Ucoarte. Revista de Teoría e Historia del Arte,
5
,
2016, pp.59-68. ISSN: 2255-190
EL RESUCITADO DE PUENTE GENIL, OBRA DE ALONSO DE
MENA Y ESCALANTE.
(APORTACIÓN DOCUMENTAL PARA EL ESTUDIO DE UNA IMAGEN
DEVOCIONAL)
GERARDO GARCÍA LEÓN
Consejería de Cultura. Junta de Andalucía
Resumen
La escultura de Cristo Resucitado que se venera en la localidad cordobesa de Puente
Genil venía siendo incluida, desde hace años, dentro de la producción del escultor
granadino Alonso de Mena y Escalante. Ahora se dan a conocer los documentos
inéditos que demuestran que la obra fue encargada al pintor Alonso de Gálvez, vecino
de Écija (Sevilla), quien a su vez, encomendó la talla de la escultura a Alonso de Mena,
y luego hizo su policromía en 1636. Así mismo, se subraya que este ejemplo de
intermediación artística pudo estar en el origen de otras esculturas atribuidas a Alonso
de Mena que se conservan en Écija.
Palabras clave
Escultura barroca, Cristo Resucitado, Alonso de Mena y Escalante, Alonso de Gálvez,
Granada, Écija, Puente Genil
THE RISE OF PUENTE GENIL. WORK OF ALONSO DE MENA Y
ESCALANTE
Abstract
The sculpture of Christ resurrected found in Puente Genil, Córdoba has for a long time
been thought to be the work of the sculptor Alonso de Mena y Escalante from Granada.
Previously unseen documents have now been discovered that show that the piece was
originally commissioned to the painter Alonso de Gálvez from Écija, Seville and that
he in turn commissioned the piece to Alonso de Mena y Escalante and then later Gálvez
made his polychrome in 1636. This artistic exchange could also be behind other
sculptures in Écija that have been attributed to Alonso de Mena y Escalante.
Key words
Barroque sculpture, Christ resurrected, Alonso de Mena y Escalante, Alonso de Gálvez,
Granada, Écija, Puente Genil
D
Gerardo García León
60
Al examinar con detenimiento la fortuna crítica del artista Alonso de Mena y Escalante
hallamos que, pese a tratarse de una figura apreciada y reconocida por la historiografía clásica,
los resultados siempre fueron escuetos, compuestos de referencias aisladas, de atribuciones
infundadas, de afirmaciones erróneas y de frecuentes y contin uas confusiones con la figura
de su hijo, el afamado Pedro de Mena Medrano. Desde que en 1952 Antonio Gallego Burín
reivindicara su personalidad y ofreciera la primera biografía documentada del escultor Alonso
de Mena y Escalante, con motivo de la conmemoración del tercer centenario de la muerte de
Juan Martínez Montañés
1
, ha sido constante la atención prestada por la historiografía artística
a este personaje, cuya potencia creadora y notable influjo suponen un punto de inflexión en
el estudio de la historia de la escultura andaluza del primer barroco.
En 2013 han sido publicados los resultados de un ambicioso proyecto de
investigación sobre la escultura barroca andaluza e hispanoamericana de ese periodo, que ha
sido llevado a cabo por profesores de las Universidades de Granada, Sevilla y México. Dicha
obra aparece encabezada por un completo e interesante estudio, dirigido por Lázaro Gila
Medina, donde se recoge y actualiza toda la bibliografía que se ha ocupado de la figura del
escultor Alonso de Mena, y en el que se aporta abundante y novedosa documentación para
conocer su biografía y ampliar el catálogo de su obra artística, al tiempo que se ofrecen
referencias fundamentales sobre otras obras desaparecidas que, a partir de ahora, quedan
adscritas a la ingente producción del artista granadino
2
.
