Introducción.
Quien suscribe este presente artículo publicó hace pocos años una investigación referida
a los dos cuadros que estuvieron en el antiguo convento del Carmen Calzado de Sevilla
atribuidos, según la bibliografía más antigua, a Bartolomé Esteban Murillo: un Ecce Homo y
una Virgen del Rosario
1
.
El primero de esos cuadros no es del todo desconocido en el presente comercio del arte,
ya que estuvo expuesto hace pocos años en la Galería Coll & Cortés (Madrid), antes de que
se vendiera finalmente a un coleccionista privado. Sin embargo, la obra la Virgen del Rosario
ha pasada bastante inadvertida por los estudiosos de Murillo desde el segundo tercio del siglo
XX.
En este artículo se desglosará la trayectoria de aquella Virgen del Rosario, para diferenciarlo
del que está en Florencia, y con el cual se le ha confundido en algunas ocasiones. Se aportarán
a su vez nuevos datos técnicos de aquel lienzo, obtenidos a partir de una restauración
realizada hace escasos años. Con la unión de todos esos fundamentos teórico-prácticos se
pretende contribuir a despejar dudas sobre la autoría de esta pieza pictórica, así como su
etapa más o menos concreta de realización.
A su vez, este artículo aspira a que de nuevo este cuadro sea integrado en los catálogos de
obras del pintor Murillo, y de esta forma sea conocido por el gran público. Se debería obviar
que un catálogo de obras (sea de la materia artística que sea) no debe ser una herramienta
hermética, sino que más bien debe estar sujeto a posibles revisiones y ampliaciones. Por
tanto, es difícil poder cerrar de una manera tajante todo el corpus de obras de un mismo
autor, cuando en cualquier momento pueden aparecer más piezas de máximo valor, como
de hecho así ocurre.
Las Vírgenes del Rosario de Murillo y su contextualización.
En Sevilla, la religiosidad popular adquirió un verdadero y constante protagonismo a partir
de la segunda mitad del siglo XVII. Eso fue especialmente subrayado tras el dramático
episodio de la Peste de 1649, en el que pereció algo más de la mitad de la población local. En
el contexto de un régimen de constante devoción y religiosidad en el que vivía la Sevilla
Barroca, su población experimentó un angustioso sentimiento de culpa, de pecado colectivo,
por el que Dios castigaba a la ciudad. Era preciso una conversión radical de vida a través del
arrepentimiento y la penitencia, en uno de los siglos más píos de la historia de la religión
católica. A partir de esos momentos de desdicha en la sociedad sevillana de la segunda mitad
del s. XVII, se estrechó en la religiosidad popular el vínculo entre la fe y la piedad, entre el
dogma y el culto. Entre los numerosos objetos religiosos mediante los cuales las personas
católicas manifiestan su piedad y devoción, sobresale especialmente el Rosario. Éste era
mucho más que un signo de oración entre los piadosos fieles del siglo XVII, sino casi un
sacramento que ayudaba a obtener la propia salvación eterna.
Los distintos encargos que realizó Murillo con la temática de la Virgen del Rosario
surgirían con ese mismo propósito: la de vivificar el rezo del Rosario.
Aunque sea algo meramente anecdótico, no deja de ser a su vez llamativo que el propio
pintor fuera miembro de una sevillana Cofradía del Rosario, la del antiguo convento de S.
Pablo (actual parroquia de la Magdalena) desde 1644. Por eso mismo, Murillo estaría
especialmente predispuesto a desarrollar ese tipo de temática, y más en esos años.
En ese contexto de mediados del s. XVII, Murillo hizo en esa época varios lienzos sobre
un mismo modelo iconográfico, en el que aparece la Virgen sujetando al Niño Jesús, y ambos
portando el Rosario
2
. Son destacados en especial los tres siguientes cuadros de características
!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
1
Álvarez, 2012: 301-314.
2
No queremos incluir en esta lista el cuadro de Murillo La entrega del Rosario a Santo Domingo, que es de unas
características diferente, y de una década anterior a las otras. Tampoco queremos citar la Virgen del Rosario
que está en la Galería Dulwich (cerca de Londres), que es de los últimos años del pintor.