrimetrías de los años Ochenta
del siglo XVII; el mismo Ricci, a su vez protegido por el gran príncipe Ferdinando, trabajó
con el sobrino Marco en Haymarquet, siendo en aquel teatro muchas veces escenógrafo a
principios del segundo decenio del nuevo siglo.
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Existe ciertamente una dirección discreta a la vez que exacta tras el vaivén de personajes,
relaciones, experiencias que en una formidable y apretada sucesión de eventos muchas veces
relatados en flashback (o en flashforward) contribuyen a revivir las obras de los grandes
espectáculos dinásticos o a dar vida a los circuitos comerciales de la «cosidetta Commedia
dell’Arte» (p. 130) entre los siglos XVI y XVII: desde los fastuosos acontecimientos teatrales
llenos de mensajes políticos en el contexto de la guerra de sucesión española (cap. I) al papel
empresarial del castrado Farinelli en la corte de Madrid (cap. II); desde los viajes de los
Trufaldines siguiendo la ruta toscano-española (cap. III) a la máquina espectacular madrileña
bajo el signo de Cosimo Lotti, Baccio del Bianco, Filippo Juvarra, Antonio Maria Antonozzi
(cap. IV); de las ramificaciones iluminísticas en la encrucijada internacional del puerto franco
de Livorno en relación con la Rusia de la iluminada zarina Catalina II (cap. V) a las tramas
de la edad del gran duque de Toscana Leopoldo II (cap. VI); hasta la edad napoleónica y el
estallido de los disturbios revolucionarios del Risorgimento (cap. VII).
El Epilogo, integrado en el Prólogo en la óptica contracorriente de la no lineariedad, toma la
forma de un verdadero legado testamentario en el que Stefano Mazzoni entrega a las
generaciones de estudiosos del espectáculo presentes y futuros un método de investigación
escrupuloso y al mismo tiempo curioso, nunca separado de la honestidad intelectual y del
rigor científico que él siempre practicó, viviéndolo como un deber ético.