Una de las obras cuya atribución a Alonso de Mena se considera unánime y segura es
el Resucitado de Puente Genil, si bien hasta este momento careciendo de la más mínima
referencia documental. Como es bien conocido, la cofradía de Nuestro Padre Jesús
Resucitado, de la parroquia de Nuestra Señora del Carmen de Puente Genil, venera desde el
año 1950 una imagen de Cristo Resucitado que está fechada en 1636, y a la que diversos
especialistas han venido vinculando con la producción del artista granadino Alonso de Mena
y Escalante y su taller
3
. Se trata de una escultura que mide 152 cm, está apoyada sobre una
peana de 11 cm, y lleva inscrito el año 1636 en la parte interior de la peana. La pieza ha sido
objeto de varias restauraciones, acometidas con diversa fortuna por Antonio Muñoz
Montaño (1950), Rafael Díaz Pino (1959), Miguel Arjona Navarro (1985) y José Manuel
Cosano Cejas (2011).
En 2010 la imagen sufría diferentes daños debidos al deterioro de los ensambles de
las maderas, con la consiguiente aparición de grietas en su encarnadura. El aparejo también
estaba agrietado, existiendo pequeños desprendimientos del estofado y en zonas muy
puntuales de la encarnadura. Dicha encarnadura mostraba un tono agrisado y opaco, fruto
del oscurecimiento del óleo empleado en la policromía, que daba a la obra un aspecto
impropio de su antigüedad y calidad artística. El proceso de restauración llevado a cabo en
2011 por José Manuel Cosano Cejas ha devuelto a la imagen gran parte de su nobleza y
calidad artística originales. A través de los procesos de consolidación, limpieza general y
reintegración, se han eliminado las grietas que presentaba la escultura, así como los emplastes
deteriorados y puntas metálicas, se ha recuperado gran parte de la encarnadura original,
reintegrando las lagunas con acuarelas y pigmentos restauro al barniz, y se han reparado los
desprendimientos que existían en la policromía del manto y la peana
4
(figs. 1-4).
1
Gallego Burín, 1952.
2
Gila Medina, 2013: 17-82.
3
Rivas Carmona, 1982: 105-107. Villar Movellán, 1990: 348-352. Villar Movellán 1989: 38-38 y 70. Aroca
Lara, 1988: 185-194. Aires Rey, 1990: 356. Aranda Doncel/Jiménez Rodríguez/Villar Movellán, 1999: 410-513.
Sánchez-Mesa Martín, 2003: 151-168. Gila, 2015: 312.
4
Agradezco a Jo Manuel Cosano Cejas por las fotograas proporcionadas para este artículo y por
haberme permitido consultar la Memoria sobre la restauración de la imagen de Jesús Resucitado de Puente Genil, que llevó
a cabo en Sevilla en 2011.
El Resucitado de Puente Genil, obra de Alonso de Mena y Estepa
61
La tradición local de Puente Genil establece el origen y la procedencia de este
Resucitado en la desaparecida ermita de Santa Catalina, aunque otras fuentes afirman que
recibió culto en la ermita de la Vera Cruz hasta el año 1877. Lo que está confirmado es
que, desde este santuario, pasó a la iglesia de Nuestra Señora del Carmen a partir de 1950
5
.
Por tratarse de cuestiones difíciles de resolver, principalmente debido a la ausencia
de documentación histórica o de referencias bibliográficas solventes que impiden reconstruir
su historia, y que han influido negativamente en los diversos avatares que ha sufrido la
escultura a lo largo de los siglos, no son éstos los aspectos sobre los que ahora nos interesa
centrarnos.
Gracias a documentos inéditos que se conservan en el Archivo de Protocolos
Notariales de Écija, y que en estos momentos damos a conocer, pensamos que quedan
refozadas las atribuciones anteriores y estimamos que la escultura de Cristo Resucitado que
hoy se venera en la parroquia del Carmen de Puente Genil pudo ser realizada en la ciudad de
Granada en el año 1635 por el escultor Alonso de Mena, en cumplimiento de un encargo
hecho por el pintor Alonso de Gálvez, artista vecino de Écija, quien posteriormente llevó a
cabo su policromía, a comienzos de 1636.
