
Antonio del Castillo: una nueva pintura de la escalera del convento de San Pablo de Córdoba en Finlandia
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Como es conocido, el Convento
dominico de San Pablo de Córdoba, fue
fundado por Fernando III el santo a raíz
de la conquista de la ciudad a los árabes a
partir de 1236, siendo uno de los focos
principales de la cultura local, hasta su
efectiva desaparición con la invasión
napoleónica de 1812 y la posterior
desamortización eclesiástica de 1835.
Sabemos que el núcleo principal del
mismo, remodelado por el arquitecto
Juan de Ochoa a partir de la segunda
mitad del siglo XVI, contó con una
monumental escalera que, como fue lo
habitual en los conventos españoles de la
orden de predicadores, fue decorada, a
partir de 1650-55, con un ciclo pictórico
relativo a las órdenes dominica y
franciscana, del que se encargó el taller
del principal pintor local del momento:
Antonio del Castillo Saavedra (Córdoba,
1616-1668).
Aunque no se ha conservado ningún
documento relativo a esta empresa, por
el testimonio que sobre él dejó escrito
Antonio Ponz1, además de por las obras
que del mismo nos han llegado y que se
conservan fundamentalmente en el
Museo de Bellas Artes de Córdoba y en
el Museo de Bellas Artes de Bilbao,
podemos tener una idea muy cercana a la
realidad de cómo fue, y de su disposición
aproximada.
Según Nancarrow y Navarrete Prieto,
fue el encargo más importante de toda la
carrera profesional de Castillo, para el
cual tomó como denominador común el
tema de la oración, la predicación y el
estudio como base del apostolado de los
dominicos, con ocho santos escogidos
entre las dos principales órdenes
mendicantes del momento -dominicos y
franciscanos-, con lo que se pretendía
que las controversias ideológicas exis-
tentes entre ambas, quedasen eclipsadas2.
1 Ponz Piquer, 1778: 50.
2 Nancarrow / Navarrete Prieto, 2004: 170.
Fig.1. Antonio del Castillo. San Pedro Mártir de Verona.
Museo Villa Gyllenberg. Helsinki. Foto Villa Gyllenberg.