Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte,
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2015, pp.131-133. ISSN: 2255-1905
!
GALERA MENDOZA, Esther. Estructura urbana y organización productiva en
la Alhambra durante el antiguo regimen. Granada: editorial Universidad de
Granada (eug), 2013, 158 pp. ISBN: 8433855719, y 978-84338557183
JOSE MANUEL GÓMEZ-MORENO CALERA
Universidad de Granada
D
La Alhambra ha suscitado, suscita y seguirá
haciéndolo, numerosos estudios desde muy
diferentes enfoques y con intereses muy
diversos. Es tanta su historia y su peso
monumental que las investigaciones se
multiplican exponencialmente hasta convertirse
en un pozo sin fondo, pero todavía con muchas
sombras por aclarar. En todo caso, si bien sus
aspectos de tradición islámica han sido los más
investigados, no cabe duda de que su
continuidad en el tiempo, hasta llegar a nuestros
días, hace de este espacio histórico un campo de
investigación obligadamente mucho más diverso
y transcultural. Efectivamente, en las últimas
décadas el periodo cristiano y las
transformaciones sufridas tras la conquista han
merecido estudios que van aclarando esta
parcela, debiendo destacar sobremanera el libro
de Rosenthal sobre el Palacio de Carlos V, junto
con otros anteriores y posteriores sobre este
singular edificio, cumbre del clasicismo hispano.
Otros investigadores han apostado por un
enfoque más generalista, con estudios de
carácter urbano, monumental, arqueológico,
biográfico, político, literario o cultural, tanto
sobre el propio palacio imperial como de las
transformaciones o novedades habidas en los
palacios nazaríes. Investigadores como Ignacio L. Henares Cuéllar, Cristina Viñes Millet
(tristemente desaparecida), Juan Antonio García Granados, Rafael López Guzmán, Elena
Díez Jorge, Pedro. A. Galera Andreu, la propia Esther Galera Mendoza, Antonio Malpica Cuello,
Jesús Bermúdez López, Mª José Redondo Cantera, Juan Manuel Barrios Rozúa, Juan Manuel
Jose Manuel Gomez-Moreno Galera
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Martín García (y me dejo otras muchas aportaciones incluida alguna mía), han aportado
novedades interesantes sobre el tema de las adaptaciones y cambios habidos en la Alhambra,
sobre todo, en época mudéjar y del siglo XVI. Pero entre estas aportaciones recientes y no tan
recientes destacan, en la línea del libro que ahora comentamos, la contribución documental
importantísima de Rafael Domínguez Casas Arte y etiqueta de los Reyes Católicos, Matilde
Casares López “La ciudad de la Alhambra y las obras realizadas en el siglo XVI a la luz de sus
libros de cuentas” y, últimamente, Juan del Darro.
El capítulo cuarto está dedicado a la Cárcel y la Casa de las Armas, espacios que, junto a los
estudiados en el capítulo quinto (los Bienes propios de la Corona, como la herrería, el mesón y
el horno de pan), eran de propiedad regia. Identifica sus emplazamientos y funciones y recoge
diversa información
de sucesos ocurridos con jugosas noticias sobre su funcionamiento y problemática. No es de
extrañar que algunas de las torres de la Alhambra todavía hoy conserven el topónimo de sus
funciones, como son los casos de la Torre de las Prisiones, la Torre de las Armas o Torre de la
Pólvora (antes del Polvorista). También salen a relucir, a través de la rica documentación,
mesones, tabernas, tiendas, carnicería, por supuesto el horno de pan (que servía para cocer los
panes que los propios vecinos preparaban), y todo ese conglomerado de negocios que podemos
encontrar en cualquier ciudad y más concretamente, en este caso, en una ciudadela con vocación
administrativa y militar. De especial interés para mi, por mis precedentes estudios sobre la
cerámica mudéjar en Granada y la Alhambra, aparecen menciones de los hornos de zalear el
barro y calles con los nombres tan significativos como de las ollerías o de las pilas, que debían
ayudarnos a emplazar las alfarerías, de tanta importancia en el abastecimiento de azulejos para
las obras de la Alhambra y en la construcción de templos, palacios y casas del resto de la ciudad
y la Provincia. Aún más, sale a relucir la calidad y color del barro y su procedencia (rojo de los
Mártires o blanco de las cuevas del Rabel), para realizar las diferentes piezas, en este caso de la
vajilla de tipo doméstico.