Basamos nuestra afirmación en dos documentos fundamentales que aclaran algunos
datos básicos sobre su creación. El primero de ellos es una escritura de compromiso y
obligación de pago suscrita en Écija el día 18 de marzo de 1636 entre Antonio de Gálvez y
Antonio Ruiz Pastrana, vecinos de la Puente de don Gonzalo (actual Puente Genil), de una
parte, y de la otra, Alonso de Gálvez, maestro pintor vecino de Écija. En este documento se
declara "que, por quanto Alonso de Gálbez, pintor beçino desta çiudad, estaba obligado a
haçer de escultura y dorado una hechura de la Resurreçión de Nuestro Señor Jesucristo, por
çierta cantidad de marabedís, y porque el susodicho á cunplido con su obligaçión y hecho la
dicha hechura a nuestro contento y satisfaçión y se lo abemos satisfecho y pagado, menos
doçientos y sesenta reales, y porque de presente estamos ynpusibilitados de podelle satisfaçer
5
Villar Movellán, 1990: 348-352.
Fig. 1. Cristo Resucitado. Parroquia del
Carmen. Puente Genil (foto José
Manuel Cosano Cejas)
Gerardo García León
62
y pagar los dichos marabedís, le abemos pedido nos aguarde por ello y nos obligaremos a su
satisfaçión y paga a çierto plazo, como adelante yrá declarado"
6
.
En consecuencia, queda demostrado que dos vecinos de Puente Genil llamados
Antonio de Gálvez y Antonio Ruiz Pastrana encargaron la talla y policromía de una imagen
de Cristo Resucitado al pintor ecijano Alonso de Gálvez; que en marzo de 1636 el
compromiso había sido cumplido a satisfacción de los clientes; que la escultura había sido
entregada; y que, del coste final de la obra, quedaba pendiente de abono al pintor la suma de
260 reales.
El segundo documento es una escritura de testamento otorgada en Écija seis meses
antes de la anterior, el día 4 de septiembre de 1635, por el citado pintor Alonso de Gálvez,
hallándose enfermo de gravedad y en cama, en su casa de la calle de la Torrecilla del Gallo,
situada en la collación de Santa Cruz. En este documento, tras efectuar balance de los legados
y donaciones hechas a lo largo de su vida a favor de sus hijos, el pintor relaciona los
principales trabajos que estaba realizando en el momento de su enfermedad y reconoce las
deudas que mantenía con algunos artistas que habían colaborado en su actividad profesional.
En una de estas cláusulas se dice textualmente: "Declaro que debo a Alonso de Mena, beçino
de Granada, escultor, a la calle Elbira, treçientos reales de la hechura de un Cristo
rezuçitado”
7
.
En base a esta segunda prueba documental sabemos que Alonso de Gálvez había
encargado la talla de una imagen de Cristo Resucitado al escultor granadino Alonso de Mena,
que la obra ya estaba concluida en septiembre de 1635 (momento en que fue redactado y
otorgado el testamento) y que aún se debían al escultor 300 reales por este trabajo.
Por tanto, podemos concluir que el encargo de la imagen se hizo directamente al
pintor ecijano Alonso de Gálvez, tanto en lo relativo a escultura como a policromía, y que
6
Escritura de obligación y reconocimiento de deuda a favor de Alonso de Gálvez, pintor vecino de Écija, 18 de marzo de
1636, Archivo de Protocolos Notariales de Écija (A.P.N.E.), legajo 1603, ff. 289r-291v. Los deudores se
comprometieron a pagar los 260 reales para el día de Santiago de ese mismo año 1636.
7
Testamento de Alonso de Gálvez, 4 de septiembre de 1635, A.P.N.E., legajo 1594, ff. 990r-995v.
Fig. 2. Cristo Resucitado, detalle.
Parroquia del Carmen. Puente
Genil (foto José Manuel Cosano
Cejas)
El Resucitado de Puente Genil, obra de Alonso de Mena y Estepa
63
dicho artífice, probablemente, subcontrató la talla en madera de la obra con el granadino
Alonso de Mena. Resta por dilucidar la fecha y el lugar exactos del encargo inicial hecho por
los dos vecinos de Puente Genil, así como el precio total pactado para la imagen, que
comprendería la talla de la madera y su policromía. Es preciso indicar que después de una
completa revisión de los protocolos notariales de esos años conservados en Écija, no ha sido
posible localizar más referencias documentales sobre este asunto. Desconocemos si el
encargo inicial pudo ser realizado en Écija y quizá la escritura no se conserve en la actualidad,
o bien si dicho contrato pudiera haber sido otorgado ante algún escribano de la misma
localidad de Puente Genil. Otra incógnita sin resolver es si llegó a existir un contrato
otorgado en Granada entre Alonso de Mena y Alonso de Gálvez.
