Reseña: Pineza Mendoza, Raquel. Conjuntos devocionales domésticos de Santa María del Pino, Tepetitlán.
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mandado mis padres y abuelos, quienes mucho tiempo tuvieron esta santa imagen de Nuestro
Señor, y cuidaron de su culto y de su oratorio”. (p. 76)
La devoción a la Cruz, a la Virgen María en su advocación de Santa María de la Concepción,
a Jesús y a otros santos es parte de la última voluntad que se impone, cuando dejan parcelas de
tierra para que sus deudos las cultiven y con su producto compren velas, flores e incienso y
paguen las misas para el culto. A este respecto, Raquel Pineda señala lo siguiente: “Lo cierto es
que el resplandor de las luces, la suavidad del sahumerio, las flores y el “barrido” de los recintos
sagrados familiares de los indígenas mexicanos siguieron honrando a las imágenes a través del
tiempo; como quedó registrado en las memorias testamentarias. En esos textos se percibe
también cómo, además de cumplir con la tradición o la costumbre u obligación, existieron casos
de verdadero fervor o –por qué no decirlo-, de verdadero amor a ciertas imágenes; ya fueran de
Jesucristo, o de Santa María o de alguna de sus advocaciones; o de algún santo o santa de especial
veneración por parte de algunos creyentes”. (p. 103)
En la segunda parte del libro, titulada “Santa María del Pino, Hidalgo”, la autora se adentra
propiamente al tema de su investigación, y la inicia brindándole al lector noticias referentes a
dicha comunidad, tales como su situación geográfica, los antecedentes históricos y el origen del
nombre de su pueblo. Como ya señalé, en la segunda parte del texto, la autora documenta al
tiempo que rememora el tipo de construcciones de su pueblo y nos dice: “bajo el dominio
español, las casas de los naturales de Santa María del Pino eran pequeñas, construidas con piedra
y pencas de maguey que tenían a la mano. Este tipo de construcciones no cambió con la
Independencia. En efecto, si comparamos la casa donde vivían nuestros abuelos maternos hace
cinco décadas, con las que describen las fuentes del siglo XVI, no encontramos gran diferencia
[…] cuatro siglos después, por lo menos en El Pino, la casa de nuestro abuelo estaba constituida
por una sola habitación, grande, de poca altura, que servía de dormitorio y cocina; estaba
construida con muros de piedras encimadas, sin argamasa; su cubierta estaba formada con hojas
de maguey sobre varas y troncos de arbustos; entre éstos, quiotes, o sea: tallos de la inflorescencia
del mismo agave; no tenía ventanas y su acceso era pequeño”.
La autora refiere que la zona fue evangelizada por los franciscanos y después cedida a los
agustinos; el pequeño conjunto conventual que aún se conserva quizá fue edificado entre 1540
y 1570, ya que presenta semejanzas arquitectónicas con otros conjuntos monásticos franciscanos
hidalguenses como Oxtoyuca, Tepeapulco, Tlanalapa y Tlahuelilpan, sufriendo constantes
adiciones y remodelaciones a lo largo de los siglos. A pesar de ello, aún se puede observar el
atrio, la cruz atrial, las capillas posas, la capilla abierta y el templo, en cuyo interior todavía se
conservan de la época virreinal dos esculturas y algunos lienzos, destacando uno de más de tres
metros de alto que representa un retablo fingido dedicado a la Sagrada Familia.
Respecto a los conjuntos devocionales domésticos en Santa María del Pino, ya hemos
señalado que Raquel Pineda logró documentar su construcción en más de 40 viviendas, dos se
conservan completos, es decir, con su oratorio, nicho para colocar una cruz y sala, edificados, lo
mismo que la casa habitación, en el patio de ésta, sin cimentación, sobre plataformas talladas
sobre la piedra volcánica característica de la mayor parte del terreno. De 28 de estos conjuntos,
solo quedan oratorio y nicho; en uno, sólo el oratorio; en algunas casas ocho nichos y restos de
algunas salas; y finalmente, restos informes de conjuntos en predios deshabitados. Los materiales
de construcción empleados fueron arcilla, piedra volcánica compactada y areniscas; también se
utilizaron la cal, el tezontle y la cantera rosa. Con los pocos restos materiales que se conservan,
la autora analiza diversos elementos arquitectónicos vinculados con la construcción, tales como
el tipo de cubiertas, de portadas, los nichos, su decoración y ornamentación, emitiendo certeros
juicios fundamentados en estudios sumamente prestigiosos sobre la calidad del oficio.
Cabe señalar como indica la autora, que a pesar de las “constantes calamidades” que
enfrentaron los habitantes de Santa María del Pino, tales como escasez de agua, falta de cosechas
por la ausencia de lluvias, epidemias, pago de tributo, entre otras, en épocas de bonanza sus