
Carlos Javier Castro Brunetto
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necesariamente pagarse en el momento, sino aceptando un descuento mensual a partir de su
sueldo de militar, un dato marginal que dice mucho de la época. También señala que
confecciona ropa de paisano “no rigor da moda”26.
Los complementos al gusto de la élite carioca.
Como es de esperar, los complementos formaban una parte esencial de la forma de vestir.
En una ciudad capital, cabeza de la diplomacia internacional, del comercio y de la vida social,
vestir a la europea suponía una promoción social y las sombrererías no solo eran
imprescindibles, sino que en muchas ocasiones se situaban en los rincones privilegiados de
la geografía carioca. Entre los numerosos establecimientos nos ha llamado la atención la
Chapelaria A. J. Machado, en la céntrica rua da Quitanda 57, publicitada como la que
oficialmente sirve a S. M. el Emperador. Más allá de divulgar la variedad y calidad de sus
sombreros -chapéus- informa de un sistema de arrendamiento de sombreros, una especie de
leasing iniciático, en el que se crea en la tienda una suscripción para los que deseen tener todos
los domingos un sombrero como nuevo pasen por allí a recogerlo, dejando el anterior en
consigna para ser planchado y repasado, ofreciendo la opción de compra. Estamos en 186927.
Más convencionales serían las opciones registradas en Ao Chapéo de Bragança en la rua
Visconde de Uruguay, que vendía todo tipo de sombreros, desde las chisteras comunes a un
tipo que, hemos observado, se puso de moda en la década de 1870, el sombrero de Chile para
hombre, de fieltro, pero de ala ancha y redonda, de mayores dimensiones que el sombrero
panamá. También vendían chapéu de manilha, propio para las mujeres en día de paseo, de paja
redondeado, ala ancha y copa más baja, además de sombreros de paja plana tipo canotier
para hombre y niños, etc28.
Sin abandonar el ámbito del ornato de la cabeza, el peinado y las aguas refrescantes para
el cabello ocuparon un espacio en los años sesenta. Por lo que hemos podido investigar A
cabeça de ouro sería regentado por el peluquero parisino Charles Guinard, local que se ofrecía
para realizar peinados, pero destacaba como la estrella del negocio la promoción de lo que
parece ser un ungüento, llamado Água Circassiana, con receta elaborada por el Dr.
Chosnososkoff, que no hemos podido identificar y que, tal vez, fuese un producto más de la
charlatanería decimonónica. Lo cierto es que se prometía como perfumador del cabello y
retardador de las canas29.
En cuanto al calzado, no hay dudas de que el más prestigioso era el importado de
Inglaterra, pues las referencias son constantes, sin dejar de lado las importaciones francesas
e incluso el trabajo del cuero nacional. De hecho, en Calçado Santos, Lopes & Cia, en la céntrica
rua da Quitanda, se ofrecía la venta de zapatos de origen inglés, aunque también nacional,
para mujeres, hombres y niños30. Tuvo mucho éxito un comercio que hemos visto durante
varios años, el Novo armazém de calçado de D. S. Ribeiro, en la rua do Rosário 44, que vendía
calzado inglés de varias marcas, destacando Homan & Co. de Londres, marca que no hemos
conseguido rastrear31. También destacaba las botas tipo Napoleón, caracterizadas por tener
caña alta hasta la rodilla y, a veces, la puntera más afilada. Vendían botines de becerro
llamados Garibaldi, es decir, de caña media, a unos 10 cms. sobre el tobillo y borzegins chagim,
botines ajustados a tobillo y forrados de pellica o cuero fino; es decir, que vendía todos los
26 Diario de Notícias, 7 de julho de 1872.
27 Jornal da Tarde, 3 de dezembro de 1869.
28 O Fluminense, 22 de maio de 1878.
29 Diario do Rio de Janeiro, 20 de março de 1860. Circasia es una región del Cáucaso, y el origen del agua o receta
parece aludir a esa región.
30 Jornal da Tarde, 27 de novembro de 1869.
31 Siempre existe la posibilidad de que se haya producido un error de la redacción correcta del nombre en origen.