La declaración hecha por Alonso de Gálvez en su testamento afirma que debía 300
reales a Mena por la hechura del Resucitado, pero no aclara si ésta era la cantidad total en la
que ambos artistas concertaron la obra, o si se trataba del resto que aún tenía pendiente de
abonar. En este sentido conviene recordar el coste de algunas obras que Alonso de Mena
había realizado unos años antes. En 1618 se obligaba a realizar, en colaboración con el pintor
Francisco Ruiz, una figura de Cristo Resucitado (145 cm) para Setenil de las Bodegas (Cádiz),
por la que habían de cobrar 352 reales. En 1620 cobró 400 reales por un San Francisco (124
cm) para el convento de Nuestra Señora de Consolación de Alcalá la Real (Jaén), y 264 reales
en 1622, por la hechura de un San Juan Bautista (110 cm) para la iglesia de Cozvíjar
(Granada). En dicho año se comprometió a realizar un San Miguel (160 cm) para el mercader
granadino Miguel Ruiz por 495 reales, incluyendo las andas procesionales con su tornillo y
horquillas
8
.
Teniendo en cuenta que el pintor ecijano Alonso de Gálvez, siempre incluyendo talla
y policromía, había cobrado 600 reales en 1624 por la realización de un San Pascual; la misma
cantidad por una figura del Ángel de la Guarda, en 1625; y 770 reales por una imagen de la
Virgen con el Niño Jesús, en 1630
9
, nos inclinamos a pensar que muy probablemente el
Resucitado de Puente Genil fuera contratado por una cantidad que no superaría los 700
reales. Debe advertirse que, a causa de la desnudez de la figura, el costoso pan de oro sólo
estaría destinado al estofado del manto, de menor superficie que las vestiduras de las
imágenes antes mencionadas.
A título ilustrativo diremos que, por estos años, en Sevilla Juan de Mesa realizó en
1620 el Cristo Resucitado (125 cm) de Tocina (Sevilla) por 500 reales
10
y, en 1626, hizo el
San Ramón Nonato (178 cm) para los mercedarios descalzos de Sevilla, actualmente en el
Museo de Bellas Artes, por 900 reales
11
. A otra escala, y en consonancia con la calidad y fama
de su gubia, mencionemos que en 1634 Juan Martínez Montañés talló la imagen de San Bruno
(172 cm), para la Cartuja de Sevilla por 4.400 reales, actualmente en el citado Museo
sevillano
12
y que, en los dos años siguientes, contrató las imágenes sedentes de San Juan
Evangelista (138 cm) y San Juan Bautista (138 cm) para la iglesia conventual de Santa Paula
de Sevilla, por 4.400 reales y 5.500 reales, respectivamente
13
.
Pero existe otro aspecto relevante sobre la historia del Resucitado de Puente Genil
que aún permanece oculto, pues tampoco ha sido posible aportar más referencias sobre la
identidad de los clientes que encargaron la imagen -aparte de sus nombres- ni conocer si
representaban a una hermandad o congregación, o si actuaban en nombre de alguna fábrica
parroquial, conventual, o alguna otra institución.
8
Gila Medina, 2013: 17-82.
9
García León/ Martín Ojeda (obra en prensa).
10
Hernández Díaz, 1972: 60.
11
Ibidem, 73.
12
Hernández Díaz, 1987: 239.
13
Ibidem, 243-245.