Muy interesante y lleno de aportaciones novedosas es el capítulo sexto, en que aborda el
estudio de las tiendas, carnicerías, pescaderías, bodegas y tabernas, puesto del aceite, e incluso
de hielo en verano, pastelería que luego pasó a ser estanco o tienda de tabaco (y estamos
hablando de 1680), jabonería, carbonería, botica, maestros de primeras letras, unas tenerías,
amén de uno de los sectores económicamente más potentes como eran los tejedores de seda,
con numerosas casas-talleres y con una ocupación principal de las mujeres en este oficio por
poder realizarlo en sus propias casas. No existía en la Alhambra un mercado unificado, pero por
su entramado de calles se encontraban todos estos establecimientos que permitían el abasto del
barrio. Comenta la autora no sólo la estructura de los establecimientos, sino los aspectos de las
ordenanzas y los equipamientos de estos establecimientos.
En este caso, Esther Galera, que conoce perfectamente por anteriores publicaciones el
entramado comercial de la Granada del siglo XVI, pone en relación la Alhambra con la propia
ciudad en el funcionamiento de esta red comercial y de servicios. Como en capítulos anteriores,
su interés por “lo humano” se hace ver en aportar normas y castigos por saltárselas, como en el
caso de los bodegones y tabernas en que se prohíbe el juego de cualquier tipo y el que los clientes
se detuvieran en ellas más de lo estrictamente necesario para comer y beber bajo multa de diez
ducados, en evitación de la ociosidad, y que debían todos estar cerrados al toque de ánimas. Igual
que ahora. Hablando de tabernas y bodegones, no falta la alusión a la venta y trasiego del vino y
la identificación comercial de la famosa Puerta del Vino con la venta franca de este reconfortante
líquido.
Sigue el capítulo séptimo dedicado a la Plaza de los Aljibes, espacio en la Alhambra lleno de
sugerencias y centrado por el enorme aljibe mandado construir por el primer alcaide de la
Alhambra, don Íñigo López de Mendoza, conde de Tendilla, recién tomada la Alhambra. En el
Reseña. Galera Mendoza, Esther. Estructura urbana y organización productiva en la Alhambra
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siglo XVIII sirvió como espacio para el juego de la pelota, cuya presencia en la Alhambra consta
desde el siglo XVII y comenta la existencia de espacios para celebrar carreras de caballos y las
corridas de toros.
En la España del Antiguo Régimen las instituciones religiosas no podían faltar y en la
Alhambra aparece la parroquia de Santa María, con iglesia que vivió vicisitudes complicadas hasta
su definitiva terminación en 1617; su cementerio anejo, del cual aporta de nuevo jugosas
informaciones; el convento de San Francisco y el de los Mártires, amén de ermitas como la de la
Puerta de las Granada, Puerta de la Justicia, Jardines del Adarve, Santa Elena (actual Silla del
Moro), la del Calvario, Torres Bermejas, etc., estructuras todas ellas de dimensiones
reducidísimas.
El capítulo décimo está dedicado a los jardines, alamedas y el bosque, cuya presencia en la
Alhambra arranca prácticamente desde la conquista y en el caso del bosque que cae tras los
muros hacia el Darro, se sospecha su existencia ya en época nazarí. Todo ello tiene cumplida
referencia de nuevo, alumbrado por la jugosa documentación que ha sabido rastrear y ordenar
la autora con fino cuidado e inteligencia.
Los dos últimos apartados están dedicados al apéndice documental, un ajustado resumen y
selección de ellos que no son ni pálido reflejo de la ingente documentación consultada. La
bibliografía, integración de estudios puramente históricos, arquitectónicos y artísticos, pero sin
faltar su relación con los arqueológicos, las crónicas y la bibliografía histórica que tantas alusiones
ha hecho a este espacio monumental e histórico.
En suma, el libro aquí reseñado es un compendio reducido, pero amplísimo en sugerencias,
que aporta una enorme cantidad de datos novedosos sobre el devenir de la Alhambra en la Edad
Moderna.
La autora sabe alumbrar con exquisita prudencia y precisión las noticias esenciales para
reconstruir todo este entramado arquitectónico, económico, vivencial y humano que configuró
la ciudad de la Alhambra y aún sus posesiones fuera del recinto en el Antiguo Régimen. Es por
tanto un libro oportuno, necesario, complementario a la visión de la Alhambra monumental y
que viene a recuperar esa parcela necesaria de la pequeña historia y de la sociedad silenciosa que
hizo de este lugar un centro palatino, cortesano y deslumbrante a veces, agónico en momentos
de abandono, lejano y cercano a la propia ciudad de Granada; muy poblado en el XVI y en
paulatino abandono en los siglos siguientes, hasta el momento presente en que, precisamente la
medina y barrio de la Alhambra, pueden quedar algo desdibujados al haber perdido ese sentido
de barrio poblado y vivo. No quedará defraudado el lector que se acerque a su lectura y será
fuente de información y de datos impagables, tanto para el investigador, el erudito o el simple
interesado en esta parcela tan atractiva de nuestra historia y Patrimonio.