Gerardo García León
64
En cuanto a la figura de Alonso de Gálvez, cuya biografía y catálogo de obras se
hallan en vías de publicación, podemos adelantar que se trataba de un pintor y dorador
probablemente nacido en Écija, al que hallamos documentado en dicha ciudad entre 1608 y
1638, y que era hijo de Alonso Hernández y de María Díaz. De formación desconocida, son
numerosas las obras realizadas a lo largo de su actividad profesional, destacando la pintura y
dorado de diferentes retablos en las parroquias de San Gil (1615), Santa María (1626), Santa
Bárbara (1627), Santa Cruz (1635), y en los conventos de Santo Domingo (1623) y del
Carmen Calzado (1635)
14
. También está documentada su participación en los encargos de
varias esculturas, en 1625, para la cofradía del Santo Ángel de la Guarda, del convento de
Santa Ana, para el convento de monjas clarisas de Santa Inés y para la parroquia mayor de
Santa Cruz
15
. Además, contrató la realización de otras imágenes para particulares de Écija
(1624-1630), así como una talla para la cofradía de las Ánimas del Purgatorio de la parroquia
de Santa Bárbara (1631). Entre sus trabajos documentados en la provincia de Córdoba
destacan el dorado de uno de los retablos de la iglesia del Colegio de la Compañía de Jesús
de Montilla (1616) y el encargo de la imagen de Cristo Resucitado de Puente Genil (1635),
que ahora damos a conocer
16
.
El caso de la escultura que nos ocupa puede servir como ejemplo claro e ilustrativo
de la actividad artística que se desarrollaba en ciertos núcleos urbanos de carácter secundario,
directamente influenciados por los dos grandes focos artísticos sevillano y granadino, pero
capaces de abastecer en un discreto porcentaje la demanda de productos artísticos generada
por la clientela local y por la que acudía a ellos desde poblaciones cercanas. Ciudades como
Antequera, Cádiz, Córdoba, Écija, Guadix, Jaén, Jerez de la Frontera, Priego de Córdoba o
14
García León/Martín Ojeda (obra en prensa). La mayor parte de las obras documentadas de este autor no
se conservan en la actualidad.
15
Villa Nogales/Mira Caballos, 1993: 82-84.
16
García León/Martín Ojeda (obra en prensa). En esta obra aparecen transcritos todos los contratos
relativos a las obras mencionadas, incluida la escritura de reconocimiento de deuda del Resucitado de Puente
Genil.
Fig. 3. Cristo Resucitado, detalle.
Parroquia del Carmen. Puente
Genil (foto José Manuel Cosano
Cejas)
El Resucitado de Puente Genil, obra de Alonso de Mena y Estepa
65
Málaga mantuvieron una actividad artística constante, desarrollada por artistas locales o
procedentes de Sevilla, Granada e incluso Flandes o Italia
17
. La ciudad de Écija fue uno de
estos centros secundarios de creación artística cuya producción excedió el ámbito
estrictamente local, pues ya desde el siglo XVI hallamos numerosos casos de artífices
ecijanos, o afincados en Écija, realizando obras artísticas para otras poblaciones sevillanas y
cordobesas como Peñaflor, Osuna, Estepa, Marchena, Fuentes, Morón, Utrera, Palma del
Río, Guadalcázar, Santaella, Montilla, Puente Genil, Montalbán, etc
18
. En este sentido ya han
sido estudiadas las obras del carpintero ecijano Gregorio Tirado en el santuario de Nuestra
Señora de Consolación de Utrera (Sevilla) (1578) o las del escultor y retablista activo en Écija
Juan Fernández de Lara, que llevó a cabo los retablos colaterales de la parroquia de la
Asunción de Priego de Córdoba (1625-1627), el retablo para la cofradía del Santísimo
Sacramento de Montilla (Córdoba) (1630) y el retablo mayor de la iglesia conventual de Santa
Clara de Marchena (Sevilla) (1641)
19
.
En cuanto al hecho de que el encargo de la escultura de Puente Genil se realizara a
un pintor, existen multitud de casos similares en los que estos artífices actuaban como agentes
artísticos y actores principales en los contratos de imágenes devocionales, pues no en vano,
eran ellos los que, con su policromía, otorgaban a las tallas la apariencia humana y realista,
gracias a las carnaciones y ricos estofados que, por lo general, resultaban mucho más costosos
que la propia talla en madera.
Los historiadores del arte que estudian el arte Barroco insisten en señalar la presión
y el control que los gremios siempre mantuvieron para que pintores, escultores o
ensambladores no asumieran contratos que no fueran de su oficio o arte. La lucha contra el
intrusismo profesional fue una constante entre estos colectivos durante los siglos XVI y
XVII, utilizando siempre la reglamentación legal contenida en las ordenanzas gremiales y,
sobre todo, convirtiendo a los exámenes de maestría en el requisito obligatorio y fundamental
mediante el que se demostraban y verificaban las aptitudes necesarias para el desempeño de
cualquier oficio artístico.
Un ejemplo evidente de este enfrentamiento fue la denuncia que el pintor Francisco
Pacheco presentó en 1622, en nombre del gremio de pintores sevillanos, contra su amigo
Juan Martínez Montañés, porque éste había incluido la policromía en uno de sus contratos
20
.
No obstante, este cumplimiento no fue siempre tan estricto, pues en 1635 el pintor Pablo
Legot vendió un Cristo crucificado, actualmente con el título de Cristo de la Fundación, a la
cofradía sevillana de Nuestra Señora de los Ángeles, vulgo de los negritos. Debido a ese
contrato se consideró durante años que el pintor era el autor de la imagen hasta que, durante
la restauración que el escultor Agustín Sánchez Cid realizara sobre esta obra en 1940, se
encontró en su interior un documento que informaba de la autoría y fecha de realización de
la misma. Según consta en dicho documento, la obra había sido tallada en Sevilla en 1622
por el escultor Andrés de Ocampo. Por la imagen, que fue vendida trece años después de su
realización, Pablo Legot cobró 1.400 reales
21
.
Para finalizar esta breve contribución a la historia de la imagen de Cristo Resucitado
de Puente Genil, cuya autoría podría quedar definitivamente adscrita a la producción
documentada del escultor Alonso de Mena y Escalante, deseamos poner de manifiesto que,
una vez demostrado este ejemplo de colaboración entre artistas granadinos y ecijanos, será
preciso estudiar con una nueva óptica la catalogación que la historiografía artística ha venido
otorgando a determinadas piezas de esta época conservadas en Écija. Teniendo en cuenta
17
Romero Torres, 2007: 138-149.
18
García León, 2007: 190-201.
19
Aroca Lara, 1986: 150-201. Villa Nogales/Mira Caballos, 1993: 127-128. Villa Nogales/Mira Caballos,
2002: 221-237. Zurita Pérez/ Marín Molina, 2014: 25-30.
20
Hernández Díaz, 1987: 29. Asensio Toledo, 1886: 44-48.
21
Sancho Corbacho, 1930: 306-307. Valdivieso/Serrera, 1995: 274.
Gerardo García León
66
que Alonso de Gálvez contrató la ejecución de varias esculturas para hermandades ecijanas,
en concreto para la mencionada cofradía del Santo Ángel de la Guarda, del convento de
frailes franciscanos terceros de Santa Ana, quizá sería oportuno realizar un nuevo análisis de
piezas como el Cristo de la Yedra, que perteneció a la mencionada cofradía, o el San Juan
Bautista y el San Juan Evangelista del convento de Santa Inés del Valle, cuyas influencias
granadinas ya han sido apuntadas
22
. En este sentido, en los últimos años viene siendo
aceptada la atribución al escultor Alonso de Mena de la imagen del Cristo de las Penas que,
fechada en 1644, fue titular de la cofradía de la Caridad del Santo Cristo de las Penas, que
actualmente se conserva en la iglesia del antiguo convento del Carmen Calzado de Écija
23
.
22
Hernández Díaz/Sancho Corbacho/Collantes de Terán, 1951: 190. González Gómez, 2011: 77-123.
23
Romero Torres, 2013: 379-380. Gila, 2015: 210.
Fig. 4. Cristo Resucitado, detalle peana.
Parroquia del Carmen. Puente
Genil (foto José Manuel Cosano
Cejas)
El Resucitado de Puente Genil, obra de Alonso de Mena y Estepa
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